Un documento elaborado en julio de 1986, 50º Aniversario del inicio de la Guerra Civil española, por la Redacción de la Agencia de Prensa Novosti y que ha permanecido inédito hasta hoy, desgrana el papel de la URSS en la contienda española. En el otoño de 1936, el Gobierno de la República depositó en el […]
Un documento elaborado en julio de 1986, 50º Aniversario del inicio de la Guerra Civil española, por la Redacción de la Agencia de Prensa Novosti y que ha permanecido inédito hasta hoy, desgrana el papel de la URSS en la contienda española.
En el otoño de 1936, el Gobierno de la República depositó en el Banco de la URSS una parte de sus reservas de oro por valor de 131 millones de dólares, a cuenta de los cuales costeaba todas las adquisiciones en la Unión Soviética. En el Banco de Francia, depositó 256 millones de dólares.
La rebelión militar del 18 de julio de 1936 que provocó la Guerra Civil en España dividió a la comunidad internacional en tres grupos de Estados; La Alemania nazi y la Italia fascista, que asumieron una postura de hostilidad a la República y apoyo a los generales insurrectos, Inglaterra y Francia optaron por la política de no intervención. Solo la Unión Soviética prestó a la República española ayuda eficaz y de considerable volumen.
Entre estos dos polos se hallaba un grupo de países europeos, con Gran Bretaña y Francia al frente, que aplicaron la tristemente conocida política de no intervención, política que, de hecho, estimulaba al fascismo internacional.
El caso de España fue la primera salida del fascismo al ámbito internacional
La Unión Soviética nunca se propuso implantar en España un régimen comunista o soviético en España
Cuando comenzó la Guerra Civil en España, la URSS no tenía de hecho, relaciones diplomáticas con la Republica, aunque se habían establecido en 1933. El embajador designado por ese país murió en su viaje a España, y solo en el verano de 1936 fue nombrado embajador M. Rosemberg, así como el cónsul en Barcelona, Vladimir Antonov-Evséenko.
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La rebelión militar iniciada por un grupo de generales traidores a su juramento de fidelidad a la República Española, del 18 de julio de 1936 que provocó la Guerra Civil en España, dividió a la comunidad internacional en tres grupos de Estados; La Alemania nazi y la Italia fascista, que asumieron una postura de hostilidad a la República y apoyo a los generales insurrectos. Solo la Unión Soviética prestó a la República española ayuda eficaz y de considerable volumen. Entre estos dos polos se hallaba un grupo de países europeos, con Gran Bretaña y Francia al frente, que aplicaron la tristemente conocida política de no intervención, política que, de hecho, estimulaba al fascismo internacional.
Este inicio se recoge en un trabajo realizado en julio de 1986, con motivo del 50º Aniversario del comienzo de la Guerra Civil española, elaborado por la Redacción de la Agencia de Prensa Novosti (APN), con sede central en Moscú y que ha permanecido inédito hasta ahora. Sus aportaciones al papel jugado por la Unión Soviética en aquellos años, no ha perdido un ápice de actualidad pese a los 31 años transcurridos desde aquella fecha.
Este trabajo de la APN, no recoge el fracaso del Golpe de Estado, que dio lugar al enfrentamiento civil, provocado por el bando insurrecto que no respetó para nada la legalidad y la legitimidad del régimen democrático que fue la II República española, ni habla de los elementos que lo apoyaron la sublevación; la oligarquía financiera y agraria de nuestro país y alentada por los regímenes nazis y fascistas de Alemania e Italia, los generales que se pusieron al frente de un golpe militar con tenían otro objetivo, previamente programado y expresamente reconocido por sus protagonistas, no era otro que el de exterminar y erradicar el sistema democrático, que había instaurado la Segunda República. Además de la colaboración necesaria de la jerarquía de la Iglesia Católica, que no dudaron en llamar Cruzada, a lo que fue una traición que se perpetuó hasta la muerte del dictador.
