En favor de la verdadera iglesia «¡Pobres de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar el primer puesto en las sinagogas y ser saludados en las plazas!» 1 Publicado con anuncios comerciales, la visita del jefe de uno de los estados más oscuros 2 es sin ninguna duda el espectáculo mejor montado en su categoría. No […]
«¡Pobres de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar el primer puesto en las sinagogas y ser saludados en las plazas!» 1
Publicado con anuncios comerciales, la visita del jefe de uno de los estados más oscuros 2 es sin ninguna duda el espectáculo mejor montado en su categoría. No se ahorraron costes ninguno para la organización del evento de masas y para las lujosas reformas para alojar a los invitados, pero eso sí, exigen que el estado (laico) les aumenten los subsidios para mantener su organización religiosa que en muchos aspectos se parece más a una organización política o a un grupo financiero.
Ratzinger, con su nuevo nombre de máximo e incuestionable jefe de estado, Benedicto XVI, será el centro de la atención mediática de todos los medios de diversión masiva, que hábilmente se encargarán de dar la imagen tradicional positiva que corresponde a este tipo de visitas diplomáticas de personajes con una trayectoria política más bien dudosa.
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo» 3
Benedicto XVI, o mejor dicho Joseph Ratzinger, en su papel de inquisidor, se dedicó en los años 80 a asesinar un movimiento de base, uno de los más fuertes de los últimos siglos dentro de la iglesia. Un movimiento que se puso del lado de los explotados y empobrecidos, mientras los dictadores bañaban América Latina (y África, Asia, …) en la sangre de sus pueblos con el silencioso beneplácito de la jerarquía eclesial.4 No merecían ningún escrito del inquisidor los pecadores que violaron la base principal de cada religión: el respeto a la vida humana. Pinochet, Duvalier y muchos asesinos más no fueron objeto de alguna crítica, ni condena. Al contrario, los obispos que en su día compartían el poder y se llevaban mejor con los dictadores criminales formaron parte del conclave que eligió al nuevo Papa. Los sacerdotes que se fueron a vivir con los campesinos y los indígenas para defenderlos de la explotación, de la represión y del terrorismo de estado, sí fueron condenados como herejes siendo «un peligro fundamental para la fe de la Iglesia».
En un documento borrador («Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación», 1984) que se filtró a la prensa y que finalmente fue cambiado por las presiones recibidas, Ratzinger definió la teología de liberación como «la gran herejía de nuestro tiempo» y estipuló que «La teología de la liberación constituye un peligro fundamental para la fe de la Iglesia, porque se trata de una nueva forma de comprensión global y de realización del cristianismo en su totalidad, y que por esto cambia todas las formas de la vida de la Iglesia, su constitución jerárquica y sacerdotal, la liturgia, la catequesis, las opciones morales. Se trata de una nueva interpretación del cristianismo, cuya gravedad no se valora suficientemente porque no entra en ninguno de los esquemas tradicionales de herejía». La arremetida dirigida por Ratzinger contra este movimiento rebelde dentro de la iglesia fue acompañada por una campaña sistemática (en varios estados) de asesinatos a decenas de religiosos y laicos ‘herejes’. Cinco años después del borrador de Ratzinger, por ejemplo, cayeron asesinados 6 jesuitas, ‘culpables’ de promover esta teología que ponía en duda la validez de una iglesia que no se pusiera del lado de los pobres.
A los religiosos que entran en la política desde la izquierda, se les aparta de su parroquia o de su profesión como teólogos, por ejemplo. A los obispos que no cesan de meterse con la política desde la derecha más conservadora, se les premia con ascensos en la carrera religiosa. Mientras en el estado español se inicia un proceso de paz que pueda acabar con decenas de años de conflicto, a la Conferencia Episcopal no se les ocurre pedir a los católicos rezar por la Paz, no, se les pide rezar por la unidad de España. Ese estado que sólo pudo formarse a base de sangrientas conquistas y de la limpieza étnica de la mano del la misma Iglesia. Nada ha cambiado en los últimos 500 años.
«No juzguen, y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados» 5
La iglesia se posiciona como defensor de la vida humana, pero llama pecadores a aquellas personas que prefieren defenderse de la muerte causado por el SIDA, utilizando un preservativo. Así condenan a la muerte lenta a millones de personas en países dónde aún goza de mucha influencia y dónde la población vive en la miseria tras siglos de explotación brutal estimulada y justificada desde la Santa Sede.
