Las declaraciones críticas al grotesco fraude electoral efectuado por Daniel Ortega en Nicaragua hechas por las diputadas Camila Vallejo y Karol Cariola; por la alcaldesa de Santiago, Iraci Hassler; por el precandidato presidencial, Daniel Jadue; por la destacada convencional, Bárbara Sepúlveda; y por las propias Juventudes Comunistas; manifiestan un cambio tremendamente positivo en el PC chileno, tan habituado a soslayar violaciones de derechos humanos cometidos por regímenes proclamadamente de izquierda.
Más todavía cuando los máximos dirigentes del PC habían suscrito una declaración –en conjunto con otros grupos políticos menores- validando aquellas “elecciones” (ver: https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2021/11/12/inedita-rebelion-en-el-pc-camila-vallejo-karol-cariola-barbara-sepulveda-y-jjcc-quitan-el-piso-a-la-declaracion-a-favor-de-ortega-y-su-regimen-en-nicaragua).
Basta constatar cómo el gobierno de Ortega -que desde 2018 ha reprimido ferozmente las protestas populares dejando centenares de muertos y decenas de miles de exiliados- había ido procesando y encarcelando, uno tras otro, a todos los candidatos presidenciales opositores (¡siete!), para darse cuenta de lo ridículo de pretender que en Nicaragua se estaban efectuando elecciones democráticas. Los engaños, en cualquier parte del mundo, deben ser denunciados y esclarecidos. Bien lo sabemos los chilenos, engañados desde hace casi cincuenta años. Primero por una dictadura que luego de destruir el sistema democrático, buscó presentarse siempre como “restauradora” de la democracia, para dejarnos con una Constitución nominalmente democrática, pero que enmascaraba la proyección de un régimen autoritario extremadamente neoliberal.
Y desde 1990 por una coalición de partidos proclamadamente centro-izquierdistas (lo habían sido históricamente), pero que se dedicaron sistemáticamente a legitimar, consolidar y perfeccionar el modelo económico, social y político heredado de la dictadura. A tal punto que procedieron en 2005 a ¡legitimar la Constitución del 80!; con algunos cambios relevantes, pero dejando sus características esenciales. Algo que ahora todos reconocen, pero muchos queriendo olvidar que nuestra actual Constitución fue refrendada en una ceremonia fastuosa y entusiasta por Ricardo Lagos y todos sus ministros -incluyendo la actual candidata presidencial Yasna Provoste- el 17 de septiembre de ese año.
Lo más positivo de este cambio al interior del PC es que surge fundamentalmente de sus sectores juveniles y de nuevos liderazgos que se han demostrado muy atractivos y no solo para los militantes de dicho partido. Particularmente de Camila Vallejo, que desempeñó un papel clave en el movimiento estudiantil-ciudadano de 2011, antecedente fundamental de la revuelta social de octubre de 2019 que -para todos los efectos prácticos- ha deslegitimado el “modelo chileno”. Esto va a significar, sin duda, un profundo cambio positivo para una organización política tan trascendental en la historia de Chile por su raigambre en los trabajadores, en la juventud y en los sectores populares en general.
Además que llevará a superar el permanente daño que le hacía al PC aparecer injusta y gratuitamente asociado a dictaduras como las de Stalin y tantas otras, en la medida que no planteaba para Chile la aplicación de dichos regímenes totalitarios. De hecho, ya desde hace unos años el PC chileno abandonó formalmente el “marxismo-leninismo” en cuánto concepción ideológica y programática. Como muy bien lo señalaba Jean Paul Sartre con ocasión de la escandalosa adhesión del Partido Comunista francés a la invasión soviética a Hungría en 1956: ¡Cuánto deben haber lamentado las bases del PCF, que buscaban una profundización de la democracia francesa, el sentirse con el estigma de aparecer asociados a tan bárbara y mortífera invasión. Habría bastado una sola palabra para no sentirse agobiados por tan injusta asociación!…
Y, además, este histórico cambio en el PC repercutirá -como efecto inevitable- en una disminución de la efectividad de las históricas campañas del terror que desde hace más de cien años ha desplegado la derecha respecto de toda alternativa de cambios profundos en la sociedad chilena. Recordemos que, ya en la campaña presidencial de 1920, aquella tildaba a Arturo Alessandri como el “Lenin chileno”, mientras se desarrollaba la feroz guerra civil en la naciente Unión Soviética…
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