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Cronopiando

El otro joven del mazo

Fuentes: Rebelión

Quiero dejar claro, antes que nada, que yo no apruebo ese comportamiento y que, faltaría más, condeno por violenta, como es justo y necesario, la reacción de ese joven abertzale que armado de un mazo entró en la sede del Partido Socialista destruyendo el local, pero también hay que entender las dolorosas circunstancias por las […]

Quiero dejar claro, antes que nada, que yo no apruebo ese comportamiento y que, faltaría más, condeno por violenta, como es justo y necesario, la reacción de ese joven abertzale que armado de un mazo entró en la sede del Partido Socialista destruyendo el local, pero también hay que entender las dolorosas circunstancias por las que atravesaba ese joven que, años atrás había visto como su propio padre era asesinado por el GAL, siglas tras las que se refugiaba el terrorismo de Estado, de cuyos pistoleros no hay presencia ni rastro en ninguna cárcel, y cuyos dirigentes y responsables hoy son asesores de multinacionales y hasta sabios de Europa, por supuesto impunes.

Es verdad sí, y quiero ser tajante en esto, que la conducta violenta de ese joven abertzale que provisto de un mazo destrozó la sede del Partido Popular, nos llevaría a una espiral de violencia que no conduce a nada, pero tampoco sería justo ignorar el difícil pasado de ese joven al que los mismos impunes pistoleros del Estado le secuestraron a dos de sus hermanos a los que sólo volvió a ver, muchos años después, muertos, enterrados en cal viva, mientras sus torturadores y asesinos, por supuesto libres, hoy se dedican a la literatura, al periodismo y a otros nobles oficios.

Y no puedo dejar de expresar mi absoluto desacuerdo ante acciones tan violentas como la protagonizada por ese joven abertzale que con un mazo en las manos convirtió en astillas la sede del PNV, pero también es cierto, y que nadie entienda una justificación de su conducta en esto, que ese joven se encontraba, según parece, sumamente molesto por haberle sido conculcados sus derechos ciudadanos, incluyendo el humano derecho a elegir y a ser elegido.

Es más, que conste mi más enérgica repulsa, mi más enérgica repulsa, mi más enérgica repulsa, mi más enérgica repulsa…