Mario Hernandez (MH): Antes de ir al tema por el que te había convocado sobre tu artículo «Bases por una política económica alternativa», quería provechar para consultarte por el inicio del diálogo entre el gobierno colombiano y las FARC. Guillermo Almeyra (GA): Es un proceso complejo donde entran diversos aspectos, por ejemplo, internacionales, teniendo en […]
Mario Hernandez (MH): Antes de ir al tema por el que te había convocado sobre tu artículo «Bases por una política económica alternativa», quería provechar para consultarte por el inicio del diálogo entre el gobierno colombiano y las FARC.
Guillermo Almeyra (GA): Es un proceso complejo donde entran diversos aspectos, por ejemplo, internacionales, teniendo en cuenta las necesidades tanto de Colombia como de Venezuela, por sobre el problema con las Farc y la toma de distancia de este último país con respecto a un apoyo que les dio en otro momento.
Entran los problemas internos colombianos. La pelea entre la extrema derecha de Uribe y el sector de Santos en vistas que está creciendo una oposición democrática importante y el peso de las Farc está disminuyendo considerablemente; entonces la derecha no puede imponer una disciplina en la sociedad en nombre de una guerra absolutamente impopular.
Después hay otros problemas como la economía. Venezuela compra el 20% de sus alimentos en Colombia y, en un período electoral pero también de dificultades, el comercio fronterizo es fundamental porque es más barato, sobre todo de alimentos frescos, carne y verduras de las cuales hay carencia. También Colombia encuentra en Venezuela un importante socio comercial.
Si vamos por partes creo que las Farc habían sufrido durísimos golpes. No tenían muchas posibilidades de mantener una guerra sin un apoyo importante de los campesinos y éstos se lo estaban retaceando, es más, la rebelión indígena en el Cauca fue sobre todo contra el ejército, para que se fuera de la región, pero también se lo pedían a las Farc. En su mayoría y mucho más los 2.5 millones de desplazados que están en las calles de Bogotá siendo reclutados por la delincuencia, quieren volver a sus tierras, quieren la reforma agraria, entonces presionan enormemente para recuperar sus tierras que están en conflicto en manos de los paramilitares y los narcos con el ejército apoyando a ambos. La guerrilla tampoco es ajena a esta situación.
MH: Leyendo las declaraciones de Santos precisamente el primer punto a tratar en las conversaciones de paz es el desarrollo rural.
GA: Y la vuelta de los desplazados, el problema de la tierra, indemnizaciones a los campesinos. El gobierno de Santos se va a anotar un poroto en eso. Uribe, por el contrario, favoreció a los paramilitares, fue apoyado por ellos y tiene una fuerza enorme en las Fuerzas Armadas y en un sector importante del poder en Colombia donde aquéllas, como en México, están penetradas por el narcotráfico.
MH: Ese es el punto cuarto: el narcotráfico. Una acotación. Santos le da mucha importancia a la economía en su discurso donde dice que su objetivo es llegar a igualar la potencia económica de Argentina a partir de pacificar el país.
GA: Colombia es un país que tiene un gran potencial. Tradicionalmente ha sido un país con una represión bestial. Es el país del mundo donde más sindicalistas asesinan por año. Además, recibe muchas inversiones. La paz le podría segurar aún más que no vienen a la Argentina.
Está al lado de Venezuela y entre ambos pueden ser un polo importante. También para penetrar en el mercado ecuatoriano.
Colombia es un punto clave, estratégico para las grandes transnacionales como también lo es Venezuela porque tienen fronteras con la Amazonía en la zona del Orinoco, están cerca del punto más débil de Brasil e influencian a los países del arco andino, en particular, Ecuador. Tiene grandes posibilidades de desarrollo y Santos se tira a eso. Es un gran capitalista colombiano, hijo y nieto de grandes terratenientes, propietarios del diario El Tiempo desde siempre. Es de una de las familias tradicionales siempre ligadas al exterior y sabe cómo moverse en ese terreno.
El problema central de EE. UU. es México
MH: ¿Cómo juega el imperialismo norteamericano en esto?
GA: El imperialismo tiene que adaptar su Plan Colombia, incluso se fue de Ecuador cuando Correa le exigió que entregara la base de Mantua y accedió. Tampoco armó hasta los dientes sus bases en Colombia. Tiene que modificar el Plan Colombia de acuerdo a las presiones sociales en América Latina. Está jugando en una cancha que no domina como en otros períodos. Ha ido adaptando el Plan Colombia. Llegó a acuerdos importantes con Panamá, reforzó el Plan Mérida con México. Ahora el problema central de EE. UU. es la situación mexicana. Ha metido a México bajo en Comando Sur, por territorio mexicano circulan abiertamente como quieren la DEA, la CIA, todos los servicios de inteligencia estadounidenses. Recientemente una patrulla del ejército mexicano emboscó a los tiros a un grupo de la CIA a 40 km. de la ciudad de México. El centro es México por la inestabilidad y la importancia del país, no es Colombia que antes era muy importante, incluso desde el punto de vista del narcotráfico. Ahora lo es México.
