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El rey de España siempre se lava las manos con agua del Jordán

Fuentes: Rebelión

Con todo lo que está cayendo ahora mismo sobre los poderes fácticos en el estado español, donde cada día se hace más explícito y evidente cuáles son los verdaderos intereses y razones que mueven a unos y a otros a mostrar su auténtico rostro en su diaria acción política, desde estos Atlánticos peñascos africanos asistimos […]

Con todo lo que está cayendo ahora mismo sobre los poderes fácticos en el estado español, donde cada día se hace más explícito y evidente cuáles son los verdaderos intereses y razones que mueven a unos y a otros a mostrar su auténtico rostro en su diaria acción política, desde estos Atlánticos peñascos africanos asistimos con renovada satisfacción al impresentable baile de despropósitos que nos retransmiten en riguroso directo sus fieles voceros institucionales, y sin caérseles la cara de puritita vergüenza.

Por ponerles algunos ejemplos, muy gráficos todos ellos, de lo que le está «cayendo» a los «intocables» poderes fácticos españolistas, me vienen así de repente a la memoria las denuncias presentadas por el coronel del ejército español, Amadeo Martínez Inglés, autor del libro «23-F. El golpe que nunca existió» (Editorial Foca), donde sostiene la siguiente tesis: » (El 23F) Se trató de una operación político-militar-borbónica, dirigida por el rey Juan Carlos, quien estaba enterado de que un grupo de militares ultraderechistas preparaban un movimiento para derrocarlo».

Y agrega el coronel Martínez Inglés sin apenas titubear: «La Corona española ha rentabilizado durante todos estos años aquel evento y el rey se ha convertido en un mito democrático. Eso es mentira, pues fue el rey Juan Carlos quien autorizó al general Armada a montar el 23-F». La verdad, la cosa sería para morirse de la risa sino fuera tan seria.

O este otro donde todas las personas de buena fe deberían coincidir y apoyar sin duda alguna: «El último régimen legal de verdad fue la República -reconoce el coronel Martínez Inglés- destruida por el golpe militar de Franco. El dictador nombró un heredero antes de morir y ahora resulta que todos somos monárquicos. Habría que haber vuelto a la República, que era la legalidad, o por lo menos dejar a los ciudadanos que se pronunciaran. Estamos en una situación de interinidad política y ya es hora de ir a un régimen totalmente democrático».

También me viene a la memoria otra gravísima denuncia realizada por el mismo coronel Martínez Inglés cuando afirma tajante que «lo de Irak no fue una guerra, fue un genocidio» -acción que según tengo entendido está perseguida por el Tribuna Penal Internacional.

«A lo ocurrido en Irak no se le puede llamar guerra, porque para que esto ocurra debe de existir enfrentamiento entre dos ejércitos. Cuando un ataque se produce desde el aire, a veinte mil metros de altura, sin opción a que el otro ejército se defienda y utilice sus armas, empleando para ello la tecnología más avanzada… como digo, no es una guerra sino un asesinato en serie, una masacre, un genocidio. Antes en la guerra había enfrentamiento, riesgo. Ahora, los pilotos norteamericanos desde un portaaviones te disparan un misil de crucero, un tomahawk bajo las instrucciones de unos señores que están lejos, en una sala con aire acondicionado, tomándose una coca-cola.

Aprietan un botón en un momento determinado y mueren mil, dos mil o tres mil personas. En Afganistán ocurrió lo mismo. Los B-52 lanzaron miles de bombas de saturación y dejaron provincias enteras arrasadas», afirma contundente el coronel español Martínez Inglés.

La inmensa fortuna del Rey

Además, por si todo esto fuera poco, el rey es también el protagonista de otro libro que revela sus nada claros negocios, sus relaciones sospechosas con los medios de comunicación y hasta posibles líos de faldas. Se titula «El negocio de la libertad», y fue escrito por el periodista Jesús Cacho, publicado por la misma editorial, dirigida por Ramón Akal, un hombre sometido durante la dictadura a 11 sumarios del Tribunal de Orden Público.

Cacho se explaya más sobre los negocios del rey: «El asunto más espinoso de la historia de la monarquía española es el dinero del rey. La culpa de esos comportamientos censurables del rey es precisamente de ese tabú, esa especie de gran pacto de silencio que envuelve las actividades de la Casa Real española».

En su libro de 650 páginas, Cacho relata los «negocios» del rey con las potencias petroleras árabes: mediante el abogado Manuel Prado y Colón de Carvajal, Juan Carlos cobra una comisión por el petróleo adquirido por España o pide préstamos que nunca paga.

