Guillermo Zapata forma parte del entramado de activistas que, cuatro años después del 15-M, afila la candidatura ciudadana de Ganemos Madrid para las elecciones municipales. No descarta formar parte de la lista y señala tres prioridades para la ciudad: «Auditar la deuda, democratizar las instituciones y recuperar derechos». ¿Qué ha cambiado en Madrid desde el […]
Guillermo Zapata forma parte del entramado de activistas que, cuatro años después del 15-M, afila la candidatura ciudadana de Ganemos Madrid para las elecciones municipales. No descarta formar parte de la lista y señala tres prioridades para la ciudad: «Auditar la deuda, democratizar las instituciones y recuperar derechos».
¿Qué ha cambiado en Madrid desde el 15-M?
Se han fortalecido todas las capas de la sociedad: la que se ha organizado de manera más formal con asociaciones, centros sociales, a través de asambleas de barrio, la PAH, las mareas… pero también la no organizada, la que no va a participar en estos proyectos o no les dedica su tiempo, pero que les da legitimidad social.
En el campo institucional, todas esas demandas no han encontrado el más mínimo eco en los partidos políticos. De hecho, ha sido al contrario: se ha encontrado con medidas represivas, recortes de derechos… En esa contradicción del deseo ciudadano de una democracia digna y el silencio y recorte de libertades es donde han empezado a surgir iniciativas electorales.
¿Qué le falta y qué le sobra a este proceso?
Ha habido algún momento de cierres identitarios. Hubo un momento en el que el 15-M podía ser cualquiera. No estaba clara la frontera entre quién sí y quién no. En un momento dado, desde los espacios más activistas impusimos una cierta privatización de la marca, unas normas de conducta, no de pensamiento. Están muy bien para articular un movimiento, pero dejan de tener esa capacidad transversal. Pero como el 15-M es un espacio tan fuerte, ha dejado de llamarse así y ha seguido generando otros procesos.
¿Sólo falta la cristalización institucional?
Es necesario que todo lo que se ha puesto encima de la mesa en forma de deseos se plasme en leyes. Pasar del ordeno y mando a la consulta, a escuchar a la gente. No sólo hay que hablar de la auditoría de la deuda y las cuestiones macro, sino también el funcionamiento de los municipios.
¿Los puestos de trabajo son el lugar en el que menos impacto ha tenido el 15-M?
Hay que entender en qué contexto sale el 15-M. Se intensifican todas las políticas de expolio. El ecosistema en el que te has movido desaparece. Muchos de los que no estaban en las mareas, más ligadas al empleo público, venían de empleos que ya no están ligados al sindicalismo: intermitentes, precarios… sin el vínculo social que te permita organizarte. Y tampoco es casualidad que el nuevo modelo de sindicato más potente sea la PAH, que es un modelo sindical que se da fuera del ámbito del empleo. Éste representa ya a un porcentaje muy pequeño. Donde se ha podido dar, se ha dado: con Coca-Cola, la huelga de basuras…
Lo que hace falta es una herramienta sindical a la altura del momento, de esa gente que es mayoritariamente autónoma, que va del paro a trabajos de seis meses, que no puede pagar la cuota de autónomos, que es profesor asociado durante sólo unos meses…
Un ejemplo lo vimos cuando recogíamos firmas en las calles de Madrid para Ganemos: todo el mundo rellenaba el formulario bien hasta que llegaba al campo de «profesión». El 80% no sabía si era lo que había estudiado, si era el trabajo en el que había estado más tiempo, lo que estaba haciendo en ese momento… ese mundo dificulta mucho que tengamos un sindicato como lo conocemos. Ahí hay un proyecto fundamental. Tan importante como la institucional. Éste se ha puesto por delante debido a la urgencia de hacerle frente al PP.
¿En el s.XX la presión del capital llegaba a través del patrón, del trabajo, y ahora llega a través de los bancos, las hipotecas?
El único mecanismo que tienes para combatirlo ahora es el salario. Y en el conflicto sobre el salario tienes una gran debilidad y es donde además tampoco vas a ganar tanto. Por eso necesitas otros lugares de conflicto, como el de las rentas. Un ejemplo es el impago de las hipotecas. Es una manera no de pedir más dinero, sino de decir «vale, pues no pago». Los modelos sindicales pasan a que bajen las tarifas de las cosas, que yo pueda satisfacer una parte de mis necesidades de la manera más fácil posible… Y ahí se explica en parte la descarga de contenidos culturales de redes.
Es cierto que el conflicto ya no está tanto en el puesto de trabajo, en el salario. Pero la función sindical, que es la que respalda que tú tengas derechos, es fundamental. Es lo que no hemos sido capaces, más allá de experimentos tan importantes como la PAH.
¿Surgirá en los próximos años?
En la medida en que las opciones institucionales sean opciones ciudadanas, es posible que se hagan cargo de ello, porque una de las patas que se necesita son nuevas legislaciones que puedan hacerlo posible. Pero no lo sé, es una incógnita.
¿Hay riesgo de repetir el desembarco de activistas que se produjo en 1982 en los partidos políticos? ¿Quién quedará para vigilarles?
