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Entrevista a Renán Vega Cantor de la Universidad Pedagógica Nacional (Bogotá-Colombia)

«El Papa santificó el terrorismo de Estado en Colombia»

Fuentes: Rebelión

M.H.: Quisiera que compartas tu análisis de la visita del Papa Francisco a tu país.  R.V.C.: En vista de la dictadura mediática se ha impuesto una visión que me imagino es la que se ha difundido en Argentina también. Se presenta a la visita del Papa como un signo de paz, como el cierre a […]

M.H.: Quisiera que compartas tu análisis de la visita del Papa Francisco a tu país. 

R.V.C.: En vista de la dictadura mediática se ha impuesto una visión que me imagino es la que se ha difundido en Argentina también. Se presenta a la visita del Papa como un signo de paz, como el cierre a un proceso de paz. Me parece que es algo muy superficial que, por el contrario, la visita del Papa a Colombia se ha convertido en una santificación del terrorismo de Estado.

Para explicar esta afirmación quiero señalar tres cosas, primero una de tipo histórico, en segundo lugar algo relacionado a la situación actual y en tercer lugar mirar el plan geopolítico de la visita del Papa.

Con respecto al primer punto, de tipo histórico, entre las actividades que desarrolló el Papa en Colombia fue concederle la beatificación a dos sacerdotes colombianos, uno llamado Pedro María Ramírez y otro Jesús Jaramillo. Lo significativo es que estos dos personajes en su vida fueron todo menos santos, sobre todo el primero, que fue un sacerdote muy comprometido en la persecución de liberales y militantes liberales en la década del ’40 y murió luego de los sucesos del 9 de abril de 1948 (El Bogotazo).

Era párroco de un municipio ya desaparecido físicamente, el pueblo de Armero, Tolima, y el 10 de abril fue muerto por la multitud porque se señalaba que desde la sacristía había habido ataques armados a la población en los que participó este sacerdote. Y durante toda su trayectoria se caracterizó por tener un discurso antiliberal y anti comunista en el que prácticamente señalaba que matar liberales no era pecado. Si es este tipo de personajes los que santifica Francisco en su venida a Colombia está dando una muy mala señal, porque está santificando la conducta intolerante de sectores de la Iglesia, ahora avalados por el Vaticano y la curia colombiana.

Además, Pedro María Ramírez no fue muerto por ser un cura defensor de la moral cristiana sino porque fue militante armado del Partido Conservador que atacó a liberales, siendo un sacerdote en ejercicio. Práctica que no es excepcional en Colombia sino que más bien ha sido la pauta por parte de clérigos católicos a lo largo de la historia.

El segundo hecho que creo que hay que destacar de esta visita es la situación actual, y me refiero a lo que pasa en el país en estos últimos meses relacionado con el proceso de paz. Realmente el Papa vino a darle un apoyo político a Manuel Santos cuya gestión está totalmente desprestigiada dentro del país entre todos los sectores políticos y la opinión pública.

Pero además vino a una cosa mucho más importante que a nivel internacional no se ha recalcado: vino a santificar el terrorismo de Estado y a santificar a uno de los agentes fundamentales del terrorismo de Estado, como son las fuerzas militares. Si se hace un seguimiento, desde el momento en que aterriza el Papa y toca suelo colombiano, lo hace en un aeropuerto militar, no en uno civil. De ahí en adelante todo lo que se desarrolló estuvo relacionado con limpiar la imagen del Ejército colombiano y de las Fuerzas Armadas de este país. Desde el momento en que es recibido por altos oficiales, generales, las víctimas que se presentan ante él son soldados mutilados que participaron en el conflicto. Se negó a recibir a delegados de las FARC y siempre que se refirió a las víctimas, hizo mención a los victimarios, a las Fuerzas Armadas del Estado, o sea, que terminaron siendo víctimas y absueltos por el Papa por todos sus actos en todos los lugares donde estuvo. Siempre señalando que este era como un «Ejército de Dios» y son palabras que se repitieron de manera textual.

