La semana pasada el paso del huracán Ian por el Caribe dejó en Cuba varias muertes y una enorme destrucción material en la infraestructura y la agricultura, dos muertos así como el desplazamiento de decenas de miles de damnificados.
Además, provocó el colapso generalizado del sistema eléctrico, el cual se ha ido restableciendo con lentitud.
Buena parte de la población permanece volcada en las tareas de remoción de vegetación y escombros y en la liberación de las vías terrestres afectadas, luego que el huracán Ian de categoría tres arrasó el extremo oeste de la isla. La persistente falta de fluido eléctrico, que hace aún más penosa la situación en diversas provincias de la isla, ha provocado previsibles protestas de diversa magnitud.
La mayor parte de los 11,1 millones de habitantes no tiene electricidad -a lo sumo algunas horas al día-, la mayoría de tiendas y gasolineras permanecen cerradas y el bombeo de agua corriente está detenido. La ayuda internacional ante la catástrofe ha sido escasa e, incluso, políticos estadounidenses insistieron en que la responsabilidad recae en el gobierno cubano. Obviamente no opinaron lo mismo cuando el huracán se dirigió a las costas de Florida.
Las condiciones del sistema eléctrico cubano eran ya críticas, tras el incendio que consumió uno de los principales depósitos de combustible de la isla, ubicado en Matanzas, un desastre que ocasionó casi dos decenas de muertos y provocó una aguda escasez del insumo principal para las termoeléctricas cubanas.
El gobierno de Joe Biden ha recibido una petición del gobierno de Cuba para proporcionar ayuda de emergencia tras el devastador impacto del huracán Ian, reveló The Wall Street Journal. “Si Cuba pide ayuda humanitaria y Estados Unidos se la da, eso sería un verdadero avance”, evaluó William LeoGrande, experto en Cuba de la American University en Washington.
Los sectores más radicales de la influyente comunidad cubana en Estados Unidos, representados por los legisladores extremistas Marco Rubio y María Elvira Salazar, han buscado aprovechar la tragedia que vive su país de origen para desestabilizarlo y culpar de lo ocurrido a las autoridades de La Habana. No solo solicitaron a la Casa Blanca que se oponga a enviar ayuda a Cuba sino que han buscado azuzar el malestar ciudadano con la finalidad de provocar una insurrección en la isla.
El miércoles pasado Ian llegó al oeste de Florida, en Estados Unidos, como un huracán de categoría 4 y con vientos de más de 240 km/h, provocando inundaciones calificadas de «catastróficas» en varias localidades, dejando más de una docena de muertos y cientos de personas atrapadas en sus hogares. Ian también ha dejado inundaciones históricas y graves destrozos en el centro de la península.
Salvo México y Argentina, la respuesta solidaria de América Latina a Cuba no se ha escuchado. Es cierto que los organismo de integración y cooperación han sido desmantelados desde Washington, pero era esperable que desde la presidencia pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) se coordinaran acciones para acudir en apoyo de un pueblo hermano que no ha vacilado en asistir a otros países en situaciones de emergencia
Mostrando una elemental humanidad, el gobierno de Joe Biden debiera suspender el bloqueo que su Estados Unidos mantiene desde hace más de seis décadas contra la nación caribeña, para atenuar las durísimas condiciones en las que Cuba ha empezado las tareas de reconstrucción. ¿Será pedir demasiado?
Entre la escasa ayuda internacional con la que ha contado la isla se cuentan las más de 100 toneladas de ayuda solidaria ha enviado México en 16 vuelos y las cuadrillas que envió la Comisión Federal de Electricidad de México con más de 10 toneladas de aislantes y material eléctrico para colaborar en la restauración de la red de energía. Asimismo, los insumos que envió Argentina para la potabilización del agua, y pequeñas cantidades de alimentos y medicinas enviadas por cubanos residentes en el exterior.
El ministro cubano de Energía y Minas, Liván Arronte Cruz, señaló que «Ha quedado demostrado una vez que entre ambos países no existe fenómenos naturales, ni horarios, ni siniestros que puedan detener la fortaleza de nuestras relaciones históricas. Esto no es un gesto aislado, México al igual que Venezuela, siempre han estado al lado de nuestro país en momentos difíciles y decisivos»
Elmer Pineda dos Santos. Periodista cubano asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.