En un chantaje directo a las autoridades estadounidenses, José Basulto, jefe de la organización Hermanos al Rescate, acaba de jactarse de haber disparado con un cañón de 22 mm, a bordo de una lancha rápida, sobre un hotel de La Habana, sin que el FBI «hasta ahora» le haya hecho la menor pregunta. Basulto también […]
En un chantaje directo a las autoridades estadounidenses, José Basulto, jefe de la organización Hermanos al Rescate, acaba de jactarse de haber disparado con un cañón de 22 mm, a bordo de una lancha rápida, sobre un hotel de La Habana, sin que el FBI «hasta ahora» le haya hecho la menor pregunta.
Basulto también dijo abiertamente desde el programa A Mano Limpia, del animador Oscar Haza, en el canal 41 de Miami, que la CIA no solo lo entrenó sino dirigió las actividades terroristas contra Cuba de grupos cubanoamericanos.
El programa donde Basulto hizo tal confesión estuvo consagrado a la vista del juicio de sus socios Santiago Álvarez Magriñá y Osvaldo Mitat, dos extremistas miamenses recientemente arrestados en posesión de armas prohibidas. Santiago Álvarez ha sido el «protector» de Luis Posada Carriles y quien facilitara su entrada ilegal a territorio norteamericano desde México.
En efecto, el 24 de agosto de 1962, el terrorista, formado por la CIA en el uso de armas y explosivos junto con Luis Posada Carriles, disparó con un cañón contra un hotel habanero desde una embarcación cercana a unos 200 metros de la costa del barrio de Miramar. A las 11:30, Basulto abrió fuego alcanzando el edificio y sembrando el terror entre los huéspedes de la instalación.
«En el año 1962, tiré con un cañón contra un hotel en Cuba y hasta ahora no me han venido a entrevistar», espetó Basulto, al contestar una pregunta de Haza, en ese programa de amplia audiencia, difundido la semana pasada en Miami.
José Basulto, ex miembro de los comandos terroristas de la Operación 40, montada por la CIA, y fundador de Hermanos al Rescate, se encontraba durante el programa al lado del hijo de Santiago Álvarez, Arturo Hernández, uno de los tres abogados de Álvarez; Francisco `Pepe’ Hernández, presidente de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), quien financió y orientó actividades criminales de Posada, y Julio González Rebull, miembro de la Brigada 2506, un grupo que invadió a Cuba enviado por el Gobierno de EE.UU. La brigada es actualmente dirigida por el tristemente célebre oficial CIA, torturador y asesino, Félix Ismael Rodríguez Mendigutía.
«A mí me entrenaron en el uso del cañón las propias autoridades de EE.UU.» en bases de la CIA, reconoció Basulto, sin vergüenza alguna. «Me suministraron armamento en otro momento», admitió.
A Santiago Álvarez Magriñá y Osvaldo Mitat les fue incautada una nevera con fusiles automáticos, cuyos números de registro fueron borrados; silenciadores, granadas y un lanzagranadas.
La Fiscalía solicitó que el juicio sea realizado en Fort Lauderdale, en el condado de Broward, y no en Miami, donde la mafia anticubana ordena y manda, lo que desencadena la furia de la fauna terrorista. Se ha creado un Comité integrado por varias figuras de esos grupos, cuya vinculación con el terrorismo es ampliamente documentada.
El propio González Rebull, en una primera intervención, señaló cómo Santiago Álvarez es «un compañero nuestro de las brigadas», refiriéndose a las tropas mercenarias derrotadas en Playa Girón, a las cuales pertenecían también Posada Carriles, Basulto y Pepe Hernández. Reconoció entonces que después de la intervención montada por la CIA, «teníamos ocho bases en los cayos y de ahí operábamos para hacer acciones contra Cuba y teníamos todo tipo de armamento, pero en ese tuvimos el visto bueno del Gobierno americano».
«LOS EE.UU. APOYARON, ENTRENARON Y HASTA DIRIGIERON ESTO»
Basulto afirmó ignorar «cuál es la génesis de esta acción política contra Santiago Álvarez». Sin embargo, al admitir que los terroristas miamenses se beneficiaron siempre de la tolerancia del FBI y de las autoridades judiciales, añadió: «Te puedo decir que conozco muchos casos similares y que se han resuelto de manera amigable, en los cuales las armas han sido confiscadas o algo de este tipo, o se ha regañado a la persona en cuestión y ahí se terminó la cosa».
