Es un principio elemental no pedirle peras a una serpiente, su mordida puede resultar letal, o bien contorsionarse por nuestro cuerpo y reventarnos interiormente. Mucho sabemos de lo que ha supuesto para España, para sus ciudadanos, abrirse paso por la reforma y no por la ruptura. No obstante, muchas eran las amenazas involucionistas y se […]
Es un principio elemental no pedirle peras a una serpiente, su mordida puede resultar letal, o bien contorsionarse por nuestro cuerpo y reventarnos interiormente. Mucho sabemos de lo que ha supuesto para España, para sus ciudadanos, abrirse paso por la reforma y no por la ruptura. No obstante, muchas eran las amenazas involucionistas y se optó por una solución pactada que fue el comienzo -del todo notable el papel jugado por Adolfo Suárez y el PCE, hay que admitir lo que supuso la paulatina semiconquista de bastantes derechos fundamentales, y cómo en política hay que comenzar el día ingiriendo un sapo, como en su día nos recordó el político británico Winston Churchill- de lo que es hoy una pésima oligarquía de partidos, o sea, una robusta partitocracia que no plena democracia. Esa misma oligarquía fue la que acordó pactar una Constitución hecha a la medida de determinados intereses, Constitución del todo susceptible en cuanto a ciertas redeficiones, algunas de ellas más que esenciales.
La literatura bíblica advierte respecto a lo que para Adán supuso la presencia de la serpiente y la manzana. De la discordia del presunto mobbing sabe bastante José Manuel Castellano Gil, Doctor en Historia, director de canariasdigital.org, coautor del libro El paraíso según Adán. (Veinticinco años de caciquismo autonómico), libro reeditado, junto al destacado periodista Ramón Pérez Almodóvar, quien fue despedido como redactor de la Agencia Canaria de Noticias (ACN), y que posteriormente obtuvo una sentencia favorable por parte de los Tribunales de Justicia. Lo cierto es que a Castellano Gil se le ha incoado un expediente que podría suponerle la (incalificable) suspensión de empleo y sueldo, o bien (que muy mal) el apartamiento de sus funciones laborales, y hasta la (del todo injusta por arbitraria e inhumana) pérdida de su puesto de trabajo.
Todo ha comenzado por un hecho específico, el mismo que a la opinión pública le puede resultar pretextual, pero del todo antidemocrático por cuanto atenta contra la libertad de expresión. La persona que en su día cesó a Castellano Gil como Director del Museo de Historia, situado en La Laguna, y que en posterior proceso judicial resultó estruendosamente derrotada, aunque haya legítimamente apelado -lo cual es normal y conforme a Derecho-, no es otra que Fidencia Iglesias, Consejera de Museos del Cabildo Insular de Tenerife, una ineficaz gestora, presidido por un político de aspecto campechano y bonachón, extremadamente conservador, por no decir que políticamente reaccionario, que responde por el nombre y apellidos de Ricardo Melchior Navarro, de ascendencia alemana, y del todo fiel al Gobierno Autónomo Bananero de Canarias, que preside el controvertido Adán Martín Menis. También cabe destacar la presencia en el Gobierno del Cabildo Insular de Tenerife, en calidad de Vicepresidente, de un actor político, absolutamente ultramediocre, merecedor de un detenido estudio político, José Manuel Bermúdez Esparza, y de un antiguo marxista-leninista prosoviético, ultracomunista donde los hubiera, una extraña mezcla de Stalin y Kautsky venidos a menos, que llegó a ser miembro del Comité Insular del Partido Comunista de Canarias-PCE y miembro del Comité Central del Partido Comunista Canarias-PCE, respectivamente, llamado Vladimiro Rodríguez Brito.
Tanto los citados, como los omitidos, reciben más que excelentes sueldos, mientras no decrece el paro, proliferan los contratos basura, los salarios son los más bajos de toda España, después de Andalucía y Extremadura, existen centenares de miles de personas que permanecen situadas en los umbrales de la pobreza, miles de jóvenes no aciertan a contemplar un futuro digno, las personas de determinada edad reciben unas pensiones humillantes, las pensiones no contributivas no alcanza tan siquiera el grado de mendicidad) la enseñanza es lamentable, la Universidad carece de suficiente capacidad económica, persiste una deficiente infraestructura sanitaria -cuando se reclama la ubicación de dos hospitales; uno, en el sur; y otro, en el norte de la Isla de Tenerife, por ejemplo-, se pone en práctica una desconcertante política de infraestructuras viarias y ferroviaria acorde a criterios continentales pero jamás acorde con espacios insulares, se proyectan campos de golf en una geografía, como la insular, cuyo nivel freático es más que amenazante, se carece -algo demencial- de flota pesquera e industrias conserveras, y muchos empresarios invierten en zonas turísticas marroquíes, en contradictoria -en Canarias la contradicción es coherente…- oposición a los legítimos intereses turísticos del Archipiélago.
No voy a entrar en lo que pueda deparar futuras actuaciones de presumible carácter judicial, pero que se pone en quiebra el más que consagrado derecho a la libertad de expresión, que presumiblemente desean anular ciertos políticos de Coalición Canaria, está fuera de toda duda. La libre opinión no es otra que la constatación de una medular parcela en cuanto a primordiales e irrenunciables derechos democráticos. Innegable del todo, el vínculo entre libertad de expresión y democracia. Si la libre opinión es deteriorada, si la libertad de expresión es mínimamente vulnerada, se pone en fuera de juego la existencia de un Estado democrático de Derecho, cuyas leyes fundamentales se inspiran en el reconocimiento implícito y explícito del principio de legalidad.
Esta contienda, por denominarla de alguna manera, esta batalla unilateralmente declarada, desprende cierto olor, viene de muy lejos, y consta de abundantes ecos y recovecos. Pero ahora adquiere otros caracteres, si tenemos en cuenta que el oficio de escribir, y bien claro resulta en este caso, se ve seriamente amenazado. Del mismo se puede sacar conclusiones, tesinas, tesis doctorales, para que muchos constitucionalistas, y haberlos haylos, puedan disponer de una mangosta que dé buena cuenta de la serpiente y sus abundantes nidos.
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Pascual Serrano