De acuerdo con la última Encuesta de Población Activa, en España hay 3,2 de millones de personas en paro. De ellos, más de un tercio (38,5%) son parados de larga duración, donde el sesgo de edad se hace fuerte
Que «España se puede permitir hacer mucho más por las personas de bajos ingresos» no es solo una opinión generalizada. La frase la dijo Philip Alston, el relator de la ONU sobre Extrema Pobreza y Derechos Humanos, tras su paso por nuestro país, donde una de cada cinco personas vive bajo el umbral de la pobreza. Una cifra que ha menguado pero sigue por encima de las cifras precrisis. En 2020, tener un trabajo o estudios universitarios no es blindaje contra la exclusión social.
Además, hay 3,2 de millones de personas en paro, de acuerdo con la última Encuesta de Población Activa. De ellos, más de un tercio (38,5%) son parados de larga duración, donde el sesgo de edad se hace fuerte. «La crisis modificó profundamente la evolución de la pobreza en los distintos grupos de edad», cuenta el último informe de la Red Europea contra la Pobreza (EAPN), a la que están adscritas organizaciones como Cáritas o Cruz Roja.
En él se calcula la tasa AROPE, que mide el riesgo de pobreza y exclusión. En la última década solo se ha visto reducida para los menores de 16 y, sobre todo, los mayores de 65 años. En cambio, los niños y adolescentes siguen siendo los que mayor vulnerabilidad presentan, seguidos de los jóvenes adultos -16 a 29 años- y los mayores de 45 años. Entre estos últimos, un 27,6% corre el riesgo de caer en la pobreza o la exclusión.
«Las personas adultas entre 45 y 64 años siempre tuvieron las tasas de pobreza más reducidas, lo que era reflejo de su mejor posición en el mercado laboral y de la relativa estabilidad de sus condiciones de vida», desarrolla el informe, que incide en que «la crisis también arrasó con ellas». Si se mide directamente la pobreza, en la última década se ha disparado siete puntos para estas personas, igualando la media general (21,3%).
«Si eres mayor y te quedas sin empleo, estás perdido»
El sociólogo Juan Carlos Llano, autor de este informe, explica a Público la encrucijada en la que se encuentran estas personas. «Ahora las empresas quieren gente joven y a los mayores les cuesta muchísimo encontrar empleo, sobre todo si son mujeres», desarrolla este experto. Llano subraya, eso sí, que «los mayores de 45 años muy cualificados sí tienen empleo», pues «la tasa de paro de los mayores ronda el 15%, pero si eres mayor y te quedas sin empleo, estás perdido».
A esto se une que «la protección social tiene muchas deficiencias, porque cuando se les acaba el paro y son mayores cobran una renta de unos 400 euros. ¿Con eso va a vivir una familia? Es imposible».
El problema de los mayores está relacionado con el de los jóvenes por una razón un tanto obvia: quienes tienen entre 16 y 29 años suelen tener padres con una edad de entre 45 y 65 años. Esto hace que en una familia puedan «converger una persona mayor con problemas de empleo y un joven que no puede conseguirlo», incide el sociólogo.
Es lo que ocurre con Francisco y Julia, matrimonio toledano en el que ambos están teniendo dificultades para la reinserción laboral. Tienen varios hijos y reconocen que la más pequeña, con 23 años, «es la que peor lo está teniendo, empalmando trabajos temporales de una semana o esperando a que la llamen para campañas».
Francisco tuvo un accidente laboral en 2016 y, tras casi dos años de baja, le dieron una incapacidad para el que era su puesto, conductor de reparto. Con un 33% de discapacidad, lleva dos años buscando trabajo. «No sabes qué trabajos vas a poder realizar, porque no estoy cualificado», comenta en conversación con este periódico.
«Ahora mismo tienes que ponerte a estudiar para encontrar un empleo, y eso en una persona que lleva 30 años trabajando es complicado, sobre todo si tienes limitaciones», lamenta este hombre de 55 años, enfatizando que formarse también es cuestión de dinero: «Estás en el paro, tienes una pequeña pensión y necesitas vivir de algo. Para mí es complicado incluso conseguir un media jornada o unas pocas horas al día».
Julia, su esposa, está a su lado. Ella ha tenido algo más de suerte: acaba de firmar un contrato de tres meses. Pero llevaba un año muy duro. Quisieron despedirle tras una baja -«me intentaron hacer la vida imposible»- y acabó acordando su salida.
«Te ves sin trabajo con 52 años, no sabes qué salidas ni oportunidades tienes. Por mucho que moviera mi currículum, a los dos minutos me descartaban de cualquier oferta», lamenta. «No he parado de hacer cosas desde entonces», cuenta esta mujer de 52 años, que ha seguido formándose para «no perder habilidades» como contable, su profesión. «Seguimos valiendo para algo, esta sociedad no nos puede arrinconar», espeta Francisco.
El edadismo y el algoritmo
Julia y Francisco se acaban de sumar a +45 Activos, una asociación con apenas medio año de historia que pretende luchar contra la discriminación por edad, conocida como edadismo. «Los mayores de 45 años estamos excluidos del mercado de trabajo», critica David Sánchez, impulsor y secretario de este colectivo, que también está tratando de reunirse con partidos políticos para hacerles llegar sus reivindicaciones.
Sánchez es «parado de larga duración a ratos», pues ha pasado 1.800 días como desempleado, aunque en ese tiempo ha hecho algún trabajo esporádico para salir adelante. En su caso, se tuvo que hacer autónomo, pero no lo hizo por gusto: «El que quiera ser autónomo porque lo decide libremente, adelante, pero no tenemos la posibilidad de elegir. Soy director de Recursos Humanos y no puedo acceder a mi profesión».