«Porque los propios EE.UU. fueron los que comenzaron esto y comenzaron con apoyar, entrenar y hasta dirigir», declaró el cabecilla terrorista.
«Tuvimos ese apoyo, esas armas, aquellos elementos que hoy en día son considerados inadecuados.»
En su intervención, Basulto comparó las acciones terroristas montadas desde Miami contra Cuba con el «uso de las armas para invadir a Iraq».
Basulto dijo sospechar que en el caso de Álvarez «hay un enemigo en alguna parte que ha tocado alguna tecla para buscar todo este proceso, toda esta sucesión de eventos».
«Esto es lo que nosotros quisiéramos identificar», añadió. Opinó que «en la propia Fiscalía» hay varias personas «que aspiran al puesto de Fiscal», el actual, R. Alexander Acosta es fiscal interino. «A lo mejor el individuo no ha caído bien dentro del sistema y simplemente le han tirado esto encima para que le pasen por arriba las patas de los caballos».
José Basulto lanzó un llamamiento a ejercer presiones políticas para sacar a Álvarez de la cárcel.
«Aquí hay oficiales electos a nivel nacional, local, estatal, que han sido citados en este documento, no estamos emplazando a nadie, solamente les estamos recordando su responsabilidad porque cuando llegan las elecciones todos se acuerdan de Cuba y cuando cambia el Gobierno y es una Administración que no es la de ellos, se esconden entonces», dijo, confirmando abiertamente el peso de las intervenciones políticas en el proceso judicial norteamericano.
AL LADO DE POSADA, BOSCH, FÉLIX RODRÍGUEZÁ
Basulto perteneció a la Operación 40, montada por la CIA para disponer de un comando de agentes formados en terrorismo para la invasión mercenaria de Playa Girón. Recibió entrenamiento en Fort Bragg, Carolina del Norte, y Fort Benning, Georgia, y luego participó en acciones criminales junto a los miamenses Félix Rodríguez Mendigutía, Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, Virgilio Paz, José Dionisio Suárez, Antonio Veciana, Ricardo Morales Navarrete, los hermanos Novo Sampoll, Gaspar «Gasparito» Jiménez Escobedo, Nazario Sargent, «Tony» Cuesta, Eladio del Valle, Herminio Díaz, Pedro Luis Díaz Lanz y Rafael «Chichi» Quintero.
Dirigían a los cubanoamericanos, connotados oficiales CIA tales como David Morales, David Phillips, Howard Hunt, Willian Harvey, Frank Sturgis, Gerry Hemming y nada menos que Porter Goss, el actual jefe de la Agencia.
Entre un Osama bin Laden, presunto autor de los catastróficos atentados de Nueva York y Washington, un Posada Carriles o un Bosch, quienes hicieron explotar un avión civil cubano en pleno vuelo, y un José Basulto, quien mandó sus Cessna en un sinnúmero de vuelos de provocación por encima de La Habana, hay un punto común: el entrenamiento en el terrorismo provisto por la CIA.
Mientras tanto, Cinco cubanos que han realizado en Miami, al riesgo de su vida, un trabajo heroico para contrarrestar planes criminales de estos mismos terroristas, siguen encarcelados en diferentes cárceles del inmenso territorio norteamericano.
A todo lo largo del juicio de estos Cinco antiterroristas de Cuba, la Fiscalía y el entonces jefe del FBI, Héctor Pesquera, uno de los oficiales de policía más corruptos de Florida del Sur, utilizaron a José Basulto de asesor y el proceso terminó con un gran abrazo público del Fiscal Federal con el terrorista confeso. Una fiesta, más tarde, reunió a representantes del Gobierno, policías y elementos de la mafia terrorista.
En la sentencia de dos de los Cinco cubanos, la jueza Joan Lenard agregó esta curiosa precisión, apenas tres meses después del 11 de septiembre: «Como una condición a su liberación supervisada, a este acusado se le prohíbe asociarse o visitar a grupos terroristas o similares o ir a los lugares donde se sabe que estos grupos están o frecuentan».
Basulto confirma ahora, a viva voz, el origen de tantas precauciones a favor de individuos cuyas actividades terroristas están, desde hace mucho tiempo, ampliamente demostradas, y en contra de los que intentan contrarrestar sus planes.