Reacción clara en la Unión Soviética
Los acontecimientos acaecidos en España en ese mes de julio de 1936 no dejaron indiferentes ni al Gobierno de la URSS ni a su pueblo. Se señala en el documento que El alzamiento de una parte de las fuerzas armadas y la resistencia del Gobierno legítimo, respaldado por grandes masas populares, lo interpretaron tanto el gobierno como la opinión pública de la Unión Soviética, como un asunto interno de España, que no admitía injerencia alguna.
Los dirigentes soviéticos tenían muy clara cual era la situación explosiva que se daba en el verano de 1936 en Europa como resultado de la política exterior de Alemania e Italia. La injerencia [de la URSS], en los asuntos españoles, independientemente de sus motivos, agravaría la situación en el continente europeo y el conflicto podría extenderse a toda Europa e incluso desembocar en una guerra mundial. Se apunta en el documento de APN. Que el discurrir de la historia demostró cual ingenua fue la política de no intervención en el conflicto español.
Esta actitud del gobierno de la URSS fue explicada por Maxim Litvínov, comisario [ministro] del pueblo para las Relaciones Exteriores de la Unión Soviética: …La Unión Soviética, no exhorta a crear un bloque internacional para combatir el fascismo, que niega la democracia y la libertad. Como Estado -sigue la declaración del ministro-, no nos interesa el régimen fascista interno en tales o cuales países. Nuestra colaboración con otros países y nuestra participación en la Sociedad de Naciones se basan en un principio; en la coexistencia pacífica entre dos sistemas -socialista y capitalista-, y consideramos que el régimen fascista se inserta en el segundo.
La primera salida del fascismo al ámbito internacional fue a España
Más adelante Litvínov, añade que El fascismo deja de ser un asunto interno de los países que lo profesan (…) En el caso de España vemos la primera salida del fascismo al ámbito internacional, un intento de impulsar desde fuera el fascismo en España, de imponer al pueblo español un gobierno fascista mediante bayonetas, granadas y bombas. Si esto se lograra -continúa la exposición del ministro-, no habría garantías de que no se repitiera [la expansión del fascismo] en mayor escala respecto a otros Estados (…) se trata de un fenómeno de carácter internacional, de una creciente amenaza a la paz, y esto basta para justificar nuestro interés [en el conflicto español]. Concluyó Maxim Litvínov.
Francia, en aquellos días, propuso a los países europeos, incluida la URSS, firmar un acuerdo de no intervención en los asuntos de España, esta iniciativa francesa halló eco en Moscú, que expresaron solamente dos premisas; 1) que a este acuerdo se adhiriera Portugal y 2) que se suspendiera inmediatamente la ayuda que algunos países prestaban a los facciosos españoles. El 23 de agosto de 1936, el gobierno de la URSS de adhirió oficialmente al acuerdo y prohibió la exportación, reexportación y el tránsito de toda clase de armas, pertrechos y materiales de guerra, aviones y barcos de guerra en dirección a España, sus dominios y la zona española de Marruecos.
La Unión Soviética no tenía intereses territoriales, económicos, financieros o de otra índole que le indujeran a intervenir en los asuntos internos de España. Se dice en el documento objeto de nuestro comentario que (…) la URSS no pretendía implantar un régimen comunista o soviético en España. Esto lo declaró Maxim Litvínov el 28 de mayo de 1937 en el consejo de la Sociedad de Naciones, que continuó: como Estado, nos ha interesado poco el régimen que había en España, con la que antes del alzamiento [militar] no teníamos relaciones diplomáticas ni consulares y en la que no había ningún ciudadano soviético. El diplomático soviético terminó su intervención diciendo: Deseamos solamente que, terminados los acontecimientos actuales, el pueblo español disponga del gobierno que él desee y elija voluntariamente, partiendo de la Constitución [la de 1931] por el pueblo establecida.
