Popayán, 16 de enero de 2017 Frente a las luchas de la humanidad por rescatar la democracia que está secuestrada por la burguesía financiera y por garantizar la supervivencia de la humanidad ante las mortales amenazas que se ciernen sobre su futuro, como el cambio climático, el peligro de guerras nucleares o el impacto de […]
Popayán, 16 de enero de 2017
Frente a las luchas de la humanidad por rescatar la democracia que está secuestrada por la burguesía financiera y por garantizar la supervivencia de la humanidad ante las mortales amenazas que se ciernen sobre su futuro, como el cambio climático, el peligro de guerras nucleares o el impacto de virulentas epidemias, el único sector de las actuales clases sociales que está en condiciones de dinamizar las luchas sociales en cada nación, región y en lo global-planetario, son los «trabajadores precariados» (profesionales, tecnólogos, técnicos y otros).
Son en su gran mayoría trabajadores asalariados de empresas privadas o estatales, o también, son profesionales emprendedores dueños de cientos de miles de Pymes (pequeñas y medianas empresas). Este sector de clase es el único que crece en número y se desarrolla cualitativamente para enfrentar su devenir inmediato. Se capacitan tanto en lo técnico como en lo intelectual pero sus condiciones de vida y de trabajo se deterioran exponencialmente. Sus ingresos económicos no se corresponden con la formación académica. La «tercerización laboral» y el desempleo los golpea con fuerza. Viven endeudados, trabajan muchas horas y sufren de estrés laboral más que el promedio. Son «precariados» y «precarizados» [1] .
El resto de clases y sectores sociales subordinados pueden ser grandes aliados pero -por sí mismos- no están en las mejores condiciones de tomar la iniciativa. La clase obrera industrial está en decrecimiento por efecto de la automatización tecnológica y políticamente se encuentra a la defensiva. Los campesinos y pequeños productores del campo y de la ciudad se encuentran a merced de los intereses de la gran burguesía transnacional, de la burguesía agraria y emergente, y sus luchas son fácilmente conducidas hacia reivindicaciones y proyectos puntuales y sectoriales perdiendo la dimensión política general.
Otros sectores de la sociedad que se han hecho visibles por su luchas particulares como los inmigrantes, indígenas, afro-descendientes, mujeres, jóvenes, LGTBI, trabajadores culturales, ambientalistas, etc., pueden ser grandes aliados de las luchas democráticas y anti-sistémicas, pero es importante entender que son fracciones de la población que pueden ser divididos por los intereses de clase, y además, sus reivindicaciones deben ser trabajadas con paciencia estratégica a fin de no dejarnos llevar a terrenos «ideológicos» favorables a las corrientes neo-populistas conservadoras y proto-fascistas que utilizan la discriminación y el odio focalizado para engañar a los sectores más atrasados de la sociedad (como ha ocurrido con el aborto, el matrimonio y la adopción entre parejas homosexuales, los derechos de los inmigrantes, etc.)
En el caso de Colombia, en este instante de la vida nacional en que termina parcialmente el conflicto armado, la gran burguesía transnacional juega a dos (2) bandas, impulsando propuestas políticas paralelas pero combinadas. Ellas son:
Una, en la que utilizan a la burguesía burocrática (los Samper, Serpa, De la Calle, Roy Barreras, Benedetti, etc.) para ganar para su «paz neoliberal con pequeños retoques sociales» a la burguesía emergente surgida de la acumulación de capitales del narcotráfico y de la minería ilegal, y además, cooptar a importantes sectores de trabajadores del Estado que siguen a un sector de la «izquierda». Su instrumento principal es el chantaje del «coco» uribista y el enfrentamiento entre fuerzas populares alrededor del «proceso de paz».
La otra, la impulsan con gente de sus entrañas. Es la que en verdad les interesa. La construyen desde hace rato con Germán Vargas Lleras. Tienen un entramado clientelista bien aceitado con grandes contratistas y mafias regionales que aparentan jugar con los «liberales sociales» pero que en su momento darán el salto. Además, a los grandes terratenientes y empresarios del campo les adecuan los contenidos de la «ley de tierras y de baldíos» y les abren expectativas de participar en grandes inversiones con conglomerados transnacionales que tienen puesta su mirada en los territorios de la Orinoquía, Amazonía, Chocó Bio-geográfico, para constituir grandes zonas francas, turísticas, mineras y agro-industriales.
