El Olivar de Chamartín es uno de los pocos paraísos ecológicos que quedan en la capital. Allí sobreviven decenas de olivos centenarios entre las calles de Menéndez Pidal, Alberto Alcocer, Padre Damián y Henri Dunant. Más de 23 mil metros cuadrados de gran valor ecológico e histórico. Por ahí pasaron desde las tropas de Napoleón, […]
El Olivar de Chamartín es uno de los pocos paraísos ecológicos que quedan en la capital. Allí sobreviven decenas de olivos centenarios entre las calles de Menéndez Pidal, Alberto Alcocer, Padre Damián y Henri Dunant. Más de 23 mil metros cuadrados de gran valor ecológico e histórico. Por ahí pasaron desde las tropas de Napoleón, en 1808, hasta ilustres científicos y humanistas, como José Castillejo, Ramón Menéndez Pidal (cuya casa está en el olivar) o Dámaso Alonso.
El terreno se divide en dos fincas: una de 3.440 m2 , propiedad de la Fundación Ramón Areces, y otra de 20.000 m2, propiedad de la Fundación Olivar de Castillejo. Precisamente José Castillejo, compró en 1917 este olivar ya histórico y vendió varias parcelas a distintos intelectuales de la Junta para Ampliación de Estudios. La guerra civil y las operaciones inmobiliarias de dudosa catadura de los años setenta redujeron la extensión a sus dimensiones actuales. Pero, aun hoy, conserva más de cien olivos centenarios y el ejemplar más hermoso y espectacular de madroño en Madrid, además de una riqueza botánica representativa de la sierra madrileña.
Para preservar esta joya de la naturaleza, los tres hijos de José Castillejo crearon la «Fundación Olivar de Castillejo» (BOE 24/02/1986. Nº de registro 160) que se declara heredera del espíritu de la Institución Libre de Enseñanza y continuadora del proyecto de los patriarcas de la Junta. Entre sus fines fundacionales declara en primer lugar: «La conservación del olivar (…) y la edificación allí existente, con la intención de mantener en su integridad el último residuo de la zona olivarera del viejo pueblo de Chamartín de la Rosa y preservar en esta zona de Madrid un permanente ejemplo de un estilo de vida ciudadana, alejada del hacinamiento, poniéndolo al servicio del interés general». Además se propone «conservar asimismo la tradición de casi tres cuartos de siglo que este lugar tiene como centro de iniciativas culturales, a consecuencia de las relevantes personalidades que allí produjeron eminente obra en el campo de las letras y las ciencias, canalizando tales actividades hacia una adecuada forma institucional».
Durante los últimos dos años esta honorable institución ha estado llevando a cabo negociaciones secretas con la empresa Thai Gardens para concretar la construcción de un lujoso restaurante en el olivar. El escollo es encontrar una solución legal para que la Fundación pueda «enajenar» su patrimonio discretamente. Parece que la fórmula será una cesión o alquiler por diez años. Con ello se sienta el precedente para futuras enajenaciones patrimoniales, además de librarse de algún socio fundador que se opone a la operación, como es el caso de David Castillejo, por el simple método de que el tiempo debilite su capacidad de maniobra. El montaje del restaurante supondrá la destrucción de una buena parte de los olivos y la ejecución de este atropello ecológico y cultural está encargada al estudio de arquitectos Arquimedia, que da cuenta del proyecto en su página web.
Thai Gardens es una cadena de restaurantes que ofrece platos asiáticos amenizados por espectáculos «eróticos». Estas sorprendentes nupcias entre la novia institucionista y el mercader porno no sólo vienen apadrinadas por el talonario de cheques. Hay toda una trayectoria anterior que demuestra que mientras el dueño de Thai Gardens, Emilio Carcur, anda buscando el oropel cultural con el que adornar su extraña trayectoria, la Fundación Olivar de Castillejo ha venido dando acogida, en los últimos años, por razones que hoy sobra explicar, a actividades no sólo ajenas sino antagónicas a sus fines fundacionales.
