De cómo «los indignados» se enfrentan con el Poder que ha decretado que hay «tres generaciones irremisiblemente perdidas» y otras cuantas «irremisiblemente olvidadas»
Los «jóvenes indignados» promueven, animan y realimentan un gigantesco y vertiginoso movimiento de masas que en pocas semanas ha denunciado y despiezado la hipocresía y la corrupción del Régimen de la Transición. Por el camino de la protesta -convertida rápidamente en una sucesión de brotes contagiosos de rebelión-, los «jóvenes» han deslegitimado y bloqueado parcialmente el funcionamiento del sistema político.
1.- ¡Son los jóvenes! ¡No hacerles mucho caso!
Los «jóvenes trabajadores» -con edades que oscilan entre los 18 y los 40 años-; y muchos viejos militantes «reactivados» por el inmenso grito de protesta, se han convertido en la punta de lanza de un movimiento de masas que se alimenta de la indignación (en tránsito rápido hacia la cólera) de 5 millones de hombres y mujeres en paro. Se refuerza con la simpatía de muchos millones de trabajadores y trabajadoras más, con contratos precarios, que trabajan por horas o a destajo, por días o cuando le hacen falta al patrono, son explotados sin misericordia, se han quedado sin derecho laboral alguno, son vapuleados en la economía sumergida o malviven en la permanente búsqueda imposible de un primer empleo(ii). Un verdadero ejército de seres humanos convertidos en desecho. Un magnífico fondo rotatorio de trabajadores en paro, baratitos para los patrones, que tiran hacia abajo los salarios y aguantan, por pura necesidad, condiciones de trabajo de semiesclavitud. «Ejército industrial de reserva«, le llamaba Marx.
El panorama laboral de los trabajadores de los sectores privado o público, y de sus familias, es aterrador; y su futuro absolutamente incierto.
Dos generaciones al menos se quedarán sin trabajo estable ni jubilación alguna; la tercera, la que ahora sale de las usinas en que se han convertido los centros de enseñanzas medias y superiores como «ignorantes de fábrica» y «desmotivados de factoría», va a vivir (según afirma el consenso político entre los partidos institucionales) de sus padres ricos como la famosa niña de Rajoy; o del «sistema asistencial puntual, temporal y sectorial» que montó y desmontó, ladrillito a ladrillito, Zapatero. En realidad el optimismo panglossiano de Zapatero y la sensibilidad clasista de Rajoy que mostraron durante las elecciones de 2008, ha terminado en desastreiii. En aquellas memorables elecciones todos los candidatos fueron desleales, hasta la traición, con los «ciudadanos»iv.
La opción entre la dolce vita de hijo de papá y la «dulce precariedad subvencionada«, también de hijo de papá, que antagonizaron teatralmente ante Falsimedia las dos alas del PPSOE con el visto bueno de la Patronal durante la campaña electoral de 2008, se mantuvo hasta que ZapaRajoy derribó de dos o tres mazazos todo el sistema de derechos y garantías laborales, rompió el sistema público de pensiones y sembró «campos de minas privatizadoras» en la sanidad y la educación públicas. Zapa hizo desde su «socialismo liberal»; Rajoy jaleó el derribo, babeando entre dientes «medidas más duras».
Fue puro teatro electoral y político para ocultar la crisis económica el mayor tiempo posible, y para elegir al agente que desarrollase desde el Gobierno, más fácilmente y con la mejor de las sonrisas, la misma política brutal de recortes económicos y destrucción del estado de bienestar.
Las elecciones fueron una prueba de deslealtad con el pueblo. Toda la clase política rompió lo que le quedaba de legitimidad al Régimen de la Transición, que era bien poco. Los «jóvenes» no lo olvidarían: los trataron como a ignorantes y los marginaron con desprecio. Meses después comenzarían, primero en pequeños grupos y después masivamente, a extraer las conclusiones mientras les golpeaba la crisis: «Le llaman democracia y no lo es«, ¡Qué no nos representan, que no!, serían sus primeros gritos de guerra.
2.- Los «jóvenes»… «en libertad, con muchas cargas»
Tal desastre ocurre por la voluntad soberana de un Ser Supremo, impersonal, irresponsable, omnipotente, omnisciente; y omnipresente en todas las instituciones y centros de decisión económicos y políticos: el dios Mercado. El tal Mercado -cual dios bíblico furibundo-, ha anunciado «10 años más, como poco«, de esta plaga neoliberal sin «brotes verdes» que nos azota (la crisis); y el eterno y definitivo retorno de «su Libertad» al mundo.
Es el capitalismo, «campando por sus respetos«, «autorregulado y equilibrado», «feliz, eficaz y eterno», como final de «una historia que ya no existe«. Ecuación: Friedman+Fukuyama.
«El Mercado o «los mercados» -según le llaman los monoteístas de Rajoy o los politeístas de Zapatero, siguiendo en esto, punto por punto como en todo lo demás, el discurso dominante generado por las oligarquías de «occidente«-; determinan cuál providencia divina irrevocable la liquidación del estado de bienestar. Eso implica la demolición completa de los derechos de los trabajadores y la privatización de empresas, actividades y servicios públicos. El Estado Mayor neoliberal –global, de la Unión Europea o estatal-, afirma la necesidad de acelerar la concentración de la riqueza para salir de la crisis. La crisis económica catastróficav -que se gestó con un crecimiento brutal de la desigualdad, una economía especulativa de crédito fácil y ganancias astronómicas que conducía al abismo, y una corrupción generalizada que actuaba como lubricante y acelerador del sistema y llegó a ser el principal «estímulo» de la economía-; no necesita «revertir el rumbo» sino «profundizar en él hasta las últimas consecuencias«. Una auténtica «terapia de shock«vi sin paliativos sociales.