No tienen viso de autenticidad las afirmaciones de que, en relación con España, la Unión Soviética partía del «testamento» de Lenin, en el que dijera que España sería la segunda «dictadura del proletariado», en Europa. Con fecha del 21 de diciembre de 1936, los dirigentes soviéticos enviaron al jefe del gobierno de la República, Francisco Largo Caballero, en la que le decían: Las revoluciones españolas traza sus vías, en muchos aspectos distinta de la vía recorrida por Rusia. Esto -continúa la misiva-, se debe a diferencia de premisas de orden social, histórico y geográfico y a otras demandas de la situación internacional distinta a las que precedieron a la revolución rusa. En la carta que comentamos, se subraya que Es muy probable que la vía parlamentaria sea un medio de desarrollo revolucionario más eficaz en España que en Rusia.
Establecer contacto con los republicanos burgueses
Los dirigentes soviéticos recomendaban al líder del PSOE, estrechar las relaciones con los republicanos burgueses para impedir que los enemigos de España vean en ella [la República española] una república comunista y prevenir la intervención de ellos [los enemigos de España], lo que encierra el mayor peligro para la España republicana. Termina la carta enviada a Francisco Largo Caballero, por los dirigentes soviéticos, en diciembre de 1936.
Al adherirse la URSS al acuerdo mencionado, se aspiraba a enmarcar el conflicto español en sus límites territoriales. Desde la Unión Soviética se consideraba que el Gobierno legítimo de la República tenía todas las posibilidades de resolver los problemas internos con sus propias fuerzas, al tiempo que la injerencia ajena no solo podría prolongar el conflicto y causar grandes pérdidas de vidas humanas, sino también agravar la situación en Europa. En la Unión Soviética, aquellos días de julio – agosto de 1936, se veía que renunciar a la política de no intervención podría empeorar sus relaciones de aliada con Francia y otros Estados democráticos, crearía insuperables obstáculos en la organización de la resistencia a la agresión fascistas.
Por otra parta se veía una amenaza directa de que los partidarios de apaciguar el fascismo aprovecharan este autoaislamiento de la URSS para establecer na especia de santa alianza con las potencias fascistas.
Pese a firmar este acuerdo de no intervención en la contienda española, hacía comprender al gobierno soviético que ese acuerdo, no frenaría a los agresores fascistas, como desgraciadamente no ocurrió, Alemania e Italia directamente intervenían militarmente en la guerra que se libraba en España. También se contemplaba desde el gobierno de la URSS, que Francia y Gran Bretaña, eran inconsecuentes en su política respecto a la República española. En esa política llevada a cabo por Francia y Gran Bretaña, influían poderosas fuerzas que no ocultaban sus simpatías hacia los facciosos e intervencionista en la guerra civil española.
Vladimir Potiomkin, vicesecretario del pueblo para Asuntos Exteriores de la URSS, en carta enviada el 4 de octubre de 1936 a Iván Maiski, embajador soviético en Londres, decía que los gobiernos de estos países no deseaban prestar ayuda real al gobierno de Madrid y participaban en acuerdo de no intervención, afín de crear ante la opinión pública de sus respectivos países una base legal para no ayudar [al gobierno legítimo de la República española].
Cuando se hizo claro que, para encubrir la cada vez más descarada intervención de Alemania e Italia en la guerra al lado de Franco, el acuerdo [de no intervención], se había convertido en papel mojado, ante esto, el gobierno de la URSS declaró (en notas de 7 y 23 de septiembre de 1936) que no estaba dispuesto a apoyar una causa injusta y había decidido devolver al gobierno [legítimo] de España, el derecho y la posibilidad de adquirir armas fuera del país, derechos y posibilidades que poseen todos los gobiernos en el mundo.
Los representantes soviéticos en el Comité de Londres desempeñaron un importante papel en cuanto al control de las fronteras marítimas y terrestres de España. El gobierno soviético encomendó a todos mercantes que navegaban bajo pabellón soviético y se dirigían a puestos españoles, observar las reglas establecidas por esta decisión.