Thai Gardens: una enigmática compañía
Para los no iniciados en el glamour nocturno de Madrid, Thai Gardens es un restaurante de cocina tailandesa situado en un barrio «posh» o pijo de Madrid. El local es frecuentado por periodistas agradecidos y un mundillo «artistico» de diversa pelambre. Si ponemos a un lado, por el momento, el paquete de elogios exacerbados que estos colectivos suelen hacer cuando cobran por eso, y descendemos al terrenal mundo de los negocios tenemos los siguientes datos: «Thai Gardens» es una de las varias marcas registradas por Thai Network S.L. (C.I.F B81831554), creada el 25/09/1997 (Registro Mercantil: Madrid, anuncio: 349628) con un capital de 3.005 euros, sin patrimonio declarado. Esta sociedad tiene como fin la gestión de marcas, rótulos y denominaciones comerciales en régimen de franquicias. Su administrador único hoy es Emilio Carcur Silva y su apoderado es Tasanai Phian Opas. Las marcas que gestionan abarcan una gama de productos propia de un holding, pero más que chocantes en esta hacendosa pareja: servicios de restauración, hospedaje, metales preciosos, marfiles, ambar, «sustancias para la colada», publicidad, trabajos de oficina, materiales de imprenta, productos agrícolas, educación, esparcimiento y «servicios científicos y tecnológicos, así como servicios de investigación y diseño relativos a ellos, servicios de análisis e investigación industrial…». Un ambicioso campo que contrasta con los datos económicos legales: una empresa con 21 empleados, unas ventas en 2003 (último año declarado) de 399.137,13 Euros y un resultado negativo.
¿Cómo un pequeño negocio se puede permitir ocupar varios miles de metros cuadrados en uno de los barrios más caros de Madrid? es un misterio aún por explicar. Llámese la marca Thai Garden Sounds, Thai Gardens Private Dining, o Thai Gardens S.L, lo que hay detrás es Emilio Carcur y, aparte de sus pinitos filosófico-literarios sobre el Thai Living y el deambular zen, parece gastar una talla empresarial pequeña para semejante operación. Ni sus sucursales en Barcelona, México, o Marruecos pueden avalarla.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que el Thai Gardens y Thai Network S.L. de Emilio Carcur no es sino una franquicia del Thai Network /Thai Network Group de Bangkok, la situación se hace algo más clara. Thai Network (que significa ‘red tailandesa’) tiene una vasta estructura de restaurantes en todos los continentes. Estos restaurantes adaptan su marketing a la moda cultural de cada sitio, pero lo que tienen en común es la relación constante de la gastronomía con lo porno en su más amplia gama. No encontrarán política empresarial de la compañía, directorio fiable de sus sucursales, lista de directivos…
Nada de lo que la ortodoxia empresarial aconseja. Pero en cambio, sí tenemos en la red el tono y naturaleza de sus empresas: El Thai Gardens de Madrid es recomendado por la Guía Erótica (que orienta sobre «servicios privados & chicas escorts, putas de lujo…»), junto a la «Almeja Picante» y la «Olla Caliente» como «local acogedor y sensual» «frecuentado por gays y lesbianas». Su hermano barcelonés es ensalzado por los amantes del «food-porn».
Si quieren una panorámica general del asunto busquen en Google «Thai gardens AND girls» o «Thai gardens AND porn» o «Thai gardens AND young girls». Siempre en inglés. Si buscan «Thai Garden AND travel» o «Thai Garden AND tourism», se van a encontrar una página anunciando estos restaurantes para los aficionados al «girls-weekend». La cadena de restaurantes española también aparece anunciada en la oferta turística de Thai Airways España con un enlace patrocinado que dice así (traduzco del inglés): «Miles de hermosas y cariñosas mujeres asiáticas, rusas, de Europa del Este, Latinoamérica y África buscan hombres extranjeros para matrimonio, romance, citas o amistad».
El prestigio de la Institución Libre de Enseñanza en el albañal.
Una extraña Fundación
Desde su creación hasta hace poco tiempo, las actividades de la Fundación Olivar de Castillejo pueden calificarse de correctas e incluso encomiables: exposición de esculturas, conciertos de música antigua, música improvisada, etc. Es a partir de un cierto momento cuando el olivar pasa a ser escenario de unos eventos cuando menos chocantes:
El 25 de marzo de 2004 tenemos la presentación del nuevo BMW X3 y Desafío X3, donde se da una fiesta para celebrar el nuevo modelo de coche y una competición de rafting, tirolina y otras monerías deportivas. El lugar de la fiesta: Olivar de Castillejo. Uno se pregunta a qué inquietud cultural responde el evento y no lo encuentra.
