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"No estamos, de momento, ante una lista ilegalizada pero precisamente que se intente demuestra la realidad antidemocrática del Estado español"

El pueblo perdió el miedo

Fuentes: Rebelión

Cada vez que en algún lugar del mundo el pueblo gana las elecciones se dan dos hechos que siempre son comunes, complementarios y la base del discurso de los partidos: la lucha por la soberanía nacional y la oposición al sistema económico. El soberanismo de por sí es la herramienta de lucha contra el capitalismo […]

Cada vez que en algún lugar del mundo el pueblo gana las elecciones se dan dos hechos que siempre son comunes, complementarios y la base del discurso de los partidos: la lucha por la soberanía nacional y la oposición al sistema económico.

El soberanismo de por sí es la herramienta de lucha contra el capitalismo más eficaz que existe desde el momento en que el mercado global está basado en el control de estados. Plantear que sea el pueblo el que asuma ese control y reorientar al país de la defensa de la cúpula globalizada hacia la base popular. Es el soberanismo popular el método por que se practica el lema base de toda lucha que se diga de izquierdas: «todo el poder para el pueblo». Pero, sin duda, resulta digno de analizarse cómo las izquierdas, teniendo todas ese lema común, presentan distintos planteamientos.

La izquierda sudamericana y la izquierda europea

Precisamente es la lucha por la soberanía lo que más distingue a ambas izquierdas. La cuestión nacional, la lucha por la soberanía, por la independencia del pueblo en América Latina es la base sobre la que se desarrollan sus luchas, sus movimientos sociales, sindicales y políticos. Frente al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) colocan a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Frente a la América homogeneizadora del capital colocan a la América heterogénea de los pueblos.

Las declaraciones sobre la soberanía y la independencia de los pueblos de América no son siquiera necesarias que se recuerden, hay varias intervenciones sobre ese hilo no sólo por presidentes de países [ 1] del continente sino que se ha extendido a las cumbres que han realizado [ 2] . Además, más que esas declaraciones al respecto de la soberanía y la independencia nacional lo realmente reseñable es la oposición que surge ante esa lucha. Ya en el texto enlazado en la primera nota se puede leer:

«No hay más camino para la grandeza Patria que éste, ya emprendido, del socialismo; nuestro socialismo bolivariano: ¡La Democracia Socialista!

 

El otro camino, por el que nos quieren llevar los colonialistas pitiyanquis, condenaría a nuestro país a la minusvalía, a la pequeñez y a la tumba histórica; es el camino del capitalismo y su expresión política: la «democracia burguesa».

 

Nosotros, los Independentistas, andamos con un juramento; aquel que hizo nuestro líder, Simón Bolívar, en el Monte Sacro el 15 de Agosto de 1805. Nosotros, los Patriotas, tenemos un proyecto, portamos una bandera…

 

Ellos, los colonialistas, no tienen juramento, no tienen proyecto, no tienen bandera. O mejor dicho, como lo hemos visto en diversas actividades de los pitiyanquis, su bandera al revés, volteada, de siete estrellas y no de ocho como fue el mandato de nuestro Bolívar en Angostura, lo dice todo: representan lo contrario a la patria, son la contrabandera, son la contravenezuela, son lo contrabolívar. Son la negación. Son la no-patria.»

Resulta que no luchar por la independencia nacional y la soberanía popular es lo burgués, lo reaccionario y sí hacerlo es lo revolucionario. Resulta que en Europa, en España, es justo al contrario. Allí están en un proceso revolucionario donde ese criterio se ha sabido llevar a la realidad concreta de cada país. Allí donde no se ha sabido, entre donde se encuentra Europa casi en su totalidad, ni se atisba el inicio de uno.

Mientras que allí estos parámetros están claros y bien asumidos, en España y en Europa, se sigue prefiriendo defender la figura del estado antes que la del pueblo por parte de una izquierda revolucionaria que no tiene de revolucionaria más que los panfletos y, si acaso, el nombre. Nunca un proyecto popular en el que basa su revolucionarismo pancartero. Ellos, los colonialistas, no tienen juramento, no tienen proyecto, no tienen bandera. Ellos, los colonialistas, no luchan por la soberanía del pueblo. Y dentro de ese abanico, resultan más peligrosos los colonialistas «de izquierdas» y los «revolucionarios». Estos colonialistas, se limitan a dividir al pueblo en sectores definidos por marcas producidas por el sistema al que dicen oponerse para organizarse como tal. Mantienen al pueblo separado, lo inutilizan y lo desvían a objetivos que son los de los colonialistas y no los del pueblo.

