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El malestar se impone

Fuentes: Rebelión

Reclamar libertad, legalidad e igualdad, fue el grito de la revolución burguesa, y hoy, no nos hace reclamar más que capitalismo. Hoy es la hora del sujeto responsable, del ser, del respeto por los demás y por uno mismo, y la desigualdad enriquecedora, es la hora de imponer la realidad sobre la realidad que se […]

Reclamar libertad, legalidad e igualdad, fue el grito de la revolución burguesa, y hoy, no nos hace reclamar más que capitalismo. Hoy es la hora del sujeto responsable, del ser, del respeto por los demás y por uno mismo, y la desigualdad enriquecedora, es la hora de imponer la realidad sobre la realidad que se nos impone. 

Un fantasma recorre Europa (por lo menos España): el del malestar vivencial creciente. Hay algo que no va bien; se percibe aunque no se vea todavía. Es un malestar que aun sin querer ser identificado, esta ahí, de forma que, aunque no se quiera reconocer, no deja de tomar forma, crecer, e imponerse.

Este es un malestar que empieza a insinuarse en los rincones mas redonditos del cerebro de gente que hasta el momento consiguió mantenerlos limpios de duda, incertidumbre, e incluso de pensamientos. Y esta duda se impone ya que, aunque no se quiera leer, escuchar o pensar, hay una realidad que afecta al transcurrir diario, y causa desazón.

Esta es una realidad aún alejada de realidades como que, los servicios secretos (siempre son los extranjeros, ya que los nacionales tienen deontología y no lo hacen), espían a los ciudadanos europeos, fuera y dentro del país, o puedan calificarlo de terrorista, y secuestrarle y torturarle (preferentemente fuera del país). Realmente le suena, pero todavía le puede parecer que eso solo le pasa a algunos, «extremistas» rebeldes y utópicos que hablan y piensan demasiado.

También les puede parecer lejano algo que creen no le afectara nunca; el que la politica, leyes y economia de los europeos se determine por el llamado Consejo de Europa, por funcionarios que tienen inmunidad, y que ponen en practica la defensa de las premisas e intereses de clase de la burguesía, a escala mundial, bajo la premisa de la competitividad, la legitimación y justificación de la necesidad de la clásica Razón de Estado (de un Estado que debilitado en cuanto a regulación de derechos), razón que se resume en su aplicación de cara a los pueblos, masa, o plebe, con los clásicos argumentos:

La crítica es traición y derrotismo en alianza con el enemigo.

El pueblo no tiene la preparación necesaria para intervenir

Se pone en riesgo la confianza y unidad necesaria para la «supervivencia»

A la Razón de Estado, añadamos la Razón de Clase: la política como estructuración de poder de la clase dominante que se apropia de la riqueza, producida y natural, y que se niega (como clase e individualmente), a un reparto más equitativo de lo que se apropia (roba) en su espiral de acumulación y consumo de lujos.

Como apreciábamos al principio, lo dicho anteriormente puede parecer lejano y de problemática aplicación para la mayoría, pero la inquietud se está instalando en rincones, todavía en lo subjetivo, casi sin identificar, pero cada día en más gente.

El sentimiento de desprotección crece en la medida que e l afamado estado de derecho (no digamos el del bienestar) tiende a desaparecer, incluso sobre el papel. Aunque nunca existió la separación de los poderes, parecía que sí. Hoy, la careta ni siquiera se usa y se muestra claramente que los poderes (ejecutivo, legislativo, judicial) se unifican en la representación politicoeconomica, en el poder ejecutivo, y que este poder ejecutivo, no solo detenta los supuestos y separados poderes legislativos y judiciales, sino que elige a quienes ocuparan los cargos.

Pero aún así, todavía no se identifica el malestar con el ¿porqué?; la desazón del ciudadano tiene razones más prosaicas. Las luchas internas por conseguir el poder (el que decide, el economopolitico), le quedan lejanas. Como mucho es un votante bienintencionado que lo único que quiere es paz y seguridad, que los cosas no cambien mucho, o nada, por lo que es votante de uno de los dos partidos mayoritarios, esperando protección a cambio.

Este votante (la mayoría de la población), sí se manifiesta (aquí si se dan manifestaciones virulentas (como en el fútbol) de pertenencia a derechas o izquierdas, en realidad partidario ideologico de uno de los dos únicos formatos políticos representativos en cuanto a parlamento), pero sigue sin querer ver que dichos partidos políticos forman parte de ese ejecutivo de clase que se impone, y arguye intentando encontrar diferencias que le den un poco de paz interior ante la similitud de las políticas económicas (y sociales) de los dos partidos mayoritarios: «esta izquierda radicalizada nos lleva a la ruina economica y moral», o, «las políticas económicas de los dos partidos mayoritario son similares, no obstante, la política de la derechona es más caníbal».

