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Entrevista a Jordi Mir sobre la presentación en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) de la antología de Francisco Fernández Buey "Filosofar desde abajo"

«El libro intenta ser una muestra de la diversidad de sus inquietudes e intereses y de su activismo político»

Fuentes: Rebelión

Jordi Mir Garcia es doctor en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra. Autor y editor de diversos libros y de numerosos artículos, prólogos y presentaciones, ha sido alumno, compañero, amigo y discípulo de Francisco Fernández Buey. Es actualmente director del Centre d’Estudis dels Moviments Socials (CEMS) de la UPF y, como tantos otros profesores de […]

Jordi Mir Garcia es doctor en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra. Autor y editor de diversos libros y de numerosos artículos, prólogos y presentaciones, ha sido alumno, compañero, amigo y discípulo de Francisco Fernández Buey. Es actualmente director del Centre d’Estudis dels Moviments Socials (CEMS) de la UPF y, como tantos otros profesores de las universidades públicas españolas, sufre las políticas estatales y autonómicas que crean precariedad laboral y vital, dificultan el acceso de estudiantes y restringen la financiación de la investigación. El libro del que hablamos en esta conversación ha sido editado recientemente por Los Libros de la Catarata en su colección «Clásicos del pensamiento crítico» dirigida actualmente por Jorge Riechmann y César de Vicente.

***

Víctor Ríos y tú presentáis el libro que acabáis de editar en La Catarata el próximo 26 de mayo en la Biblioteca Singuerlín de Santa Coloma de Gramenet. ¿Nos explicas brevemente el contenido de vuestra antología? No debe haber sido fácil hacer una antología de los numerosos libros y escritos de Francisco Fernández Buey.

No estás en ningún error, y tú tienes mucho que ver en esta presentación. No he conocido persona, puede ser debido a mis limitaciones, como Francisco Fernández Buey, con dominio de tantas áreas de conocimiento. Podía ser citado como una referencia en la historia de la ciencia y la ideas de la Grecia clásica, de la Italia de los siglos XV-XVI o del mundo contemporáneo. Podía ser señalado como filósofo moral y político de referencia, como filósofo de la ciencia, como historiador de las ideas, como estudioso de los movimientos sociales, como pensador ecologista, antimilitarista, marxista, utópico o reclamado para aproximaciones a diferentes autoras y autores de la literatura universal. Y podríamos continuar.

Tienes razón, no tengo nada que añadir, suscribo lo que dices punto por punto.

Fernández Buey escribió mucho y bien, aunque muchos aún querríamos más.

También estamos de acuerdo en esto.

La selección no ha sido fácil. Han quedado muchas cosas fuera. Pero el libro intenta ser una muestra de esta diversidad de inquietudes e intereses y, también, pensando en su activismo político. Tal vez sea conveniente apuntar que el libro se edita en una colección «Clásicos del Pensamiento Crítico» creada por él y Jorge Riechmann en 1998. Una colección que tenía y tiene la voluntad de publicar a personas que en el ámbito del pensamiento crítico tienen mucho que aportar a los lectores y lectoras actuales. Autores y autoras no siempre bien tratados editorialmente y que en accesibles antologías podían ser conocidos a partir de la lectura directa de sus textos, con materiales que los acompañan para poder tener una presentación y profundizar en su aproximación. Surgió como una colección con voluntad formativa popular. Libros a precios asequibles para facilitar suscripciones individuales o colectivas. La colección cumplirá este año 16 años de vida. En el primer volumen apareció el abril de 1998 y estaba dedicado a Antonio Gramsci.

Lo recuerdo, lo recuerdo muy bien. Paco Fernández Buey, aparte de conocer al detalle su obra, amaba a Gramsci (alguien «digno de amor», dijo una vez Sacristán). Vuelvo a vuestro libro. ¿Por qué ese «filosofar desde abajo»?, ¿cómo se filosofa desde una posición tan incómoda o, cuanto menos, tan infrecuente? ¿No era o debía ser la filosofía la reina del saber?, ¿no le debería corresponder una posición más propia, más jerárquica, más destacada, más en la cúspide?

En este título hay entre otras cosas una voluntad de reivindicar la filosofía, el filosofar. Y, a la vez, algo poco frecuente el mundo académico, el reivindicar la filosofía desde abajo a diferencia de la que se hace por arriba. En el ámbito de la filosofía, como en muchos otros, domina lo que pasa en palacio. A Paco siempre le intereso más lo que ocurría en las plazas y las calles.

En eso, y en tantas otras cosas, Víctor Ríos y él eran y son almas gemelas.