Al mismo tiempo participó en actos bochornosos y verdaderamente desagradables como cuando el jefe de las Fuerzas Armadas le entregó una virgen ataviada con prendas del Ejército colombiano. Esto muestra que hasta en el ámbito simbólico, discursivo, limpió la imagen criminal de las Fuerzas Armadas colombianas, que han sido un actor fundamental en la violencia que se ha desarrollado en este país en los últimos 70 años.

Y un tercer elemento que creo importante señalar es que el Papa como Jefe de Estado que es, Jefe de gobierno y no solo de una Iglesia, vino con una postura geopolítica opuesta al gobierno legítimo de Venezuela y desde antes de su llegada a Colombia había manifestado su oposición al gobierno de Maduro por su convocatoria a la Constituyente y luego prácticamente avaló la postura injerencista de Manuel Santos en los asuntos de Venezuela que es una postura abiertamente intervencionista en la que incluso se trabaja con la idea de que Colombia puede convertirse en un territorio de agresión hacia Venezuela dado que en este territorio hay muchas bases militares.

Desde este punto de vista podemos señalar que estos tres aspectos indican que la visita del Papa no fue una visita tan pacífica como generalmente se dice.

M.H.: Sin embargo habría que destacar que el jefe de las FARC le pide perdón a Francisco.

R.V.C.: Me parece que ese acto de solicitud de perdón del jefe de las FARC se presta a la discusión y al debate. Porque hablando de perdón, esta visita del Papa habría sido la ocasión para que las jerarquías católicas colombianas le hubieran pedido perdón al pueblo colombiano por su participación activa como actor de la guerra a favor del Estado y del terrorismo de Estado.

Esta hubiera sido la oportunidad para ese tipo de perdón. Pero la Iglesia colombiana, el Ejército colombiano y los medios de comunicación que están íntimamente relacionados con el desarrollo del conflicto armado en Colombia, nunca han pedido perdón y no lo van a pedir.

Hace unas semanas salió un artículo en la prensa que decía que sectores de la Iglesia colombiana reunidos en la ciudad de Medellín señalaron que no iban a pedir perdón y que no podían hacerlo pensando en el costo económico que eso significaría.

La iglesia no piensa en términos espirituales sino en términos terrenales. ¿Cuánto significaría en términos económicos pedirle perdón al pueblo colombiano por su participación directa como actor de guerra? Y este es el otro elemento que hay que señalar, en los EE UU se publicó hace unos años una investigación sobre el papel protagónico de la Iglesia en la violencia en Colombia, es una investigación que se llama «Casos de implicación de la Iglesia en la violencia en Colombia», donde se señala la responsabilidad directa de la Iglesia colombiana desde los más altos niveles, desde las más altas jerarquías hasta sacerdotes de parroquia. Todo relacionado con el cumplimiento de órdenes, que incluso emanaban desde el Vaticano, anti liberales y anti comunistas.

Desde luego esto no quiere decir que en el seno de la Iglesia no hayan existido sacerdotes u obispos comprometidos con la liberación del pueblo colombiano, que hayan inclusive sido asesinados por ser de la Teología de la liberación. Eso es cierto y muestra el carácter contradictorio de la Iglesia en su funcionamiento real. Pero en términos de las jerarquías eclesiásticas su responsabilidad en la guerra es evidente y debe pasar a juicio histórico, incluso en términos de justicia penal, porque hay casos comprobados, como esta investigación que señalo, de responsabilidad de sacerdotes en apoyo a grupos paramilitares, relacionados con los altos poderes del Estado, porque el grupo de los «12 apóstoles», que funcionó en un pueblo de Antioquia que se llama Yarumal, fue organizado por el hermano del que fuera Presidente, Álvaro Uribe Vélez. Está confirmado que un sacerdote aprovechaba el secreto de la confesión para darle información a los militares para que torturaran y desaparecieran a campesinos y habitantes de la región, acusados de ser guerrilleros o auxiliares de la guerrilla.

