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Dictadura - Democracia

El milagro de la Transición

Fuentes: Rebelión

Está asumido, más aún, se tiene como verdad de fe, que la transición terminó. Es una firme creencia de la mayoría de los ciudadanos del Estado Español (y no digamos del resto de países) que la dictadura del militar de nefasta memoria, fue vencida, muerta y enterrada por ese milagro político ocurrido en España llamado […]

Está asumido, más aún, se tiene como verdad de fe, que la transición terminó. Es una firme creencia de la mayoría de los ciudadanos del Estado Español (y no digamos del resto de países) que la dictadura del militar de nefasta memoria, fue vencida, muerta y enterrada por ese milagro político ocurrido en España llamado «Transición».

Pero muchos españoles no lo vemos así. Creemos que, efectivamente, hubo en este país un milagro llamado «Transición», pero pensamos que el milagro no consistió, como se cree, en el paso de la dictadura a la democracia. El milagro consistió en hacernos creer que esa transición dictadura-democracia se había dado, cuando en realidad aún estamos sometidos a prácticas dictatoriales por parte de los gobernantes de turno. La verdad es que en este país aun queda mucho camino por recorrer para lograr una democracia digna de ese nombre.

Ya se que a estas alturas, cuando a todo el mundo se le llena la boca hablando de «democracia», esto suena raro, por eso voy a poner un ejemplo ilustrativo de lo «democráticas» que son nuestras instituciones (en este caso el Ayuntamiento de Castellón, gobernado por el PP en mayoría absoluta).

El pasado día 17 estuve, junto con algunos compañeros de EU, pintando un mural reivindicativo de la III República en una pared del Grao. El muro que elegimos no forma parte de ninguna vivienda ni del mobiliario urbano y estaba lleno de pintadas y carteles publicitarios. Lo limpiamos, lo acondicionamos y pintamos nuestro mural: una bandera republicana con el lema «3ª REPÚBLICA».

La bandera que pintamos, perfectamente legal aunque algunos no lo sepan, era la enseña de los españoles cuando en un día como aquel (17-18 de Julio), un militar traidor, asesino y criminal de lesa humanidad, dio un golpe de Estado y conculcó todos los derechos de los ciudadanos. Ese militar de nefasta memoria, masacró en una guerra y después torturó, reprimió, asesinó y sometió al pueblo español a una terrible dictadura, que por lo visto aún algunos añoran. Esa bandera que pintamos, ejerciendo nuestra libertad de expresión, es un grito de libertad, un acto de desagravio a los muertos de ayer, un canto de esperanza para los hombres y mujeres de mañana, un «nunca más a las guerras», un «para siempre a la paz»…

Ya terminábamos nuestro mural, cuando una patrulla de la Policía Local, enviada por el Concejal de Seguridad Ciudadana, acudió al lugar. Nos pidieron la documentación, tomaron nuestros datos y nos dijeron que iban a denunciarnos porque estábamos haciendo algo ilegal y prohibido por la normativa municipal. A continuación, el tal concejal, envió una nota de prensa a los medios de comunicación, en la que además de darnos lecciones de civismo, calificaba nuestro acto reivindicativo de «acción vandálica», nos acusaba de «estropear los bienes privados de los ciudadanos» y anunciaba que iniciará un expediente sancionador a los autores de tan «vandálico acto» (y al parecer tan peligrosos para la seguridad de las ciudadanas y ciudadanos de Castellón). Justo hoy me llega la notificación. Motivo oficial de la sanción: «Realizar pintada en un muro originando desórdenes leves en la vía pública». Importe de la sanción: 150€.

Así. Y el citado concejal se queda tan celestial. Esta noche dormirá tranquilo: su misión de garantizar la seguridad de las ciudadanas y ciudadanos de Castellón la ha cumplido a la perfección ¡Felicidades!

La gesta del edil es digna de figurar en los anales de la añorada «La Codorniz»… si no fuera porque en el substrato de la acción yacen motivaciones muy serias y nada hilarantes, que evidencian hasta que punto nuestra modélica democracia no lo es tanto.

