Ella es parte de la purulenta heredad de una cultura parasitaria, cuyos antecedentes se hunden en la noche de los tiempos, cuando en el horizonte aparecieron los primero tercios españoles que nos venían a civilizar Biblia y espada mediante.
La cultura neoliberal tiene en su constitución genética, es decir, ideológica, la cosa de la corrupción.
Los poderosos basan su poder en la explotación, la represión, el robo, la usurpación, el colonialismo y depredación de lo que sea con tal de ganar dinero, pasando por encima de leyes que ellos mismos hacen, y por religiones con las que se mienten cada domingo en la mañana.
Que haya gente corrupta que no se asuma como de derecha, habla bien de la pedagogía vicaria de los sectores que ha logrado permear a aquellos que, alguna vez, dijeron abrazar la causa de los desposeídos, pero que luego vieron que el negocio estaba en otro lado.
Por eso lo de la señora Cubillos y su sueldo de escándalo no es más que un leve rasgo de un sistema esencialmente corrupto. Una purulencia que casualmente sale a la luz mientras que lo grueso de esas transacciones siguen en la oscuridad.
En poco tiempo este escándalo va a entrar en el fango del entramado judicial para perder su inercia original y, pasado un tiempo, caerá en el olvido más higiénico.
Cómo ha sido siempre.
Si nuestro país está acostumbrado a estas maniobras delictivas, del mismo modo acomodó el sentido de lo amnésico, desarrollando un punto ciego en el cual esconde estos cogoteos monumentales.
Vea lo que pasa con los casos, digamos solo dos para no abrumar a nadie, Milico Gate y Paco Gate, que están en proceso de caer en los médanos de la peste del olvido.
El sistema, que no tiene vocación de suicida, buscará el derrotero para defenderse y asegurar su pervivencia y reproducción.
Así, el caso del sueldo de piratas de la señora Marcela Cubillos va a dar su rédito comunicacional hasta que el sistema encuentre el modo de anular su ímpetu inicial. Y eso será cuando del otro lado, es decir, del lado de la izquierda neoliberalizada, se encuentre algo parecido de modo que el canje sea justo.
Es que el neoliberalismo es así: equilibrado.
El capitalismo se basa en la explotación del ser humano y de los recursos de la naturaleza sin ningún tipo de consideración moral ni racionalidad científica, y solo busca la acumulación de riquezas, no se sabe muy bien para qué, al costo que sea.
El neoliberalismo chileno, en su fase y expresión más extrema, no se mide en medios para las ganancias enfermizas, no observa leyes, ni los detiene disposiciones religiosas que amenazan con infiernos y/o castigos celestiales.
Los explotadores que roban la fuerza del trabajo de la gente humilde, han diversificado imaginativamente sus recursos en un medio permisivo que ha mantenido incólume el legado del tirano impuesto a sangre y fuego.
El resultado ha sido ostentar el para nada glorioso ni cristiano récord de ser quizás uno de los países más desiguales del sistema solar, en el que el uno por ciento de sus habitantes se queda con el cincuenta por ciento de todas las riquezas. Mas que cualquier país de África, rico continente empobrecido por los imperios durante siglos.
Así como, por decir algo, la educación, la salud, la justicia y los portonazos, corresponden intrínsecamente a esta cultura, del mismo modo la delincuencia de alto nivel que sufrimos es la que corresponde a esta etapa del desarrollo.
Marcela Cubillos es del corazón del sistema. Es una dura: cuando pueda te va a fusilar de ser necesario.
No debería extrañarnos si se considera que es hija de uno de los primeros conjurados que, traicionando sus juramentos y lealtades, organizó la asonada golpista del año 1973.
La fruta no cae lejos del árbol, ya se sabe.
El caso es que lo de la académica nos viene a refrescar la memoria respecto de la perfección planetaria de esta cultura: el tipo de corrupción de la elites es la que corresponde necesariamente a este orden.
Ella es parte de la purulenta heredad de una cultura parasitaria, cuyos antecedentes se hunden en la noche de los tiempos, cuando en el horizonte aparecieron los primero tercios españoles que nos venían a civilizar Biblia y espada mediante.
San Sebastián fue un soldado romano que se viró al cristianismo y por esa razón lo mataron el año 288. Es el patrono de los arqueros e ícono de la comunidad LGBT+.
De sueldos de fábula, la historia del santo no dice nada.