Este articulo, es una crítica al desarrollo llevado a cabo por la administración con la «Ley para la Integración Social de Minusválidos» (LISMI), principalmente en su apartado de la integración laboral. Nos referimos a un «Centro Especial de Empleo» en particular, por que lo hemos investigado y hemos entrevistado a algunos de sus empleados y […]
Este articulo, es una crítica al desarrollo llevado a cabo por la administración con la «Ley para la Integración Social de Minusválidos» (LISMI), principalmente en su apartado de la integración laboral.
Nos referimos a un «Centro Especial de Empleo» en particular, por que lo hemos investigado y hemos entrevistado a algunos de sus empleados y ex-empleados. Todos ellos dispuestos a confirmar lo aseverado en el mismo. De cualquier manera, tenemos noticias de que, otros Centros Especiales de Empleo que se han implantado por toda nuestra geografía, no difieren demasiado del tipo de organigrama y dirección del que nos ocupa.
El hecho de abandonar a los minusválidos en manos de las organizaciones mal llamadas de apoyo, y con total impunidad y falta de control absoluto, sin averiguar como se emplean las fuertes sumas de dinero que se les destina para «integrar» a los minusválidos. Como mínimo consultando periódica y directamente con éstos, y no con las asociaciones ni los sindicatos que dicen defenderlos y no hacen otra cosa que extraer de forma descarada grandes beneficios; evidencia la mala gestión aplicada por la administración, que parece limitarse a financiar generosamente la explotación de aquellos a los que debería beneficiar.
Entendemos que dichas organizaciones de «apoyo», ya están suficientemente financiadas directamente por la administración, como para facilitar y permitírsele que utilicen esos Centros Especiales de Empleo para sustraer incontrolados beneficios del trabajo de los minusválidos, apelando a su nada más que teórica integración.
En casos como éste, debería resultar insólito comprobar cómo en diversas ocasiones se han enfrentado los minusválidos del Centro mencionado (con la intención de conseguir mejoras en los convenios) con organizaciones como la «Confederación Galega de Minusválidos«, o la «Federación de Xordos do País Galego«, que teóricamente deberían estar para defenderlos.
Claro que, desde hace años, éstas ya delegan su negociación en los representantes de FUNDOSA, con la finalidad de «salvar la ropa» nadando en la sombra, alegando que son accionistas minoritarios. Con el título de ‘El gran negocio altruista’, publicaban una octavilla-comunicado los empleados de un «Centro Especial de Empleo«, de nombre GAREVOL, S.L. (Gallega de Revestido de Volantes S.L.), en el año 2006, para apoyar su huelga con la que pretendían elevar su miserable sueldo que «ascendía» a 600 euros mensuales, y que hicieron llegar a todos los medios de comunicación, no solo de Vigo, su ciudad, sino incluso de la capital del país. Por supuesto, tuvieron que hacer copias y entregarlas en mano en sus manifestaciones, y enviarlas por internet a medios y políticos de todo el país, donde no publicaron ni una sola cita del problema. Tampoco ninguno de los políticos a quienes se les envió, siempre por e.mail, mostró acuse de recibo.
Todos los empleados conocen lo ocurrido. Al día siguiente de la entrega del comunicado, un delegado de FUNDOSA, (monopolio de negocios de la ONCE, Organización Nacional de Ciegos de España), fue visto recorriendo la ciudad en compañía del gerente de la empresa, visitando las redacciones de los distintos periódicos de Vigo, con la intención de explicarles los inconvenientes, (suponemos que principalmente económicos), que les acarrearía la publicación del citado comunicado. Entendemos que con la «libertad de expresión» del resto del Estado sucedería lo mismo. Aunque en la mayoría de los casos, los mismos medios ejercen la autocensura. Es un asunto sumamente comprometido denunciar los abusos de «instituciones» tan poderosas.
Los mencionados sujetos también visitaron las distintas sedes de los sindicatos. Se supone que para sondear la disposición de todos ellos para «solucionar el desagradable conflicto», como siempre sin «levantar mucho polvo».
El comunicado simplemente se preguntaba (entre la denuncia de varios temas) cómo era posible que una empresa, exenta del pago de la Seguridad Social de sus empleados, y, recibiendo por cada uno el 50% del SMI, (sueldo medio interprofesional), estuviera justificando todos los años astronómicas pérdidas. Los empleados están convencidos de que cuando sucede esto en una empresa, (principalmente de este tipo), no hay más responsables que sus gestores, que por cierto, ¡siguen al frente!.
