El conocido escritor y profesor madrileño Carlos Fernández Liria, afirma: «lo único que significa el movimiento anti-Bolonia es la defensa de la Universidad pública. No parece que sea esa precisamente una idea anti sistema, sino más bien una defensa de lo que es una conquista obrera, trabajadora, de toda la vida, que es el derecho […]
El conocido escritor y profesor madrileño Carlos Fernández Liria, afirma: «lo único que significa el movimiento anti-Bolonia es la defensa de la Universidad pública. No parece que sea esa precisamente una idea anti sistema, sino más bien una defensa de lo que es una conquista obrera, trabajadora, de toda la vida, que es el derecho a una escuela pública, una educación pública y una universidad pública».
En la edición del pasado martes del diario Público, Francisco Michavila afirmaba sobre este mismo asunto: «Si el profesorado es escéptico ante la transformación, Bolonia puede acabar en un simple retoque estético», y «no es posible el cambio sin conocer la opinión de los estudiantes. Su voz debe ser respetada y escuchada».
Contesta Fernández Liria que Michavila es una persona que lleva desde los tiempos del Informe Bricall, desde el año 2000, «inundando el Ministerio de unos libros blancos, de unos informes de experto, (que no se sabe de dónde le ha salido esa categoría), unos informes hechos con una especia de corta y pega de Windows que creo que no ha leído ni él. Además lleva suplantando la voz de las instancias universitarias que tendrían que opinar del asunto, y no se sabe de dónde ha salido este señor, ni quién le ha llamado ni quién le ha dado vela en este entierro. Pero parece ser la máxima autoridad en la materia. Es sorprendente. Si está silenciando la voz de los estudiantes desde hace años…», comenta, mostrando su perplejidad por las últimas declaraciones de Michavila.
«Bolonia no existe. Bolonia es una tapadera de otra cosa»
«Michavila puede salir, o tantas autoridades académicas que es lo que dicen los rectores todo el tiempo. Pero, ¿qué se tiene contra Bolonia? ¿Qué se tiene contra la homologación de títulos europeos? ¿Qué se tiene contra la formación de un espacio de educación superior europeo? ¿Cómo puede parecer mal esta idea?», pregunta Fernández Liria, contestándose él mismo: «No, si esta idea no le puede parecer mal a nadie. El problema que hay es que en la declaración de Bolonia hay dos puntos fundamentales, que son la homologación de títulos para que se pueda convalidar un título por otro a nivel europeo con mucha facilidad, y la movilidad europea de los estudiantes. Contra eso nadie tiene nadie. Lo único que pasa es que eso es precisamente lo que no se ha hecho», sentencia.
Afirma que no se ha llevado a cabo la homologación de títulos porque, de hecho, la ministra Cabrera, cuando era ministra de universidades, lo primero que hizo fue renunciar al modelo de 3+2, es decir, tres años de grado y dos de posgrado, que es el que se ha implantado fundamentalmente en Europa, y poner 4+1. Según el profesor, esto es «señal de que el tema de la homologación les importaba un pito desde un principio».
«En cuanto a la movilidad de los estudiantes por Europa: ja, ja, ja»
«¿A quién le van a contar esa mentira? ¿Pero qué movilidad de los estudiantes por Europa? Para eso hace falta dinero, no hace falta un Plan Bolonia. ¿Les van a dar el dinero para moverse por Europa? Ni por un momento se ha mencionado la posibilidad de triplicar la donación de las becas Erasmus, y de triplicar las becas Erasmus, las que permiten la movilidad europea», señala Fernández Liria.
Según el mismo, actualmente lo que recibe un becado Erasmus escasamente le alcanza para pagarse el billete, y el alquiler de ninguna manera. «Tienen que trabajar siempre en una pizzería… Deben ser unos 100 euros al mes… Una cosa ridícula, patética. ¿Con eso pretenden la movilidad europea?», inquiere el escritor.
«Ni movilidad, ni homologación, esa es la pura realidad. Entonces, ¿qué es Bolonia?»
La respuesta a esta pregunta la ofrece Fernández Liria categóricamente: «Lo que está diciendo el movimiento estudiantil. Lo que se esconde por detrás de esa pretendida revolución educativa a nivel europeo es una mercantilización de la universidad pública».
En su opinión, esto lo han diagnosticado los estudiantes perfectamente. «Es una cosa muy sencilla. – explica- Se trata sencillamente de que la universidad pública no va a recibir dinero público, dinero de los impuestos, para proyectos de investigación, para planes de estudios, para departamentos, para becarios, si previamente no demuestran esos departamentos, esos proyectos de investigación, esos grupos de investigación, esos laboratorios… una previa obtención de financiación externa, de financiación privada».