EE. UU. está esperando ver la posibilidad que incluso una pacificación relativa, entendiendo por esto que los guerrilleros depongan las armas y los empiecen a cazar por las calles porque en Colombia nunca hubo paz, en realidad nunca hubo una política que abriera el espacio democrático, le permita insertarse más en un proceso donde Venezuela al entrar al Mercosur refuerza a Brasil, en parte se subordina o se integra y eso se le escapa de las manos a EE. UU.
El neodesarrollismo es una continuación de la política neoliberal
MH: Recibí «Bases por una política económica alternativa» donde sostenés que los gobiernos llamados progresistas mantienen lazos estrechos con el capital financiero internacional y siguen aplicando políticas neoliberales. La semana pasada entrevisté a Julio Gambina quien hizo idéntica reflexión refiriéndose a temas muy parecidos a los que desarrollás en tu artículo donde criticás que solo se exportan petróleo, maderas, productos minerales, soja y granos a precios fijados en el exterior por los grandes oligopolios transnacionales, mezclados en el mejor de los casos con algunas empresas paraestatales mixtas como YPF y Petrobras ya que Pemex y PDVSA son excepciones. Veo que empieza a ser un tema de debate. No es casual tu coincidencia con Gambina. También señalás otra cosa muy importante que es el papel de los movimientos sociales en América Latina y la necesidad de empezar a discutir con qué sujeto político encarar la nueva situación en nuestro continente.
GA: Hay ejemplos clarísimos como la reciente concesión de Cristina Fernández a Monsanto que le permite incluso registrar la semilla lo que hasta el momento no se hacía. Le da carta libre y la política abiertamente sojera en contra de los intereses de la seguridad alimentaria en el país, la política minera, todas son políticas neoliberales destinadas a exportar y conseguir divisas y con ellas, supuestamente, financiar el desarrollo.
No se diferencia demasiado de la política de Arturo Frondizi (1958-62) que ya fracasó y también favorecía a las grandes empresas transnacionales, sobre todo petroleras. El resultado de ese desarrollismo, que también aplica este gobierno, fue el fracaso.
No es una alternativa a la política neoliberal, al contrario, es una continuación en otras condiciones, con algunas adecuaciones menores, con una política asistencialista para mantener una cierta distribución y un cierto poder adquisitivo.
El problema es que esa también es la política de Lula y está siendo adoptada ahora por Evo. La alternativa es un balance de los recursos, teniendo en cuenta a la gente, ver cuáles son las necesidades locales, las propuestas, desarrollando la creatividad y la autogestión en forma generalizada, desarrollando totalmente una independencia de los movimientos de masas con respecto a los aparatos estatales que están determinados por la lógica del mercado internacional, que es la del capital.
Los interlocutores de los llamados gobiernos progresistas son las grandes empresas que en su gran mayoría son extranjeras o están ligadas al gran capital financiero internacional por mil lazos desde hace muchísimos años. No son PYMES que aunque den la mayoría de los puestos de trabajo ni cortan ni pinchan, las empresas medianas tampoco.
La opción extractiva-tecnológica es antidemocrática, antinacional y refuerza a los que no están con el gobierno sino que simplemente se sirven de él, pero cada vez le exigen más como en el caso de Techint.
MH: Son los mismos que estuvieron en Tecnópolis el pasado 2 de setiembre festejando el Día de la Industria.
GA: Claro, son gente que tiene intereses pero no apoyos permanentes. Usa a uno u otro.
La opción de los gobiernos es muy aventurera desde el punto de vista político. No tiene bases. El problema es construir una alternativa y definir cuál es el sujeto y tiene que venir por propuestas que no se basen solo en el mercado. Si Moyano simplemente propone apoyarse en Duhalde o en el intendente de Malvinas Argentinas que manda matar a un enfermero porque denuncia un chanchullo en un hospital, lo único que hace es apostar a otro caballo totalmente perdedor pero en el marco de la carrera.
Hay que salir de ese juego, buscar otro tipo de opciones. Esto se presenta en todos los países, aunque en Argentina evidentemente y desde hace mucho tiempo no hay una discusión política profunda sobre las alternativas. Qué hacer con la soja, con el campo, cómo resolver el problema del agua, qué hacer con la minería, cuál es aceptable y cuál no, dónde, no se discute nada de esto. Hay que plantear este tipo de discusiones y salir de las discusiones de palacio como dicen en Italia, porque allí siempre hay reacomodamientos. Los funcionarios vienen del partido de Alsogaray como Boudou o del duhaldismo o del menemismo, incluso algunos que estuvieron cerca de la dictadura como el secretario de la construcción que era un buchón.
MH: Te referís a Gerardo Martínez, agente del Batallón 601 de Inteligencia.
GA: Uno de los puntales gremiales del kirchnerismo.
MH: ¿Viste el programa de Jorge Lanata sobre Venezuela?
GA: No lo vi porque sé lo que va a decir y hacer, además, porque me da un asco tremendo. Hay momentos que es necesario escuchar a las voces representativas del enemigo pero tienen que tener un nivel. Ese no es el caso.
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