De tal manera que esta fue una ocasión propicia para que la Iglesia pidiera perdón, pero ese perdón no se vio por ningún lado y no hay perspectivas de que la Iglesia vaya a dar ese tipo de paso.

Santos admitió que el objetivo no era la paz sino el desarme de la insurgencia

M.H.: Otro tema sobre el que quería consultarte es la carta enviada a la ciudadanía por Henry Costa Patiño, facilitador de los diálogos de paz entre el gobierno nacional y las FARC que manifestó su descontento y preocupación por los incumplimientos que ha habido en torno a la implementación de los acuerdos de paz suscritos en La Habana.

R.V.C.: Yo creo que la realidad es muy contundente y muy dura y también muy difícil de admitir. A pesar de que no se ha cumplido un año de la firma de los acuerdos en su segunda versión. Prácticamente de parte del gobierno no se ha cumplido nada, el incumplimiento es absoluto. Y lo que va quedando claro, incluso el propio Manuel Santos lo expresó en una entrevista, es que el objetivo no era eso de la paz sino el desarme de la insurgencia. Como se ha conseguido, entonces ahora está claro que no se va a cumplir nada de lo que se había acordado. No se va a cumplir nada en términos agrarios, el cual es un tema neurálgico en el conflicto colombiano, que no haya ninguna modificación a favor de los campesinos, colonos y personas que no tienen tierra.

En términos de amnistía y de liberación de los presos políticos de las FARC, ha sido un proceso a cuentagotas y no ha avanzado sustancialmente. En términos de la reforma política y de la garantía de participación también está enredado por parte del Congreso. Hay una campaña mediática sistemática para desconocer todo lo que se firmó con las FARC. Ese es el panorama y en ese sentido todo lo que se diga respecto a ese incumplimiento es poco frente a la realidad.

Para completar, se están asesinando con una gran frecuencia a antiguos guerrilleros, está circulando la noticia, que no divulgan los grandes medios, sobre secuestros y asesinatos de desmovilizados de las FARC en Antioquia y otros lugares del país.

Esto indica que estamos asistiendo a un proceso similar al que se vivió con Unión Patriótica, sin que el Estado colombiano tome medidas para proteger a los guerrilleros, que era uno de los compromisos fundamentales al firmar el acuerdo para poder hacer política. Este es el contexto y el panorama que es verdaderamente preocupante.

M.H.: Tuve oportunidad de compartir el VI Encuentro Internacional de la economía de los trabajadores con el compañero Enciso que algunos nombran como el economista de las FARC. En ese encuentro hizo una exposición sobre los acuerdos de paz y me quedó una pregunta que no le pude hacer, te la voy a trasladar a vos: ¿acuerdos de paz o rendición?

R.V.C.: Las cosas se van desenvolviendo muy rápidamente en Colombia, creo que hay que señalar que cuando se llega a los diálogos no hay un proceso de derrota militar de la insurgencia, esa derrota militar nunca se dio, hasta el punto de que estamos hablando de la desmovilización de 10/12.000 guerrilleros. No hubo derrota militar pero desde luego estamos viendo que esto se está convirtiendo en una derrota política, que no creo que se pueda señalar que estuviera prefigurada desde antes, sino que tiene que ver con una serie de condiciones que se han venido dando en el país donde a mi modo de ver tienen una amplia responsabilidad la mayor parte de las izquierdas, porque no han comprendido la importancia del momento.

Desde ese punto de vista se ha llegado al caso de que lo que se ha privilegiado es el desarme y no la importancia de plantear reformas por parte de las izquierdas que vayan más allá de la participación electoral en esta coyuntura.

En ese sentido, las FARC han ido quedando cada vez más solas y eso en el futuro va a tener consecuencias, y así aparece como si hubiera sido una entrega, pero se firmó un acuerdo que no se está cumpliendo y que termina siendo profundamente negativo no solamente para las FARC sino también para la sociedad colombiana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.