Los grandes capitalistas y sus gerentes -que pretenden llamarse «neoliberales» para eliminar molestas alusiones a su «poder de clase«-, tienen el mismo programa en todas partes y para todas sus representaciones políticas: «No más intervención pública; cero gestión democrática de la economía o de la política; nula y «por nunca jamás» participación de los trabajadores, cero gastos sociales. «Tolerancia cero» con el estado de bienestar, «tolerancia cero» con la intervención redistributiva del Estado. ¡Viva el capitalismo!, gritaría entusiasmado -disparando el brazo hacia delante- el Doctor Strangelovevii.
El expolio de lo público -dice el todopoderoso Mercado– debe culminarse a toda prisa. La voracidad de las grandes multinacionales apunta -entre otros bocados exquisitos ya medio digeridos como la privatización del suelo público, las vías y medios de comunicación, las redes energéticas, alimentarias; todo aquello que puede ser «mercadeado» incluso el agua, el sol, el aire limpio o la lluvia-; a los jugosísimos, crecientes e ilimitados negocios de la salud y la educación. La propiedad tiene que ser privada para encajar en la «economía de libre mercado«, es decir (empleando un término menos evasivo que por eso mismo está severamente proscrito por los políticos, economistas y analistas del sistema), en el «capitalismo«.viii
Como todas las religiones y dogmas sociales, el Mercado tiene sus mandatos y su sistema de justificación, es decir, sus mandamientos, su doctrina y su sistema de premios y castigos. En síntesis:
Primer Mandamiento:
«Los trabajadores deben «apretarse el cinturón»…
hasta que nos produzcan «compasión«.
Podría tratarse de un pareado del folklore popular de denuncia de las últimas semanas. Vale para un roto y para un descosido: musiquilla de pregonero y rima libre para un «Sueño a dúo de Rajoy y Zapatero«. Muy útil para murales, pintadas y entradillas de pregones.
(Desconocemos a cuál de los dos -el Presidente en retirada o el Presidente «in pectore»-, se le atribuye la rima original y si la cantan juntos cuando se reúnen amistosamente e intercambian buenos deseos en la Moncloa. Nuestras fuentes exteriores, griegas o portuguesas, apuntan a otros autores de probada estirpe neoliberal: Yorgos Papandreu o Durao Barroso, parecen los más probables).
Las clases trabajadoras y los sectores populares tienen que «apretarse el cinturón«. Aceptar el paro como un «mal transitorio que durará al menos 10 años más», asumir la necesidad de perder todos los derechos laborales en una mutilación que todavía no ha concluido, ver cercenada la jubilación, perder todas las prestaciones de desempleo, aceptar la quiebra forzada y progresiva de la seguridad social y la del fondo de pensiones. No sólo el estado de bienestar sino también el estado simplemente «benefactor» deben desaparecer. Se impone por todas partes el «capitalismo más o menos compasivo» (más bien menos), que enunció de forma completa y con cinismo criminal la extrema derecha republicana de EEUU.
Pero no seamos sectarios. Antes lo habían hecho, Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Tony Blair y su Tercera Vía, Zapatero y su «socialismo liberal«, el genocida George W. Bush y su corte internacional de «neofascistas contemporáneos«. (Todos se movían en la doble estela marcada por los popes del neoliberalismo y del «sueño eterno de un mundo sin historia«: Otra vez la ecuación: Milton Friedman y Francis Fukuyama).
Segundo Mandamiento:
Los trabajadores serán reducidos a su «condición natural» de semiesclavitud. Parados o con contratos basura, cualificados o no, constituyen el «ejército industrial de reserva» -del que hablaba Marx-, del siglo XXI. Generan enormes «plusvalías» en las economías global, gran regionales, de la Unión Europea o estatales. ¡Y vaya plusvalía!
La «competitividad» de las empresas en un sistema de libre comercio (otro eufemismo del capitalismo muy del gusto de los teóricos del neoliberalismo en EEUU) es el objetivo único de la política económica. Los trabajadores pueden ser despedidos a voluntad de los empresarios, quienes (para poder afrontar la «dura competencia«) verán generosamente reducida o anulada la cuota empresarial a la seguridad social, no pagarán impuestos, y recibirán gigantescos fondos de rescate y toda clase de subvenciones públicas. Los servicios públicos no pueden tener un tratamiento fiscal separado (financiarse del presupuesto público, recibir subvenciones o fijar precios sociales). Tienen que ser competitivos: bajar salarios, disminuir las prestaciones, expulsar a los trabajadores, introducir un «copago progresivo» y finalmente ser privatizados.
Estos dos mandamientos han contado y cuentan con la reverencia de toda la clase política, la bendición de la patronal, la genuflexión del sindicalismo integrado, y el parabién colectivo de Falsimedia. Todos ellos han coreado el sacrificio de los trabajadores en el altar de El Mercado. (Audio con acompañamiento musical coreográfico).
3.- «Un fantasma recorre Europa« y… «una cólera contagiosa recorre el mundo«
-Los jóvenes trabajadores, hartos de un sistema que los excluye, los empobrece, les niega un futuro digno y los margina; le han dicho ¡no! a todos los que lo representan. Ahora, atando cabos entre la realidad y sus protestas, observando el desprecio de las instituciones y los poderes públicos, comprobando una y otra vez que la batalla por sus derechos va a ser muy dura y se va a dar desde la misma marginación en la que viven, empiezan a sacar las conclusiones para una nueva etapa de lucha. La lógica del poder es implacable -les dicen sus compañeros griegos y portugueses, corroborando su propia experiencia y llevándola un poco más adelante-, y las leyes, las decisiones políticas, y los discursos y mensajes mediáticos, modulan la represión, las promesas vacías y la seducción para romper, ahogar, dividir y sofocar la protesta.
Por eso, los «jóvenes» de las «generaciones perdidas» se han hecho presentes y actuantes. Se resisten a que los maten económica, política y socialmente. ¡Estamos vivos y somos» le gritan a Zapatero, Rajoy y los demás comparsas de la debacle, el cinismo y el silencio.
