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El Ismaelillo de Teresita Fernández

Fuentes: La Jiribilla

El principal hallazgo de estas canciones hechas para un niño quizás esté en que su autora haya comprendido tan bien que no se trataba del todo de canciones ni, mucho menos, de canciones infantiles. En estos versos hay dolor, pero no quejumbre. Arengas guerreras, más que nanas, hace Martí a su hijo. Despertarlo quisiera, no […]

El principal hallazgo de estas canciones hechas para un niño quizás esté en que su autora haya comprendido tan bien que no se trataba del todo de canciones ni, mucho menos, de canciones infantiles.

En estos versos hay dolor, pero no quejumbre. Arengas guerreras, más que nanas, hace Martí a su hijo. Despertarlo quisiera, no dormirlo. De aquí que la monotonía, aquí esencial, del ritmo, no sea tampoco la de la nana sino la de la marcha, y la marcha guerrera, que sean versos, en fin, como para una caballería andante.

Martí quiso hacer con estos poemas la hazaña que admiraba en el orfebre Cellini: tallar en un salero a Júpiter. Pero no hay que engañarse por el aire versallesco con que saluda a su príncipe enano: enseguida veremos que su príncipe es también su caballero, que la fiesta no es baile cortesano, sino batalla magna, como que es la batalla de la pureza, con solo serlo, da a las huestes infernales.

Era preciso , pues, encontrar una música que fuera a la vez guerrera y festiva: de aquí que los acordes primeros de la guitarra nos recuerden a un tiempo el ímpetu monótono, implacable, de la marcha y la fanfarria con que el juglar anuncia un suceso alegre e insólito o el paje la llegada del rey.

El que busque modernas complejidades armónicas huya de estas canciones donde lo simple constituye el hallazgo difícil, la terca inspiración, el encuentro con la tonada eterna.

Hay que admitir que una solución musical que alcanzase la diferencia de intención entre un vuelo y otro, halló, en la doble vocación de Teresita de alegrar con sus canciones la fiesta de un niño, y su profunda catolicidad, una feliz coincidencia; catolicidad decimos, más que catolicismo, vuelta a la raíz etimológica de universalidad, de aquella integración de arco y flecha contrarios, que también quiso realizar la definición clásica de la armonía. Y es aquí donde se enlaza su Ismaelillo árabe, desterrado de su propia tierra y el hermoso mito griego del Niño-Amor, que tradujo y del que nos dio en sus Apuntes una tan original versión.

No creo que sin una profunda formación cristiana pudiera el simple arte hallar el equivalente musical de este vuelo diferente, que alcanza tres tiempos: el de la fiesta inicial, el deber patriótico que lleva a la renuncia, y aquel en que la fiesta retoma otro mayor sentido, en que la vida nueva deja atrás las historias viejas / del hombre y de sus rencillas : ya puede el padre dejar en las manos del hijo este librillo pequeño como sus años: ya puede retomar su aire, su caballería andante, el cuento de la fiesta hecha en honor de un Príncipe.

¿Quién es Teresita?

Teresita Fernández nació el 20 de diciembre de 1930 en Santa Clara, en el seno de una familia eminentemente musical.

Comenzó a cantar desde los cuatro años en la emisora radial CMHI de aquella ciudad, en el programa Hora Martha, que dirigía su madre Amparo García.

En 1948 se graduó de maestra normalista y en 1959 obtuvo el título de Doctora en Pedagogía. Su debut profesional como trovadora se produjo el 20 de julio de 1965 en la Sala Arlequín   de La Habana, a donde asistió a escucharla el inmortal Sindo Garay.

Ese mismo año comenzó sus presentaciones en el programa Chez Bola del restaurante Monseigneur, y un año más tarde creó su espacio musical en el club nocturno El Cóctel. De ella diría Ignacio Villa, el gran Bola de Nieve: «es la única guajira que yo resisto con una guitarra».

Como excelente comunicadora social, condujo los programas radiales Musa traviesa y De regreso. Su primera incursión en televisión fue en 1960, al inaugurar el programa La casita de azúcar.

En 1975 fundó la Peña de los juglares en el Parque Lenin donde compartió con prestigiosas personalidades de la cultura nacional e internacional, entre ellas: Alicia Alonso, Onelio Jorge Cardoso, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Sara González, Antonio Gades, Tania Libertad y Dany Rivera.

Desde 1988 hasta la fecha se ha presentado en diversos escenarios internacionales entre los que se destacan sus actuaciones en la Jornada Dariana en Nicaragua y en el II Festival Iberoamericano de Narración Oral y Escénica de Monterrey, México, en el que obtuvo el Premio Chamán.

A lo largo de su extraordinaria carrera ha obtenido innumerables reconocimientos: el Disco de Plata de la EGREM, 1980; el Premio EGREM, 1988, con el LD Mi gatico Vinagrito; la Orden Por la Cultura Nacional; la Orden por la Educación Cubana, Orden Rafael María de Mendive, las medallas Raúl Gómez García y X Aniversario de la Nueva Trova.

Es autora de canciones que forman parte de lo mejor del género no solo en Cuba, sino en Iberoamérica como «Mi gatico Vinagrito», y «Tin, tin, la lluvia».

Teresita también posee una extensa obra para adultos, para muchos desconocida, que incluye boleros, poemas musicales, villancicos, habaneras y canciones.

Fuente: http://www.lajiribilla.cu/2005/n204_04/204_16.html