La realidad insiste, y ya no queda más remedio que reconocer que, la socialdemocracia europea y sus seguidistas eurocomunistas, nunca se sonrojaron al afirmar que, cambiar las relaciones de explotación, consumo, reproducción, medioambiente y culturales, es imposible, ya que solo son posibles los cambios desde y dentro del propio sistema (capitalista), por tanto, su lema es: lavemos la cara, algo, para que nada cambie. 

Obstinadamente, el quehacer diario va minando todos los muros levantados, día a día se legalizan y se imponen leyes desde los parlamentos nacionales y globales. Día a día la desregulación de la protección social y sus continuos recortes es un hecho, y día a día crece la inseguridad, el miedo, el malestar.

España va bien (dicen estas elites parlamentarias), pero el miedo a un futuro de desregularización y desprotección (sobre todo en la vertiente económica y sanitaria) va calando en las mentes de muchos, y el malestar se incrementa.

Tercamente la realidad (la de verdad, no esa otra realidad que se vende desde los formatos oficiales y todos aceptan) golpea aunque no se quiera reconocer, y el malestar se incrementa; Se degrada la sanidad pública y se incentiva la privada, a la vez que se imponen reformas de la Seguridad Social que dificultan y abaratan las protecciones de jubilación, viudedad, orfandad y paro; el salario pierde un 30 % de su poder adquisitivo (incluyendo la influencia del euro; 1 euro oficialmente = 166,386 pts; 1 euro realmente = 100 pts) , en solo 7 años suben todos los productos de primera necesidad y el precio del panel arroz, etc alcanza cotas de obscenidad economopolitica ya que,además, la justificación es la producción de ecocombustibles.

A la vez, cada español paga 422 euros (en 2008) a los presupuestos de armamento, justo en el momento en que crece el número de soldados profesionales ¿mercenarios? que se incorporan a las labores de ocupación en diversos países (sobre todo Afganistan), y aparecen expertos en asuntos de defensa que nos dicen que el sistema de ejército profesional en España es inviable, que no se consigue ocupar las plazas necesarias (ahora, con la crisis capitalista, la contrata de mercenarios es más fluida), y que se debe volver a pensar en el servicio militar obligatorio.

España va bien (repiten los vividores de la política), pero el malestar de la población se incrementa proporcionalmente a sus dificultades para llegar a final de mes mientras se dispara el paro, y continua la la especulación financiera,

Se presentan los presupuestos para el año 2009; prometen grandes inversiones en lo social, pero la historia nos muestra que los presupuestos siempre han sido continuistas, da igual que partido político gobierne, y esa continuidad nos enseña que las coberturas sociales disminuyen a medida que se privatiza.

Hay que hablar claro y dejarnos de subterfugios del tipo «esto no está bien, pero lo otro es peor». Si se sigue legitimando lo que hay, si seguimos escondiendo la cabeza como el avestruz, solo tendremos un politiqueo de mediocres burócratas que cada día harán más difícil y amarga la subsistencia, la propia vida.

El futuro depende de que se llame a las cosas por su nombre, de que se vea la realidad de esa realidad que nos venden, de la resistencia que se oponga a las políticas que imponen esas elites de la poltrona politicoeconomica, y de hacer saber a esos burócratas que sabemos que, aunque criminalicen toda crítica, no deja de ser otra agresión, otro engaño que en realidad esconde una guerra contra la libertad del sujeto responsable, el respeto y dignidad, y la desigualdad enriquecedora, o sea, la agresión contra las poblaciones en su conjunto y su consiguiente empeoramiento de calidad de vida.

Nos están intentando llevar a un proceso en el que la desregularización de los propios estados nacionales y la desprotección de la población por dicho estado, provoca de hecho la ruptura del contrato social. Hecho que puede llevar a tres tomas de posicionamientos y acción diferenciados: la primera seria una época de luchas y revueltas cada vez más duras y violentas, la segunda seria la acción individual, por la que, en una vuelta de tuerca hacia el individualismo, que tanto ha predicado la burguesía, el capitalismo, y en una secuencia de lucha por la supervivencia hobbiana, cada cual se defendería, agrediría y tomaría (en principio; de los que poseen y acumulan), lo que considerase necesario para su subsistencia y la de los suyos, y la tercera y más probable es la conjunción de las dos anteriores. El futuro esta servido.

No tiene porque ser indefectiblemente así. Llamemos a las cosas por su nombre, califiquemos de nuevo, y si es necesario, demos nuevos nombres (por ejemplo al calificador izquierda). La resistencia a las acciones del capitalismo transnacional (y nacional) y sus representantes economopoliticos serán factor determinante. El malestar conlleva resistencias, y el malestar se impone, como se esta imponiendo volver a llamar capitalismo al capitalismo

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.