La Unión Soviética luchó enérgicamente se dice en el documento que comentamos, por retirar a los voluntario [las Brigadas Internacionales] extranjeros como primer paso el gobierno soviético aceptó un alto el fuego en las acciones militares hasta la retirada de los voluntarios, la intención de la URSS era evacuar enseguida a todos los extranjeros que luchaban en ambos bandos y suspender el envío de toda clase de material de guerra, y rechazó firmemente los intentos de Gran Bretaña y Francia de reconocer el derecho de Franco como parte beligerante. Cuando el Gobierno de la República, decidió desmovilizar a todos los combatientes de las Brigadas Internacionales, el gobierno soviético lo aceptó.
Apoyo político, militar y económico
Además de apoyo político y diplomático, la Unión Soviética prestó ayuda militar y económica a la República Española en el transcurso de toda la guerra. Esta ayuda soviética, respondía a la petición del Gobierno de la República y se correspondía con las normas del derecho internacional.
Cuando se produjo la sublevación de los militares traidores a su juramento encabezados por Franco, la URSS no tenía, de hecho, relaciones diplomáticas con la República Española, aunque se habían establecido en 1933. El embajador designado enfermó y murió de camino a España. Solo en el verano de 1936 fue designado el nuevo embajador M. Rosemberg, así como el cónsul en Barcelona, Vladimir Antonov-Evséenko. El reducido personal de la embajada y el consulado asumió la tarea de organizar la ayuda a la República, incluso ayuda militar.
Todos los envíos de armas y material de guerra de la Unión Soviética a la República Española se efectuaban en base contractual. Los dos Estados tuvieron que superar enormes dificultades: la distancia geográfica, el bloqueo de las costas de la República por la flota de los facciosos [españoles] y por las escuadras italiana y alemana, el cierre periódico de la frontera terrestre de Francia. No todo lo que la República Española adquiría en la URSS, o con ayuda de ésta, a terceros países llegaba a sus costas. Bloqueada la República y frente a las acciones de piratería de las flotas y la aviación fascistas, los envíos soviéticos llegaban con irregularidad.
La ayuda militar soviética, aunque considerable, no podía cubrir todas las necesidades del ejército de la República de octubre de 1936 a enero de 1939, la Unión Soviética envió a la República Española 648 aviones, 374 tanques, 60 carros blindados, 1.186 piezas de artillería, 20.486 ametralladoras, cerca de 500.000 fusiles y gran cantidad de municiones y pertrechos.
En este contexto cabe mencionar datos sobre la ayuda militar que los facciosos españoles recibieron de Alemania e Italia. Según cálculos del investigador norteamericano John Coverdale, Italia envió 759 aviones, 1.801 piezas de artillería, 3.436 ametralladoras y 157 tanques. Según otras fuentes, los rebeldes españoles sublevados contra el régimen republicano legalmente instaurado recibieron de Italia 1.930 piezas de artillería, más de 10.000 ametralladoras y 950 tanques y carros blindados. Así mismo abundante fue la ayuda alemana. Según datos de Hidalgo Salazar R. (que se citan en el informe de APN), Alemania envió a Franco más de 700 aviones.
Los envíos soviéticos de armas y material de guerra no podían por si solos influir en la marcha de las operaciones militares. Se necesitaba que los soldados y oficiales del ejército republicano aprendieran a dominar el material. A petición de las autoridades legítimas de la República, a España llegaron asesores y especialistas militares y civiles soviéticos. Al enviarlos a España, la dirección soviética señaló en una carta a Francisco Largo Caballero el 21 de diciembre de 1936 que con toda la solidaridad que hoy une al pueblo español y los pueblos de URSS, siendo extranjeros los soviéticos en España, solo pueden reportar provecho con la condición de que actúen dentro de sus marcos de asesores y nada más que asesores. Los asesores soviéticos, por regla general, cumplían esto estrictamente, aunque la vida y la situación político-militar a veces les obligaba a rebasar los marcos establecidos.