Supuestamente estamos en un Estado de Derecho, donde la libertad de expresión se da por sentada. De hecho, las acusaciones mas furibundas que se hacen en los medios de comunicación de este país van dirigidas a los «dictadores» que, según dicen, han vetado la libertad en sus países. Me refiero, cómo no, a Hugo Chávez, a Fidel Castro y a todos esos «terribles opresores», cuyo mayor pecado es, según ellos, coartar la libertad de su pueblo. Pero aquí no. Aquí los ciudadanos somos libres y libremente podemos expresar lo que pensamos, sin el riesgo de que ningún dictador nos lo prohíba.

Sin embargo, en este caso las cosas ocurrieron de otra forma y sí que se vetó nuestro derecho a la libre expresión ¿Qué pasa, pues?… algo no cuadra. En un país democrático como este ¿cómo es posible que se denuncie a unos/as ciudadanos/as por ejercer su derecho a la libertad de expresión? Algo falla en esta democracia…

Las leyes, en un Estado democrático, no pueden atentar contra el derecho a la libertad de expresión de los ciudadanos… y también los reglamentos municipales han de ceñirse escrupulosamente a este criterio.

Hablamos de «Democracia», pero esa palabra ¿qué significa? Para la mayoría la democracia consiste simplemente en el derecho al voto, pero esto, siendo un aspecto muy importante de la democracia, no es suficiente, ya que la deja en una raquítica caricatura de lo que esta debe ser.

La democracia incluye otros aspectos sine qua non. Por ejemplo la libertad de expresión.

Veamos que hay sobre la libertad de expresión:

La «DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS» en su artículo 19 dice: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.»

La «CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS» en su artículo 13 señala: «Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideraciones de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección y gusto»

Por su parte, la «CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA» en el Artículo 20 dice:

Se reconocen y protegen los derechos:

a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.

c) A la libertad de cátedra.

d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.

El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.

La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España.

Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.

Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial.

Según estos textos, queda claro que la libertad de expresión es parte constitutiva de la democracia y que cualquier acto que atente contra ella, atenta contra la propia democracia.

En nuestra legislación, los límites de la libertad de expresión los marca la propia Constitución y los pone en las leyes y en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.

Es evidente que las personas que el día 17 estábamos pintando el mural, no atentábamos contra nada de eso, ni contra los bienes privados de nadie, ni cometíamos actos vandálicos, ni estropeábamos el mobiliario urbano. La intervención del concejal de Seguridad Ciudadana, enviando a una patrulla de policías locales, excede con mucho el cumplimiento de sus funciones y atenta contra nuestro derecho a la libertad de expresión, por lo que es él quien incurre en ilegalidad. No ha sido desautorizado por la Alcaldía, porque es el propio Ayuntamiento quien dicta la normativa que prohíbe la libre expresión de ideas. Normativa que parece no existir ante otro tipo de expresiones gráficas en lugares públicos y privados, que siendo, estas sí, ilegales, no son perseguidas por las autoridades municipales. Esvásticas, yugos y flechas, letreros racistas, xenófobos… los pintan por decenas sin que el concejal de Seguridad Ciudadana se tome la molestia de actuar con la rapidez con la que actuó ante una (una sola) bandera republicana ¿no es llamativo?

Se les llena la boca hablando de democracia, de libertad, de respeto a los derechos humanos, pero siguen imponiendo normas dictatoriales que atentan contra los derechos que dicen que defienden.

Sirva el ejemplo que he puesto para ilustrar mi afirmación de que en este país, la dictadura todavía no está liquidada.

La verdad es que aún estamos sometidos a prácticas dictatoriales por parte de los gobernantes de turno.

La verdad es que muchos gobernantes siguen siendo dictadores disfrazados de demócratas.

La verdad es que en este país aun queda mucho camino por recorrer para lograr la verdadera democracia.

 

«La responsabilidad de cada ser humano está allá donde otro ser humano es despojado de su dignidad»

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