Los jóvenes que han hecho las jornadas del 15M y del 19J empiezan a exigir una ruptura desde abajo y el lanzamiento de un proceso constituyente –al margen y contra «los poderes constituidos y su sistema legal»; a los que niegan «legitimidad alguna«-; para salir de la crisis y definir un nuevo sistema de democracia participativa y popular que le entregue al pueblo el poder económico y político. Nada menos. Parece que lo de la «ruptura democrática«, actualizada para los últimos desmanes, va a ir ahora muy en serio. Llevará a los basureros no reciclables no sólo al PP como partido franquista y neofranquista, sino también a los partidos cómplices del inflado formal y el desinflado real del «globo democrático«, de la corrupción económica y política, de la terrible crisis económica y del ataque frontal a los trabajadores y sectores populares. Los partidos y todo el cuadro institucional, de rey a paje.
Para entender la crisis sistémica que estamos viviendo es imprescindible analizarla en el escenario internacional. Los «indignados» han reunido sus experiencias y empiezan a hacerlo con gran naturalidad. A ellos les han robado y negado todas las memorias; ellos se han propuesto recuperarlas e integrarlas en una única Memoria colectiva.
CONTEXTO INTERNACIONAL:
Se desata la «crisis catastrófica«
En el último año, la crisis económica que «se hizo visible» en la segunda quincena de agosto de 2007ix -aunque fue ocultada y negada cientos de veces por los líderes políticos, económicos y mediáticos -; se ha transformado en una crisis catastrófica, evidente ya, e indiscutible, que agrieta severamente al capitalismo y hace tambalear el sistema de poder oligárquico que gobierna el mundox.
La gran depresión económica mundial (Gran Depresión Globalizadaxi) es, en realidad, la culminación de una crisis sistémica con varios componentes fundamentales, que se refuerzan unos a otros, y están entrelazados y conexionados.
Son, muy resumidamentexii, los siguientes: crisis estratégica y militar; crisis económica; crisis política; crisis ecológica y nuclear; crisis ideológica.
a.-Crisis estratégica y militar: La globalización de un «Imperio sin caducidad»
1.- Del III Reich al Imperio washingtoniano
El III Reich se dio a sí mismo una duración de Mil años. Sus voceros emplearon a fondo las entonces nuevas «técnicas científicas de propaganda» que Goebels concebía como «ingeniería de la opinión pública«, para lanzar una enorme campaña de propaganda.
El Reich de los Mil Años inició una guerra por etapas, invasión tras invasión, empleando a fondo la maquinaria de información y propaganda de la época para justificar violación de fronteras, destrucción de naciones, ocupaciones y anexiones de países, colonizaciones por la fuerza y expulsión de campesinos, creación de estados satélites con gobiernos títeres, encarcelamientos masivos, matanzas en masa; traslado forzoso y masivo de poblaciones de las zonas colonizadas por la fuerza, en pleno invierno o en condiciones que aseguraban su aniquilación; apertura de campos de exterminio. Las «leyes especiales» del III Reich le dieron cobertura legal a las primeras matanzas tanto en el interior como en el exterior de la propia Alemania. El incendio del Reichtag dio luz verde a la represión feroz de los comunistas.
El proyecto imperial de los Estados Unidos ha sido definido por Washington como «eterno». Su instrumento de «eternidad» es el «poder militar».
Ambas cosas son expresadas con claridad meridiana en el documento La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, codificada y hecha pública solemnemente por George Bush -quien sintetizó la doctrina estratégica militar que ya había sido aplicada por Bill Clinton y elaborada por el Pentágono y los «grandes cerebros» del Consejo de Seguridad Nacional desde el final de la Guerra Fría.
El nuevo presidente, Obama -que ha mantenido en sus cargos a miembros del equipo Bush en Seguridad Nacional, Secretaría de Defensa, Pentágono y CIA; o lo ha mixturado con el equipo Clinton en la Secretaría de Estado-; no ha hecho más que cambiar las formas de intervención y la implicación directa de sus aliados. Los Estados Unidos -dice esa Summa estratégica– «no permitirán que ningún país ni grupo de países sean capaces de competir en poderío militar con los propios EE.UU».
Ambos regímenes -la Alemania nazi y el Imperio de los EE UU, hicieron lo posible para establecer las condiciones de » permanencia más allá de los tiempos » que habían proclamado urbi et orbi . . Para ello fijaron y ejecutaron una estrategia de dominación que les llevó a una guerra permanente dentro y más allá de sus fronteras y, finalmente a una » guerra total » con características genocidas.
