Desde siempre existe en el gremio de la construcción la figura del «pistolas», siniestro personaje que se hace con una subcontrata de una obra de mayor envergadura y somete a los trabajadores que contrata a la explotación del destajo (salario por unidad de obra), o al pago de una cantidad irrisoria de salario por día. […]
Desde siempre existe en el gremio de la construcción la figura del «pistolas», siniestro personaje que se hace con una subcontrata de una obra de mayor envergadura y somete a los trabajadores que contrata a la explotación del destajo (salario por unidad de obra), o al pago de una cantidad irrisoria de salario por día. Con el tiempo, los pistoleros, amparados en el sacrosanto principio de la libertad de empresa, constituían sociedades limitadas que se disolvían al finalizar los trabajos para los que había sido contratada, dejando un reguero de impagos de liquidaciones a sus trabajadores que, si demandaban, terminaban cobrando pasado un largo tiempo del Fondo de Garantía Salarial, El «emprendedor» de marras constituía una nueva sociedad limitada con un nombre distinto y vuelta a empezar.
En 2006, ante tamaño abuso, se modificó el artículo 44 del Estatuto de los Trabajadores a fin de que la empresa contratista respondiera al menos parcialmente de las deudas de sus pistoleros, aunque éstos, valiéndose fundamentalmente de la mano de obra inmigrante, que necesita cotizar para renovar su permiso de trabajo y residencia, siguieron con su criminal comercio de trabajo humano valiéndose del consabido «Cuento contigo para el futuro», que enmascaraba el consejo de que demandar a la empresa no era una buena política para obtener un nuevo empleo en el futuro.
En otros sectores como el transporte se han producido fenómenos parecidos ¡Qué diferente es la realidad respecto a los titulares de los informativos!
Lo llamativo es que las empresas del IBEX 35, mascarón de proa del capitalismo estatal y ejemplo de virtudes sin par según la propaganda oficial, se hayan dedicado en los últimos años al fomento del pistolerismo patronal a base de externalizar servicios. Y, en concreto que una de las mas punteras; Telefónica-Movistar (también conocida como timofónica por las gentes castizas), empresa que tuvo en el año 2014 unas beneficios netos declarados de 3.001 millones de euros, tenga externalizado los servicios de instalación y mantenimiento de redes a través de miles de contratas, subcontratas y falsos autónomos, lo que supone la existencia de un colectivo de más de 15.000 trabajadores sometidos a condiciones de extrema precariedad, con contratos en algunos casos a tiempo parcial y cobrando por unidad de obra. La empresa que nos estafa en el consumo explota salvajemente a sus técnicos.
La raíz del problema es que Telefónica-Movistar y sus contratas (Abentel, Cotronic, Cobra, Comfica o Elecnor) apuestan desde hace años por una estrategia de sustitución de la plantilla fija por cadenas de subcontratación en la que cada nuevo eslabón sufre condiciones más precarias que el anterior. Al final de la cadena se encuentra un número cada vez mayor de autónomos a los que las propias contratas y subcontratas alquilan herramientas y vehículos, y quienes, contratados por 2 o 4 horas diarias, se ven obligados a trabajar hasta 12 horas cada día todos los días de la semana, para poder llegar a cobrar 800 euros netos.
Ante esta situación, Los trabajadores de Madrid llevan en huelga indefinida desde el pasado 28 de marzo, protesta que el sindicato AST extendió a todo el territorio estatal el 7 de abril y a la que posteriormente se sumaron CGT y Co.bas. El desencadenante del conflicto ha sido la nueva reducción por parte de Telefónica-Movistar del precio de los servicios que le prestan las contratas a la multinacional, lo que redunda en un empeoramiento de las condiciones de trabajo del personal técnico afectado.
Como ya es clásico, e l papel de los sindicatos de la concertación (CCOO y UGT) ha seguido la línea habitual: Primero metiendo miedo ante una ilegalidad en la convocatoria de la que sólo alertaban ellos. Después convocando ‘pseudohuelgas’ de 2 días a la semana que no seguía nadie, para así sentarse con las subcontratas de Telefónica y alcanzar un acuerdo según los parámetros deseados por la multinacional. Esas negociaciones tuvieron el rechazo explícito de las asambleas de huelguistas y el acuerdo alcanzado fue rechazado y obviado por éstas.