Y continúa su argumentación: «Esto si te pones a pensarlo es una medida neoliberal a la que ya estamos acostumbrados. Las empresas no sólo pagan cada vez menos impuestos sino que quieren chupar el dinero de los impuestos para sus propios intereses. Es decir, van a aplicar un aspirador de dinero público a la universidad, para quedarse con el dinero de los impuestos».
El escritor ejemplifica sus argumentaciones: «Pongamos por caso, que una empresa farmacéutica quiere hacer un negocio con un determinado medicamento que quiere investigar en un laboratorio. Pone 10 euros en un departamento universitario de la universidad pública, y entonces el Estado pone 100 euros para ese mismo departamento. Por cada 10 de financiación privada, el Estado pone 100 € de financiación pública. Es decir, la empresa se apropia de 100 euros de dinero público para pagar becarios que van a trabajar gratis para ellos, y todo un departamento que va a estar trabajando gratis para hacer una investigación que en realidad tiene un interés puramente económico para una empresa privada».
La otra contrapartida, observa además, es que existen determinados departamentos, determinadas líneas de investigación en la universidad, que no van a tener nunca financiación privada y por lo tanto dejarán de tenerla pública. «Por ejemplo, yo pertenezco al departamento de metafísica. Ya me contarás a qué empresa, a qué laboratorios farmacéuticos o a qué oligopolio, a qué corporación económico le vendo yo la sustancia de Aristóteles…», comenta.
Es mentira que con el Plan Bolonia se vaya a obtener más trabajo
Mientras tanto, critica que se afirme que este Plan sirve para poner la universidad al servicio del mundo laboral, y que así se va a obtener más trabajo. «Eso es una mentira completamente canalla y cegata. Si no hay trabajo es porque no hay trabajo, no porque la universidad esté mal. Si hay un mercado laboral basura, es porque hay un mercado laboral basura, no porque la universidad no sepa adaptarse al mercado laboral basura. De hecho, con Bolonia lo que va a hacer la universidad es adaptarse a un mercado laboral basura, y entonces se va a crear una universidad basura, que es exactamente la peor medida que podríamos tomar. Porque si los licenciados actuales no encuentran trabajo teniendo una formación más o menos digna, pues cuando tengan una formación basura ya me contarás qué trabajo van a encontrar», apunta Carlos Fernández.
Adelanta que las empresas van a contratar a quienes en el mundo de las universidades privadas realicen másteres millonarios para formarse como «élite tecnocrática empresarial a nivel europeo». «Los que tengan dinero se pagarán un máster en Cambridge o en alguna universidad privada en Madrid, carísimo, o el máster la Cátedra Repsol no sé qué… que a lo mejor eso sí le da trabajo. Pero costará un dineral y no estará al alcance de los precios públicos que puede pagarse la ciudadanía media».
«El Plan Bolonia supone el fin de la universidad pública tal y como la conocemos»
Aclara Fernández Liria que no es que se vaya a acabar con la universidad pública. «Ni los estudiantes piensan eso, ni los profesores que estamos en contra de Bolonia creemos eso. No se va a acabar con la universidad pública. Nunca se acaba con las cosas que no son rentables. ¡Qué tontería! Naturalmente que no se va a privatizar la universidad. Todo lo contrario. Lo que se va a hacer es ponerla al servicio de las empresas, de tal manera que a través de la universidad pública, las empresas puedan aspirar el dinero de los impuestos».
Plan Bolonia: mercantilización de la enseñanza
Según el profesor y escritor, el Plan Bolonia significa en realidad la «mercantilización de la enseñanza». «Y esto, ya me gustaría a mí que Michavila o Rubiralta, el director general de universidades, o las dos ministras de educación se sentaran, igual que Ángel Gavilondo lo hizo el año pasado, o el rector de la Complutense, Carlos Berzosa, a debatir públicamente. Pero esta vez ante las cámaras de televisión, con esos estudiantes que tanto dicen que están mal informados. Que se sentarán, a ver si se atreven», afirma.
Los estudiantes piden un debate público sobre el Plan Bolonia
«Les iban a pegar un varopalo… -vaticina Fernández Liria- porque mientras que ellos no han leído ni los textos que ellos mismos han firmado, los estudiantes en cambio sí los han leído, se los conocen muy bien. Que se atrevan realmente a mantener una discusión pública con ellos. Que además, por otra parte, los estudiantes no están pidiendo otra cosa. No están pidiendo que se paralice Bolonia, sino un debate público. Lo que están pidiendo es que se haga un paréntesis en la aplicación de Bolonia para tener un debate público ante las cámaras de televisión. Que se atrevan a hacerlo. Ya veremos lo que les pasa. No lo hacen porque no se atreven, porque saben que les machacan», concluye.