Históricamente es sabido que Alemania e Italia enviaron a España unidades enteras. En la Legión Cóndor participaron no menos de 50.000 efectivos. Por el cuerpo expedicionario italiano pasaron no menos de 150.000. El cuerpo portugués contaba con no menos de 20.000. En total según distintas fuentes, en el ejército de Franco se contaban no menos de 300.000 voluntarios extranjeros.
Durante los años de la Guerra Civil española, la Unión Soviética, enviaba grupos reducidos de especialistas y consejeros, cuyo número total ascendió a cerca de 3.000, incluidos 772 pilotos y técnicos de aviación, 354 tanquistas, 222 asesores e instructores de tropas regulares, 72 marineros, 100 artilleros, 156 radiotelegrafistas, etc. Al mismo tiempo en España lucharon de 600 a 800 voluntarios soviéticos y, en la etapa final de la guerra, poco más de 40.
Combustible, víveres, mercancías…
Como señalamos más arriba, los envíos de armas, material de guerra y municiones de la Unión Soviética, se efectuaban en base contractual. Durante el otoño de 1936, se llegó a un acuerdo entre el gobierno de la URSS y el de la República Española, por el cual, éste, el Gobierno legítimo español, depositó en el Banco de la URSS una parte de sus reservas oro por valor de 131 millones de dólares (En el Banco de Francia el Gobierno republicano español, había depositado 256 millones de dólares), a cuenta de los cuales se costeaban todas las adquisiciones que se hacían en la Unión Soviética. En junio de 1938, agotadas la reserva de oro depositadas en la banca soviética por parte del gobierno español, se firmó el acuerdo soviético-español sobre la concesión de un crédito de 75 millones de dólares, y a finales de 1938 la URSS volvió a conceder un crédito por valor de 100 millones de dólares, al gobierno español. Aparte de material de guerra la Unión Soviética enviaba a la República Española, materias primas, combustible, víveres y mercancías industriales, según el siguiente cuadro de exportaciones:
Años Volumen en toneladas Suma en rublos
1936 194.622 23.817.000
1937 520.143 81.092.000
1938 697.978 109.825.000
1939 6.810 1.654.000
Otro aspecto de la ayuda soviética a la República, fueron la preparación de cuadros militares, tanto en territorio español como en territorio soviético. Solo en 1937-38, en escuelas soviéticas de aviación fueron preparados 600 pilotos y técnicos de aviación españoles.
La ayuda militar de la Unión Soviética a la España republicana, fue una misión humanitaria, enmarcada en las normas, costumbres y tradiciones sobre las que se basan las relaciones entre Estados soberanos.
Apoyo de la opinión pública soviética
La opinión pública soviética apoyó en todo momento la lucha del pueblo español por salvar el estado republicano, democrático, de progreso, de avances culturales, artísticos y defensor de los Derechos Humanos que se dio en 1931. Por toda la geografía de la URSS se celebraron mítines, manifest6aciones, colectas, etc. A finales de septiembre de 1936 arribaron a puertos españoles los primeros barcos soviéticos con víveres a bordo. En total se enviaron desde la URSS al pueblo español 1.000 toneladas de mantequilla, 4.200 de azúcar, 300 de margarina, 4.130 de trigo, 3.500 de harina, 2.600 de pescado ahumado, 2 millones de latas de conservas, 125.000 latas de leche condensada, café y cacao, 10.000 juegos de ropa, etc. En 1938, cuando la República pasaba por grandes dificultades, los sindicatos soviéticos adquirieron y enviaron a España 48.000 toneladas de trigo, 100 mil latas de conservas de carne y leche condensada, 1.600 toneladas de mantequilla y 3.500 toneladas de azúcar. En total las colectas que se hicieron en la URSS, entre julio de 1936 y finales de 1938 más de 274 millones de rublos.