Lo son, de ellos aprendemos. Recuerdo cuando siendo estudiante invitamos a Paco para que participara en una mesa redonda después de la proyección de la película Before the rain . Al preparar el cartel no sabíamos como presentarle y se lo fuimos a preguntar. En ese momento estaba ocupado con una visita y no queríamos importunarlo. Nos dijo: «poned filósofo». Pero Paco no «iba de filósofo». Le gustaba pensar, pensar con los demás, y encontrar la manera de actuar. Hacerlo sin tener que asumir servidumbres, sin obligarse a aquello que no consideraba justo. Esto le llevo a actuar desde los márgenes cuando era un estudiante durante el franquismo y cuando era un catedrático en una sociedad que está lejos de la democracia que el desearía. A mi entender, convendría distinguir, al hilo de tu pregunta, la importancia de la filosofía de su protagonismo o posición destacada. Hay un cierto aristocratismo en los espacios habituales por donde se mueve la filosofía que me parece que la aleja de su función básica, esencial. La filosofía debería ayudarnos a pensar con rigor y precisión. No es un conocimiento elevado al alcance de unos pocos. Puede haber asuntos difíciles de entender, que reclaman formación y trabajo. Pero no debería estar desconectada del conjunto de la sociedad y de todas aquellas cuestiones que merecen ser pensadas.

Pues, la verdad, me empeño pero tampoco logro tener ninguna objeción. Me da que incluso don Antonio Machado estaría de acuerdo de eso que acabas de señalar. ¿Habéis incorporado textos del libro póstumo, que también ayudaste a editar recientemente, de Francisco Fernández Buey sobre la tercera cultura? Puestos ya en materia, ¿qué tercera cultura es esa?

El pasado octubre se pudo editar y sin tú trabajo no habría sido posible un libro que Fernández Buey no pudo terminar, pero que tenía muy pensado. Un libro, como otros de los publicados en los últimos años (Poliética, Utopías e ilusiones naturales o Por una universidad democrática) que podríamos definir como libros de toda una vida. No dejó nunca, de una manera u otra, de trabajar en estas cuestiones y afortunadamente puedo escribirlos y compartir su conocimiento y reflexiones. La tercera cultura, para Fernández Buey, surge de la necesidad en el mundo actual de unir la formación humanística y la científica. La separación de las dos culturas supone un enorme empobrecimiento, y por desgracia lo estamos viendo en muchos lugares dentro y fuera de las universidades. Una buena muestra de ello, por ejemplo, es la reivindicación en diferentes lugares del mundo de un cambio en los estudios impartidos en las facultades de economía. Se reclama más pluralidad de enfoques, más atención a la historia de la disciplina, al pensamiento económico, y a otras disciplinas fuera de la economía indispensables para entender lo que ocurre a nuestro alrededor. Pensando en la vida en la polis, en nuestras sociedades, para Fernández Buey la tercera cultura es esencial para que toda persona pueda participar de los asuntos que le afectan. Sin esta formación, ¿cómo podremos pensar y debatir sobre la interrupción del embarazo, las políticas económicas, la ecología, los servicios públicos, los usos de las nuevas tecnologías…?

Sí, sí, tienes razón. Parece elemental, básico, pero, incomprensiblemente para mí, no siempre es aceptado (o practicado) por todos. ¿A quién crees que puede seguir interesando el filosofar y las posiciones político-filosóficas del autor de Marx sin ismos?

Me parece que le debería interesar a cualquier persona con voluntad de conocer y pensar con rigor y precisión más allá de sus inquietudes concretas. Del mismo modo que estamos abiertos a diferentes tipos de cine, música, arte, literatura, fútbol, baloncestos o gastronomía, deberíamos estar abiertos a diferentes tipos de autores más allá de nuestra pasión por los temas concretos en los que trabajaron. Deberíamos estarlo por la manera en la que los trabajaron. Dicho esto, además, Fernández Buey seguro que interesará a las personas interesadas en la ética, la política, la democracia y sus déficits, la interculturalidad, la ecología, la universidad, los movimientos sociales, en Gramsci, Marx, Simone Weil, Bertolt Brecht, Manuel Sacristán… Vivimos en sociedades muy centradas en la actualidad y Fernández Buey, además, es un autor en el que muchas personas encontrarán alguien con quien dialogar sobre cuestiones que les interesan.

Xavier Juncosa, que también le conoció y admiró, hablaría de un pensador poliédrico. ¿Sigue en pie de estudio, lucha y formación el grupo sobre movimientos sociales que Paco Fernández Buey ayudó a formar y dirigió en su momento? ¿En qué actividades estáis puestos últimamente?