En este sentido, el secretario de +45 activos denuncia que los falsos autónomos se han convertido en «una forma de quitarse los costes empresariales, con trabajadores pagando sus propias cuotas, y eso quiebra al Estado y la seguridad social. Es insostenible». «El pastel a repartir es el mismo, con lo cual nos encontramos mordiéndonos los unos a los otros y rebajando el precio de nuestros servicios constantemente», añade.
«Cuando he ido a una sesión de orientación de la Comunidad de Madrid, directamente me han sugerido la idea de trabajar por mi cuenta. No sé si la política a seguir es que todos los que estamos fuera del mercado laboral nos hagamos autónomos. Yo me lo estoy planteando, aunque ahora mismo no tengo dinero». Quien habla es Laura, licenciada en Informática. Tiene 50 años y está a punto de convertirse en parada de larga duración. Llevaba dos décadas trabajando para una multinacional y tenía un «buen sueldo» como mando intermedio, pero tras una reestructuración la empresa decidió prescindir de ella.
Durante el último año también ha estado mandando currículums de forma intensiva, unos dos al día. El resultado han sido solo dos entrevistas de trabajo, aunque concede el beneficio de la duda: «Es complicado demostrar que esto ocurra porque tengo una trayectoria muy larga o porque no encajo». Lamenta que pueda estar quedándose fuera porque las empresas no quieran pagar esa experiencia, aunque no es lo que pretende. «Yo no quiero el sueldo que corresponda a mi experiencia, yo quiero trabajar», clama.
«El Estado tiene la obligación de tutelar los derechos fundamentales y nos ha fallado», recuerda Sánchez, el secretario del colectivo. «Están permitiendo que los algoritmos de los portales de empleo nos discriminen por edad. Son colaboradores necesarios porque están posibilitando que se cometa un acto ilegal, ya que atenta contra el Estatuto de los Trabajadores y la Constitución», denuncia.
¿Existe una discriminación vía algoritmo en estas plataformas? Es complicado de esclarecer, por no decir que es casi imposible. «No hay constancia, y no es posible que la haya porque es una cuestión ilegal, pero la realidad es que sucede», responde Llano, el autor del informe de la Red Europea Contra la Pobreza. «Hay un sesgo social a favor de la juventud enorme y una minusvaloración de las personas mayores», cuenta, aunque no ve que haya «una razón lógica porque no tiene mucho sentido».
Encontrar trabajo, seguir siendo pobre
El problema no es solo encontrar trabajo, sino qué clase de trabajo se encuentra. «El 14% de las personas con empleo son pobres. No tener trabajo es grave, pero tenerlo no garantiza salir de la pobreza, porque el problema son las condiciones de trabajo», continúa el sociólogo, que apunta a las sucesivas reformas laborales, que «han disminuido la protección de los trabajadores, permitiendo que se pueda despedir más fácilmente, y aumentado el trabajo a tiempo parcial».
«Los anuncios de que van a eliminar las partes más lesivas de la última reforma laboral son una buena noticia», admite. Sin embargo, sugiere mirar el asunto con algo más de perspectiva, pues «antes de la crisis las tasas de pobreza ya rondaban el 20%, que ya era alto». «Hemos pasado unos años de echarle la culpa a la crisis, pero no es la crisis, sino las políticas que se llevan a cabo», argumenta.
Aída es portuguesa y lleva 30 años viviendo en España. Cuando llegó, montó su propia tienda y le iba bien, pero en 2003 vendieron el local y tuvo que dejarlo. Estaba divorciada y con dos hijos, así que empezó a trabajar para una multinacional, pero la despidieron poco antes de que empezara la crisis. «Me dedicaba a las ventas con Portugal, pero las relaciones comerciales empeoraron», explica.
Después, consiguió otro trabajo que no duró mucho, y «a partir de ahí fue muy complicado encontrar algo, porque ni te llamaban para conocerte. En cuanto ven una gran vida laboral, te ponen de lado». Tras dos años en el paro, ya no le quedan ayudas. Fue autónoma durante 31 años y trabajó por cuenta propia durante algo más de cinco, así que no tiene la ayuda de los 52 años: «Estoy luchando por salir adelante como nadie se imagina».
«El PSOE bajó los costes de despido en 2010, luego el PP los bajó aún más y a partir de ahí llegó el boom«, recuerda esta desempleada, que admite que tiene «mucha esperanza en que este Gobierno cambie algo». «Tienen que volver las leyes coherentes y justas. No se puede despedir a quien tenía un buen salario para meter a jóvenes ganando 800 euros, y no se puede hacer una vida decente con ese sueldo», critica.
Sánchez, el secretario del colectivo, se muestra más escéptico porque, explica, «el edadismo es transversal a izquierda y derecha, hasta ahora no ha importado a nadie». «Somos 1,6 millones de personas que nos jubilaremos con pensiones de 500 euros. Si no entienden que el problema lo tienen ellos, es que no saben multiplicar ni sumar», dispara.
En cualquier caso, su crítica va más allá de los gobernantes. «No hay una sola empresa del Ibex 35 en este país que esté limpia de esto. Todas se están desprendiendo de los seniors y no están contratando a personas de más de 50 años, a no ser que sean gente muy específica y muy cualificada», asegura. «Tiene que empezar a saberse. No son héroes, y ya se verá si son villanos».
Fuente: https://www.publico.es/sociedad/edadismo-irse-paro-no-volver-letargo-laboral-mayores-45-anos.html