Podemos hacer la prueba de la identidad sustancial entre ambos proyectos de dominación si trasladamos textualmente el párrafo con el que hemos resumido la práctica represiva y militar del Reich de los Mil Años, y lo comparamos con la realizada por los EE.UU en las últimas décadas. Leemos, pues, otra vez el párrafo: sólo añadimos -entre paréntesis-; los hechos concretos, documentados y demostrados, que han tenido lugar en el desenvolvimiento del Imperio en los últimos treinta o cuarenta años. Los lectores con algún conocimiento de la historia podrán prolongar hacia mucho más atrás la comparación. Veamos:
El Imperio de los EEUU:
«Inició una guerra por etapas, invasión tras invasión (Granada, Panamá, Yugoslavia, dos veces Irak, Afganistán, Líbano, Sudán, Somalia, Yemen, Bahrein), empleando a fondo la maquinaria de información y propaganda de la época (la nuestra, mucho más sofisticada) para justificar violación de fronteras (Palestina, Irak, Afganistán), destrucción de naciones (Yugoslavia, Palestina, Irak, Afganistán), ocupaciones y anexiones de países (Irak, Yugoslavia, Afganistán), colonizaciones por la fuerza y expulsión de campesinos (Yugoslavia, Irak, Palestina), creación de estados satélites con gobiernos títeres (Balcanes, Irak, Afganistán, Líbano, Arabia Saudita, Emiratos árabes, Jordania), encarcelamientos masivos (Iraq, Afganistán, Guantánamo), matanzas en masa (Abu Ghraib, Bagdad, Faluya, todas las ciudades iraquíes, Líbano, Libia), traslado forzoso y masivo de poblaciones de las zonas colonizadas por la fuerza (Palestina, Jordania, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Colombia, Yugoslavia, Iraq, Líbano, México), en pleno invierno o en condiciones que aseguraban su aniquilación; apertura de campos de exterminio (Abu Ghraib, Irak; Bagran, Afganistán; isla de Diego García, el Índico; aviones comérciales y aeropuertos internacionales en Europa, Medio Oriente, países árabes). Las «leyes especiales» del III Reich le dieron cobertura legal a las primeras matanzas tanto en el interior como en el exterior de la propia Alemania. (La Ley Patriot Act y leyes anteriores como la Ley Torricelli, la Ley Helms Burton y otras similares, así como toda una colección de documentos y normas ejecutivas del Pentágono, de la Secretaría de Estado y de la CIA, además de «documentos, mensajes clasificados y órdenes de operaciones para intervenciones militares» -hoy desclasificados, total o parcialmente, o publicadas por Wikyleads – instituyeron diversos Países del Mal, Ejes del Mal, «estados delincuentes«, «estados fallidos«, «dictaduras populistas«, «estados terroristas o cómplices de terroristas» «estados que desarrollan y producen armas de destrucción masiva»: así como todo un listado de organizaciones de ese tipo. El incendio del Reichtag dio luz verde a la represión feroz de los comunistas. Mucho antes del atentado de las Torres Gemelas, los EE.UU. habían decretado el exterminio de comunistas y de otras organizaciones de izquierda en Irán, Indonesia, Vietnam, Chile, Argentina, Uruguay, Bolivia, Brasil; la Patriot Act intensificó la persecución de «supuestos terroristas«, implantó un régimen de terror en comunidades de origen árabe o de religión musulmana, y facilitó la persecución de la «inmigración ilegal» y la expulsión de «indocumentados«. Las leyes aprobadas en los últimos meses en Arizona y otros estados: Georgia, Alabama y Carolina del Sur amenazan con la expulsión a varios millones de inmigrantes en su gran mayoría latinos. Paralelamente a este acoso legal y policial, las organizaciones de derechos humanos han denunciado el incremento de los «crímenes de odio» (hate crimes), y de las organizaciones racistas (cerca del millar) en los Estados Unidos. El propio New York Times señalaba en un editorial del último 4 de julio: «Estas leyes varían en sus detalles pero comparten una estrategia común: hacer imposible que las personas sin papeles puedan vivir sin miedo«, «Aumentan en gran medida el peligro de búsquedas sin razón, arrestos falsos, perfil racial y otros abusos, no sólo contra inmigrantes, sino contra cualquiera que pueda coincidir con la idea que tiene un policía de un inmigrante indocumentado«.
2.- La «guerra mundial permanente contra el terrorismo»
La situación actual es, a grandes rasgos, la siguiente:
–Colonialismo renovado y brutalidad represiva en el Gran Oriente Medio.
La estrategia global de los EEUU ha cambiado -hasta cierto punto- sus métodos y sus agentes intervencionistas. El Consejo de Seguridad Nacional y el Pentágono han sintetizado las experiencias de las guerras del Imperio, antes y después de la Guerra Fría, han revisado a la luz de esa experiencia la doctrina militar; y todo ese dibujo estratégico y táctico lo han colocado en papel trasparente sobre el gran mapa del mundo y su cuadro de grandes objetivos generales.
Entonces, el presidente Obama con su equipo mixto (Defensa y CIA: republicanos; Secretaría de Estado: demócratas clintonianos prosionistas), retocó las formas, las alianzas y los «deberes innegociables» de los aliados con EE UU, y promulgó -desde «tierra de infieles-«, el Discurso del Cairo.
En aquél momento Washington estaba empeñado en una maniobra estratégica prácticamente imposible: estabilizar el frente militar iraquí y trasladar buena parte de las tropas de combate a Afganistán.
En Iraq se aplicó una política sistemática de sectarización y división del país; genocidio instrumental de enormes proporciones: indiscriminado o selectivo; guerra sucia, mercenarización y privatización de la guerra con la utilización de «contratados civiles» (reclutados directamente por la CIA, o bajo «contrato de servicios» del Pentágono con las compañías de seguridad); liquidación de las estructuras sociales y familiares para «institucionalizar el caos»; desplazamientos forzosos de millones de personas, construcción de gigantescos guetos. Se trataba de mantener la ocupación sobre un país en el que se consumó una estrategia de «destrucción creativa«, descargando las operaciones militares y policiales represivas en un ejército cipayo manejado por el Gobierno títere de Nuri al Maliki, y acuartelando en múltiples bases un formidable remanente del ejército de los Estados Unidos. Previamemte los EE UU habían hecho aprobar la Ley del Petróleo diseñada para coordinar el expolio petrolero del país por las transnacionales.
En Afganistán, los EEUU incrementaron enormemente sus fuerzas militares, y consiguieron que sus aliados aumentasen las suyas y que las comprometiesen en misiones de combate, manipulando para ello un antiguo mandato de la ONU (los EEUU se han hecho verdaderamente expertos en promover «resoluciones moderadas de consenso» del Consejo de Seguridad para después manipularlas y radicalizarlas a su gusto). Washington ha forzado un mando operativo único, implicando a la OTAN y dividiendo en dos contingentes a sus propias fuerzas armadas. De este modo han duplicado al ejército de ocupación y han mantenido la dirección estratégica y el control absoluto sobre las operaciones especiales y de castigo. Por otro lado han presionado cambios políticos en Pakistán para asegurar el apoyo militar de este país en la frontera afgana.