La iglesia, parece sobre todo preocupada por temas morales, mas bien superficiales en comparación con la realidad de la injusticia mortal que vive gran parte de la Humanidad en el Planeta. No está preocupada por la moralidad del sistema neoliberal capitalista, más allá de unas declaraciones generales y sin trascendencia en algún discurso del anterior Papa. Desde la jerarquía de la iglesia nunca se convocó ni apoyó ninguna manifestación contra la injusticia económica del sistema económico actual. Pero si dedicó su energía para manifestarse, por ejemplo, en contra del matrimonio civil de los homosexuales o para publicar largos escritos sobre el papel de la mujer en la sociedad (por ejemplo el texto escrito por Ratzinger: ‘la colaboración del hombre y la mujer en la iglesia y el mundo‘), siendo la iglesia una institución machista.
«¡Ay ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes purifican el exterior del plato y de la copa, después de que la llenaron de robos y violencias.» 6
En principio no hay nada malo en el hecho que la jerarquía de la iglesia se pronuncie sobre un tema de la actualidad.7 La sociedad, y más específicamente, los cristianos (no fundamentalistas) ya han aprendido a pasar de estos escritos. Porque la jerarquía de la iglesia, igual que la jerarquía del FMI o de EEUU, carece de toda autoridad moral para hablar en nombre de los valores humanos. No se puede esperar que desde el Vaticano, o desde los palacios donde los obispos viven en el lujo opulento -fruto de centenares de años de convivencia con los ricos y los poderes terrenales- se entienda mucho de la vida humano y menos de la palabra de Jesús. Siempre han estado del lado del poder, con la dictadura (de Franco, de Pinochet, …), o con la democracia formal, sólo depende de dónde viene el viento del poder.
La historia de la iglesia y de su jerarquía está llena de corrupción, luchas de intereses personales, conspiraciones, etc. La actuación de la iglesia durante los dos milenios de su existencia casi siempre ha estado marcada por el asesinato a gran escala de seres humanos (en cruzadas, hogueras, conquistas, evangelizaciones, etc.), por la justificación de la represión de la estructura del estado (siempre que los poderes civiles reconocían ciertos privilegios a la jerarquía eclesial) y por la aceptación de la injusticia social.
No hay ninguna razón, ni indicación para pensar que en la actualidad su actuación ya no fuera así. Para leer la Biblia, se tiene dos opciones. O tomarlo literalmente, y por ejemplo, aceptar que el único pueblo elegido de Dios sea el de Israel (con lo cual habrá que aceptar el profundo carácter racista del texto 8). O se tendrá que hacer interpretaciones del mismo. A lo largo de la historia de la iglesia católica, se han hecho varias interpretaciones del texto bíblico. Las instrucciones y las interpretaciones dadas de los textos bíblicos en la actualidad no tienen por qué ser más correctas que antes. De hecho, los evangelios reconocidos como los únicos válidos, no tienen por qué serlo más que otros textos históricos. La selección se hizo siglos después de la vida de Jesús y estuvo bajo influencia de una corriente dentro de una variedad de iglesias cristianas. Una corriente que se alió con el entonces poder patriarcal y con lo cual se apartó por ejemplo a las mujeres como sacerdotes.
«El que es rico entrará muy difícilmente en el Reino de los Cielos. Les aseguro: es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los Cielos» 9
La cúpula de la iglesia maneja muchos intereses: privilegios por parte de los estados o de poderes militares, intereses financieros (muchos millones de euros/dólares en cuentas secretas en paraísos fiscales o dedicados a la especulación) e intereses personales. Su actuación, por lo tanto se tiene que ver desde la defensa de estos intereses que históricamente casi siempre han estado por encima de la fe. Igual que Bush, pretende hablar directamente con Dios, y así justifica el asesinato masivo de iraquíes y afganos, el Papa pretende tener su mandato por actuación directa del Espíritu Santo. Ambos carecen de prueba alguna de este hecho, como tampoco disponen de una hoja de vida que pudiera indicar algo divino, mas bien al contrario. Sólo disponen de la fe de millones de creyentes en sus doctrinas y de un poderoso aparato financiero y político. En su contra tienen la historia: sangrientos reyes, presidentes y Papas pretendían lo mismo. De los gobernantes divinos del pasado más o menos ya se acepta su papel nefasto para la humanidad. Poco ha cambiado en la historia, aunque nos hacen creer lo contrario. Los egipcios seguramente ya se llamaban civilizados y desarrollados, igual que los romanos, los conquistadores, los colonizadores,… Todos tenían su sistema sofisticado para justificar los privilegios, la esclavitud, las guerras y la explotación. Igual que ahora.