Sin desmerecer otras luchas en el ámbito laboral, existen elementos en ésta que debemos destacar; como ha sido u na coordinación operativa sumamente eficaz, apoyada en un uso muy inteligente de sistemas de mensajería como Whatsapp, que ha hecho posible que el funcionamiento ágil y asambleario, a pesar de la dispersión geográfica, y a la vez extremadamente eficaz frente a los acontecimientos.
Otro de los ejes que hace muy interesante esta huelga para aprender cómo se realiza sindicalismo ofensivo en estos tiempos es su componente social: no estamos ante una movilización aislada o ‘puramente laboral’, sino que ha contado con la implicación activa de muchos colectivos y organizaciones sociales que le han dado un plus de potencia a tener muy en cuenta. No hemos de olvidar que Telefónica controla con mano de hierro los principales medios de comunicación al ser o bien el primer anunciante en publicidad, o bien accionista de referencia, o bien controlar el resorte político en los medios supuestamente públicos. Pocos se atreven a ofrecer noticias negativas de la multinacional. Por ello, el apoyo social para romper el bloqueo informativo ha sido y es de gran importancia.
Y como no hemos de destacar la ocupación el pasado día 10 de mayo, de la sede de Movistar en Barcelona, la tienda más emblemática de todo el Estado, que además es sede permanente del Mobile World Congress.
Así lo describe uno de los participantes:
«Importantísimo el paso dado ayer en Barcelona. Más de cien huelguistas, en una acción sorpresa que no podía ser difundida para no ser frustrada, ocuparon la tienda Movistar más emblemática de todo el Estado, que además es sede permanente del Mobile World Congress.
La ocupación, que en todo momento fue festiva y reivindicativa, comenzó a la una y cuarto del mediodía. Inmediatamente se sucedieron las declaraciones ante la prensa refiriendo que no nos marcharíamos de allí hasta que responsables de Telefónica se reunieran con una delegación de los huelguistas.
A partir de ahí, comenzó la tarea de llamar al resto de compañeros, compañeras, tanto de la huelga como de los distintos movimientos sociales, a acudir a apoyar la ocupación y la lucha que tantos días dura ya. Como dato, diremos que al final del día había cerca de ochocientas personas en el recinto y congregadas ante la puerta.»
Dicha acción, a pesar de los reproches del coro mediático de siempre, supuso no solo que Telefónica se aviniera por primera vez a reunirse con una delegación de los huelguistas, sino que se he puesto de nuevo sobre el tapete el debate sobre la legitimidad de las formas de lucha obrera, ante el muy significativo apoyo obtenido a dicha ocupación en esa ciudad, todo ello en que la inminente entrada en vigor de dos instrumentos represivos del calibre del nuevo Código Penal y la Ley «Mordaza» de Seguridad Ciudadana parecen intentar impedir el legítimo derecho a la protesta.
No podemos aventurar, cuando estas líneas vean la luz, que habrá pasado o estará pasando con esta lucha, pero su importancia es innegable de cara a pasar, de las acciones defensivas a las que nos tiene acostumbrados el sindicalismo de despacho, que nos lleva en el mejor de los casos a paliar parcialmente derrotas anunciadas de antemano, a tomar la iniciativa por el pan y la dignidad, en condiciones duras, pero sin complejos y con voluntad de victoria.
Por último, hemos de destacar la unidad que se está forjando entre distintos colectivos de trabajadores y trabajadoras en lucha, y de éstos con otros movimientos de lucha social, solidaridad que es la mejor y más hermosa herramienta que tenemos quienes luchamos por una sociedad sin opresión ni explotación. Particularmente emocionante fue la intervención de varios compañeros y compañeras de colectivos obreros en lucha, el pasado 15 de junio de el Ateneo de Madrid, por la absolución del joven vallecano Alfonso Fernández.
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