A finales del año, 2007, se terminó la vigencia del citado convenio firmado por 2 años y donde consiguieron, después de muchas manifestaciones y paros, que sus sueldos subieran a 700 euros en 2006, y 730 en 2007.
Pues bien, en esta ocasión el Centro ya ha comunicado al comité que este año necesita despedir a varias personas, y enviar a otras muchas al paro. Esto, sin haberse iniciado todavía la negociación del nuevo convenio.
Resulta paradójico que un Centro Especial de Empleo, cuya misión es justamente la de preparar a los minusválidos para su inserción laboral, comience a despedirlos sin haber integrado a uno solo ¡en 10 años! Los empleados de GAREVOL,S.L.no pueden salir de su asombro ante la tolerancia institucional, que muestran los políticos ante la evidente destrucción y el fracaso de empresas y programas desarrollados al amparo de la LISMI.
Haciendo un poco de historia, sabemos que esta empresa fue fundada en el año 1997 por COGAMI (Confederación Galega de Minusválidos) y la Federación FAXPG (Federación de Xordos do País Galego).A los que se unieron la Fundación ONCE, (FUNDOSA, ahora con el 55% de acciones), y DALPHIMETAL ESPAÑA, empresa para la que trabajaba en dedicación exclusiva, forrando volantes de automóviles en piel.Y decimos «trabajaba» porque en los últimos años han incluido alguna nueva ocupación que, al parecer también provoca nuevas pérdidas.
Fue fundada como Centro Especial de Empleo, al amparo de la Ley 13/1982, de 7 de Abril, (LISMI, Ley de Integración Social de Minusválidos), del Real Decreto1368/1985, de 17 de Julio, dónde se regula la relación laboral, de carácter especial de estos centros, y el Real Decreto 2273/1985 de 4 de Diciembre, donde se aprueba el Reglamento de los Centros Especiales de Empleo.
La LISMI no parecía despertar el ánimo altruista de las distintas asociaciones de «apoyo» a los minusválidos. El articulo 43. dos, de la misma, era a nuestro juicio, un enorme escollo para su desarrollo. Dicho artículo exigía condiciones de «utilidad pública», e «imprescindibilidad», asuntos harto fáciles de presentar, pero también exigía «ausencia de ánimo de lucro». Exigencia que retrae mucho a los grandes benefactores de nuestra sociedad.
Este era un problema que había que resolver con premura, y, una vez reguladas las Relaciones Laborales (R.D. 1368/1985 de 7 de Abril) y aprovechando la legislación del Reglamento, se corrige el art.43.dos. de LISMI, con el art.5.6. del capítulo II del R.D.2273/1985 de 4 de Diciembre, dónde se hace constar que «estos Centros PODRAN CARECER O NO DE ANIMO DE LUCRO«. Asunto solucionado en 5 meses!.
Una vez solucionado este «pequeño» detalle, comienzan a aparecer asociaciones, federaciones, sociedades, etc. principalmente relacionadas con la carnaza «altruista», todas dispuestas a acudir a la Consellería de Asuntos Sociales, para cumplimentar las fichas pertinentes, y acceder a las sustanciosas subvenciones del «Programa de apoio a creación, ampliación e mantemento de Centros Especiais de Emprego».
Si consultamos dicho programa en convocatoria de 16 de Mayo de 2003, (DOG nº 99;23.05.2003), podremos comprobar por ejemplo que, cada puesto de trabajo creado recibe una subvención de 12000 euros. Que para el mantenimiento de estos Centros se bonifica el 100% de la cuota empresarial de la Seguridad Social, que se subvenciona el 50% del salario mínimo interprofesional a cada puesto de trabajo a jornada completa. Que reciben hasta 1800 euros para la adaptación de cada puesto. E incluso subvenciones para el saneamiento financiero y garantizar su viabilidad y estabilidad o subvenciones para el equilibrio orzamentario, para los que «carezcan de ánimo de lucro», ¡una minucia, vamos!.