Sigue, sigue, y con más proyectos que recursos para desarrollarlos. Es un espacio que surgió en la universidad, pero con una carácter muy abierto y no siguiendo los criterios especializados y, a veces, excluyentes de la academia imperante. Eso puede no ser lo más conveniente pensando en las exigencias para hacer carrera académica o para conseguir financiación, pero nuestros objetivos siempre fueron otros. Es un espacio en el que se pueden encontrar personas con diferentes tipos de formaciones e intereses: filosofía, historia, política, sociología… Acabamos de publicar un libro en el que hacía unos años que trabajábamos Revoluciones en femenino que recoge diferentes artículos sobre la participación de las mujeres en la movilización y transformación social en diferentes escenarios entre el siglo XVIII y la actualidad. Últimamente hemos podido presentar diferentes trabajos centrados en los intentos de construir formas de hacer política que buscan generar alternativas a la política institucional existente y en el origen, la evolución y la incidencia de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Si alguna persona está interesada puede consultar la página www.upf.edu/moviments. Y si hay propuestas, encantados de colaborar.

Seguro que hay iniciativas ciudadanas. ¿Por qué no nos regalas un texto breve, que hayáis incorporado a la antología, y que te merezca una consideración especial?

Aquí tienes un fragmento de una carta al director que escribió a El País. Me parece que tiene interés para mostrar algo en lo que Víctor insiste mucho, Paco tiene interés en todos los textos y conviene recuperar incluso las cartas que muestran su voluntad de intervenir. Y una segunda cosa, de la que no hemos hablado, la importancia de su labor para hacer historia de un período demasiado mal conocido y con muchos intereses en juego.

Pues también tienes razón en eso, también en esto Paco fue y sigue siendo muy importante. Su memoria regía muy bien en estos asuntos. Tomo nota también de lo de las cartas. Hemos de ponernos a preparar un volumen con su correspondencia.

Hay para más de uno.

Sí, sí, ciertamente. La carta de la que hablamos…

Aquí tienes:

«La juventud catalana de hoy debe saber que Manuel Sacristán y Pierre Vilar no «gobernaron» nunca las universidades catalanas. Fueron censurados y perseguidos por quienes las gobernaban in illo tempore (y por los que hacían la vista gorda ante la injusticia para gobernarlas después). Y que aquellos marxistas no permitieron triturar nuestra memoria histórica ni impidieron juzgar rectamente nuestro pasado. Al contrario: los jóvenes de entonces aprendimos historia de Cataluña leyendo a escondidas las obras de Pierre Vilar; y aprendimos a juzgar rectamente escuchando y leyendo a Manuel Sacristán (quien tuvo que pasar casi 10 años expulsado de la Universidad de Barcelona por ser marxista, a pesar de que todo el mundo en Cataluña reconocía su valía intelectual).

Da vergüenza tener que volver a decirlo a estas alturas, pero con el tiempo, decir lo obvio se ha convertido en lo más difícil: sin lo que hicieron Sacristán y Vilar en aquellos tiempos, cuando los que gobernaban imponían silencio y tantos callaban para no comprometerse, este país nuestro no sería lo que ha sido. Lo que ha sido no es probablemente lo que a ellos, marxistas hoy maltratados, les hubiera gustado que fuera. Pero si hemos de hablar de memoria histórica y de juzgar rectamente, lo menos que puede pedirse a quienes quieren dirigirse a los jóvenes de hoy es respeto a las personas que se lo merecen y a las palabras. ¿Hay que pensar que eso del «gobernar» es una mala traducción al castellano o es que hemos de enseñar a los jóvenes de hoy, en nombre de la patria, que en aquellos tiempos gobernaban los represaliados?» («Respeto a las personas y las palabras» publicado el 16 de octubre de 2004).

En el fondo, el contexto de la nota, lo dicho en la presentación de las memorias del que fuera referente del molt honorable ex banquero y ex presidente Jordi Pujol, mejor elección imposible querido Jordi. Recuerdo el momento en que yo leí esa «Carta al director». Fue en Ramblas, el sábado 16 de octubre, a las 4 de la mañana. Habíamos estado cenando juntos Paco, Neus Porta, Víctor, Mercedes y yo, en un bar muy cercano al piso donde vive Raimon. Cuando leí la carta, le comenté a Víctor (habíamos hablado de ello durante la larga cena): «¿Ves porque a pesar del consejo de Jorge Riechmann debemos seguir leyendo El País ? Si no lo leyéramos, si te hiciéramos caso, no hubiéramos podido leer la carta de Paco.» Neus se partía de risa: «Salvador, per favor, creus realment que el Víctor no ha llegit encara aquesta carta? El Víctor no cal que es compri El País per llegir les coses de Paco!». Tenía razón. Víctor ya la había leído. ¡Qué tonto! ¡En qué estaba yo pensando!

Me lo has explicado alguna vez. Lo recuerdo muy bien.