En el 82 la frontera entre un movimiento social organizado y un partido era absoluta. No tenían un lugar común. Ahora está mucho más mezclado. Buena parte de las personas que están participando en nuevas formas de partidos o plataformas como Ganemos no sólo no dejan lo que están haciendo en otros lugares, sino que lo necesitan para seguir trabajando en el interior de esas propuestas.
¿Pero hay un riesgo de descapitalizar los movimientos sociales?
Si no se hace bien, sí. Pero hay una preocupación y una voluntad de que eso no pase. Quizá porque tenemos el ejemplo del 82 y antes no lo teníamos. Ahora, todo el mundo está con la mosca detrás de la oreja, con la preocupación. Y eso lo hace más difícil.
¿Cómo define Ganemos Madrid?
Una iniciativa ciudadana con dos objetivos que se entrelazan: construir una candidatura para el Ayuntamiento con un movimiento municipalista que la controle; y crear un espacio de confluencia en el que puedan entrar iniciativas políticas. En lo que respecta a los contenidos, la democratización de las instituciones, el proceso de auditoría de la deuda, los contratos públicos que nos han llevado a esta situación y un nuevo proyecto de ciudad en el momento en el que PSOE y PP no saben qué modelo de ciudad quieren. Con la recuperación de derechos y más democracia como principales objetivos.
¿Qué papel va a jugar a nivel municipal Podemos?
Podemos es una pieza clave, probablemente la más importante, de este ciclo electoral. Han tenido una capacidad muy buena para leer la situación y para proponer una herramienta. Y han hecho una lectura muy buena de los riesgos que podía tener para ellos presentarse a las municipales con marca propia. Hay un acto de generosidad, voluntaria o involuntaria, de reconocer que hay un actor fuera de lo que ellos son, que tiene posibilidades de organizarse en los mismos términos. En Madrid hay otra responsabilidad de Ganemos: reconocer a esos agentes y llegar a acuerdos. Esa doble responsabilidad está atada a la emergencia ciudadana. El único proyecto político del PP es tapar la corrupción y mantener la relación más o menos clientelar o de mafia que tiene con el sector de la construcción, que seguirá aumentando la deuda.
Las nociones de izquierda-derecha ya no funcionan. Ni el PP representa a la derecha: es una máquina de capturar pasta. En este contexto de emergencia tan bestia, hay una responsabilidad mutua de las iniciativas que se están poniendo en marcha. Sería un grave error político que no fuéramos capaces de ponernos de acuerdo. Estoy seguro de que construiremos una plataforma común para las municipales.
¿Podemos no presentará candidatura propia?
No sólo no presentará, sino que ayudará a construir. Sería una tragedia y, a día de hoy, me parece poco probable.
¿Tiene alguna preferencia como candidato para Ganemos? Suenan Juan Carlos Monedero, Yayo Herrero…
Lo que salga de las primarias abiertas. Ambos son estupendos. Lo bueno que tenemos es que, frente al PP, que no sabe a quién poner porque todos le generan problemas, en lo social hay muchas personas que podrían ser cabeza de lista con absoluta legitimidad. No será el candidato que está sólo, sino la expresión de la pluralidad. No será una cara, sino un proceso ciudadano. Las opciones son amplias y buenas.
¿Usted daría el paso a la política de partido?
Si en Ganemos ven que es útil que las personas que estamos ejerciendo labores de portavocía nos presentemos a las primarias, sí. Pero no como cabeza de lista. Hay que quitarle peso a esta decisión. Es desempeñar un trabajo, con una responsabilidad, en relación a la ciudadanía. Y eso es mucho más sencillo que estar parando desahucios, en un campamento de Coca-Cola o encerrado para que te den medicinas para tu hepatitis. Es un trabajo que, si toca hacerlo, habrá que hacerlo. Ninguna de la personas que vayan a estar en esas listas o primarias va a estar sola.
En un escenario tan fragmentado no parece posible gobernar sin un acuerdo con el PSOE o UPyD. No salen las cuentas. ¿Pactarían con ellos?
No es lo mismo un modelo de encuestas en el que todavía no ha habido confluencia que uno en el que ya lo ha habido. Con quién se pacte tendría que decidirlo la ciudadanía. Nuestra prioridad es ser primera fuerza política. Para los pactos de gobierno: consulta ciudadana, estrategias comunes y movimiento ciudadano.
¿Cuáles son las prioridades para Madrid?
La primera, auditar. La segunda, poner en marcha un proceso de democratización institucional que descentralice el poder. Así, las juntas de distrito y la propia ciudadanía podrán desarrollar políticas a escala más cercana, con presupuestos participativos en los que la ciudadanía señale prioridades. Los tres objetivos son auditar la deuda, democratizar y recuperar derechos. Por ese orden. Es lo que te permite conocer de qué recursos disponemos, cómo los organizamos y, finalmente, decidir qué políticas ponemos en marcha para frenar, por ejemplo, determinados procesos de privatización. Si una prioridad es generar empleo o desarrollar la cultura, habrá que ver cómo lograr ese objetivo.