Dos fueron los objetivos que se marcó el presidente de todos los navarros y navarras (del sur del Pirineo): evitar el ascenso del nacionalismo y, por supuesto, mantenerse en el sillón. Por lograr lo primero llegó incluso a pedirle cuentas -cuentas fiscales- al entonces inquilino de Moncloa y presunto culpable de genocidio Sr. Aznar (actualmente […]
Dos fueron los objetivos que se marcó el presidente de todos los navarros y navarras (del sur del Pirineo): evitar el ascenso del nacionalismo y, por supuesto, mantenerse en el sillón. Por lograr lo primero llegó incluso a pedirle cuentas -cuentas fiscales- al entonces inquilino de Moncloa y presunto culpable de genocidio Sr. Aznar (actualmente hay una movilización en este sentido en http://www.juicioaaznar.net/). Con las elecciones pasadas los dos objetivos del Sr. Sanz quedaron, en principio, en la picota: el nacionalismo vasco representado por Nafarroa Bai -con sus salvedades- y por ANV no retrocedía, más al contrario, se convertía en segunda fuerza de la comunidad foral, y el sillón le quedaba más lejos de sus posibilidades. Así, cojo de un pie por el ascenso del nacionalismo, y del otro por no lograr la mayoría absoluta en solitario o con la ayuda de CDN, el presidente en funciones Sr. Sanz tenía que medir muy bien los pasos que le llevaran al trono foral.
El primer paso consistió en desdecirse de forma amigable de todos los insultos y mentiras vertidos durante la campaña electoral en un auténtico acto de constricción: se había afirmado que votar a algo que no fuera UPN era dar el plebiscito a ETA; que el PSOE estaba vendiendo Navarra a cambio de una tregua inconclusa; que los partidos de Nafarroa Bai estaban supeditados a Bilbao, lo mismo que el PSN a Madrid; y, después de los resultados, que si UPN no contaba con los votos necesarios no iba a presentar candidato a la presidencia de un gobierno en minoría.
El segundo paso no se hizo esperar al conocer la derrota -después convertida en victoria- electoral. UPN, el partido de Navarra se apresura a pedir consejo a la sede del PP en Génova (Madrid), y éstos intentan un cambio de cromos (Navarra por Canarias). El PSOE aguanta la apuesta, y amaga con pactar con Na-Bai e IUN. UPN ha perdido dos puntos con la jugada al humillar a su socio de gobierno (CDN), y al mostrar su dependencia del PP español.
Tercer acto de la comedia: UPN insiste en mantener la presidencia aún retirando a su candidato (Sr. Sanz) por otro más del gusto del PSN. En la propuesta se habla de un gobierno de coalición entre UPN y PSN -con mandato del primero. Los socialistas piden consejo a Ferraz (Madrid). Se equipara la balanza en cuanto a mostrar dependencia de Madrid, pero el PSN se reserva -todavía- la potestad de formalizar pactos de progreso para Navarra.
En el cuarto paso UPN aclara sus verdaderos objetivos: propone un pacto de todos contra Na-Bai, de manera que el Sr. Sanz logre la presidencia, y quede, a su vez, minimizado el avance nacionalista; es decir, lograr de modo indirecto lo propuesto al comienzo. El Sr. Sanz pasa de perdedor a vencedor -indirecto- de las elecciones. Pero el PSOE-PSN aspira aún a la presidencia, y continúa con la baza de Na-Bai e IUN. Se deja querer, vamos, pero pide más, ya que la dote no es suficiente.
A UPN sólo le queda o renunciar al gobierno, o esperar al resultado de las presiones de Madrid sobre el PSN, o solicitar nuevas elecciones. Y Madrid presiona: el año que viene hay elecciones generales, y un pacto con los nacionalistas en Navarra puede restarles votos. Ahí termina la jugada de UPN.