Ratzinger jugó un papel fundamental en el mantenimiento de una iglesia jerárquica contraria a la puesta en práctica (a nivel político y social) de los valores éticos que predica pero no aplica. Probablemente ha sido el hombre que más ha influido en los últimos 25 años en el mantenimiento de una iglesia reaccionaria a una interpretación más social de la fe.
Una iglesia verdadera
Una iglesia verdadera sería una institución humilde, abierta a todas las personas que creen en los valores del compartir, la solidaridad y el amor. No se pondría nunca de lado de los poderes económicos y políticos que menosprecian a las personas.
Una iglesia verdadera nunca negaría un sacramento a alguna persona buscadora del camino indicado por Jesús, pero sí a aquellas que mandan a matar para defender sus propios intereses, haciéndolo en nombre del ‘Bien’.
Una iglesia verdadera sería una casa transparente, no una institución oscura, en manos de organizaciones que funcionan como sectas. Su funcionamiento sería público, basado en el respeto para todas las criaturas de Dios. Nunca tendría cuentas secretas en paraísos fiscales, ni se dedicaría a la especulación, ni tendría bancos propios (y menos aún estaría metido en escándalos y corrupción). 10
Una iglesia verdadera se pondría del lado de aquellas personas que viven diariamente bajo la violencia estructural, jerárquica y machista. Nunca excluiría a alguien a partir de argumentos históricos, sociales o interpretaciones antropológicos.
Una iglesia verdadera estimularía a cada persona encontrar a Dios en su interior, para que sea fuerte y pueda crecer como persona consciente y desarrollada. Nunca utilizaría el miedo (al pecado, el castigo de Dios, o la expulsión de la Iglesia) para mantener a las personas dependientes e inseguras.
Una iglesia verdadera nunca defendería su propia infalibilidad o de cualquier otra persona humana (como el Papa), al contrario, no cesaría de pedir perdón por la larga historia de errores que provocaron la muerte de centenares de miles de personas inocentes en hogueras, ejecuciones y guerras o cruzadas supuestamente santas.
Una iglesia verdadera rompería barreras y limitaciones humanas que nos impiden crecer y sentirnos plenamente felices, respetadas como personas iguales en derechos y deberes. Nunca sería una institución conservadora, agarrada a viejas estructuras y pensamientos.
Notas:
1 Palabras de Jesús, según Lucas, 11.43.
2 Ciudad de Vaticano es uno de los estados que menos tratados internacionales de Derechos Humanos, Laborales y Sociales ha firmado.
3 Jesús, según Mateo, 22.39
4 Mas que silencio, los dictadores recibieron plena legitimación del Vaticano, tanto en nivel político como personal. Por ejemplo el Papa dándole la comunión y en intimidad familiar con Pinochet, además de mandarle una carta autógrafa de felicitación cuando cumplió las bodas de oro matrimonial.
5 Jesús, según Lucas, 6.37
6 Jesús, según Mateo, 23.25
7 Aunque la carta de los obispos sobre el ‘verdadero matrimonio’ deja más bien claro que no parecen aceptar su papel en el estado actual. El matrimonio civil compete al estado. Si se quiere denegar el sacramento de matrimonio a dos personas del mismo sexo, es cuestión de la iglesia y de su interpretación de la Biblia. Pero igual que la iglesia se permite criticar a la sociedad, tendrá que aceptar que desde la sociedad se critique. Y pregunto, ¿por qué los obispos no escribieron una carta para llamar a los católicos a votar en contra de la guerra en Irak?
8 De hecho la actuación de Europa y de EEUU da prueba de un profundo racismo: los occidentales tienen el derecho de consumir todos los recursos del Planeta, apoderarse de ellos de la manera que sea, invadir y bombardear el estado que sea, mientras el resto del Planeta sólo tiene el derecho a vivir en la medida y de la forma que no moleste ni interfiera en los intereses nacionales de los estados occidentales.
9 Jesús, según Mateo, 19.23
10 Uno de los grupos dominantes dentro de la cúpula de la jerarquía de la iglesia es la ‘secta’ Opus Dei. Este club elitista y ultra conservador dentro de la iglesia se ha convertido en pocos años en el más poderoso y representa una visión apegada al poder y el dinero. Por ejemplo, el año pasado el Opus inauguró su sede en EEUU, en Manhattan, un edificio que costó 500 millones de euros.