En 10 años de funcionamiento de GAREVOL,S.L. este Centro Especial de Empleo, ¡no cerró ninguno con beneficios!. Por el contrario sus pérdidas anuales son multimillonarias (tenemos en nuestro poder una auditoría del propio Centro, facilitada por un ex empleado y ex miembro del comité de empresa). En el «Balance 2001-2002» donde figuran 96.430,34 y 112.512,56 euros respectivamente de pérdidas. En el año 2003-4 recibieron una sustanciosa subvención para el «saneamiento» financiero de 300.000 euros. Claro, presentando un «Plan Estratégico» que nunca fue llevado a cabo y que solo debió servir para justificar el cobro del mismo. Ya que, nos gustaría saber como lograron «garantizar su viabilidad y estabilidad», y al año siguiente presentar millones de pérdidas. ¡Prestidigitación pura!).
Sin embargo, ello no resultó óbice para inaugurar, los mismos accionistas a pocos años del primero, otro en Ourense, (en el Parque Tecnológico de San Ciprian, con el nombre de CELCOAUTO), para dedicarse a las mismas «ruinosas» labores. Y seguir inaugurando continuamente, año tras año nuevos «Centros Especiales de Empleo», con la única finalidad, al parecer, de derrochar todas las millonarias ganancias de sus negocios y subvenciones en la encomiable labor de integrar en el mercado laboral normal, a todos los «minusválidos», que no hacen otra cosa que dar copiosas pérdidas.
Realmente es para sentirse anonadado ante tal derroche de diligencia en procurar el bien ajeno. Porque, sin saberlo, no nos cabe ninguna duda de que los accionistas de estos nuevos centros serán los mismos, o similares, a los que tan bien gestionan los anteriores. Sabemos que en el resto del Estado se inaugura casi mensualmente un nuevo Centro Especial de Empleo para «desgracia» de FUNDOSA y sus acólitos.
El hecho de que en 10 años no se haya insertado ningún empleado al «mercado laboral normal», no significa, en absoluto que éstos no estén suficientemente preparados profesionalmente. Más bien significa todo lo contrario. Salvo contadas excepciones todos ellos desempeñan su labor de manera magistral, sufriendo continuamente subidas de producción que atentan directamente contra su salud con un ritmo de trabajo agotador (existe un gran absentismo debido a dolores musculares, epicondilitis, problemas con el túnel carpiano, etc.). Estas producciones jamás fueron revisadas por los «equipos multiprofesionales» que se mencionan en el Artículo 12.a. del Capítulo II del RD 1368/1985, de 17 de Julio, que trata del «contenido de la relación laboral».
También existe, y mucho absentismo, por cuestiones depresivas, o simplemente bajas por enfermedad solicitada simplemente porque el individuo se siente estresado, acosado y desmoralizado, ya que se le recuerda constantemente que su trabajo no es útil, que no produce más que pérdidas,etc. (Trataremos también la cuestión del trato a los empleados más abajo).
Resulta significativo, que este Centro, a pesar de no haber conseguido ninguna incorporación al mercado laboral normal de ninguno de sus empleados, se haya quedado solo con la mitad de los mismos. La gran mayoría de los que han causado baja han tratado de «buscarse la vida» por su cuenta sin recibir ningún tipo de ayuda ni colaboración por parte del Centro.
El único intento de integración laboral que pretendieron llevar a cabo, fue utilizando un Real Decreto preparado de nuevo por las lumbreras legisladoras de este país, el RD 290/2004, (avalado por Zaplana), que pretende «colocar»,(oficialmente «enclavar»), a minusválidos designados por el mismo, sin consentimiento de ellos, autorización ni aviso previo, en una empresa donde, aunque los empleados de ésta les doblen en el sueldo, ellos recibirán el mismo que estaban percibiendo, ya que profesionalmente seguirán ligados al Centro. Presentándose la paradójica situación de que, haciendo el mismo trabajo, los minusválidos «enclavados» cobraban algo más de la mitad que sus nuevos compañeros. El resto del dinero, se quedaría para el «Centro Especial de Empleo». ¡Ni las ETTs soñarían con esos beneficios! Además, la empresa elegida estaba situada bastantes kilómetros más lejos, tanto de sus viviendas como del Centro, corriendo el transporte a cargo de los «privilegiados» minusválidos. (Y todo esto es absolutamente legal gracias al susodicho Real Decreto).Claro que, por muy legal que fuera, no pudieron aplicarlo gracias a las huelgas y manifestaciones del 2006, cuando trataron de imponerlo.