El PSN no tiene una jugada clara. Ser la tercera fuerza en la Comunidad no le da siquiera derecho a reclamar o solicitar apoyos para su candidato, pero es consciente de que Na-Bai (segunda fuerza) tampoco puede tener mayores aspiraciones, algo que quedó claro desde el primer momento, cuando los representantes nacionalistas se mostraron dispuestos a dejar el gobierno en manos del PSN a cambio de la alcaldía de Iruña.
En el caso de la alcaldía la excusa era perfecta, ya que tendrían que votar favorablemente tanto el PSN como ANV (partido perfectamente legal, pero bajo sospecha continua por parte del Ejecutivo y la Judicatura). Y la alcaldía se pierde a favor de UPN.
Queda, pues, el Gobierno Foral. El PSN exige la creación de un Ejecutivo de su gusto, sin participación de terceros, aunque sí con su apoyo externo, exigencia que no puede asumir quien a logrado la segunda posición en el ranking de salida. Y lo saben.
El siguiente movimiento, ojo aquí y ojo allá, es proponer el acuerdo político que minimalice las peticiones identitarias (euskara, territorialidad, ámbito de decisión y creación de un órgano de decisión común con la CAV) del nacionalismo. Lo curioso del caso es que lo logran, Na-Bai llega al acuerdo con el PSN en lo más fundamental e incuestionable -hasta el momento- por las fuerzas nacionalistas, que se repliegan en pos de lograr unas políticas sociales más avanzadas que incluyan el desalojo de UPN de sus poltronas. El Gobierno progresista de Navarra se ve como algo factible, sobre todo por la presión de las bases sociales del propio PSN, que llegan a criticar la dejación de la ejecutiva del partido.
Pero aún quedan dos escollos por solventar: el reparto de carteras, y las reticencias de Madrid. En el primero de los casos, el PSN llega a ofrecer un reparto -rechazado tanto por Na-Bai como por IUN- de las mismas. Pero el último día ni tan siquiera lo nombra. Madrid manda, y las órdenes de Madrid son tajantes: nada de gobierno de coalición. El órdago aquí termina: UPN ha logrado -por el momento- no perder -todavía- la presidencia, y arrinconar -de un modo u otro- al nacionalismo. UPN ha logrados su doble victoria tras una doble derrota.
¿Qué va a hacer el PSN? No le quedan muchas opciones. Puede pactar con UPN un gobierno de concentración, quedando al dictado de la derecha. Puede seguir la recomendación de UPN y coaligarse todos contra Na-Bai. Puede presentar su candidato y esperar que el ansia de cambio de Na-Bai e IUN le apoyen sin contrapartidas; aún a sabiendas de ser un Gobierno minoritario, que va a encontrar más piedras y palos en el camino que facilidades. O puede optar por convocar nuevas elecciones. La pelota está en su tejado. Queda otra posibilidad: permitir un gobierno en minoría de UPN, y presentarle, en su caso, una moción de censura una vez pasadas las Elecciones Generales de 2008 -posibilidad rechazada de antemano por Na-Bai.
Para terminar, y haciendo un poco de politica-ficción, si se convocan nuevas elecciones (propuesta de UPN y de ANV) ¿Qué puede pasar? La lógica nos dice que va a haber una mayor polarización entre UPN (que puede arrancar votos de CDN y del PSOE), y Na-Bai (que puede aglutinar a IUN -ya lo intentaron antes-, y conseguir plebiscitos del PSN e incluso de ANV), y puede que ANV presente listas «ultra-limpias» y conseguir representación. En cualquiera de los casos, el PSN-PSOE quedaría muy por debajo de los resultados actuales, pero dejaría la responsabilidad -por el momento- en otras manos más capaces.
* Pablo A. Martin Bosch «Aritz». Doctor en Filosofía por la EHU-UPV, Licenciado en Antropología Social y Cultural por la UD; Especialista universitario en Ciencia, Tecnología y Sociedad por la UNED.