Cabe señalar otro aspecto de la ayuda soviética a España, fue la acogida de los niños/as españoles. Hacia noviembre de 1938 había en la URSS más de 3.000 niños/as que en escuelas-internados vivían a cuenta del Estado soviético. También los vínculos culturales entre los dos países adquirieron grandes proporciones.
A manera de epílogo
Miles de páginas se han escrito a lo largo de más de ochenta años sobre la ayuda soviética al legítimo Gobierno español de la II República y del oro de Moscú, no tratamos en este resumen periodístico dar ninguna solución a ese tema, solo se trata de dar forma a una información que durante varios años permaneció inédita y trasladarla al lector avezado e interesado por aquél trágico episodio que en 1936, que no pudieron soportar el limpio triunfo electoral del Frente Popular en febrero de ese año, en el que las fuerzas de centro e izquierda que supieron anteponer sus diferencias políticas para conseguir ponerse al servicio del pueblo y poner en marcha una serie de reformas que en el bienio negro republicano, se postergaron o anularon.
La nefasta política de no intervención, promovida por la democracia occidental, impulsada principalmente por Francia e Inglaterra, con el tibio apoyo de la URSS, sirvió para que el fascismo dejase de ser un asunto interno de los países que lo implantaron Y España fue la primera salida del fascismo al ámbito internacional, un intento de impulsar desde fuera el fascismo en España, de imponer al pueblo español un gobierno fascista mediante bayonetas, granadas y bombas.
Luego después, Francia, Inglaterra, la Unión Soviética y otros muchos países, sufrieron la agresión nazi-fascista que les llevó a una cruenta guerra a escala mundial y a que murieran millones de personas en todo el mundo. Cuando Alemania en 1939 invade Polonia, las llamadas democracias orientales, se dieron cuenta del inmenso error cometido al no apoyar al gobierno legítimo de la II República española y defenderla del fascismo.
España tras la derrota de la República en 1939. Entró en la larga noche del fascismo, que aun con la derrota del nazismo alemán y el fascismo italiano, esas democracias occidentales y principalmente EE UU y el Vaticano, permitieron la supervivencia de un régimen fascista y asesino, que todavía tiene su marca en muchos estamentos del Estado incluido el ejército, que como vimos hace unos días, un coronel en Valladolid, el pasado 18 de julio publicó esa efeméride recordando el golpe de estado, sin condenarlo.
El 18 de julio de 1936, Franco, el cabecilla del ejército sublevado dictó un Bando, que supuso la ruptura total con toda la legitimidad jurídica de la República contra la que se rebela. Este Bando es el primer ladrillo sobre el que, comenzó a edificarse en España, el estado fascista, bajo la dictadura de Franco, construyendo su arquitectura legal, con la que justificará sus crímenes y afianzará el imperio de la arbitrariedad de su dictadura, hasta su muerte. Es el régimen franquista el que más muertos enterrados en cunetas, barrancos y tumbas sin nombre tiene, con los verdugos gozando de total impunidad y solo la justicia argentina está investigando el genocidio cometido contra el pueblo español.
Franco debía mucho a quienes le apoyaron en el levantamiento contra la República, por eso designó a Juan Carlos de Borbón, como sucesor en la Jefatura del Estado a título de rey, el franquismo -entre otras cosas- quiso salvaguardar los poderes económicos que apoyaron el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 contra la República, así como a los benefactores de la posterior dictadura.