«Siempre se ha dicho que la Casa Real es pobre… Juan Carlos llegó al trono de España literalmente con lo puesto… pero aquel monarca pobre que en 1975 se hizo cargo de la Corona de España jurando la Constitución, es hoy un hombre rico, inmensamente rico. En un pueblo donde la mayoría de la gente no llega a fin de mes, esto es simplemente inmoral, cuando no, indecente, desvergonzado, indecoroso…»

Finalmente, Cacho tiene la certeza de que el rey también estuvo enterado del terrorismo de Estado de los GAL: «Mucho se ha especulado con la eventualidad de que el monarca estuviera al corriente de las acciones de los GAL… A tenor de las declaraciones de Serra en el juicio por el secuestro de Segundo Marey, es la JUJEM (Junta de Jefes del Estado Mayor) la que, al hilo del asesinato del capitán Martín Barrios, pide intervenir directamente contra ETA. Y esa cadena debe necesariamente informar al rey de la situación, porque el rey es el jefe de la JUJEM, la máxima autoridad, el último escalón de la línea de mando.» Otra vez la Ley del Silencio se impone sobre las más que dudosas «razones de Estado» y aquí sigue sin pasar nada…bueno, esto no enteramente cierto, sí que pasa, pero lenta, muy lentamente, porque aunque han sabido jugar muy bien sus cartas marcadas. Somos ya muchos los que estamos intentando desmontar -con todos los medios a nuestro alcance- esta tremenda falsa pseudodemocrática.

Cuando al engaño le llaman Transición

«Con una Justicia mediatizada no hay Constitución ni democracia posible. Con un Parlamento inexistente, el control del poder es una quimera. Con una forma política del Estado y una forma política de Gobierno al margen de la lógica democrática, la libertad política es un sueño de la razón (…). La opción que se avecina no es ya la Monarquía o República. Es la de República Constitucional o neofascismo». Con este contundente párrafo termina Joaquín Navarro su obra «25 años sin Constitución». Si a ello añadimos que quien lo dice es magistrado, fue senador de las Cortes Constituyentes y diputado en la primera legislatura, siendo vicepresidente de la Comisión de Justicia, se entenderá que el comentario no es baladí.

Estamos ante un libro excepcional porque representa el testimonio y el análisis de los últimos 25 años en el Estado español a través de quien fue testigo privilegiado mediante sus cargos electos y su vinculación política (militante del PSP y diputado del PSOE), especialista jurídico (magistrado, miembro de Justicia Democrática y Jueces para la Democracia y profesor universitario de Derecho Civil y Teoría del Estado) y, fundamentalmente, una persona íntegra y honesta que no ha dudado en defender sus ideas contra viento y marea. Además, el juez Navarro logra hacer inteligible ese mundo del Derecho que tan críptico resulta para la mayoría de nosotros. Su amplia experiencia como colaborador en medios de comunicación le confirman como un especialista que ha sabido acercar al público sus conocimientos y argumentaciones.

En un país como España, con una transición vendida hasta la saciedad como ejemplarizante, un rey empalagosamente idolatrado por los medios de comunicación y la clase política y un gobierno declarando guerras a las órdenes de Estados Unidos e ilegalizando partidos políticos, es más que saludable que Joaquín Navarro desmonte con precisión jurídica y elocuencia pedagógica la farsa de democracia en la que vivimos.

Podría seguir enumerando algunos casos más de infames despropósitos y viles tropelías, pero por hoy pienso que ha sido suficiente. De cualquier forma, seguiremos investigando las inefables falsedades en las que está instalado este impresentable sistema facistoide españolista, continuaremos comprobando todos los detalles que nos lleven a descubrir la verdad del enorme tinglado corrupto que tienen montado estos «grandes ilustres de España».

Que lo sepan: mientras nos corra una rojísima gota de sangre por nuestras venas no cejaremos en nuestro inmenso anhelo de libertad, en nuestro imperioso afán de justicia social.

Una cosa tiene que quedar muy clara: que nos embargue una cierta aunque siempre comedida satisfacción ante el patético espectáculo de sus feriantes mediáticos, del exhibicionismo grotesco de sus «reales» monos de feria y, por si todo esto fuere poco, para ya rematar «la faena» tan circense ella, encima nos presentan a los estrafalarios comparsas de a pie entonando un más que desafinado do de pecho con el «Asturias Patria querida….»; pues eso, que aunque nos embargue a muchísm@s canaria@s esa cierta comedida satisfacción, no significa en modo alguno que nos haga olvidar -ni por un instante siquiera- quiénes son en realidad los auténticos responsables de nuestros males pasados, los verdaderos culpables del actual e ¿imparable? deterioro de nuestro maltratado territorio geográfico y, lo que es aún más grave e imperdonable, de nuestra tormentosa e insufrible decadencia espiritual.