Entrevista a Gerardo Iglesias, exsecretario general de IU, que rompe así un silencio de veinte años.
Cuando se cumplen hoy 35 años de la legalización del PCE, Gerardo Iglesias recuerda para ATLÁNTICA XXII que los comunistas españoles aceptaron entonces la Monarquía y su bandera por presiones de la cúpula militar, que amenazaba con una intervención armada.
Coincidiendo con la publicación de su libro sobre la guerrilla «Por qué estorba la memoria», Gerardo Iglesias rompió un silencio de 20 años, durante el que no tuvo ninguna intervención pública, y en una entrevista que aparece en el número 19 de ATLÁNTICA XXII desvela su salida de IU, su enfrentamiento con Santiago Carrillo y otros episodios de la transición política.
En la entrevista publicada, por cuestiones de espacio, se eludieron algunas de las manifestaciones de Iglesias, como las referidas a la legalización del PCE y las cesiones que para ello otorgaron los comunistas.
La legalización del PCE fue una conmoción para los militares españoles, muchos de ellos excombatientes en el bando nacional en la guerra civil y franquistas en su inmensa mayoría. La cúpula militar se sintió engañada por el presidente del gobierno Adolfo Suárez, dimitió el ministro de Marina, el almirante Gabriel Pita da Veiga, y hubo ruido de sables en los cuarteles. Aquel malestar acabarían estallando años después en el 23-F.
En medio de aquella tensión y aquellos temores a un golpe militar, el PCE mostró una gran moderación, colaboró con los reformistas encabezados por Suárez y aceptó grandes cesiones, como su renuncia al republicanismo.
Está constatado que el periodista José María Armero, un hombre clave en la transición, llamó a Santiago Carrillo de parte de Adolfo Suárez cuando estaba reunido el Comité Central del PCE. Carrillo se reunió con Armero en un local público cercano y volvió al Comité Central con un escrito remitido por el propio presidente del Gobierno en el que los comunistas aceptaban la Monarquía y su bandera. Los comunistas se presentaron después públicamente en una rueda de prensa exhibiendo la bandera bicolor. Gerardo Iglesias era entonces un joven dirigente comunista asturiano y estaba entre los asistentes a aquel histórico Comité Central. Cree que ahora hay que revisar la Transición y aquellas decisiones impuestas por lo que entonces se denominaban «poderes fácticos».
¿Cómo fue aquella reunión del Comité Central?
No sé si fue en el Hotel Convención o en otro. Era la primera reunión que hacíamos a la luz del día, estábamos todavía sin legalizar. En el orden del día no estaba ni bandera ni Monarquía ni nada. Creo que se había presentado un primer proyecto de Estatutos, que todavía no estaban aprobados. No sé cuánto tiempo llevábamos reunidos. Llamó Suárez a Carrillo, que dijo que tenía que abandonar la reunión y allí nos quedamos esperando. Cuando volvió, venía con una declaración ya redactada que nos leyó. Nos informó de que Suárez le dijo que el Ejército anunciaba que iba a por nosotros. Supongo que lo que negoció fue para que no vinieran a por nosotros, Monarquía, bandera y todo eso… y se votó. Se aprobó, creo que sin ningún voto en contra ni abstención, ni ninguna intervención. Había una tensión tremenda. ¡Cómo se puede hablar de la Transición modélica, con la matanza de Atocha, con todas las presiones…! Pero hay que valorar que supuso un paso importantísimo, aunque ahora, pasados los años eso no se puede mantener. Si realmente no se puede abordar ese tema es porque estamos en una democracia vigilada. Lo de Garzón es tremendo, cualquiera que sea la opinión que se tenga sobre él. Es un escándalo internacional, un desprestigio para España. ¿Cómo es posible sentar a un juez en el banquillo que quiere investigar lo que están reclamando las propias Naciones Unidas y lo que exigen los tratados de los que España es parte en el terreno internacional? También en otros países hubo leyes de punto final y acabaron sentando a los responsables en el banquillo porque es la única forma de superar realmente esas etapas tan trágicas de un país, no tapándolo.
¿Por qué cuando estuvo en Izquierda Unida no tiró por el carro de la memoria histórica, como ahora?
No me siento exento de responsabilidad al respecto y probablemente ello fue una de las razones que me impulsan a escribir este libro. La Transición se produce como se produce, no sé hasta qué punto el PCE pudo haber empujado más o haberse resistido más, pero sé que la presión ambiental era terrible. El más interesado en no legalizar al Partido Comunista era el Partido Socialista y allí Santiago Carrillo luchó como un gato panza arriba para no quedar fuera de juego y en esa lucha dentro del propio seno de la oposición se hicieron concesiones. El PCE apostaba por la ruptura y formó la Junta Democrática pero inmediatamente sólo se sumaron Enrique Tierno Galván y el Partido de los Trabajadores, porque el Partido Socialista formó otro conglomerado, estaba en otra onda. En esas condiciones era muy complicado hacer la ruptura. La Transición se hizo como se pudo. Lo que no puedo aceptar es que 30 años más tarde, sobrevivan situaciones tan aberrantes como que importantes aparatos del Estado estén siendo ocupados por franquistas, que se mantenga una Ley de Amnistía que los deja limpios de polvo y paja, en contra del derecho internacional. España está comprometida con una serie de tratados que explicitan que los crímenes de lesa humanidad no proscriben nunca. Naciones Unidas ha requerido ya a España para que ponga fin a la Ley de Amnistía, y que solucione el problema de las fosas y los enterramientos y haga justicia con las víctimas, treinta y tantos años después eso es inexplicable y tarde o temprano hay que resolverlo. No eludo ninguna responsabilidad que yo pueda tener, fui Secretario General del PCE, en un momento en el que ya sabéis cuál era. Ingreso en el PCE en el año 60, con 15 años. Estoy familiarizado con las cosas de la guerrilla porque lo viví en mi casa, pero de eso nunca se habló en las reuniones del partido, de aquellos hombres ni de aquella lucha, esa es la triste realidad. Cuando llego a la Secretaría del PCE es con una crisis flagrante, tela que cortar había bastante, aunque eso no niega que en los últimos años fuera el momento de empezar a hacer algunas cosas al respecto. En todo caso estoy hablando ya de hace veintimuchos años. Entonces todavía había ruido de sables, ahora no es igual.
Fuente: http://www.atlanticaxxii.com/750/el-pce-acepto-la-monarquia-en-1977-por-presiones-militares