Tenemos que hacer llegar ciudadanía y a las generaciones nacidas tras la muerte del dictador, el general Franco, que al pueblo español se le arrebató la II República declarada en 1931. Los sueños y esperanzas que despertó aquel 14 de abril de ese año, que venía a poner fin a una historia compleja de atraso y absolutismo que duró todo el siglo XIX y los primeros 30 años del XX. También hemos de explicar a esa ciudadanía, educada en el más absoluto obscurantismo desde 1975 a nuestros días, que la II República no fue la causante de una guerra civil, sino que la causó el golpe militar de unos generales felones apoyados por la oligarquía española, la Iglesia Católica, el fascismo y nazismo, contra una república abandonada -como hemos señalado-, a su suerte por las denominadas potencias democráticas que miraron hacia otro lado mientras el fascismo y el nazismo ensayaban en España lo que sería poco después la II Guerra Mundial.
Han transcurrido 81 años desde que se produjeron aquellos trágicos sucesos. En España sigue sin ser condenado el franquismo. Es legal La Falange, el partido fascista que lo sostuvo. En España, mientras unos canonizan a sus muertos, los que pedimos la ilegalización y el fin de la impunidad de los crímenes cometidos por el régimen fascista, nos tilda de revanchistas, que queremos abrir viejas heridas; cuando lo que pedimos es justicia y reparación para las víctimas de la dictadura y sus familiares y el castigo para sus asesinos y la anulación de las leyes de excepción franquistas. Así como la anulación de la Ley de Amnistía de 1977, que sirvió como ley de punto final a los crímenes del franquismo.
Hoy sin olvidar el pasado miramos hacia el futuro, los tiempos han cambiado, las nuevas tecnologías abren caminos a la libertad de expresión de opinión, más allá de los medios convencionales que están al servicio de la monarquía y el neoliberalismo que la sostiene.
Tanto Felipe VI, como el Gobierno del PP quieren un pueblo sin voluntad, sin opinión, sin voz, de ahí las leyes restrictivas como la ley mordaza, la precariedad en el empleo que crea una masa silenciosa por miedo a perder su empobrecido puesto de trabajo, los recortes que, para contentar a la UE, cada vez esquilman más a la clase trabajadora, mientras crean nuevos ricos a costa de todo un pueblo. Aquí también cabe señalar el silencio de los grandes sindicatos de clase y de los partidos políticos que se dicen de izquierdas que han traicionado al pueblo trabajador a las clases más desfavorecidas que confiaba en ellos.
Los republicanos no buscamos no queremos unos retoques cosméticos de la actual Constitución. Queremos difundir los valores republicanos y democráticos en todos los ámbitos de la sociedad y en particular entre los miembros de las Fuerzas Armadas. Queremos una ruptura total con la transición y poner fin a la monarquía borbónica, hace falta que el pueblo se subleve, que grite ¡basta ya! de perpetuar el franquismo y poner fin a la corrupción generalizada, que ha llevado al mismísimo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy a declarar como testigo por las corruptelas de su partido, el PP. Pedimos los republicanos que la banca devuelva los cientos de miles de euros que les ha dado el gobierno del PP a costa de la clase trabajadora. Queremos los republicanos, un régimen de justicia, de legalidad, fraternidad, solidaridad, que ponga -ahora sí-, punto final a las atrocidades que padeció y aun padece el pueblo español, donde la clase obrera, las clases medias, han sido apartadas del poder, usurpado por oligarcas y profesionales de la política que en su mayoría no vienen a servir al pueblo, sino a servirse de él. Pedimos que la justicia sea igual para todos y que los criminales del franquismo sean juzgados y condenados. Y las víctimas y sus familias vean que se hace justicia y reparación.
Con la perspectiva de 81 años del inicio de aquella guerra, el camino que tenemos hacia la proclamación de la República es ilusionante pero complicado. Lleno de obstáculos y también de esperanza, solo nosotros, el pueblo soberano estamos en condiciones de logar vuelco total a la situación política que vivimos, de terminar con el régimen franquista y con quienes lo continúan. Nosotros, el pueblo, tenemos la palabra.
Ángel Pasero Barrajón. Director de La Hora de la República. Secretario de la Asociación Civil Milicia y República ACMYR.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.