La crisis del sistema Una parte numerosa de la sociedad española ha decidido liquidar la hegemonía del bipartidismo, sostén del Régimen borbónico, otorgando su voto a una fuerza política surgida de los movimientos sociales. Todo pensamiento transformador ha de traducirse finalmente en acción. Sin ello éste se torna estéril. De ahí el «No nos representan» […]
La crisis del sistema
Una parte numerosa de la sociedad española ha decidido liquidar la hegemonía del bipartidismo, sostén del Régimen borbónico, otorgando su voto a una fuerza política surgida de los movimientos sociales.
Todo pensamiento transformador ha de traducirse finalmente en acción. Sin ello éste se torna estéril. De ahí el «No nos representan» del 15M. También la emergencia de UNIDOS PODEMOS como instrumento político efectivo al servicio de la gente. Así lo han entendido amplias capas populares que le han confiado el destino final de su voto.
República: no toca
Durante más de cuarenta años de interminable transición -frágil prorroga de un pasado fascista que se extingue- hemos oído numerosas veces ¡España mañana será republicana! Sin embargo comienza a cundir la sospecha de que tal vez esta consigna no fuese más que un señuelo electoral de políticos acomodaticios.
Frente a los que aún dicen «no toca», «no existe esa demanda republicana en la sociedad», se instala la duda razonable de que quizás se trate de una nueva estratagema oportunista.
La Republica de Cataluña
¿Cómo que no toca? ¿Cómo que no existe esa demanda republicana en la sociedad? ¿Es que no están oyendo ese clamor creciente en las calles de Barcelona, en Cataluña toda? Ah, claro, ¡eso no es! Entonces ¿qué es? ¿No son mayoritariamente republicanos los votos catalanes? ¿O es que su republicanismo no es válido porque es catalán? Entonces, si no son republicanos ¿qué son?
«Coño, comandante, son independentistas»
Pero ¿no han reparado ustedes en que esos valores republicanos son, quizás, los que más han contribuido a forjar el independentismo catalán? ¿Están seguros de que el republicanismo no ha sido uno de los catalizadores más potentes de esa marea humana que vemos en las Diadas? ¿Les da vértigo -señores del no toca- reconocer que la inmensa mayoría de la sociedad catalana rechaza a España por estar ésta encarnada en una monarquía franquista y peligrosa que les niega el derecho a decidir?
Parece evidente que del inconsciente colectivo de Cataluña está emergiendo con fuerza una conciencia radical-democrática imbatible. Frente a las ansias de libertad del pueblo catalán se alza la barrera reaccionaria de las fuerzas borbónicas. Es una barrera que -en su histórica decadencia- pone una vez más en peligro el futuro de una Patria grande, aún viable si se avanza rápidamente hacia un paradigma republicano.
Por otro lado, es probable que -en medio de este jaleo- sesudos intelectuales marxista preconicen la unidad de clase frente a los nacionalismos y sus burguesías. Puede que tengan la razón teórica, pero no la razón práctica, pues la conciencia nacional de los pueblos -y Cataluña lo es- no entiende de clases; tan solo de poner a salvo su nave, anticipándose al desastre general que se barrunta.
La monarquía constitucional
Esta monarquía no solo está deslegitimada por la Historia, también a la luz de los datos que los investigadores aportan, es golpista. El autogolpe del 23-F y las reciente revelación de las confidencias de Adolfo Suarez, cuidadosamente ocultadas durante décadas, lo prueban. Esta casta borbónica preparó la guerra, auspiciada por el nazismo alemán y el fascismo italiano, con instrumentos como Mola y Franco, como podían haber sido otros.
Sigue simbolizando lo mismo: el antiguo régimen. Es igual de peligrosa y desestabilizadora hoy como ayer. Con tal de mantener sus privilegios siempre ha operado sin contar con el bien común. Lo hemos visto recientemente, extralimitándose de sus funciones constitucionales, con rasgos totalitarios de imposición de su presencia en la política.
Continuar con esta monarquía es una decisión política cuando menos irresponsable. Los borbones nos están llevando una vez más al resquebrajamiento del país, al empobrecimiento, a entrar en guerras que ni nos van ni nos vienen, a amparar el terrorismo de Estado. Su apoyo a países dominados por dictadores sanguinarios, como es el caso Arabia Saudí, tan hermanados con la familia real, es no solo indigno sino también criminal. Nuestro lúcido y valiente compañero, el admirado teniente Segura, nos alerta de esta tragedia en su excelente obra literaria, también en sus numerosos y documentados artículos. Su persecución implacable, por parte de una casta militar monárquica y corrupta, lo prueban.
El sistema de mordidas de esta monarquía y sus hipotecas políticas con el sistema financiero mafioso, y sus sectas, impiden cualquier intento serio de regeneración democrática.
El apoyo entusiasta de Felipe de Borbón a una organización militar imperialista, como es la OTAN, nos pone en el ojo del huracán de potencias extranjeras.
El naufragio
Nuestro querido compañero, el capitán Bernardo Vidal, uno de los más lúcidos y honrados militares de lo que fue la Unión Militar Democrática (UMD), exclamó en 1978, al aprobarse la constitución borbónica: ¡La UMD ha muerto, viva la constitución!
Treinta y siete años después, el Titánic de la Transición se hunde irremediablemente, se hunde majestuosamente al son de los espantosos acordes de la marcha real.
Tras la tramoya de la Historia -esa desde la que se nos proyecta un falso relato urdido por los poderes dominantes- aparecen los espectros de los ciudadanos Carrillo y Borbón. Ambos se desvanecen, también lentamente, tras su último estertor. Dos oportunistas que unieron sus destinos para la eternidad.
República federal
Sin República federal, o confederal, no habrá una salida democrática a la crisis, tan solo más represión y más miseria para el pueblo trabajador; también más desesperanza para unas clases medias amenazadas por la codicia de una oligarquía financiera en guerra contra los pueblos.
Oigan ustedes, pueblos y naciones históricas de nuestra Patria grande ¡agrúpense! ¡coordínense! ¡sigan el ejemplo de nuestros hermanos catalanes! porque mañana será tarde.
Manuel Ruiz Robles es Capitán de Navío de la Armada, coordinador del Colectivo Anemoi
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