El Pacto Histórico propuesto e impulsado por Gustavo Petro está en construcción en todo el país y en otras latitudes del mundo. En cada región o localidad se concretará con base en los acumulados que hayan construido las fuerzas democráticas y en su capacidad para reconocer la potencialidad de lo avanzado.
La calidad de los diálogos y debates que se realicen entre quienes quieran comprometerse con la tarea de convertir sus ideales y sentimientos en una realidad y en una fuerza política, determinará los resultados de sus esfuerzos anteriores y actuales.
Eso será determinante. Y tal parece que se ha madurado bastante y que al tener al frente la posibilidad de derrotar a la oligarquía, así sea por ahora solo en el terreno electoral, los dirigentes y personas influyentes están asumiendo su responsabilidad histórica, de vida.
Y es evidente, que todo ello debe materializarse en votos para obtener la presidencia de la República y lograr una importante representación en el Congreso Nacional, ojalá mayoritaria.
Entonces, desde cada persona y/o colectivo ha surgido la pregunta de… ¿Cómo ayudar? ¿Qué hacer?
En el caso del Cauca, una región luchadora y sufrida, que representa como ninguna la resistencia de una población marcada por injusticias históricas, la tarea de construir ese Pacto Histórico no puede limitarse a un simple acuerdo de fuerzas políticas.
El Cauca puede y debe ir más allá de los acuerdos y acción de los partidos y grupos políticos comprometidos, que de todas maneras es un buen punto de partida.
Es absolutamente claro que las fuerzas sociales y políticas de esta región pueden -al calor de la construcción del Pacto Histórico- empezar a desarrollar las siguientes tareas históricas, que seguramente, desde el Gobierno Nacional a partir de agosto de 2022 se podrán concretar más ampliamente:
1. Acercar y unificar a campesinos, indígenas y afros para superar el conflicto por territorio y aspectos culturales;
2. Acercar y unificar a Nasas y Misak (guambianos), dado que ambos pueblos son fundadores del CRIC y protagonistas de primer nivel de la resistencia histórica de los pueblos originarios;
3. Acercar y unificar a los pequeños y medianos productores (cafeteros, paneleros, fruticultores, paperos, lecheros, yuqueros, piscicultores, etc.) en tormo a la tarea de industrializar sus materias primas y construir nuevas formas de autonomía y defensa del territorio;
4. Acercar y articular a pobladores rurales y citadinos construyendo la verdadera identidad caucana;
5. Darle importancia y representación política a la Costa Pacífica Caucana;
6. Elaborar propuestas para construir nuevos tipos de alianza productiva y comercial con los sectores industriales del Norte del Cauca, diferenciándolos de los dueños de los ingenios azucareros que representan a las fuerzas del pasado colonial y esclavista;
7. Acercar y articular a las Universidades públicas y privadas con la realidad de las mayorías caucanas para que los jóvenes profesionales jueguen su papel en la construcción de una nueva realidad regional.
Estas y otras tareas, si se realizan con un espíritu incluyente, más allá del “electoralismo”, con sentido muy amplio, serán el mejor antídoto para evitar que el Pacto Histórico pueda ser reducido a una simple “alianza de izquierdas” o que termine por ser hegemonizado por los políticos tradicionales que -de todas formas- deben ser atraídos y comprometidos con el Pacto Histórico.
O sea, podemos construir un Pacto Multicolor, ni muy “rojo” ni muy “blanco”, que movilice a todos los sectores de la sociedad caucana. Si lo hacemos, el Cauca será un ejemplo para el país y se hará una enorme contribución para derrotar al uribismo y a las derechas.
Hay que empujar, hay que actuar.