En el resto de la zona Washington había fracasado con la invasión del Líbano por su estado gendarme: Israel, y continuó fracasando en sus intentos de desestabilizar al país. Por otro lado el «problema palestino» se había enconado con la política de Israel de consolidar nuevos territorios palestinos, romper todos los acuerdos de paz, bloquear y hambrear el gigantesco gueto de Gaza, destruir cualquier resto de soberanía palestina en Cisjordania. Tampoco en Irán los EEUU consiguen avanzar en su estrategia de acoso económico y político, injerencia y promoción de una «alternativa política» en forma de «revolución coloreada» que derribe al presidente Mahmud Ahmadinejad y bloquee en esfuerzo iraní de mejorar e incrementar sus plantas de enriquecimiento de uranio. La crisis en la zona, las relaciones y alianzas internacionales de Teherán, y el enorme riesgo de originar una escalada bélica sin control hará imposible la opción de promover un ataque preventivo desde Israel.
En el discurso de El Cairo, Obama promueve una nueva estrategia cuyo objetivo es la reducción de las enormes tensiones sociales y políticas en la zona, intentando ampliar la base social de sus grandes aliados árabes sin comprometer el equilibrio político, la dominación de los EEUU, y la «seguridad del Estado de Israel«. En los papeles de Wikileaks aparecen con claridad las líneas fundamentales de «trabajo» de esa » diplomacia civil » dirigida por la Secretaría de Estado.
A partir del 17 de diciembre de 2010 la situación se hace incontrolable. Estallan revueltas populares en Túnez, Argelia, Egipto, Marruecos, Jordania, Bahrein y la llamarada amenaza con extenderse a todo el mundo árabe. La presión social y política, incrementada por la crisis económica, se hace incontrolable, especialmente en países con fuerte tradición anticolonial y de lucha popular, con amplias masas sin cobertura económica contra el paro, en los que la crisis y la subida de los precios de los combustibles, alimentos y productos básicos han creado problemas graves de pobreza, exclusión y hambre.
La reacción de EEUU y de la UE es inmediata.
Las revueltas populares de orientación revolucionaria tenían que ser contenidas y -en dónde eso fuese posible-, transformadas en «revoluciones coloreadas» que no alterasen la relación neocolonial y la política económica neoliberal que promueve el Imperio. En Túnez y Egipto el poder debe quedar en manos de las fuerzas armadas -equipadas y adiestradas por Washington- que actuarán en un primer momento como «limitadores» de la represión, intermediarios entre las masas que exigen la caída de los regímenes y la policía, y operarán después como diques contra la revolución y garantes de una «transición sin rupturas«. En los países como Arabia Saudita, los Emiratos, Jordania o Marruecos las revueltas deben ser limitadas y sofocadas inmediatamente. Finalmente; en los países que no seguían los dictados de Washington como Libia y Siria, debería acelerarse el proceso de desestabilización, que ya había empezado la administración Obama en colaboración con los países de la Unión Europea con intereses estratégicos en la zona.
Los EEUU intentan adaptar su planeamiento estratégico y su intervención en la región a la nueva situación creada por las revueltas y movilizan todos los recursos diplomáticos, disuasorios, económicos, militares y, con especial énfasis, informativos, para «fabricar» un nuevo marco al que se ajusten los «cambios inevitables» y los que han promovido o están promoviendo los propios Estados Unidos.
La intervención militar en Libia y la intensificación de la ingerencia en Siria son los ejemplos más claros de readaptación estratégica a la situación de revuelta generalizada del mundo árabe.
Los objetivos generales de este triple juego de los EE UU y de sus aliados europeos de control o bloqueo de procesos potencialmente revolucionarios; de creación, impulso, financiación y armado de las «alternativas políticas» a los regímenes que se resisten a someterse al imperio; y de sostenimiento, a ultranza, de los regímenes fieles; son, al menos, cuatro:
-Eliminar el contagio de las revueltas tunecina y egipcia al resto de los países árabes y no árabes del Gran Oriente Medio.
-Asegurar el acceso al petróleo y al gas libio de los EEUU y sus aliados y excluir a Rusia y China del acceso a las reservas estratégicas del Magreb.
-Instituir a Arabia Saudí y a su Ejército en el seno de las Fuerzas Armadas del Consejo de Cooperación del Golfo como un segundo gendarme de los EEUU en la zona ante los cambios políticos en Túnez y Egipto.
-Implicar militarmente a los países europeos, especialmente los ribereños del Mediterráneo, en la estrategia militar y política de los EE.UU. El Mediterráneo se convierte en una «frontera militar».
En la América cada vez más bolivariana
Al otro extremo del «Eje del Mal» que definen el Consejo de Seguridad Nacional, el Departamento de Estado y el Pentágono, están Cuba, Venezuela, los países del ALBA y los que participan en la creación de alternativas económicas y políticas continentales que planteen y realicen la segunda independencia de los países del Caribe y de América Latina.
-Los EE UU sostienen el ilegal bloqueo económico de Cuba y tratan de limitar los acuerdos estratégicos y políticos de la república bolivariana de Venezuela, dentro y fuera del continente americano.
Washington ha reactivado la IV Flota (creada en 1943 y desactivada pocos años más tarde) como instrumento de control político y militar sobre America Latina. Está dotada de un portaviones de ataque, submarinos, varios buques de combate, y otros más de desembarco y de apoyo logístico. Cuenta con una tecnología y una capacidad mando y control, y de fuego, capaces de mantener el dominio militar de los EE UU sobre todas las zonas marítimas desde la frontera de México hasta la Patagonia.
La IV Flota enlaza con todas las fuerzas estratégicas de los EEUU basadas en su propio territorio y con el sistema de bases en Centroamérica , el Caribe, y América del Sur, especialmente las de Honduras, Puerto Rico y Colombia.
Para mantener activas todas las posibilidades militares contra Venezuela y Cuba, los EE UU han potenciado la realización de operaciones navales de la OTAN en aguas del Caribe y el Golfo de México.