Dos meses más tarde, el 21 de mayo de 2004, sidrerías.com, portal sidrero asturiano, anuncia que la asociación Asturianos en Madrid organizará una «espicha libre» para celebrar la boda de Felipe de Borbón con Leticia Ortiz. Dieciséis gaiteros y cuatro percusionistas amenizan el ecosistema hasta las ocho de la tarde y, a partir de entonces, hasta que Dios quiera hay una «sesion dance» a cargo de pinchadiscos asturianos. El día 23 el Portal Sidrero Asturiano está encantado con el éxito de la verbena monárquica: más de quinientas personas patearon los jardines institucionistas y vocearon a modo aquello de ¡Vivan los novios! y ¡Leticia, guapa! Luis Mulero, un DJ de Gijón, tuvo un éxito arrollador. Suponemos que el fantasma de José Castillejo tuvo que saltar la tapia e irse a dormir a la finca de al lado, hoy sede de la Fundación Menéndez Pidal, que hasta la fecha no ha dado motivo de escándalo.
Suponemos también que se pidieron todos los permisos municipales para los festejos. El fin cultural de esta «espicha libre» es imposible de encajar en los principios fundacionales que hemos citado antes. Las juergas de medio millar de consumidores de sidra no parecen estar entre los métodos más aplaudidos por los conservacionistas de espacios naturales ni culturales.
La Mafia de la Banca y la de la Especulación Inmobiliaria en el Olivar de Chamartín
En este sentido, las protestas de intelectuales y conservacionistas contra la instalación, en los históricos jardines, de un restaurante tailandés (que en otro momento habrían sido irrelevantes) han levantado ampollas de inquietud en más de un político o funcionario obsequioso. La operación de especulación inmobiliaria iba a realizarse con la más absoluta discreción siguiendo la archisabida pauta de: degradación del entorno, «expulsión» de propietarios cuyos pisos se devalúan, compra masiva de terrenos y construcción de grandes torres.
La familia Castillejo ha sido elegida (con buen criterio) como la más fácilmente comprable y la que más terreno posee. La zanahoria: unos millones de euros con los que contentar a una pandilla de herederos que ya han agotado el rédito del prestigio de sus antepasados. El palo: ponemos sobre el tapete de Hacienda las cuentas de la Fundación Olivar de Castillejo y de paso, dada las últimas noticias, revisamos su calificación como fundación cultural. O colaboran o no tienen ni compensación ni chiringuito tailandés.
Lo primero que nos sorprendió de toda esta historia es el absoluto mutismo que ha guardado un vecino de la calle, cuyo chalet se halla justo enfrente del Olivar de Chamartín, y al que la instalación de un restaurante a diez metros de su domicilio familiar afecta gravemente a su seguridad, por no decir al trabajo de los guardaespaldas que vigilan la calle. Este tácito vecino es Francisco González, presidente del BBVA. Y resulta que la empresa adjudicataria de los derechos para el desarrollo y ejecución de toda la Operación Chamartín es «Desarrollo Urbanístico Chamartín, S.A.» (DUCH). ¿Y quién es propietaria de DUCH? Pues el BBVA, con un paquete de acciones del 72,5% (el 27,5% restante lo posee la constructora Grupo San José).
Los organismos que podrían detener la destrucción del Olivar de Chamartín son: la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid. (Patrimonio y Consejería de Medioambiente de la CAM y concejalía de urbanismo del Ayuntamiento). Pero no lo van a hacer. El negocio es de tal envergadura que ni Esperanza Aguirre ni Alberto Ruiz Gallardón van a permitir que sus consejeros o concejales digan ni oste ni moste en la cuestión. De hecho, ya hay algún negociador oficioso «puenteando» a los responsables nominales de estos departamentos con ofertas muy tentadoras.
Hablar de Esperanza Aguirre y de especulación, recalificación de suelo, amiguismo, nepotismo, corrupción se ha convertido en un tópico en los ambientes políticos y económicos de este país. Los intereses que aquí tiene la Presidenta de la Comunidad de Madrid son directos, monetarios y familiares. La empresa Aguirre-Newman (socio fundador y accionista mayoritario: Santiago Aguirre y Gil de Biedma, hermano de la presidenta) es, con DUCH, la firma que más implicaciones tiene con la operación Chamartín, en sus múltiples variantes de inmobiliaria, asesoramiento técnico, diseño e implantación de espacios urbanísticos y, para que no sobren migas, despacho de arquitectos Aguirre-Newman (el encargado del Complejo Panorama de Isla Chamartín).