Frente a esa estrategia política de la gran burguesía transnacional que cuenta con el apoyo del imperio estadounidense pero que prepara proyectos con capitalistas europeos, chinos, brasileros, etc., los trabajadores (incluyendo a los «precariados») y las clases medias que constituyen las mayorías sociales en las grandes ciudades, vienen construyendo -en medio de vacilaciones pero empujados por las circunstancias- una propuesta que desenmascare los intereses transnacionales y corruptos que pretenden engañar con la cobertura de la «paz» a las mayorías nacionales.
Es indudable que esa propuesta «ciudadana» debe estar totalmente alejada y deslindada de las cúpulas uribistas y santistas. No puede construirse tampoco con la burguesía burocrática que sólo se sostiene con base en el uso clientelar y corrupto del aparato del Estado. Tampoco tiene nada que hacer con las mafias de contratistas de Vargas Lleras. Solo puede construirse con el grueso de los trabajadores, los profesionales precariados, las clases medias y algunos empresarios decentes que han demostrado estar dispuestos a enfrentar la corrupción y la politiquería. Ese frente de clases deberá buscar a los otros sectores de clases, a campesinos, indígenas, afros y demás, para ganarlos para su causa.
Las propuestas programáticas que sustentan a ese «frente de clases subalternas» ya vienen siendo trabajadas y luchadas desde hace décadas: 1) La lucha «con dientes» contra la corrupción política-administrativa es uno de los temas principales; 2) La recuperación y el desarrollo del aparato productivo para generar empleo digno, de alta calidad tecnológica, sobre la base de industrializar y procesar nuestras materias primas y construir una base alimentaria sostenible, es uno de los puntos que aglutina los intereses de amplios sectores sociales urbanos y rurales; 3) La defensa del medio ambiente, de nuestra naturaleza y recursos hídricos frente a la depredación extractivista debe ser parte de nuestro programa, sin caer en posiciones fundamentalistas y analizando cada caso concreto en particular, con participación de las comunidades efectadas. Y al lado de estos tres temas, se deben impulsar iniciativas integrales sobre la salud y la educación.
Es absolutamente claro que a la gran burguesía transnacional no le preocupa en lo más mínimo si esa doble estrategia que impulsa, pueda ser finalmente aprovechada por el «uribismo» y las fuerzas más retardatarias y guerreristas del país para acceder al gobierno en 2018 y «hacer trizas los acuerdos de paz». Ya lo demostró el pasado 2 de octubre de 2016, en donde esa oligarquía aprovechó el triunfo del NO para recortar los acuerdos con las FARC y cederle a los intereses criminales de Uribe y sus cómplices, militares, financiadores y perpetradores de la estrategia para-militar. Ellos, en el fondo, son de los mismos y sólo se diferencian en la táctica para desarmar a la insurgencia.
Por todo lo anterior, es completamente necesario que organicemos un «gran movimiento ciudadano», que con base en el programa propuesto (y otros puntos, si son necesarios) presente y proponga un candidato presidencial «outsider» que nos ayude a unificar a las fuerzas políticas y sociales que entienden la gravedad del momento (que ya tienen sus candidatos y candidatas) y estén dispuestas a unirse para derrotar los planes de una oligarquía que sólo le interesan sus negocios e inversiones, y que ya ha demostrado que sólo utiliza la «paz» como un engaño y una trampa.
El momento es de máxima tensión. Las cartas están sobre la mesa. No podemos ser ingenuos. No habrá reforma política ni agraria de carácter democrático. Mientras no derrotemos a politiqueros y corruptos no habrá verdadera paz. La oligarquía no respetará nada, ya están reformando la consulta previa de las minorías étnicas y desconocen las consultas populares locales que han rechazado la minería a cielo abierto en muchos municipios.
Nota
[1] Guy Standing, «El precariado: La nueva clase peligrosa». Bloomsbury Academic, Londres: 2011.
Blog del autor: https://aranandoelcieloyarando
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