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El Parlamento silenciado

Fuentes: Rebelión

Uno de los mecanismos de vaciamiento de la democracia es el apagón informativo al que son sometidas las instituciones. Discursos parlamentarios, debates en plenos o en comisiones, proposiciones y preguntas parlamentarias son silenciadas y duermen el sueño de los justos. A cambio, la ciudadanía sólo recibe extractos de segundos de una rueda de prensa o […]

Uno de los mecanismos de vaciamiento de la democracia es el apagón informativo al que son sometidas las instituciones. Discursos parlamentarios, debates en plenos o en comisiones, proposiciones y preguntas parlamentarias son silenciadas y duermen el sueño de los justos. A cambio, la ciudadanía sólo recibe extractos de segundos de una rueda de prensa o unas declaraciones en un pasillo.

El acceso íntegro a las actividades institucionales en general y parlamentarias en particular es condición imprescindible para que una ciudadanía se sienta parte de una democracia. Evidentemente, los ciudadanos no pueden presentarse masivamente en el Parlamento para escuchar los debates, ni debería ser necesario en plena era de las comunicaciones. Si los poderes públicos de verdad quieren crear una sociedad de ciudadanos informados y formados en la democracia deben crear las condiciones para difundir esa información.

Tampoco sirve el habitual argumento de la demanda de las audiencias. Debates sobre el estado de la nación, mociones de censura cuando las hubo, debates históricos sobre la participación española en la guerra de Iraq o la Comisión de Investigación sobre lo sucedido en la Asamblea de Madrid tras las elecciones autonómicas o la actual sobre el 11-M han tenido audiencias televisivas que confirman el interés ciudadano por la cosa pública.

Recuerdo hace años siendo presidenta del Senado Esperanza Aguirre, cuando anunció que se iban e emitir en internet los debates del Senado como ejemplo de la llegada a la Administración de las nuevas tecnologías. Propuesta absurda, hacía décadas que existía la televisión para emitir esos debates y no se hicieron.

Dos anécdotas recientes han mostrado el nivel de burla al que los medios han llevado a nuestro Congreso de los Diputados.

Tanto en TVE 1 como en Tele 5 fue noticia el pasado 24 de junio el intento infructuoso de un senador de ERC por preguntar en catalán en el Senado, así como otro intento, este sí permitido, de otro diputado de ERC en el Congreso. Nunca nos enteramos de qué preguntaban, ni de cuál fue la respuesta. El apagón informativo sobre las instituciones es tal, que la noticia fue el idioma, lo de menos era la pregunta.

Una semana después, el 30 de junio era noticia en los informativos de la noche de TVE1 que un diputado en silla de ruedas debía servirse de una tribuna extraordinaria para hablar en el Congreso de los Diputados. Las imágenes recogen cuando se dispone a hablar y se cortan cuando comienza su discurso. Hace tiempo que las noticias de las instituciones son las anécdotas no los contenidos.

La complicidad de Administración y medios en vaciar las instituciones está provocando que tanto los representantes como los partidos estén percibiendo lo absurdo de prepararse un brillante y argumentado discurso que, a buen seguro, será condenado al silencio. Todos ellos saben que un chascarrillo, un incidente parlamentario llegará a los ciudadanos más que un buen trabajo parlamentario.

Con un sistema electoral injusto, unas campañas electorales convertidas en despilfarro y verbena y unos medios de comunicación en manos de pocos, el silencio sobre la actividad parlamentaria está terminando de enterrar lo que un día pudo haber sido una democracia y hace ya mucho que dejó de serlo.

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