Todavía le faltaban por cumplir 70 años de los 75 a los que fue condenado como responsable de los delitos de secuestro, torturas y asesinato de dos presuntos miembros de ETA. El ex general y ex jefe todopoderoso del mítico cuartel de Intxaurrondo, Enrique Rodríguez Galindo, fue uno de los máximos responsables de los excesos […]
Todavía le faltaban por cumplir 70 años de los 75 a los que fue condenado como responsable de los delitos de secuestro, torturas y asesinato de dos presuntos miembros de ETA.
El ex general y ex jefe todopoderoso del mítico cuartel de Intxaurrondo, Enrique Rodríguez Galindo, fue uno de los máximos responsables de los excesos antiterroristas perpetrados durante el anterior Gobierno socialista. Unos excesos que podrían ser calificados sin remilgos como terrorismo de Estado.
Sobre el razonamiento del actual Gobierno presidido por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero para permitir al ilustre preso el cumplimiento del resto de su condena en su domicilio, basado en su delicado estado de salud, no hay nada que objetar. La humanización de la reglamentación penitenciaria no sólo es conveniente sino de obligatoria aplicación según la letra y el espíritu de la legislación. El señor Galindo está muy bien en su casa, porque la atención a sus dolencias será así mucho más efectiva.
No hace falta insistir demasiado, por evidente, en la descarada, cruel, discriminación que ha supuesto esta excarcelación mientras se pudren en las cárceles otros muchos reclusos aquejados de enfermedades graves, incluso terminales. Y no sería justo recordar sólo los casos de presos vinculados a ETA a quienes se ha negado y se niega reiteradamente la aplicación de la medida otorgada a Galindo, sobradamente conocidos gracias al esfuerzo comunicativo de organismos sociales afines. Hay un buen número de presos sociales aquejados de graves enfermedades como el sida, a quienes se mantiene en prisión sin más motivo que la desidia, como a los anteriores se les sigue encarcelando por venganza.
A Galindo se le ha excarcelado por los servicios prestados en tiempos en que los GAL eran aplaudidos con fervor desde más abajo del Ebro. El anterior Gobierno socialista fue identificado con los GAL por la derecha, sólo para desalojarle del poder. La derecha aplaudía a los GAL y los aplaude. El actual Gobierno del PSOE, que no tiene nada que ver con aquella etapa, se ha visto obligado a pagar los servicios prestados por Galindo a sus antecesores, en una decisión arriesgada, impopular, que a la larga puede perjudicarle.