«La ficción de la «comunidad» del Estado-nación moderno y la pretendida «identidad» de su comunidad demográfica cumplieron con el transcurso del tiempo la función hegemónica de reconducir el efecto de las luchas sociales en torno al principio de igualdad, disminuyendo hasta el límite permitido por el modo de producción capitalista, las distancias entre las diferentes clases sociales« [ 3] .

En este punto entramos de nuevo en las consideraciones desde las que apelar a la lucha popular. Está la opción de la lucha popular basada en la ficticia identidad fomentada desde el estado y está la opción de la lucha popular basada en la identidad del pueblo en sí. Una izquierda que se basa en la imagen del pueblo o una izquierda que se basa en la identidad del pueblo y que pretende que la imagen del pueblo se identifique con la identidad del pueblo.

Tanto en América como en Europa, estamos ante dos modelos de sociedad diferentes: una donde la soberanía la tienen las empresas y otra donde la soberanía la tiene el pueblo. El primero supone la muerte de los pueblos, que, folklorizados, sólo se mantendrán como un elemento más del mercado. El segundo supone la vida del pueblo y del planeta en un sistema que pacifica las relaciones entre personas, entre personas y la naturaleza. La muerte del planeta o la vida del planeta. Y, estando ante dos modelos de sociedad diferentes, nos encontramos también con dos maneras de apelar al pueblo: una vía que satisface a una sociedad que utiliza al pueblo como ganado que ceba, mantiene para obtener un beneficio y en el que la muerte del ganado forma parte intrínseca del proceso; y una vía que cuestiona al sistema y avanza hacia los derechos de los pueblos. La primera será potenciada, la segunda se hará todo lo posible para eliminarla.

Las elecciones europeas

Huelga decir que el motivo de esta reflexión no es otro que la variedad de candidaturas que nos encontramos dentro de la izquierda actualmente extraparlamentaria (por unos motivos u otros), y esta afirmación ya de por sí también establece hacia cuál están mis simpatías y mi futuro voto el día 7 de junio ya que el reconocer la existencia de más de una candidatura es un hecho únicamente realizado por «Iniciativa Internacionalista – La solidaridad entre los pueblos» que, a su vez, es la única candidatura que está intentando ser ilegalizada, infructuosamente, por el estado y su sistema económico al que otras candidaturas dicen oponerse, aunque sin enfrentarse a él.

Motivos para votar a esta candidatura hay tantos como personas y puntos de vista, igual que hay tantos motivos para no hacerlo como a cada persona quiera ocurrírsele. Desde marxistas (que sería entrar en un debate eterno y fácilmente desviable a la teoría abstracta olvidando la concreción práctica actual) a puramente democráticos, que además coinciden con los marxistas.

Democráticamente hablando, no yo sino D. Carlos Fernández Liria (candidato en la lista de «Izquierda Anticapitalista») y D. Santiago Alba Rico lo dejaron escrito mejor de lo que yo podría hacerlo: « Si pudiera votar a Batasuna (o a ANV o a PCTV), no les votaría. Pero porque no puedo votar a Batasuna, me voy a abstener. De hecho, creo que votaría a cualquier partido que, de izquierdas o de derechas, recogiese en su programa y hubiese exigido en su campaña electoral la derogación de la Ley de Partidos y la devolución de sus derechos políticos a la izquierda abertzale. Es decir, cualquier partido verdaderamente democrático. Ya que no puedo votar al partido que me gusta, me gustaría votar al menos a la democracia; me gustaría decir sí al derecho; me gustaría apoyar las libertades más abstractas y formales. [ 4] »

