El Salario Mínimo Interprofesional se sitúa en el estado español en 655,20 euros, mientras que la fortuna personal de Amancio Ortega, la segunda del mundo, se eleva a 72.000 millones de euros. Éste es uno de los ejemplos que figura en las primeras páginas del libro «La secesión de los ricos» (Galaxia Gutenberg), publicado por […]
El Salario Mínimo Interprofesional se sitúa en el estado español en 655,20 euros, mientras que la fortuna personal de Amancio Ortega, la segunda del mundo, se eleva a 72.000 millones de euros. Éste es uno de los ejemplos que figura en las primeras páginas del libro «La secesión de los ricos» (Galaxia Gutenberg), publicado por Antonio Ariño y Joan Romero, catedráticos de Sociología y Geografía Humana en la Universitat de València. En la presentación del texto en la Universitat de La Nau ha participado el politólogo, filósofo y escritor Josep Ramoneda, autor del prólogo. Ramoneda es actualmente colaborador de El País y la Cadena Ser, director de la revista digital «La maleta de Portbou» y presidente de Edicions 62. Entre 1989 y 2011 dirigió el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Entre sus libros destacan «Apologia del present» (1989), «Después de la pasión política» (1999), «Contra la indiferencia. Apología de la ilustración» (2010) o «La izquierda necesaria» (2012). Considera que el PSOE no tiene actualmente proyecto ni ubicación, «como casi toda la socialdemocracia europea». Por esta razón, sostiene, han de refundarse.
-Los autores de «La secesión de los ricos» proponen un repaso a las biografías de las cuatro personas más opulentas del mundo: Bill Gates, Carlos Slim, Warren Buffet y Amancio Ortega. También las del nuevo multimillonario chino, Peter Fung, o la de Ingvar Kamprad, fundador de Ikea. Y las de Johnny Deep, Lady Gaga, Julio Iglesias, Shakira, Messi, Cristiano Ronaldo… ¿Está justificado el título del libro?
No sólo hay una secesión de los ricos. En el prólogo digo que estamos en tiempo de «secesiones». La de los ricos es la más consolidada: una pequeña franja de la población se ha desprendido y vive en otro mundo. Han dejado de interesarse y sentirse vinculados a un territorio concreto. En cierto modo, esto es representativo del proceso de globalización y del paso del capitalismo industrial al capitalismo financiero y especulativo. En el primero había un enraizamiento, una empresa, trabajadores, sindicatos y empresarios que se encuentran y hablan. Un polígono industrial, y también una sociedad que los acoge. La economía digital y especulativa es, por definición, «aterritorial»: no tiene patria.
-Ariño y Romero citan a Thierry Pech en «Les temps des riches. Anatomie d’une sécession», quien señala la relevancia de un capitalismo globalizado y ampliamente financiarizado, políticas fiscales que favorecen la acumulación y una religión del éxito individual. En otros términos, afirman los autores, «la revolución de las élites es el resultado del avance del capitalismo financiero a caballo de la revolución de las sociotecnologías digitales». ¿Qué importancia atribuyes a la tecnología?
Las nuevas tecnologías hacen posible trasladar en un instante millones de euros de un punto a otro del planeta, y han roto definitivamente las barreras. Son las que permiten que este grupo «secesionado» esté en todas partes y en ningún sitio al mismo tiempo: el don de la ubicuidad. ¿Papanatismo respecto a la tecnología? Con todo hay papanatismo. Es característico de cualquier cosa que se convierte en referencia. Empezamos diciendo que las redes suponían una especie de paraíso, en el que todo el mundo podría manifestarse y tener voz propia, es decir, el prólogo de la libertad definitiva. Pero en la práctica, ha ocurrido lo que parecía previsible. No olvidemos que el origen de Internet es el ejército. Es un espacio que ofrece grandes posibilidades, que lo son asimismo de control, dominación y simplificación. Siempre digo que hoy el intelectual más importante es Google, es el señor a través del que millones de personas hacen un recorrido que sus algoritmos han diseñado. Conducen las lecturas, las reflexiones, las referencias y los iconos de muchas personas.
-En tu artículo «En el vacío que nos habita», publicado en el último número de la revista «La maleta de Portbou», reproduces una reflexión del filósofo John Gray: «El voto a favor del Brexit demuestra que las reglas de la política han cambiado de forma irreversible. La estabilización que parecía haberse alcanzado tras la crisis financiera era un camelo». ¿Qué ha supuesto a tu juicio el Brexit?
Es una manifestación más de la teoría de las secesiones. En un momento en que la gente vota a unos políticos, pero continúan gobernando otros a los que no han elegido, al final se vota a quien más provoque, irrite o inquiete a los poderes establecidos. El Brexit es un ejemplo de ello, como lo son Trump, Marine Le Pen o, en otro sentido, Podemos. Se han marchado los ricos, pero también los funcionarios «free tax» de Bruselas, que además de no pagar impuestos pretenden la «expertise» de gobernar por encima de quienes tienen la legitimidad democrática. Se están replegando los países en sí mismos como respuesta a la globalización. Se han marchado también los terroristas suicidas, que rompen el diálogo antropológico mínimo entre las personas. El mínimo común que las une: la voluntad de no morir.
-En el ámbito doméstico, la próxima reunión del Comité Federal del PSOE decidirá la abstención del partido en la investidura de Rajoy. ¿Se han impuesto Felipe González, el IBEX 35, la «casta», el Régimen del 78 y los barones regionales?
