¿Qué necesidad tenías Cifuentes de poner patas arriba toda la basura que fluye por las cloacas de las universidades españolas? ¿Qué necesidad de poner en evidencia a un rector que hace declaraciones antes de investigar lo sucedido? ¿Qué necesidad tiene una mujer, que lleva toda la vida viviendo de la política, de falsear su currículo, […]
¿Qué necesidad tenías Cifuentes de poner patas arriba toda la basura que fluye por las cloacas de las universidades españolas? ¿Qué necesidad de poner en evidencia a un rector que hace declaraciones antes de investigar lo sucedido? ¿Qué necesidad tiene una mujer, que lleva toda la vida viviendo de la política, de falsear su currículo, si lo único que se les pide a los militantes es obedecer a los jefes y difundir las consignas? Nada de reflexión, de materia gris, de visión crítica. Nada de pensar. Sólo entrenarse en la mentira y ejercerla.
¿Qué quieres demostrar? ¿Demostrar lo indemostrable? Difícil, aunque la falsedad y la manipulación no están castigadas en los códigos éticos de los partidos. En este sistema de dominio y de dominados la evidencia y la verdad de las fechorías de los delincuentes que detentan el poder, y las de sus lacayos, hay que demostrarlas, mientras tanto prevalece la mentira.
Hoy día que los máster se compran; que son un invento para hacer caja. Hoy día que los jóvenes que se van de camarero a otros países llevan la mochila repleta de másteres, que los másteres son una simple formalidad, no sólo has conseguido que una autoridad de la universidad haga el ridículo en TV y tirar por tierra las doctas opiniones de los catedráticos, sino que, además, has descubierto que para aprobar sólo hace falta tener amigos que tengan acceso a la Intranet de la institución. Lo que faltaba.
Te has dejado llevar por la «titulitis» que embarga a gran parte de este triste país nuestro. Unos porque tienen algún título, y creen que les acredita de por vida, otros porque no lo tienen y se acomplejan, otros porque les gusta coleccionar aunque los títulos nada tengan que ver con sus tareas. El caso es que todo el personal tiene algo que ver con su posesión o con su ausencia.
Nunca ha servido de mucho un título universitario. Me refiero a que los estudios de este nivel nunca han proporcionado la formación adecuada a una profesión. Que, en otros tiempos, sólo han servido como un requisito más para ser contratado y, sobre todo, para las oposiciones de acceso a la función pública. Y ahí están, y han estado, en sus puestos de trabajo por sus «méritos». Aunque ahora dudamos de si en todos los casos el título se ha obtenido después de unos lamentables y aburridos años de permanencia en las aulas, o se ha conseguido más rápido por otras oscuras vías. Pero ¿en estos tiempos? La juventud almacena títulos como cromos sin que les sirvan para nada. Hay una inflación y, a la vez, una devaluación.
Pero volvamos al caso que nos ocupa. La información de Eldiario.es es tan clara, tan documentada y tan verosímil que a cualquier mente mínimamente despejada le sobran datos para darse cuenta de que esto a lo que estamos asistiendo, es la descripción certera de la falsificación de un título con las posibles consecuencias penales que conlleva, por las acciones presuntamente delictivas llevadas a cabo.
Hoy día es tan fácil falsificar documentos o elaborar nuevos que hasta el más inexperto, con un ordenador y un escáner-impresora, es capaz de hacer «encaje de bolillos». Aunque aquí todo ha sido tan burdo que la credibilidad cae por su propio peso. El peso de la mentira, de la prepotencia y de la soberbia.
Como digo, en ese intento de demostrar la verdad y lo verosímil, son tantos los datos que el citado periódico aporta que podría parecer que cabe alguna duda. Tal vez lo único que habría que aportar es que los verdaderos asistentes a ese máster, dijeran que esa señora no apareció nunca por allí. Con eso es más que suficiente para demostrar que la acreditación es falsa.
A pesar de esa evidencia, quiero añadir algunos datos de carácter técnico a los que Eldiario.es no se ha referido. Se muestra un email en el que un profesor comunica a una administrativa que la calificación es un notable. Si ya se observa una manera chapucera de ordenar que se cambie la nota, comprobamos, además, que esa funcionaria interpreta que un notable es un siete coma cinco, cuando el margen de esa calificación oscila entre siete y nueve. ¿Qué magia se puso en marcha para asociar notable con siete y medio? Además, ese profesor no se refiere a una materia concreta, sino al título general de un máster que, por cierto, no es el de Cifuentes. ¿Es tan potente la telepatía entre ambos como para saber que, aunque le remite un enunciado equivocado se refiere a una materia concreta de un máster distinto? Y, además, la presunta falsificadora entiende que son dos notas y no una las que tiene que modificar. Magia, esoterismo y telepatía a raudales.
A un observador minucioso u observadora también minuciosa, le salta a la vista que las notas modificadas a última hora son las únicas que tienen parte fraccionaria (7,5). El resto son cantidades enteras (5 – 9, etc.).
Desde el análisis psicológico o patológico, sin que uno sea un experto, es fácil descubrir la debilidad de la Cifuentes, cuando refugiada en la intimidad, en un video de muy baja calidad, dice aquello de: «A quienes queréis que me vaya: no me voy, me quedo, voy a seguir siendo vuestra presidenta». Hasta ese momento, nadie, oficialmente, le había pedido que se fuera, aunque es ella misma la que debería irse si es que aún le queda algo de dignidad. Aquí se hace bueno aquello de que: «Excusatio non petita accusatio manifesta«.
Salvo cuatro tertulianos descerebrados, ninguno de sus jefes políticos, es decir M. Rajoy, ha salido en su defensa, lo que no deja de ser sorprendente. Como en otros casos, la resistencia a la dimisión es palpable. Sin embargo, la carrera política de la actual Presidenta de la C. A. de Madrid ha tocado fondo, la tal Cifuentes es lo que de forma eufemística se conoce como «cadáver político». A un año de las Autonómicas el PP tiene verdaderos problemas para encontrar sustituta o sustituto. La pérdida de Madrid en 2019 puede tener consecuencias graves a nivel estatal. Esto, añadido a los demás problemas que acarrean, puede dar al traste con la hegemonía política de estos últimos seis años. Por todo ello es posible pensar que el PP esté «amortizado», y la oligarquía dibuje un nuevo panorama político centrado en Ciudadanos, con el apoyo incondicional del PSOE.
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