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«El piloto de Hiroshima». Günther Anders y la expiación del hombre que lanzó la bomba atómica

Fuentes: Tercera Información

Günther Anders y Claude Eatherly mantuvieron durante varios años una relación epistolar basada en el intento de redención del segundo

Günther Anders es uno de los filósofos más fascinantes de la historia. Al margen de su impresionante «currículum intelectual», su biografía ha servido para romper ciertos estereotipos de comportamiento, como aquel que arguye que con el paso de los años se disipa la rebeldía. Su historia demuestra más bien todo lo contrario.

De origen judío, como a tantos otros, el hecho de tener que escapar del nazismo marcaría su pensamiento. Uno de sus mayores compromisos y por los que es más conocido es por su postura antinuclear, nacida del binomio Auschwitz-Hiroshima, y sus reflexiones sobre los avances tecnológicos y su papel dentro de las estructuras de poder.

Curiosamente con el paso de los años sus posturas se han mostrado más beligerantes con los poderes establecidos, llegando a escribir con 85 años un tratado realmente radical, en el que reflexiona sobre la violencia (desmarcándose de una actitud pacifista) y la necesidad del individuo de enfrentarse al sistema y no dejar en manos de éste la hegemonía de sus vidas y de su entorno.

Pero no es sólo su figura la esencial en el «El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia», reeditado por la editorial Paidós debido al 65 aniversario del final de la II Guerra Mundial, Claude Eatherly, joven piloto que lanzó la bomba atómica sobre la ciudad japonesa, también juega un papel central, ya que ambos tuvieron una relación epistolar centrada en estos hechos.

A través de las cartas nos vamos haciendo una composición de cómo cambió la vida del estadounidense el haber participado en aquella acción. Tras su regreso a Estados Unidos comete diferentes robos que le acaban llevando primero a la cárcel y luego a un centro de salud mental. La prisión no supone ningún drama para él, al contrario, encuentra que es su sitio debido a la necesidad que tiene de verse castigado.

Su discurso pacifista, es el único que rechaza ser tratado como héroe de guerra, se encuentra de bruces con el diagnóstico médico que le declara no apto mental. Recluido, entablará su relación por carta con Günther Anders desde 1959 hasta 1961, fecha en la que se fuga del hospital. Encuentra en él un apoyo y alguien que admira la dimensión humana necesaria para pedir perdón por los hechos y querer enmendarlos. En cambio, según Anders, sucede todo lo contrario con todos aquellos que siendo los culpables reales tienen una aptitud bien diferentey conciben el mundo como el lugar donde desarrollar sus planes de guerra.

El libro incluye también otras declaraciones de diferentes personas que vivieron el bombardeo y un escrito del propio filósofo, «Mandamientos de la era atómica». Todo ello sirve en el fondo para ahondar más en el pensamiento del alemán y mostrar la indefinición que viven los individuos en un mundo dominado por poderes que controlan por completo sus vidas, llegando a alienarles de tal forma hasta hacerles creer que sus acciones, tan salvajes incluso como la de este libro, no tienen una dimensión humana real.

Sin buscar un interés puramente literario ni ornamental, a pesar de la fascinación que desprenden las palabras escritas por su valor moral, «El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia», es mucho más que la descripción de un arrepentimiento y su posterior intento por saldar las cuentas, se trata en verdad de un análisis, utilizando un caso concreto, de a dónde nos lleva la «era atómica» y en definitiva un modo de gobernar y ejercer el poder desde la pura violencia.

http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article16828