Washington mantiene una actividad continua de desestabilización de Venezuela, en la estela del «golpe mediático-militar» de abril de 2002 y del «golpe petrolero y lock out empresarial» de finales del mismo año. El 24 de mayo de 2011 el gobierno de EE.UU. impuso sanciones a la petrolera venezolana PDVSA por exportar petróleo a Irán; semanas más tarde el Congreso inició sesiones para analizar las relaciones de Venezuela con países y organizaciones terroristas (Irán, Hamás y Hezbolá), y el Departamento de Estado amenazó con incluir a Venezuela entre los «países que patrocinan el terrorismo».
b.-Crisis económica
El segundo componente de la crisis global catastrófica es la crisis económica, la Gran Depresión globalizada.
La coyuntura actual viene marcada, a grandes rasgos, por los siguientes hechos:
-Situación de quiebra en Grecia, Irlanda y Portugal; y de prequiebra en España e Italia. Todos esos países han aplicado durísimos planes de ajuste y se preparan para un nuevo golpe de tuerca contra los trabajadores de los sectores privado y público y contra las clases populares; los tres primeros los han combinado con «rescates» de decenas de miles de millones de euros financiados por el Fondo Europeo de Estabilización, el Banco Central Europeo y el FMI.
La «necesidad» de un segundo plan de ajuste para Grecia -a la cabeza de una sucesión de quiebras encadenadas-, está llevando a la Unión Europea al borde de la ruptura. Alemania no está dispuesta a financiar más planes de ajuste sin que los países afectados por las quiebras realicen «reformas estructurales más profundas» y sin que intervenga el sector privado. Su sector bancario está fuertemente comprometido ante una situación de impago. Presiona para que la banca y las financieras privadas entren en el proceso de renegociación de la deuda. La garantía de pago debe realizarse con la venta de bienes, empresas y servicios públicos, y con la adopción de medidas presupuestarias extremas. El Banco Central Europeo que ha hecho de cortafuegos comprando bonos de la deuda griega, apuesta por la negociación de un nuevo rescate vinculado a un plan de ajuste que -entre furiosas protestas sociales- ya ha aprobado un parlamento heleno que sesionó blindado por su propia policía.
Simultáneamente, en los EE UU, en donde Obama ya había realizado un primer ajuste limitado, el Congreso se niega a aprobar una ampliación del techo de deuda y está abocando al país a una situación de suspensión de pagos. Por otra parte, el déficit presupuestario y la gigantesca deuda externa presionan al presidente para reducir una vez más el gasto público social (echando abajo, entre otros programas de asistencia, su limitada reforma del sistema de salud), ante los nudos gordianos que suponen la reducción de gigantescos y crecientes gastos de defensa o el incremento de los impuestos a las rentas más altas y a los beneficios empresariales.
En Japón, la hasta ahora segunda economía mundial, el desastre de Fukusima -además de las implicaciones energéticas, medioambientales, nucleares y sociales- ha generado un enorme déficit adicional en una economía previamente estancada y con una deuda pública gigantesca.
En España, por fin, la crisis no ha hecho más que empezar. El Gobierno Zapatero ha respondido al incremento enorme del déficit presupuestario y al crecimiento de la deuda (a la que llaman «soberana» pero que en su mayor parte es de los bancos y entidades financieras privados) con medidas de reducción del gasto público en infraestructuras y gastos sociales, acelerando las privatizaciones y, fundamentalmente, facilitando el despido laboral y los contratos temporales, reduciendo las prestaciones a los trabajadores y trabajadoras en paro, eliminando la capacidad de negociación colectiva, y ampliando la edad de jubilación y también los años de computo para cobrar una pensión y para calcular su cuantía. Además, Zapatero ha congelado los sueldos de los funcionarios y ha creado el marco legal para facilitar la privatización de la sanidad, el copago sanitario, y la privatización de la enseñanza media y superior. En estos momentos, España, junto a Italia, está en la primera línea de quiebra tras Grecia, Irlanda y Portugal. La escasa actividad económica mantiene al país en recesión y el número de parados -5 millones de trabajadores-, se ha convertido en el dato básico de la situación económica y de una crisis social aguda de estallido inevitable. El «reflejo condicionado» del «socialista liberal» presidente del Gobierno ha sido cargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores, jaleado con el ¡no es suficiente! de su compañero de alternancia, Rajoy.
c.- Crisis política
La depresión económica viene acompañada, en todo el mundo, por una profunda crisis política de las llamadas «democracias representativas«.
Los procesos y fenómenos en los que se manifiesta esta crisis son, muy resumidamente, los siguientes:
-Corrupción y vaciamiento absoluto de la democracia representativa tanto en los sistemas parlamentarios como en los sistemas presidencialistas. Crisis radical de la «representatividad» de partidos, parlamentos, aparatos judiciales y administrativos. Clientelismo y corrupción generalizados.
-Crisis total de la llamada «separación de poderes«. Crisis de todo el sistema legal coloreado por la subordinación económica, la corrupción, el cabildeo político, la conversión de los partidos en aparatos burocráticos y de distribución de cargos públicos dependientes de los poderes económicos; ruptura de la relación de «representación», desaparición de los mecanismos de democracia directa, desaparición o vaciado de toda relación o institución política que represente el ejercicio de la soberanía popular.
-Pérdida de legitimidad del aparato legal -incluido el constitucional- que se ha convertido en un instrumento flexible en manos de los poderes económicos y sus gobiernos de turno, sus grupos judiciales y sus medios de comunicación social.
-Multiplicación de las instituciones hasta el infinito, diluyendo todo indicio de representatividad. Externalización de todas las decisiones económicas y políticas fundamentales, convirtiendo a los gobiernos en meros agentes administrativos dependientes que, sin embargo, se proclaman expresiones de una soberanía popular inexistente.
-La multiplicación de las instituciones internacionales, estatales, regionales y locales en todos los ámbitos de la vida colectiva, hace imposible determinar las responsabilidades políticas. Los procesos de decisión son tan complejos que están fuera de toda posibilidad de control, incluso de conocimiento, ciudadano. El «desbordamiento institucional» es un mecanismo clave para ejercer y camuflar el poder de la oligarquía.
