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El pueblo unido…

Fuentes: Rebelión

(En Frankfurt, hace unos meses, la policía desfila unida a los manifestantes en una marcha hacia el Banco Central Europeo; se ven al fondo banderas griegas y españolas en solidaridad). «El pueblo unido jamás será vencido» se puede oír en manifestaciones de todo el mundo, incluida la de la foto. Y habrá que reconocer que […]

(En Frankfurt, hace unos meses, la policía desfila unida a los manifestantes en una marcha hacia el Banco Central Europeo; se ven al fondo banderas griegas y españolas en solidaridad).

«El pueblo unido jamás será vencido» se puede oír en manifestaciones de todo el mundo, incluida la de la foto. Y habrá que reconocer que hace siglos que el español no es la lengua del imperio, así que el deseado lema pertenece al acervo común de la clase obrera internacional. «Proletarios, uníos». Clase obrera, proletarios, términos obsoletos que hasta hace unos días provocaban rechazo en la mayoría del personal van recobrando su sentido a marchas forzadas.

Habría que empezar por preguntarse por el sujeto del popular eslogan recobrado con el que empezamos esta nueva comparecencia. ¿Qué es el pueblo? ¿Son pueblo, los funcionarios que estos días ocupan (okupamos) las calles? ¿Son pueblo, los taxistas de Madrid, o son empresarios o trabajadores reaccionarios muchos de ellos? ¿Y los militares, los policías y guardiaciviles que han tomado las calles no al servicio del orden eternamente injusto, sino contra las vergüenzas del poder? Tapadas secularmente por sus propios uniformes obedientes y disciplinados. Protectores de sus jerifaltes, que puertas adentro se adiestran en el cortesano boato, copiado de púrpuras eclesiales y de sedas importadas.

Que no, que no, paloma, no,
que así que no trabajo yo.
Que no, que no, palomita, que no,
que así que no trabajo yo.

Estos versos iniciales de La paloma de Chicho Sánchez Ferlosio, y toda la canción se la aprendió de memoria mi hija Martina hace 2 ó 3 años, ahora cuenta 8. Al oírla repetidamente me preguntaba si no sonaban sus letras como antiguallas, más aún salidas de los labios de una niña.

Soy un hombre del pueblo
harto de trabajar.
Mi vida es el trabajo, paloma,
pero me pagan mal.
Las leyes están hechas
a favor del patrón;
la ley no escucha al pueblo, paloma,
aunque tenga razón.

Hemos gozados de un incipiente estado social, de un bienestar social desconocido en este país, de una democracia secuestrada otro 18 de julio -como hoy- y nunca plenamente recuperada, ¡ay!, ¡ay!, ¡ay! ¿pero qué cosas enseñaba a Martina? Las leyes están hechas a favor del patrón. ¡Por Dios, sería antes!

En cambio, hace unos días mineros asturianos, hijos, nietos y bisnietos de aquellos de la huelga del 62, y de la revolución del 34 y del 36, los mismos con los que Chicho pasó meses de cárcel, aquí muy cerca en Carabanchel, llegaban hasta Aravaca desde sus pozos mineros andando. ¿Qué es para ellos andar más de 400 kilómetros al aire libre, aunque sea el deprimido y seco de los campos de Castilla? Llegaban a una zona rica de Madrid, nadie parece recordar que en realidad se asentaban en una colonia de antiguos pisos de protección oficial y en un centro comercial llamado ¡Rosa Luxemburg!

Hasta ellos acudió Luis Eduardo Aute para ofrecerlos su «Al alba», canción que dormía entre la nostalgia desde la última noche más negra del franquismo. Víctor Manuel recordaba a su abuelo picador, ¿cuántos años llevaría sin cantarla?

Sin embargo, los mineros a la noche siguiente alumbraron la Gran Vía madrileña, como espectacularmente nunca se ha visto, con las lámparas de sus cascos y su tesón de centenarias generaciones.

Pero nos uniremos
contra la explotación;
la fuerza de los hombres, paloma,
siempre será la unión.

Esto no es Frankfurt es Madrid la noche del domingo pasado. Yo estuve allí, como también recibiendo a los mineros en Aravaca. Frente a ellos, en primera línea de «fuego», ¡quién si no?, los bomberos.

¿Qué lugar ocupan en el imaginario colectivo los bomberos? ¿Son funcionarios o son héroes del pueblo?

Este mocoso que os escribe cuando empezó a dar sus primeros pasos, a andar con una ristra de chupetes, decía que era su manguera. ¿Es que ya de niños queremos ser funcionarios o bomberos?

Han preparado durante años la caza del funcionario, una campaña mediática más que madura para rendir sus frutos y permitir ultrajes inconcebibles como el ya vigente decreto-ley que permite dejar sin paga de navidad a empleados públicos que ni rozan los mil euros. Paga extra o de navidad que aun así conocida no es ningún regalo: tenemos derecho a 14 pagas anuales, doce mensuales y dos extraordinarias. Un esperpéntico ministro de Hacienda, de apellido Montoro (¡ay, al menos Echegaray por sus pufos literarios ganó el premio Nobel, ¡este como no sea por su desmadejada tolerancia a los brebajes!), anuncia que no se aplicará a buena parte de los afectados. Mentira. Además, presume, tal vez con parte de razón, que en España no se lee o se lee poco y mal. Porque si en España se leyera deberíamos correrle a gorrazos, hoy, más bien, lanzándole cedés del BOE de este último, por ahora, decretazo.

Pierden el tiempo quienes instalados no se sabe donde beatifican a una inexistente clase proletaria revolucionaria o se otorgan en exclusiva la etiqueta de obreros. La resistencia a este torpe gobierno obedecerá a la ciudadanía toda, sin distinción de ideología. ¡Claro, que es la antipolítica! De nosotros depende que la deriva popular no sea a peor.

Hoy como antes, tras el sueño de la clase media, recupera su vigencia la clara dicotomía entre la clase explotadora y la explotada. Por evitar la jerga marxista lo expresaré en términos más coloquiales. Ahora mismo se acuerdan de ese premio nobel (ya sé que no, que su obra en parte perece merecidamente), senador real por designación real, que decía, una vez pillado convenientemente durante sus siestas pagadas en la alta cámara, que no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo. Pues hoy la única distinción social posible es saber quienes están jodiendo y quienes están jodidos. Calculen. Una minoría frente a una cada vez más amplia mayoría.

No es hora de discutir como en la fábula si los opresores son galgos o podencos, y menos si los oprimidos tenemos la vitola de obreros o desclasados privilegiados.

Este régimen caduco, como lo fue la anterior restauración borbónica, la alfonsina, tiene las horas contadas. Chicho Sánchez Ferlosio, al que algún día feliz habrá que recuperar y hasta erigir un monumento, hijo de uno de los fundadores de la Falange, fue un cantor genuino del pueblo, a su son he perpetrado estas líneas y con él finalizo:

A la huelga compañero
no vayas a trabajar
deja quieta la herramienta
es la hora de luchar.

A la huelga, abierta
a la huelga, bien
a la huelga, madre yo voy también
a la huelga, cien
a la huelga, mil…
…yo por ellos madre
y ellos por mí.

(http://www.youtube.com/watch?v=9yv8zeLQSss)

Blog del autor: http://sakurambotsumamu.blogspot.com.es/2012/07/el-pueblo-unido.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.