No estamos, de momento, ante una lista ilegalizada pero precisamente que se intente ilegalizar demuestra la realidad antidemocrática en que vivimos dentro del Estado español. No es cuestión de izquierdas o derechas, es cuestión de democracia en un sentido lo más estricto posible. Es cuestión de vivir dentro de una «doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno«, en un sistema de representación donde el «predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado« [ 5] sea algo más que una utopía o unas definiciones de diccionario. Y precisamente eso es a lo que apela «Iniciativa Internacionalista – La solidaridad entre los pueblos», y precisamente porque, además de apelar a ello, lucha por ello desde una perspectiva popular desde cada nación del estado la antidemocracia hace aparición y, precisamente por eso, votar a Iniciativa Internacionalista es votar por avanzar hacia la democracia.

Pero es que, además y de manera complementaria indivisible a la lucha social hacia sociedades más democráticas, «Iniciativa Internacionalista – La solidaridad entre los pueblos», en base a una lucha teórica forjada en una lucha práctica, también apela y lucha por un sistema económico más democrático al saber y entender que este sistema económico actual se basa en el no-poder popular, en la alienación del hombre que se desarrolla sobre una imagen hecha no para defender al hombre y la tierra en la que vive sino para defender los privilegios de una minoría que no se reconoce ni tiene intención de hacerlo en el pueblo. Ya lo dijo la Duquesa de Alba al decir que «todos los que estaban allí son unos delincuentes» [ 6] cuando los andaluces que defienden la identidad andaluza protestamos contra que los que crean la imagen de Andalucía y los andaluces le concedieran a ella el título de hija predilecta de una tierra que no siente ni defiende. La ofensa de la propietaria de Andalucía no venía porque mil personas la abuchearan, lo que la ofendió es que hubiera gente que se atreviera a cuestionar sus propiedades, la base de sus privilegios y la base de la desgracia económica y social andaluza. No es demagógico decir que Andalucía está en la situación que está porque en lugar de defender los intereses del pueblo andaluz se han defendido los intereses de los terratenientes de Andalucía.

Resulta que «Iniciativa Internacionalista» es un partido criminal por las ideas que defiende, como criminales somos los andaluces que defendemos los derechos de los habitantes de Andalucía. Derechos no sólo democráticos sino, en consecuencia, económicos. Resulta que esta candidatura tiene una bandera internacional, tiene un proyecto internacional que se basa en las banderas de los pueblos, en la consecución de pueblos soberanos, en el avance y desarrollo de valores y sociedades democráticas. Entendiéndolo así, que además sea la única candidatura unitaria que ha pretendido la unidad es un mero detalle simbólico ya que la unidad basada en valores equivocados no equiparable a esta situación, donde se dan los valores, los ideales, el proyecto y las formas correctas para conseguir unos objetivos que no son partidistas sino objetivos del pueblo, por el pueblo y para los pueblos y, por lo tanto. Del pueblo dependerá su éxito o su fracaso igual que, en la situación que estamos, su éxito o su fracaso dependerá de la capacidad de sacrificio que tengan las personas y colectivos a la hora de decidir si potencian su proyecto particular o un proyecto del pueblo donde cederán el protagonismo al pueblo. En la coherencia popular y contra el sectarismo partidista encontrará el pueblo las herramientas para su liberación, y para iniciar ese camino es «Iniciativa Internacionalista – La solidaridad entre los pueblos» el primer paso para iniciarlo, un camino donde el pueblo perderá el miedo y empezará a reclamar sus derechos democráticos para y en todos los aspectos de su vida.


[ 1] Chávez: «Socialismo bolivariano es el único camino para lograr la independencia nacional». El 22/01/2009 en NuestraAmerica.info

[ 2] «América Latina decide ‘independizarse’ de la tutela política de EEUU», de Alfredo Ortega el 21/12/2008 en DiariodeCadiz.es

[ 3] Nota al pie aparecida en «Fernando Lugo frente a la democracia conservadora», de Luis Ortiz en Alainet.org el 21/04/2009

[ 4] Los autores ya citados en el diario Gara el 07/03/2008

[ 5] Ambas definiciones provienen del Diccionario de la lengua española, 22ª edición.

[ 6] Durante el 28 de febrero de 2006, noticia de su resolución judicial en ElPeriodico.com del 15/10/2007