Recomiendo:
0

El pseudoargumento del Régimen del 78

Fuentes: Rebelión

Los secesionistas catalanes suelen defender sus prácticas anticonstitucionales -entre nosotras, «nos pasamos la Constitución por el forro», así hablan entre ellos, en la intimidad y en catalán- apelando al resultado (que muchos de ellos desconocen realmente) o a las condiciones políticas, a la desfavorable correlación de fuerzas (no usan esos términos generalmente) en la que […]

Los secesionistas catalanes suelen defender sus prácticas anticonstitucionales -entre nosotras, «nos pasamos la Constitución por el forro», así hablan entre ellos, en la intimidad y en catalán- apelando al resultado (que muchos de ellos desconocen realmente) o a las condiciones políticas, a la desfavorable correlación de fuerzas (no usan esos términos generalmente) en la que se elaboró y aprobó posteriormente la Constitución de 1978 (con su directa participación: recordemos Miquel Roca y el sentido de su voto en el referéndum del 6 de diciembre).

Un ejemplo reciente: Anna Gabriel. Condición 1 para formar un gobierno de izquierdas en Cataluña: renuncia al Régimen de 78. Lo dijo el pasado 7 de julio en la Universidad Progresista de Cataluña.

Desde luego, jamás hablan de régimen del 78 o del acuerdo del 77 para hacer referencia a la Generalitat de Catalunya o al Parlamento. Eso no se toca, es sagrado.

El argumento, digámoslo así de entrada que no de salida, impacta en algunos sectores rebeldes-revolucionarios-radicales de la ciudadanía de .Cat. Ciegos o cegados ante los mil desmanes del gobierno catalán y las élites que representan (suelen tratar el asunto Pujol-Ferrusola-descendientes con el máximo respeto, nada ver con los casos Rato o Bárcenas por ejemplo, y siguen hablando elogiosamente de la obra del «honorable», del que fuera presidente de Banca Catalana), piensan que esa descalificación global de un texto -que también suelen desconocer. es una crítica cañera, radical, muy de izquierdas, revolucionaria incluso. Como nosotros, nadie.

Pero de eso nada. Nada de nada.

Dirían lo mismo, exactamente, si el texto que hubiera surgido de aquellos años más que complicados y con muchas heroínas desconocidas (nadie ha hablado de ellas una vez fallecidas) hubiera sido otro distinto. Sólo hablarían bien de un texto que afirmase lo que ellos desean: que hay que destruir el demos común, que tienen derecho a ejercer el derecho… a la división. Lo de nacionalidades, un nudo importante de la Constitución del 78, les importa un carajo y cuando apuestan, si lo hacen, por un Estado plurinacional es sólo como instrumento para, más pronto que tarde, romper la soberanía común y proclamar un nuevo muro-Estado porque ellos, no los demás, son una nación histórico, con más de mil años de Antigüedad, maltratada desde siempre por España.

Desde luego, esa complicada y nada fácil noción de sociedad plurinacional también podía aplicarse a su caso, a la sociedad catalana. Pero de eso, nada monada. Se piensan ficticiamente como gentes hechas de otra pasta, mejor por supuesto, y muy homogéneas. Su tesis: los que han venido hace 60, 70 años o hace menos, que se asimilan a lo que nosotros entendemos por catalanidad y punto. No hay más. Eran hombres a medios hacer, como señaló Pujol en los años setenta. Ese es su programa cultural de la hora desde hace décadas y décadas.

Así, pues, la izquierda del resto de España debería no caer en esta trampa. Sus críticas al que denominan régimen del 78 (no lo habían hecho hasta ahora por cierto) no tienen nada que ver con las críticas que han sido usuales en los ámbitos de la izquierda. Por ejemplo, la referencia a la Monarquía.

Por lo demás, y como recordamos todas, la Constitución de 1978, su plasmación real, ha sido durante tiempo uno de los ejes de la política de izquierdas. Recordemos a IU cuando Anguita era su coordinador genera.

No se trata de despreciar nada sin que ello implique estar mudas ante insuficiencias y puntos que necesita revisarse. Ninguna Constitución es eterna. Lo que no podemos olvidar alegremente, tirándolas por la borda irresponsablemente, son conquistas obreras y populares que han exigido muchas luchas, muchos sacrificios (olvidados y no reconocidos en ocasiones), muchas compañeras asesinadas y muchas otras torturadas. Y la tortura, en el caso de la mujer, puede ser aún más horrible que en el caso de un hombre (sin restar valor a nadie ni a nada).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.