Mientras la Unión Europea aprueba el aumento de la jornada de trabajo en el Estado español el partido de gobierno y el presidente de la Cámara, José Bono, consideran que los miércoles, a eso de las cuatro de la tarde es un buen momento para que los diputados y diputadas se marchen a sus casas […]
Mientras la Unión Europea aprueba el aumento de la jornada de trabajo en el Estado español el partido de gobierno y el presidente de la Cámara, José Bono, consideran que los miércoles, a eso de las cuatro de la tarde es un buen momento para que los diputados y diputadas se marchen a sus casas hasta el lunes.
A las seis y cuarto de la tarde del martes, el hemiciclo del Congreso estaba semivacío. Nada nuevo, por otra parte. Ocurre todos los martes que hay Pleno, juegue la selección española o no. Los diputados se lo toman con calma: entran, están en su escaño unos minutos, salen, y algunos ya no vuelven hasta el momento de votar, a última hora de la tarde-noche. La imagen, en realidad, es bastante lamentable, aunque es cierto que algunos se defienden repitiendo eso de que en los despachos también se trabaja.
A esto se une que el Congreso ha comenzado la legislatura a baja velocidad. Tiene mucho que ver que el Gobierno sólo ha remitido cuatro proyectos de ley, lo que ha hecho que los Plenos hayan tenido una versión reducida. El proyecto más interesante llegado desde la Moncloa se refiere a la ratificación del Tratado de Lisboa, que no será consultado a la población sino aprobado directamente por sus señorías.
Por eso, al PP e Izquierda Unida no les gustó nada la idea que puso ayer sobre la mesa el presidente del Congreso, José Bono, para reducir las jornadas con Pleno durante la semana. A su juicio, la imagen que se traslada al exterior puede ser aún más negativa. Bono lo planteó primero en la reunión de la Mesa y luego en la Junta de Portavoces, y obtuvo el apoyo incondicional del Grupo Socialista, que no presentó ni una sola objeción. CiU, PNV y Grupo Mixto tampoco pusieron inconvenientes.
Se trataría de reducir las sesiones plenarias a sólo dos días, y no a tres, como ocurre hasta ahora. Los martes quedarían igual: la sesión plenaria se abre a las cuatro de la tarde, y en el orden del día se incluyen proposiciones de ley, proposiciones no de ley y mociones consecuencia de interpelación.
El gran cambio se ha dejado para el miércoles. Las preguntas de control al Gobierno pasarían a la mañana -ahora son por la tarde-, y después de comer, a partir de las 16 horas, se incluirá la actividad legislativa, como los proyectos de ley que envíe el Ejecutivo, que hasta este momento se debatían y votaban un día después. Los jueves, según el proyecto de Bono, quedarían sin Plenos y podrían convocarse comisiones.
Según una nota emitida por el Congreso, el objetivo es mejorar el conocimiento y la repercusión pública de las cuestiones tratadas en el Congreso. Además, Bono cree que se ampliará el tiempo disponible para el debate en sesión plenaria. Pretende también fijar unos horarios para que se cumplan. En principio, a las nueve de la noche se pondrá punto final a las sesiones. Si queda algo pendiente, se dejará para otro día.
El Senado, afectado
El cambio que propone Bono afectaría también al Senado, ya que su sesión de control -que ahora es los miércoles por la mañana- tendría que pasar a los martes por la tarde.
El presidente del Congreso quería hacer una prueba-experimento en la última semana de trabajo parlamentario antes del paréntesis veraniego: el 24 y 25 de junio. Pero el Senado ya tenía sus propios planes para esos días y al final no habrá prueba, al menos hasta después del verano. En todo caso, la organización de los plenos es una facultad del presidente del Congreso, que no necesita el respaldo de los grupos para llevarla a efecto.
El PP cree que el hecho de que se comprima el trabajo de los parlamentarios en los Plenos -que, al final, es lo que más se ve fuera del Congreso- no ayudará a mejorar la opinión sobre la labor de los diputados. Además, teme que los miércoles se acumulen demasiadas informaciones, y que al final se difumine o bien el control al Gobierno, o bien el debate sobre las leyes.
Desde Izquierda Unida, Gaspar Llamazares se opone a este cambio porque cree que restaría protagonismo a los grupos pequeños. Los días que no hay Pleno, su presencia disminuye notablemente. Además, considera que daría pie a que muchos diputados cogieran las maletas el miércoles por la noche y se marcharan a sus provincias hasta la semana siguiente.