El 11 de noviembre la extrema derecha volvía a asesinar a un militante antifascista. Carlos, un joven de 16 años, murió tras ser apuñalado en el pecho por un simpatizante de Democracia Nacional. Se han llevado la vida de un compañero, de un amigo, de Carlos». Con estas palabras abría la Coordinadora Antifascista de Madrid […]
El 11 de noviembre la extrema derecha volvía a asesinar a un militante antifascista. Carlos, un joven de 16 años, murió tras ser apuñalado en el pecho por un simpatizante de Democracia Nacional.
Se han llevado la vida de un compañero, de un amigo, de Carlos». Con estas palabras abría la Coordinadora Antifascista de Madrid su manifiesto de condena y repulsa por el asesinato de un joven de 16 años este domingo. El presunto asesino, identificado como Josué E. de la H., de 24 años y militar de profesión, fue detenido momentos después de la agresión, en la que también resultó herido muy grave otro joven, Alejandro J.M., de 19 años, que al cierre de esta edición se encontraba estable en el hospital 12 de Octubre.
Esa misma mañana, las Juventudes del partido ultraderechista Democracia Nacional habían convocado una manifestación de carácter xenófobo bajo el lema «Contra el racismo anti español» en el madrileño barrio de Usera, a la que se dirigía Josué E. de la H. En respuesta, un grupo de unos 200 militantes antirracistas se desplazaron en metro hasta la estación de Legazpi (lugar de la agresión) para protestar contra la marcha ultra. Según comenta a DIAGONAL un testigo de los hechos, «el agresor coincidió en un vagón con varios jóvenes, sacó un cuchillo de unos 30 centímetros y arremetió contra uno de ellos», a quien provocó una herida mortal en el corazón. Después, «al acercarse uno de sus compañeros a socorrerle, el nazi le asestó dos puñaladas en el costado».
Según este testigo, el joven asesinado logró salir del vagón, desplomándose inmediatamente después en el andén, donde fue atendido sin éxito por los servicios de emergencia. «El otro joven herido fue sacado a la calle por sus compañeros y atendido por el SAMUR junto al metro de Legazpi. El nazi intentó huir después de la agresión, pero fue alcanzado y reducido por varios compañeros de los heridos, y posteriormente detenido por la policía», añade. El agresor fue ingresado en el hospital 12 de Octubre con heridas de gravedad.
El grueso de antifascistas prosiguió su marcha para paralizar la manifestación ultra. Según uno de los participantes, «cuando estábamos a escasos metros de ellos aparecieron los antidisturbios, que cargaron inmediatamente con porras de metal, disparando también bolas de goma y gas lacrimógeno. Trataron de defender la manifestación racista y xenófoba». Pero los activistas se replegaron e intentaron alcanzar de nuevo la marcha ultra, que finalmente fue disuelta por la policía. Durante las cargas se produjeron nuevos heridos y al menos tres detenidos. También fue detenido José Antonio M. de la H., de 37 años y participante en la manifestación de DN.
Esa misma tarde, en solidaridad con Carlos y para mostrar su repulsa a lo ocurrido, 800 personas se concentraban a las 19.00h en la Puerta del Sol. En un comunicado leído durante la concentración se denunciaron «las manifestaciones racistas permitidas y protegidas por las autoridades» así como la detención de varios compañeros. Pese a todo, en incidentes ocurridos tras la marcha, la policía volvía a detener al menos a otro joven antifascista.
Estrategias de ultraderecha
Concentraciones como la planificada por Democracia Nacional, que tuvo como escenario una zona popular, muestran un ligero cambio de estrategia en la ultraderecha española. Siguiendo la estela del Frente Nacional francés, un sector de ésta ha comenzado a focalizar su mensaje xenófobo y racista en barrios trabajadores con una gran presencia de población inmigrante. Un hecho que está generando gran inquietud en ciertos colectivos sociales y una parte del movimiento vecinal, que no entienden cómo las administraciones no ponen freno a esta peligrosa deriva.
«No es sólo el amparo y protección de sus convocatorias, sino también la permisividad ante los crímenes fascistas, como asesinatos o diferentes agresiones, que a veces se quedan en nada o tan sólo en multas leves», indicó Elena, portavoz de la Coordinadora Antifascista de Madrid. A su juicio, el hecho de que se permitan actos de exaltación fascista como el de Usera «apunta también a la complicidad [de las autoridades] en esta impunidad. Mientras a la izquierda se le ponen mil trabas para convocar concentraciones o hacer actos, la extrema derecha no tiene problemas para convocar concentraciones xenófobas».
Por su parte, Nacho Murgui, presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid, consideró «una barbaridad que legalicen actos de organizaciones que fomentan el odio, el racismo y la xenofobia y que estos grupos puedan actuar impunemente. Este tipo de actos suponen un factor enorme de inseguridad y deberían ilegalizarse. Las organizaciones que las promueven tendrían que ser perseguidas». José María Pedreño, presidente de la Federación de Foros por la Memoria, valoró la dimensión histórica del asesinato: «esto se produce porque hay impunidad. El Franquismo sigue en miembros de la policía, de la judicatura; nunca ha sido condenado de verdad», concluyó.
Democracia Nacional: historia de crímenes
No es la primera vez que el nombre del líder de DN aparece vinculado a un homicidio político. En 1993, Manuel Canduela se encontraba al frente de Acción Radikal, un grupo neonazi al que pertenecían los tres acusados del asesinato en Castellón del joven antifascista Guillem Agulló. En la primera mitad de los ’90 Acción Radikal destacó por constantes agresiones de extrema derecha en el País Valenciano. Finalmente, el grupo acabó desarticulado, y Manuel Canduela, con un importante historial delictivo, también pasó una temporada en prisión. En 1995, Acción Radikal, junto a otros grupúsculos, decidían cambiar de estrategia, dejar a un lado la simbología nazi y apostar por los métodos de Le Pen en Francia. DN se presentaba como partido con la bandera del rechazo a la inmigración. La prueba de que DN sólo fue un cambio de fachada se hace visible cuando hace dos años Canduela llega a la dirección. Los implicados en la muerte de Agulló volvieron al mismo camino. Su asesino, Pedro Cuevas, entró otra vez en grupos de extrema derecha. La impunidad persiste y el fascismo, reciclado o no, sigue presente en la calle.