-Rebelión social contra el aparato institucional y político. Progresiva identificación de ese poder como un «poder de clase»
d.- Crisis ecológica y nuclear. La dialéctica de la naturaleza.
La triple catástrofe que sufrió Japón a partir del 11 de marzo: terremoto de gran intensidad en el nordeste del país, tsunami demoledor en la misma zona costera y desastre nuclear en la central de Fukushima que ha provocado grandes fugas radioactivas, ha puesto de manifiesto la vinculación de las llamadas «catástrofes naturales» con fenómenos como el «calentamiento global», el crecimiento del nivel del mar, la intensificación de algunos fenómenos naturales, y la probabilidad creciente de que se produzcan nuevos desastres apocalípticos.
El triple desastre de Fukushima ha realimentado la crisis mundial con efectos múltiples de desarrollo a medio y largo plazo: en primer lugar el impacto sobre la economía del Japón multiplicando su deuda, reduciendo drásticamente la producción, planteando una crisis energética de difícil solución y condicionando su producción agraria y pesquera, y sus exportaciones. En segundo lugar la crisis ha bloqueado el aumento o el sostenimiento de las centrales nucleares en Europa y en resto del mundo. Ello ha multiplicado el valor estratégico de las reservas de hidrocarburos fósiles. El mapa geoestratégico ha sufrido una alteración instantánea lo que, probablemente, explica la intervención de Europa, EEUU y finalmente la OTAN en Libia, el sostenimiento a cualquier precio de de los baluartes de Washington y sus aliados en Oriente Medio, especialmente Arabia Saudita y los Emiratos; pero también Egipto, Túnez, Argelia, Marruecos y Jordania, y la desestabilización a la desesperada de Siria.
Fukushima plantea también, a nivel global y con urgencia, la relación entre el cambio climático y la previsibilidad de los «desastres naturales» de los últimos años y de los que están por venirxiii. Otro de los aspectos claves del desastre nuclear en Japón es la muy probable desestabilización de su régimen político -impuesto por los EE UU-, y de las relaciones internacionales vigentes desde 1945.
e.- Crisis ideológica. El desplome de Falsimedia
La crisis catastrófica se está manifestando, como no podía ser de otra manera, en el sistema de encubrimiento de los poderes económicos y de justificación de los poderes políticos, es decir, en el sistema de legitimación. La íntima relación entre el poder económico y político se ha puesto en evidencia en todas partes. La crisis ha sido como un libro abierto que ha descubierto el papel de los Gobiernos como instrumentos manejados por los grandes poderes económicos concretos: bancos, multinacionales, sectores económicos como el del «ladrillo», la energía, la multinacionales alimentarias, el automóvil.
El «Mercado» -la máxima referencia encubridora del capitalismo- ha quedado desenmascarado en sus instituciones económicas, financieras, políticas y culturales, y en su presencia en la formación y control de la opinión pública a través del conjunto orgánico y funcional de los medios de comunicación masiva, tanto privados como públicos: Falsimedia.
La crisis del sistema económico y político ha derivado en una crisis profunda en su sistema ideológico de dominación. El sistema de medios de comunicación -uno de los sostenes fundamentales del poder oligárquico-, ha perdido su credibilidad.
Falsimedia ha colaborado en el encubrimiento de la crisis, ha apoyado los rescates bancarios y de las grandes empresas transnacionales y ha aplaudido la puesta en marcha de planes de ajuste que han liquidado los derechos de los trabajadores, reduciendo sus salarios y enviándolos al paro. Con sus variadas, y hasta ahora muy eficaces, técnicas de manipulación de la información los medios de comunicación de masas han ocultado o reducido la presencia del «factor humano» de la crisis: marginación, pobreza, hambre. Pero Falsimedia, sobre todo, ha utilizado a sus «expertos» para eliminar toda posibilidad de que las clases trabajadoras y el pueblo en general planteen y discutan opciones económicas para salir de la crisis distintas a las que está ejecutando el «capitalismo del desastre«xiv, y para que se exijan responsabilidades a los culpables de esta tragedia.
Las conexiones entre los grandes emporios mediáticos, los partidos y los Gobiernos, para fabricar información y crear «opinión pública» por medios totalmente ilegales que suponen el desprecio absoluto de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, llegando a utilizar tecnología y medios públicos para establecer sistemas y redes de espionaje electrónico, se está poniendo de manifiesto con el » caso Murdoch «. News Corporation , el imperio mediático de este magnate de los medios de comunicación que opera en el Reino Unido, en Estados Unidos y en el resto del mundo a través de sus conexiones empresariales, y que maneja periódicos, cine, televisión por cable y por satélite, revistas, y editoriales, ha estado implicado en procesos electorales, decisiones económicas y políticas del máximo nivel. Murdoch, por ejemplo, fabricó la » opinión pública » favorable a la intervención militar en Iraq.
En la «guerra global contra los países pobres«, los «países delincuentes«, los «países fallidos» y los que componen con sus alianzas o relaciones los llamados Ejes del Mal, la preparación del conflicto es fundamental. Eso se hace mediante las intervenciones injerencistas de distinta escala, la «diplomacia civil» y, sobre todo, los medios de propaganda de masas (Falsimedia).
Durante los procesos de guerra abierta, Falsimedia continua realizando una tarea militar fundamental, más aún que la inteligencia, la logística, o la batalla táctica o estratégica. Un enorme conjunto de conceptos como «guerra humanitaria«, «daños colaterales«, «zona de exclusión aérea«, «escudos humanos«, «milicias civiles«, «bombardeos de precisión sobre blancos militares» y cientos de ellos más, se manejan para ocultar una realidad siempre relacionada con el expolio de recursos estratégicos, con la ampliación de los países sometidos al Imperio, y con la realización de «guerras de destrucción masiva«, de características genocidas, que reproducen los mismos métodos de las antiguas «matanzas coloniales». Los medios han construido un lenguaje multifacético, deliberadamente confuso, tecnocrático, de «expertos», que deforma y manipula la realidad para ajustarla a los intereses de la oligarquía económica y política que gobierna el mundo. El trabajo de Falsimedia no tiene nada de «civil» y mucho menos de «objetivo» o de «independiente». Falsimedia es, pura y simplemente, un instrumento de manipulación de masas.
