El Nobel alemán Günter Grass el último sábado confesó en el diario alemán Frankfurter Allgemeine haber sido llamado a filas de la tropa fascista SS por entonces en la Segunda Guerra Mundial cuando tenía la edad de 17 años. Lo metieron al joven alemán en la décima división acorazada de SS y cumplió su servicio […]
El Nobel alemán Günter Grass el último sábado confesó en el diario alemán Frankfurter Allgemeine haber sido llamado a filas de la tropa fascista SS por entonces en la Segunda Guerra Mundial cuando tenía la edad de 17 años. Lo metieron al joven alemán en la décima división acorazada de SS y cumplió su servicio en Dresden. Para los que no saben qué tropa especial es dicha SS sea sólo citado lo que dice la enciclopedia Wikipedia: «SS es la abreviación alemana de Schutzstaffel, lo cual significa ‘cuerpo de protección’. La SS fue una unidad paramilitar del Partido Nazi alemán fundada por los miembros de la SA en 1925 para cumplir las funciones de guardia personal de Adolf Hitler. … los jurados en los Juicios de Nuremberg declararon a la SS como una organización criminal.» De este hecho no sorprende que los fascistas alemanes lo metieran a Grass en la SS, suponiendo que él no presto servicio voluntario, sino que durante largos años, durante más de sesenta años que han corrido después del final de la Segunda Guerra Mundial, nunca haya hablado ni una sola palabra de este oscuro capítulo de su vida. Se ha callado esto, tal vez haya tenido vergüenza, de todas maneras ha querido evitar ciertos problemas o desventajas que hubiera provocado el conocimiento de estos hechos por parte del mundo. Se ha callado hasta hace poco y uno se pregunta, ¿por qué será que confiesa ahora?
Grass es uno de los «alemanes buenos», por lo menos hasta hoy ha dado esa función. Escritor, Premio Nobel y ciudadano de honor de la ciudad de Gdansk en Polonia. Todo esto, pues tal vez menos de poder escribir algo, no habría pasado si, por ejemplo, las autoridades de Gdansk hubieran sabido la verdad de su antepasado.
Cuando otro gran escritor alemán, Stefan Heym, quien no recibió el Nobel y al quien, siendo Presidente de honor del parlamento alemán Bundestag, le boicoteó el Canciller alemán Helmut Kohl, pues cuando Heym regresó desde EE.UU con los aliados, luchando y arriesgando su vida para la liberación de Alemania del fascismo, nuestro Grass estaba al otro lado del frente con el traje de combate de SS. Más tarde iba a llamar a Bertolt Brecht y el apoyo de aquél al gobierno socialista de la RDA una «traición cobarde» y, en los últimos años, se ha afilado con otros «intelectuales buenos», como Rosa Montero, para combatir las justas medidas de las autoridades cubanas en cuanto a los grupúsculos de la disidencia, auténticos mercenarios. Así es nuestro ídolo escritor, Premio Nobel y alemán bueno, pero en el fondo un cobarde, ex soldado de la SS.
Pues, se pregunta por qué ha hablado ahora. Con los ochenta que tiene y con los sesenta años de callarse, hubiera faltado poco para poder llevarse este secreto a un juicio en el cielo, si es que cree en Dios. La respuesta es tan fácil como banal y revela otra faceta de nuestro ídolo Nobel: En otoño sale un libro nuevo escrito por él y no hay nada mejor para promoverlo, como una buena publicidad, que hablen de él en todas partes, gacetas, emisoras de radio, sus compañeros «intelectuales buenos» en la tele, etcétera.
¿Un ídolo? ¡Qué va! Más bien un cobarde aficionado al dinero.