En cuanto al desarrollo del trabajo, su funcionamiento es muy deficiente. Son muchas las ocasiones en que los operarios se encuentran sin material, perdiendo un tiempo precioso en pedirlo a sus compañeros o esperando se lo faciliten. Cambios repentinos de labor, que rompen completamente el ritmo e impiden mantener un rendimiento adecuado, ocasionando la ruina de los incentivos de todo un mes. Estas demoras, que nunca son de su responsabilidad contabilizan en su contra, retrasan de forma notable las producciones y, en consecuencia, perjudican los sueldos a percibir. Se ha dado el caso de haber falta de trabajo en alguna sección, y no permitir a los operarios, ni aún pidiéndolo, realizar su trabajo en otra, etc.
Con respecto al trato en la relación con sus empleados, este Centro utiliza métodos abandonados hace un par de siglos. El trato de la gerencia es siempre distante. Se observa un desmesurado interés en hacer notar la «jerarquía». (Muy raramente mantienen alguna conversación relajada con los operarios, únicamente con los «elegidos»). La falta de respeto y educación es norma. Promueven el enfrentamiento utilizando a determinados individuos como bufones y chivatos. Intentan siempre, que el individuo se sienta culpable, un verdadero inútil, (que no minusválido).»Te hemos hecho un favor contratándote cuando nadie te daría un trabajo por tu invalidez, y nos lo pagas pidiéndonos mas sueldo y protestando por todo». (Esa es la máxima que se pretende inculcar en el sujeto). Cambio de puestos de trabajo por simpatía o antipatía. Como represalia por ser muy reivindicativo, etc. (Existen casos de cambiar el puesto a varios operarios que realizaban sus trabajos con el máximo de producción, para otros donde su ritmo está mucho más limitado). Estos cambios se producen siempre sin mediar la mínima explicación; ni aún pidiéndola.
La impresión es que el rendimiento productivo es lo que menos importa. Sin embargo continuamente se intentan reducir los tiempos de producción, forzando al límite las condiciones físicas de la mayoría de los operarios.
Estas situaciones y comportamientos, son utilizados en estos lugares, aprovechando la situación y el comportamiento lógico de aquella gente que disfruta de su primer trabajo. No conoce todavía el comportamiento rapaz de los accionistas. Y aún les quedan resquicios de confianza en asociaciones que utilizan toda su demagogia en hacerles ver lo «generosas», o defensoras de sus derechos que son.
Por ejemplo, y de vez en cuando, a la Asociación de Sordos, (que deben considerar más influenciables), el Centro concede un par de horas a sus dirigentes para que les dé «un repaso» de cómo deben intentar trabajar más y exigir menos para «mantener sin cierre la maravillosa empresa que les ha regalado su puesto de trabajo». Y de paso insinuar que los oyentes les influyen negativamente.
Aprovechan con descaro la falta de madurez política y conciencia de clase que adquieren aquellos trabajadores que llevan ya muchos años aportando su plusvalía a los vampiros del «liberalismo económico».
Por otra parte, los trucos empleados para provocar las grandes pérdidas, son diversos, aunque como en alguna ocasión ha mantenido la gerencia, difíciles de demostrar. Uno de los que nos han comunicado los empleados, y que llama mucho la atención, consiste en que la empresa de Ourense, (que parece ser menos combativa y «problemática»), facture gran parte del trabajo realizado en la de Vigo-Mos, provocando así que en ésta figure únicamente la rentabilidad que interesa para manejar los números. Incluso se puede provocar que el rendimiento de ésta empresa resulte la mitad del real, presentando así unas pérdidas insostenibles. También desviando trabajos, que siempre se realizaron en esta empresa, a la Ourensana, o a otras «colaboradoras«, transportando incluso maquinaria, (máquinas de coser, etc.) simplemente para justificar falta de actividad.
Esta situación no sería posible sin la complicidad de las organizaciones de «apoyo a los Minusválidos», y la colaboración de todos los sindicatos silenciando estos hechos.
Es inaudito que se explote descaradamente a minusválidos con la disculpa de integrarlos. Pero es más grave todavía que se utilice el dinero de los contribuyentes para financiar a entidades sin escrúpulos que se dedican a hacerlo y que, aún encima, queden como héroes del altruismo.