Demasiadas cosas, si vamos con estas simplificaciones acabamos siempre contra la pared. En el Partido Socialista hay sencillamente una crisis que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo, de la que se quiere hacer responsable a Pedro Sánchez. Es cierto que tiene una cuota de responsabilidad, pero antes que él todos los que gobernaron el PSOE desde, al menos, mayo de 2010. Desde entonces el partido se halla en caída libre. Como casi toda la socialdemocracia europea, el PSOE no tiene actualmente proyecto ni ubicación. Pensó que la solución residía en el mimetismo con la derecha, y se ha encontrado con que ésta le ha derrotado. Y allí está el Partido Socialista estancado, con una crisis ridícula, casi infantil y que no resolverá nada porque si se abstienen y se hacen ilusiones de que van a recomponerse en cuatro días, están perdidos; y si no, exactamente igual. El PSOE tiene que refundarse, como toda la socialdemocracia europea.
-¿Cómo valoras el hecho de que Pedro Sánchez no contara con prácticamente ningún apoyo mediático?
Me parece una afirmación exagerada. Cuando se tiene el poder del que dispone el secretario general del Partido Socialista, el papel de víctima no pinta bien. Sencillamente Pedro Sánchez no supo dominar una situación extremadamente difícil, y nunca tuvo clara la dirección en la que quería ir. Le salió mal el primer intento, con ciudadanos, aunque era difícil que resultara el acuerdo. Ahora, a pelota pasada, es fácil pensar que tal vez hubiera sido la mejor opción. También es fácil afirmar que si Errejón se hubiera impuesto a Pablo Iglesias, todo estaría de otro modo. Sánchez no supo liderar un proyecto alternativo, ni liderar con autoridad un proceso de negociación con el PP. Quedó atrapado finalmente en una conspiración miserable, de tercera división, en un partido que de continuar por este camino acabará en una Convergencia del sur.
-¿Qué opinas sobre los dos editoriales del diario El País correspondientes al 18 de octubre? El primero afirma en el titular: «Un acuerdo necesario. El Tratado de Libre Comercio con Canadá debe salir adelante». El segundo editorial, dice de modo lacónico: «Iglesias desatado», y así enlaza con uno de los titulares de la portada: «Iglesias retoma el discurso de la vieja izquierda frente a Errejón».
No tengo mucho que decir de las dos cosas. Si El País considera que el Tratado ha de salir adelante, pues es la posición del periódico; y en cuanto a lo de «Iglesias desatado», pues resulta difícil entender a este personaje. Después de un espectáculo de moderación lamentable que creo le ha costado muchos votos (en vez de tranquilizar a la gente la asustó el 26-J), ahora quiere volver al monte. Podemos tiene la oportunidad de ocupar el espacio que deja vacío el PSOE, y me temo que volverá a perderla.
-La coalición «Unidos Podemos» perdió 1,2 millones de votos en las elecciones del 26-J respecto a los comicios de diciembre de 2015, en los que IU y Podemos se presentaron por separado. ¿Por qué se produjo esta mengua y qué reflexión consideras ha de hacer la izquierda?
Estas cosas son muy difíciles de imputar. ¿Qué habría ocurrido si no hubieran pactado? ¿Hubieran ganado en apoyos, o habrían perdido más votos? Es cierto que para un partido que se presentaba como gran novedad -Podemos-, podría tener sus costes la vinculación a un partido tan «gastado» como Izquierda Unida. Pero en Cataluña parece que los costes no son tales. Depende. Podemos ha de reflexionar sobre un punto: es un partido que obtiene muy buenos resultados donde se alía con otros partidos locales y regionales. En cambio cuando se presenta solo los resultados son mucho peores.
-Precisamente en el diario del grupo PRISA escribías hace cuatro días: «Badalona fue el territorio escogido por el PP para experimentar el modelo lepenista en España».
Es verdad que afortunadamente en este país, salvo algún intento que hizo Aznar en El Ejido, no ha habido una utilización política -sistemática- de la inmigración y el racismo. En Badalona se produjo el intento más sistemático de criminalizar a los inmigrantes y de establecer un sistema autoritario de poder, de la mano de García Albiol como alcalde del PP. Afortunadamente hubo una coalición que lo tumbó, y ahora me parece que es una prioridad evitar que vuelva García Albiol con su proyecto xenófobo.
-En las últimas fechas se han conocido las instrucciones de la Fiscalía General del Estado para la presentación de una querella contra la presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell; además, el gobierno en funciones de Rajoy ha anunciado recursos ante el Tribunal Constitucional contra todas las «resoluciones independentistas» de la Generalitat. ¿Éste es el terreno de juego que busca la derecha española?
Estamos en ese punto. El PP no ha sido capaz de afrontar políticamente nunca esta cuestión. Actualmente ha habido una propuesta de Puigdemont para abrir vías de negociación, y el PP las ha rechazado. Lo que hay que ver es cuándo está dispuesta a frenar alguna de las partes antes de que se produzca un choque. ¿Pretende el PP llevar hasta el final esta vía judicial-represiva? Nos hallamos ante un empate muy difícil de resolver, porque unos no tiene la fuerza para liquidar el soberanismo y otros no tienen la fuerza suficiente para romper con España.
-Por último, ¿Qué ha aportado la CUP a la política catalana?
Personalmente, y por eso les voté en su día, forzar la salida de Artur Mas.
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