Es sabido que todo Estado que oprime a otros pueblos tiene, como mínimo, tres prioridades internacionales: una, negar la existencia nacional de los pueblos que oprime, diciendo que son sólo una «región» o a lo sumo una «autonomía» de la nación dominante, la única que existe; dos, negada su existencia, sostener que esa «autonomía» o […]
Es sabido que todo Estado que oprime a otros pueblos tiene, como mínimo, tres prioridades internacionales: una, negar la existencia nacional de los pueblos que oprime, diciendo que son sólo una «región» o a lo sumo una «autonomía» de la nación dominante, la única que existe; dos, negada su existencia, sostener que esa «autonomía» o «región» no tiene el derecho básico a la autodeterminación nacional, porque sus «derechos» ya son respetados por el Estado; y tres, por tanto, toda lucha en pos de sus derechos nacionales negados es «antidemocrática» y objeto de represión estatal. Dos son las bases esenciales de estas tesis: la defensa a ultranza del nacionalismo del Estado opresor y la negación de las lecciones históricas, o sea, fanatismo y ceguera que sólo benefician a la clase dominante.
IU ha asumido estas características y se ha convertido en instrumento fiel de la política exterior de los gobiernos españoles. La izquierda independentista vasca viene sufriendo desde hace muchos años las maquinaciones, el juego sucio, las intrigas de pasillo y las mentiras de IU en eventos internacionales. Pero ha sido en el reciente Foro de Sao Paulo celebrado en San Salvador cuando IU ha rizado el rizo de obcecación autoritaria. La organización Izquierda Castellana, dando un ejemplo de coherencia democrática e internacionalista, presentó una resolución que incluía estas palabras: «Solución dialogada del conflicto vasco, hacemos un llamamiento a todos los sectores implicados en ese conflicto para que desde la aceptación de las vías democráticas y el respeto a los derechos humanos, se den objetivamente pasos reales y sinceros en todos los frentes que permitan desarrollar un auténtico proceso de dialogo que conduzca a un objetivo de paz en democracia Este llamamiento se realiza tanto a las diversas instituciones del Estado español como a todas y cada una de las organizaciones de la izquierda patriótica vasca».
Como se aprecia, no aparece mención alguna al derecho de autodeterminación, tampoco a la independencia del Pueblo Vasco, ni mucho menos a temas como los de las violencias de cualquier tipo, la tortura o las víctimas. Sólo se habla de «solución dialogada, vías democráticas, respeto a los derechos humanos, sinceridad mutua, paz en democracia, etc…». Son requisitos elementales e irrenunciables, previos a cualquiera otra consideración. Pues bien, la inflexible negativa de IU ha impedido que el Foro de Sao Paulo lo aprobara y difundiera por el mundo entero. ¿A quién beneficia este acto? Desde luego, no al Pueblo Vasco que muy mayoritariamente está a favor de una solución negociada que alcance la paz en democracia y todos los derechos para todas las personas. Tampoco a algo más de la mitad de la población del Estado que está de acuerdo en que se busque una solución negociada. Todos los sondeos y encuestas de opinión así lo confirman una y otra vez. IU sólo beneficia a los que buscan impedir una solución democrática al conflicto político en Euskal Herria.