La Operación Chamartín (15.000 viviendas y más de un millón de oficinas) es el proyecto de reordenación urbana más importante de Europa en los últimos cincuenta años. La llegada al poder del PSOE supuso que el 60% del suelo disponible de esta operación quedara controlado por el gobierno socialista, ya que pertenece a Fomento. El nerviosismo que provocó en las empresas mencionadas obligó a Esperanza Aguirre a modificar la Ley del Suelo de 2001, que afecta a los desarrollos urbanísticos considerados especiales. Mediante esta modificación la Comunidad supedita la concesión de permiso a cualquier promotor -que no sea de la familia o próximo a ella, claro- a acreditar las redes de transporte generales y supralocales exteriores. Con ello la llave de la Operación Chamartín está en la Comunidad. Pero, aun así, Fomento está retrasando la operación y los especuladores inmobiliarios buscan suelo para grandes torres de oficinas desesperadamente.
¿Alguien puede ayudar con un cálculo aproximado de las cantidades que esto significa?
Acciones que tratan de parar el pelotazo inmobiliario
Toda esta información procede del blog Gatopardo (Defensa del Olivar de Chamartín), que se halla investigando sobre este pelotazo inmobiliario de gran alcance en el distrito de Chamartín de Madrid. Salvo el periódico gratuito 20minutos, el resto de los grandes medios de prensa han decidido no publicar nada debido a los intereses multimillonarios que hay en juego. Ya han amenazado con acciones legales contra Gatopardo y la página web podría ser cerrada en cualquier momento.
En una nota de prensa de la Fundación Ramón Menéndez Pidal (cuya sede se encuentra en la polémica finca) tanto su presidente, Diego Catalán, como su secretario general, José Manuel Pérez-Prendes, aseguraron que su Fundación era ajena a los proyectos especulativos y «que, tal como han transcendido al conocimiento público, podrían suponer una amenaza a la integridad del Olivar de Chamartín, un enclave de altísimo valor ecológico e histórico situado en el Madrid norte, entre las calles Menéndez Pidal, Alberto Alcocer, Padre Damián y Henri Dunant, y que alberga decenas de olivos centenarios y el más espectacular madroño de la Villa de Madrid.
Asimismo, manifiestaron «su oposición y condena a los proyectos de una fundación (la Fundación Olivar de Castillejo) que, amparándose en la memoria de la Junta de Ampliación de Estudios y utilizando el prestigio histórico de la Institución Libre de Enseñanza, pretende degradar un espacio natural y cultural que es patrimonio de todos los ciudadanos pasados, presentes y futuros del pueblo de Madrid».
Igualmente desde la página web se dirigió una solicitud al Departamento de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Madrid para que el Olivar de Chamartín fuera declarado bien cultural. La respuesta de este organismo fue la siguiente:
Acusamos recibo de su escrito en el que nos manifiesta su inquietud por la posible Declaración como Bien de Interés Cultural del Olivar de Chamartín, solicitando que se haga efectiva dicha declaración.
Tal cuestión no es competencia del Ayuntamiento de Madrid, sino de la Comunidad Autónoma de Madrid. De lo que si es competente el Ayuntamiento es de la calificación en materia de protección a través de su Plan General de Ordenación Urbana y es en ese sentido en el que nos hemos interesado desde éste Área de Gobierno de las Artes en trasladar el mutuo interés al Área de Gobierno de Urbanismo para que se proceda a estudiar el nivel de protección actual en el P.G.O.U.M. y si es conveniente o susceptible de mejora.
Sin otro particular.
Atentamente.
Carmen Rojas Cerro.
JEFE DEPARTAMENTO DE PATRIMONIO HISTORICO
Por último, desde la página web Gatopardo se hace un llamamiento para que se envíen cartas de protesta al Departamento de Patrimonio, y cuyo modelo es el siguiente:
Estimado Sr./Sra.:
Me dirijo a usted, como responsable de la protección del Patrimonio Cultural, Histórico y Natural, con el fin de solicitar que sea concedida al «Olivar de Chamartín» la categoría de Bien de Interés Cultural, por su inmenso valor histórico y ecológico, e impedir que sea construido un restaurante talando los olivos centenarios de este histórico lugar y el consiguiente deterioro medioambiental y urbanístico.
Atentamente.
Nombre y apellidos (y cargo/profesión):
DNI:
e.mail:
La dirección donde enviar la carta de apoyo es: [email protected]
Poniendo en Asunto: Departamento de Patrimonio
Y enviar copia a:
-«En defensa del olivar de Chamartín»: [email protected]
-«Gatopardo»: [email protected]
En Defensa del Olivar de Chamartín se están publicando las cartas cuyos autores dan permiso para hacerlas públicas y los colectivos y blogs que apoyan la declaración de bien de interés cultural.
También se recuerda que cualquier gestión o iniciativa que pueda ser sugerida será bienvenida.