Vuelvo a nuestro tema. ¿El mejor libro de Paco Fernández Buey? Un libro para iniciarse en su obra…

Soy incapaz de hablar del mejor libro de Paco. Si alguien no le conoce o no le ha leído demasiado, esta antología me parece que puede serle muy útil. Para iniciarse, si le interesa la ética y la política recomendaría Poliética, Ética y filosofía política… Si interesa la utopía y las revoluciones: Utopías e ilusiones naturales… Si interesan los intentos de producir cambios sociopolíticos y hacer propuestas: Redes que dan libertad, Guía para una globalización alternativa, Por una universidad democrática, Ni tribunos… Si interesa el marxismo y el comunismo: Marx (sin ismos), Leyendo a Gramsci, Lenin y su obra… Si interesa la interculturalidad, nuestra barbarie: La gran perturbación, La barbarie… Si interesa la tercera cultura de la que antes hablábamos: Para la Tercera Cultura… Y, en cualquier caso, no dejar de pasar por La ilusión del método, aunque pueda parecer una propuesta más inaccesible.

No lo es, basta ponerse un poco, como con su Einstein y su ciencia con consciencia. Por cierto, ¡has citado casi toda su bibliografía! ¿Notáis su ausencia en la Pompeu Fabra?

Me parece que somos muchas las personas que sufrimos su ausencia, en muchos planes y muy diferentes. No son pocas las personas que te dicen: «la falta que nos haría ahora». No hablaré de lo personal ya que me lo permites preguntando solo por la universidad. Con su muerte desaparecen tres cosas que se alimentaban mutuamente: un catedrático, un profesor y un referente. Un catedrático es poder en la universidad actual, como lo ha sido siempre. Sin un catedrático no hubiéramos podido hacer en la academia la mayoría de las cosas que sí se han hecho. La mayoría, de las pocas, becas predoctorales se dan al catedrático, no al doctorando. La mayoría de las becas postdoctorales se dan al grupo con el que la persona candidata irá a trabajar, que dependen de un investigador principal. Los proyectos dependen de un investigador principal. Fernández Buey era un profesor con unos ámbitos de trabajo, de los que ya hemos dicho algo, muy poco presentes en la universidad actual. Y su perspectiva crítica todavía lo es más. Su pérdida significa, de entrada la desaparición de algunos contenidos de las asignaturas que él impartía. Si falta un profesor o profesorado de lengua inglesa, buscamos quien les pueda sustituir. Si falta un profesor de ética y filosofía con una determinada perspectiva crítica, tal vez será mejor quedarnos solo con alguien que haga ética y filosofía. Y esto tiene que ver con la pérdida del referente. Fernández Buey era un referente por su comportamiento, por la coherencia entre el decir y el hacer, por la preocupación por lo común más allá de lo personal, por aquellos sectores menos reconocidos y en peor condiciones en la universidad. Por eso no es de extrañar que bastara su intervención en una reunión para condicionar algunos comportamientos poco respetuosos con estos colectivos. La magnífica acogida que tenía entre el estudiantado y el personal de administración y servicios se explica por el reconocimiento que él daba a toda integrante de la comunidad universitaria. Tal vez todo suena demasiado elogioso, es posible. Pero así lo pienso.

Haces bien en pensarlo, era así.

Puestos a apuntar críticamente una cuestión, señalar que tardó en ver la dimensión de las reformas que estamos viviendo en la universidad. No le falló su mirada perspicaz, falló su generosidad habitual. Pensó que no se podría ir tan lejos, que las cosas se podrían complicar pero no hasta este punto. Nunca pensó que tuviera que volver a dar batallas que ya había dado. Lo vio tarde y ya no estaba en condiciones para hacerlo. Pero su voluntad era darlas. Otros tendrán que darlas y conviene que nos apuntemos a ello si queremos una universidad pública, democrática, accesible y al servicio del conjunto de su sociedad.

¡Quién de nosotros hubiera pensando en los que estamos viviendo hace pocos años! Nadie se imaginó una contrarrevolución social capitalista de estas profundas dimensiones. ¿Recordamos dónde celebramos la presentación?

Sí, en la Biblioteca de Singuerlín, un lugar magnífico, en Santa Coloma de Gramenet. Es fácil llegar: con la línea 9 (trasbordo en La Sagrera L1, L4, L5 y R), parada Singuerlín. La biblioteca queda al lado.

Y hablaréis tú y Víctor Ríos.

Exacto ¡Y tú también!

Ya, presento. Pero ¡estará Víctor!

Exacto, exacto, no es poca cosa. Estará muy bien. ¡Espero que podamos reunirnos muchos amigos y muchas personas interesadas!

Pondremos carteles por toda Santa Coloma, lo difundiremos por la red. Se lo diré a mis alumnos que aún no conocen la obra de Francisco Fernández Buey.

Claro que sí, para eso tiene que servir estos libros y actos. Y después que cada cual piense con su propia cabeza, como le gustaba decir a Paco. Hay está la clave de la educación, conseguir que cada cual pueda pensar con su propia cabeza y que nadie piense por él.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.