DIAGONAL: Salgado ha asegurado que, sin la crisis, el Gobierno seguiría bajando impuestos. Si la ministra mantiene que una economía sana se basa en la escasa tributación de las rentas más altas, ¿qué debemos esperar de esta reforma? DANIEL RAVENTÓS: Que sin la crisis el Gobierno seguiría disminuyendo los impuestos es una declaración de intenciones; […]
DIAGONAL: Salgado ha asegurado que, sin la crisis, el Gobierno seguiría bajando impuestos. Si la ministra mantiene que una economía sana se basa en la escasa tributación de las rentas más altas, ¿qué debemos esperar de esta reforma?
DANIEL RAVENTÓS: Que sin la crisis el Gobierno seguiría disminuyendo los impuestos es una declaración de intenciones; que una economía sana se basa en la escasa contribución de las rentas altas es una afirmación que debe sostenerse empírica e históricamente. Creo que los hechos muestran lo contrario. Un ejemplo de la economía más poderosa del mundo: siendo presidente Roosevelt, el Gobierno de EE UU realizó una política fiscal que condujo a una gran redistribución de la renta. Los ricos fueron castigados fiscalmente y los pobres, beneficiados.
El tipo máximo impositivo sobre la renta (hoy situado en el 35% y si se trata de rentas del capital aún más bajo) subió hasta el 63% durante su primer mandato. En el segundo se incrementó al 79%. Todo ello en la década de los ’30. En los años ’50 el tipo máximo sobre la renta llegó al 91%. El impuesto de sucesiones pasó de una tasa máxima del 20 al 77%. En palabras de Paul Krugman: «A finales de los ’50, los ingresos reales después de impuestos del 1% más rico de los estadounidenses probablemente eran un 20% o un 30% más bajos que una generación anterior». A diferencia de las majaderías que se lanzan desde algunos cargos públicos y algunas universidades sobre los terribles peligros que una política fiscal agresiva con los ricos podría acarrear, esta redistribución de la renta comportó un periodo de expansión económica que duró hasta la contraofensiva neoliberal de los ’70.
D.: ¿No es capaz el Gobierno de frenar el fraude fiscal de los más ricos?
D.R.: El Gobierno no toma medidas que contrarresten no ya la irresponsabilidad sino el pillaje tributario de los más ricos. Esto es una evidencia empírica incontestable. Recuérdese que existen 3.347 sociedades de inversión de capital variable (SICAV), con una capacidad de control de más de 27.000 millones de euros, que sólo tributan al 1%. Ahí se refugian muchas fortunas. Se resisten a subir ese 1% porque, dicen, el capital se fugaría. Si este argumento lleva a alguna parte es a batallar para conseguir una coordinación internacional que impida el bandolerismo con chantaje permanente del capital. Parece ser que esto es pedir la luna…
D.: ¿Qué características debería tener esta reforma para favorecer una fiscalidad más progresiva y justa?
D.R.: El objetivo debería ser la reforma fiscal redistributiva de los ricos a los pobres. Los medios: igualación de los tipos, provengan de las rentas del trabajo o del capital; lucha contra el fraude; seguimiento y disuasión a las empresas que tienen negocios con los paraísos fiscales; aumento del impuesto de sociedades; abolición de la posibilidad de que los deportistas con salarios superiores a 60.000 euros mensuales puedan acogerse al tipo marginal del 24%; aumento del ridículo 1% de las SICAV; y una renta básica de ciudadanía para toda la población. Es decir, casi todo lo contrario de lo que se ha hecho a lo largo de los últimos años. Los gobiernos del PSOE han realizado recortes fiscales que han llegado al triste resultado de rebajar la recaudación fiscal en 4.000 millones por el impuesto de sociedades y de 1.800 por el exterminado impuesto del patrimonio, como destacados ejemplos.
D.: ¿Por qué CC OO y UGT no reivindican la renta básica? ¿Cómo queda la comisión creada para estudiarla después de la decisión de dar 420 euros a algunos parados?
D.R.: En mayo realizamos una entrevista en Sin Permiso al responsable de acción sindical de CC OO, Ramón Górriz. Cuando se le preguntó sobre la renta básica, contestó: «Cuando exista una propuesta concreta la estudiaremos». Me permito añadir: CC OO, como UGT, tiene un conocimiento de la propuesta de la renta básica muy limitado, si es que tiene alguno. Me refiero a las estructuras, no a algunas individualidades. En lo que respecta a la segunda pregunta, no creo que el acuerdo entre Gobierno y sindicatos deba afectar a la subcomisión parlamentaria creada para estudiar la viabilidad de una renta básica. Ésta se creó, supongo, con la voluntad de estudiar los pros y los contras de esta propuesta. Más problemático es que, hasta donde yo sé, no ha dado aún un paso para iniciar su funcionamiento. Y es una lástima porque en una situación de crisis, una renta básica sería una medida especialmente indicada.
D.: ¿Qué efectos tendría la renta básica sobre los impuestos?
D.R.: En realidad sería una transferencia. Las transferencias son distintas de los impuestos aunque pueda hablarse en algunos casos de ‘impuesto negativo’. La renta básica debe financiarse mediante la recaudación fiscal. No hay una única forma de hacerlo. De hecho, en los últimos años se han propuesto distintas formas de financiación. Sólo soy partidario políticamente de aquellas formas de financiación que favorezcan a los sectores con menos ingresos. Es decir, una renta básica que incluya una financiación que signifique una redistribución de la renta de los ricos a los pobres y que garantice la existencia material a los residentes y a toda la ciudadanía.
http://www.diagonalperiodico.net/El-objetivo-debe-ser-la.html
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