Me veo obligada a comenzar mostrando mi asombro ante lo poco que parece importarle a la ciudadanía de Madrid su salud. Aceptan sin titubeos ser vacunados en empresas privadas que nada tienen que ver con la sanidad, salvo el negocio que pueda suponer estos contratos. Empresas que no cuentan con el personal necesario para su […]
Me veo obligada a comenzar mostrando mi asombro ante lo poco que parece importarle a la ciudadanía de Madrid su salud. Aceptan sin titubeos ser vacunados en empresas privadas que nada tienen que ver con la sanidad, salvo el negocio que pueda suponer estos contratos.
Empresas que no cuentan con el personal necesario para su administración, que no conocen los datos clínicos de las personas citadas y que, desconozco si han contratado médicos para cubrir cualquier reacción adversa posible. Me pregunto si acudirían tan inconscientemente ante la oferta de gestiones bancarias en los centros de salud, quizá hablar de dinero tenga más importancia que hablar de salud.
Entiendo que pueda resultar contradictorio que en Atención Primaria, sufriendo la sobrecarga que tenemos en este momento, reclamemos vacunar a nuestra población. Es sencillo, es nuestro trabajo y queremos hacerlo, sólo necesitamos que el dinero que se destina a contratar profesionales para vacunar en empresas privadas, se destine a contratar refuerzo en nuestras plantillas.
Es importante que todos sepamos que los profesionales de Salud Pública del Ayuntamiento, MadridSalud, se han ofrecido en múltiples ocasiones para colaborar, a coste 0, en actividades de rastreo y vacunación, ofreciendo sus centros municipales de salud y, en todos los casos, la oferta ha sido rechazada. Supondría, incluso, el ahorro de contratación de profesionales. Si alguien lo entiende, que me lo explique.
Ayuso ha confiscado las vacunas, ahora son su arma de poder. En estos últimos días ha hecho acopio de más de un millón de vacunas que mantiene guardadas, retrasando la posibilidad de su utilización y con el perjuicio en salud que puede conllevar dicha demora.
De hecho, somos la comunidad que menos vacunas ha puesto en porcentaje según cantidad de habitantes, a pesar de llevar gastados más de 7 millones en su privatización contando con empresas como Indra, Cruz Roja, Telefónica o Iberia, y sin contar con lo que haya supuesto vacunar en 38 hospitales privados.
¿A qué se debe ese almacenamiento de vacunas? A poder después repartirlas entre las empresas privadas afines.
En ningún momento ha deseado Ayuso que la vacunación fuera en los centros de salud, nos ha impedido organizarnos como ya lo hiciéramos satisfactoriamente en distintas ocasiones con la gripe, no permiten doblajes de enfermería, no aparecemos en la autocita, y el número de vacunas que nos suministran es ridículo. Añadiendo a esto que la franja de edad para los vacunódromos masivos y empresas privadas es diferente y más baja a la permitida en primaria, pudiendo así entrar en una presunta falta al protocolo enviado por el Ministerio de Sanidad. Para evitar esta irregularidad en criterios por edad, en breve será para mayores de 16 años de forma generalizada.
Esta semana, la gerencia de Atención Primaria envió un mensaje a los directores de centros de salud, dando orden de no citar primeras dosis de vacunas en los centros de salud, sólo podemos vacunar segundas dosis. Ya, sin decoro ni decencia, nos impiden vacunar a nuestros pacientes donde siempre han sido vacunados.
Hablemos del Zendal, esa nave en la que llevan dilapidados 153 millones, que sepamos, situada cerca del aeropuerto y con difícil acceso, donde 1 de cada 4 enfermos críticos tuvo que ser enviado a un hospital de verdad.
Han llegado a tener 1.300 profesionales secuestrados y amenazados, incluso calificados de boicoteadores, boicots no detectados por la empresa de seguridad ni demostrados por la propia Policía. Los puestos de estos trabajadores en los hospitales de procedencia han quedado vacíos. Este saqueo de profesionales produce, inevitablemente, aumento de listas de espera en las consultas y cirugías hospitalarias. La lista de espera de primera consulta en nuestros hospitales ha subido de 187.000 en junio de 2020 a 369.000 en mayo 2021, casi se ha duplicado. La lista de espera quirúrgica en Madrid en mayo de 2020, era de 69.000 y en mayo de 2021 es de 91.000 personas. Los datos son los publicados por la Comunidad de Madrid.
Realmente las cifras son mayores ya que para la CAM las listas de espera comienzan a contar cuando los pacientes pasan al listado administrativo ya en el centro asignado y no cuando piden la cita. Muchas de estas personas fallecen sin llegar a consulta hospitalaria y a cirugía, este es el mayor precio que estamos pagando los madrileños por vacunar en el Zendal.
Respecto a las vacunaciones en Wanda y en WizinkCenter, allí es el personal del Summa 112 quien ha sido obligado a dejar su trabajo en el Servicio de Urgencias de Atención Primaria. Este servicio atendía las urgencias en 37 centros de salud durante la noche, fines de semana y festivos. Desde el principio de la pandemia, la atención urgente en primaria se cerró. Las 750.000 consultas que atendían cada año, ahora colapsan la atención primaria y las urgencias de hospital.
Restituir a estos profesionales a sus puestos de origen y derivar las contrataciones privadas al sistema sanitario público, reforzando las plantillas de Atención primaria y hospitalaria, es lo único que ayudaría a mejorar la atención sanitaria y la salud de nuestra ciudadanía.
Animo a la población a que recapacite antes de acudir a las empresas y vacunódromos masivos, de algún modo acudir a la cita en estos sitios nos hace responsables, potenciando así el deterioro de nuestra propia salud. Si estas opciones no tienen éxito y la población solicita vacunarse en su centro de salud u hospital, se verán obligados a dotar esos lugares de personal y aumentar el número de vacunas allí enviadas. Registremos reclamaciones en la Consejería de Sanidad, exigiendo que la vacunación sea en los centros de salud.
No olvidemos que podemos pasar de ser elementos pasivos, víctimas del desmantelamiento de nuestros derechos, a ser personas con criterio y exigir activamente lo que nos corresponde por ley.
Ana Encinas es médica de atención primaria.