La revuelta de los indignados, mucho antes del escándalo Murdoch, ha señalado con el dedo, resueltamente, a los grandes y pequeños medios de comunicación privados y «públicos de utilización privada«, afirmando esa dependencia del poder y la realización de una tarea planificada de desinformación como instrumento ideológico principal de las clases dominantes.
Próximo artículo:
El Movimiento del 15M se convierte en revolución (II)
«La revuelta de los indignados no ha caído del cielo ni se ha disuelto en el aire»
Notas:
i Este artículo es un resumen coyuntural -necesariamente incompleto y parcial, necesariamente urgente-, de la situación en España a finales del mes de junio.
Le seguirán otros, ya en preparación, en los que trataré de explicar, con todo el detalle del que sea capaz, los diversos componentes de esta crisis global y sistémica que tiene lugar en España, en la UE y en el mundo. Según mi punto de vista personal son, más o menos, los siguientes: Crisis económica, Crisis estratégica y militar, Crisis ecológica y nuclear; Crisis política e ideológica; Crisis informativa: el derrumbe de Falsimedia.
ii Los gobiernos neoliberales, las instituciones económicas nacionales e internacionales, los economistas y «expertos» al servicio del sistema, y todos los analistas de Falsimedia utilizan el término «joven» para reducir el problema económico y laboral a un sector limitado de los trabajadores, y la protesta social a un «grupo inmaduro» de ciudadanos. Así dicen: «trabajadores jóvenes» o «jóvenes indignados«.
Ver: «La revuelta de los marginados. Francia otra vez«.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=29444
iii Ésa de desmotivar y fabricar ignorantes con «porcioncitas de conocimiento mercadeable», ha sido la función social del «sistema educativo», «informativo» y «cultural».
iv Ninguno dijo una sola palabra sobre la «crisis económica». Pactaron el silencio con los poderes financieros y patronales.
v Ver: «El Apocalipsis en el Primer Mundo«.
http://www.cubadebate.cu/opinion/2007/08/23/el-apocalipsis-en-el-primer-mundo/
vi El término terapia de shock está sacado del libro de Naomi Klein, «La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre«.
Una explicación amplia del contenido de este libro imprescindible -en formato vídeo y en palabras de la propia autora-, es accesible en la red, en traducción al castellano:
http://www.youtube.com/watch?v=0JZcb7hFovI&feature=player_embedded#at=69
vii Uno de los personajes de la magnífica película: «Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú«, de Kubrick.
viii Releer a Marx y a Lenin, actualizar el marxismo a las condiciones de funcionamiento del «sistema capitalista de producción» a principios del siglo XXI, recuperar sus conceptos básicos y readaptarlos al funcionamiento del capitalismo neoliberal, el colonialismo contemporáneo y el imperialismo, son tareas imprescindibles para entender el mundo en el que vivimos. Los «jóvenes indignados» se han puesto a ello con un valor, una frescura intelectual y una capacidad de reflexión, observación y debate, que convierte en «escoria» al conjunto del pensamiento y de la cultura neoliberales, y a sus agentes intelectuales, propagandistas y políticos. Esta recuperación explica la natural asimilación de las condiciones y la dinámica del conflicto con el poder dominante. Podría decirse que los jóvenes trabajadores y los jóvenes indignados han recuperado, en la realidad y en su práctica política, la «lucha de clases«. Nada menos. Zapatero y Rajoy han alcanzado, sin embargo, el climax del intercambio mutuo. Como todos los líderes económicos y políticos de la Unión Europea, no tienen otro discurso que el que mostraron en el debate de investidura que le dio el gobierno al primero de ellos: «Tanto monta, monta tanto, ZapaRajoy o RajoyZapa«.
ix El Apocalipsis en el Primer Mundo: todo se volatiliza
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=55742
El Bolivar mestizo: Apuntes sobre los efectos de la crisis en los países del Sur
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=55743
x Al emplear la palabra «oligarquía» me refiero a la más alta burguesía capitalista: propietarios y gerentes de las grandes empresas multinacionales; desde los bancos y demás entidades financieras hasta las gigantescas empresas multinacionales de todos los sectores «productivos» (que generan, transforman o negocian con «mercancías» de todo tipo: materias primas, productos semielaborados o productos finales con «enorme valor añadido». La gran oligarquía integra también a grupos profesionales de élite: técnicos de todo tipo, altos burócratas de un universo institucional casi infinito económico y político, gestores de los grandes medios de comunicación, políticos, sindicalistas integrados y, por supuesto a las capas inferiores de la alta burguesía y a sus instituciones empresariales.
Los combativos sindicatos griegos, la izquierda que allí todavía sobrevive como tal, y los «nuevos indignados» que se han incorporado a las protestas, han cercado al Parlamento y han marchado y luchado, codo con codo, en dos jornadas continuadas de huelga general, han recurrido al término «plutocracia» para englobar a todos los componentes de la oligarquía transnacional que los quiere someter a un segundo y brutal «Plan de ajuste«.
xi «Comienza la Gran Depresión Globalizada y continúa la Guerra Global contra los Pobres:
Las quiebras de los EEUU, la Unión Europea y los pigs».
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=102053
xii Lo que sigue es un esquema muy resumido de la coyuntura mundial en la que estalla la «crisis catastrófica«. Cada una de estas «crisis parciales«, o componentes entrelazados de la «Gran Depresión Globalizada», serán analizadas con mayor detalle en artículos posteriores.
xiii Este tema, muy complejo será tratado en un artículo posterior.
xiv Naomi Klein, obra citada
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