Está cantado. Pablo Iglesias, con la cortesía necesaria y con todo el respecto del mundo, se los va a comer con patatas y algo de perejil el próximo martes. No va a quedar de ellos (y de ellas en este caso) ni rastro. De entrada y de salida. ¿Qué van a poder decir de su […]
Está cantado. Pablo Iglesias, con la cortesía necesaria y con todo el respecto del mundo, se los va a comer con patatas y algo de perejil el próximo martes. No va a quedar de ellos (y de ellas en este caso) ni rastro. De entrada y de salida.
¿Qué van a poder decir de su incapacidad para considerar las muertes de mujeres por violencia de género como uno de los principales problemas del país, de las mujeres especialmente? ¿Cuántas de nosotras hemos sido atacadas o violentadas en estos últimos 30 años? ¿Qué gestos, qué planes políticos se han llevado a cabo? (También en Cataluña donde ninguna política convergente se ha destacado ni diferenciado de la seguida por el gobierno central).
¿Qué va a poder decir un gobierno estructuralmente corrupto como el que nos dirige, acechado por mil y un casos de corrupción y muchos más que por ahora desconocemos (exactamente lo mismo que ha ocurrido en Cataluña durante estos 37 años con los gobiernos de CDC, y la dirección externa de la Madre Superiora de la Congregación)? Nada, no podrán decir nada, o tal vez un conjunto sin sentido de palabras y excusas.
¿Qué van a poder decir de sus ataques permanentes a la sanidad pública y de sus intentos de sacar tajada de las sucesivas privatizaciones hechas a la vista o sin cámaras (exactamente igual que los gobiernos convergentes, aquí, en .Cat)? Poca cosa. Bla-bla-bla y nada más.
¿Qué dirán de su menosprecio a la educación pública, de sus generosos conciertos con la privada, con escuelas de élite (lo mismo, acaso menos, que lo ocurre aquí en .Cat donde colegios que segregan por sexos son subvencionados por una consellera, Maritxell Ruiz, que estudió en uno de ellos, Aura)? Se inventarán cualquier excusa pero todas sabemos de lo que son capacas: ellos (también ellas por desgracia) no van a colegios de pobres. Están hechos para lo que ellos llaman, cuando hablen entre ellos, chusma.
¿Qué dirán de las desigualdades crecientes que asolan nuestro país (también acrecentadas aquí, en .Cat, donde tanto se habla de un nuevo país, un país de sonrisas y de igualdad)? Poco, se callarán o se inventarán cualquier dato que nos despiste de lo que son sus planes de acción, su programa de la hora: aprovecharse de todo en esta situación de crisis-estada, de miedo y de indefensión.
Lo mismo podemos preguntarnos de tantos otros temas: ayudas a mujeres desfavorecidas, lucha contra la cultura patriarcal y la misoginia, política exterior, Estado asistencial desarrollado, rescates bancarios, privilegios, serviles seguidores de las políticas austericidas dirigidas por Merkel y próximos, política pro-nuclear, subordinación a las grandes corporaciones,… Y así siguiendo.
Pablo Iglesias se frotará las manos. Va a ser fácil. Se lo han puesto mejor que a Fernando VII. No es para menos… Pero algo no cuadra.
Algo hará o puede hacer cambiar el paisaje de color y de forma. No es imposible que Rajoy pida la palabra, que no hable a través de sus ministros, y diga con sorna algo así como lo siguiente:
«Don Pablo, usted es muy crítico con los demás pero hay algo que no acabo de entender. Me explico, tome nota si puede.
Unidos Podemos dice estar por un Estado federal, por el cierre federal del Estado de las autonomías. No está mal. Se puede hablar; nosotros podemos hablar del tema. Pero al mismo tiempo que agitan esta bandera de unidad federal, Podem, su marca en Cataluña como dicen ustedes, ha participado en los últimos años en cinco o seis marchas secesionistas (en algunas ocasiones con la oposición de sus propias bases); ha agitado la estelada -a través de su representante Álvaro Fachín- al lado de dirigentes de la CUP y ERC; no ha explicado claramente su posición respecto al que los separatistas denominan referéndum unilateral; tras el anuncio del gobierno de Puigdemont y la CUP han hablado de apoyar las estrategia de voto… Es decir, aquí en Madrid hablan de federalismo y de unidad, incluso de Patria, y allí en .Cat, coquetean con el secesionismo o se manifiestan abiertamente como tales. ¿En qué quedamos? ¿Ustedes qué son: en Madrid, federalistas, y en Barcelona, separatistas? ¿Ni chicha ni limoná como diría un cantante que ustedes admiran?».
Y entonces es muy posible que sea Pablo Iglesias quien balbucee y que, una vez más, como dijeron los clásicos, Jenny estaría muy de acuerdo probablemente, todo lo sólido (y hay mucho en este caso), de nuevo, se desvanezca en el aire. Como pompas machadianas de jabón.
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