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Impresiones sobre un nacimiento

El rumor de una pequeña corriente roja

Fuentes: Cádiz Rebelde

Estuve allí y los oí hablar buscando la realidad y las palabras para nombrarla. Debatían sobre los hechos económicos y políticos, y sobre las relaciones humanas que implican: asuntos complejos, sin duda, pero lo hacían con sencillez, persuadiendo, vacilando a veces; elaborando razones sin acudir a dogmas, referencias de autoridad, o manuales obligatorios mejor o […]

Estuve allí y los oí hablar buscando la realidad y las palabras para nombrarla. Debatían sobre los hechos económicos y políticos, y sobre las relaciones humanas que implican: asuntos complejos, sin duda, pero lo hacían con sencillez, persuadiendo, vacilando a veces; elaborando razones sin acudir a dogmas, referencias de autoridad, o manuales obligatorios mejor o peor aprendidos. Escapaban de las frase hechas como de la peste.

Tantearon, una y otra vez, la relación entre el enorme control social de los poderes económicos y políticos establecidos, y la necesidad de justicia.

Mi primera impresión fue de que estaba asistiendo a una recuperación de la palabra.

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En realidad hablaban prioritariamente de la vida y de los seres humanos. También compartían la terrible experiencia de una izquierda a la que mataron sus dirigentes. Y, claro, la de un pueblo huérfano de organización política y desconcertado, exigido de fidelidades vacías, manipulado y vencido. De hombres y mujeres aislados convertidos en consumidores de política basura o de indiferencia.

A lo largo de un encuentro celebrado en Orcasitas -un antiguo barrio de alubión, de chabolas que, según nos explicaron, se convirtieron en casas modestas con la fuerza de los vecinos- me fue gustando la precisión sin retórica en el lenguaje, la sencillez, la falta de vanidad y la enorme fuerza de las convicciones. La honradez fue, sin duda, el patrimonio común de gentes que discutieron y también discreparon con fuerza. No en vano las convicciones fueron reencontradas -como explicaron en un momento u otro casi todos los delegados- y compartidas durante un largo y duro año de trabajo.

Al hablar con franqueza, al expresar sus dudas, al recontar su modestia, mostraban su repulsa por las palabras vacías a las que, pese a todo, no les habían acostumbrado. Seguramente aprendieron a valorar la sinceridad en los debates, desde la náusea de escuchar mentiras sin réplica, desde la cólera ante el compincheo globalizado de los partidos políticos del sistema, desde el hastío infinito de tantos años de palabras huecas.

Mi segunda impresión fue la de que allí predominaba una honradez fundamental. La del respeto a la realidad que rompe toda vanagloria y, sobre todo, toda corrección política.

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Pese a que unos pocos se resistieron a que Corriente Roja abandonase Izquierda Unida, y a que un puñado convirtió esa posición en una retirada de la corriente, todos compartían con orgullo un año de militancia activa, de movilizaciones realizadas con esfuerzo, de parto político en la calle, de comunicación esforzada por abajo venciendo la capa de silencio de los medios.

De los documentos aprobados y de los debates sin retórica ni formalismos, del trabajo realizado y contabilizado rigurosamente, de las expectativas y de las voluntades que se expresaron con coherencia, parece surgir un hecho de una importancia indudable.

El sábado día 26 de junio nació en Madrid, de una reunión de delegados llegados de Cataluña, de Andalucía, de Canarias y de Galicia, de Asturias y de Aragón, de Castilla y de la Mancha, de la Rioja, del País Valenciano y de casi todas las demás comunidades, una «Corriente Roja autónoma e independiente». Lo hizo tras sacudir el hastío y la desesperanza que contagia Izquierda Unida, levantando ilusiones desde la decepción y la vergüenza; asumiendo un compromiso fundamental con los trabajadores y con las gentes explotadas, marginadas y engañadas.

Corriente Roja, «una corriente de acción política con la voluntad de contribuir a la formación de un bloque anticapitalista», con una vocación antiimperialista, ha nacido de la movilización y del compromiso liberado de consensos, de miedos, de inercias y de intereses mezquinos,

No eran muchos más de cien en el barrio Orcasitas.

No eran muchos pero hablaron casi todos, y casi todos parecían convencidos de rescatar algo de supervivencia tan imprescindible como la dignidad o la vida, y al mismo tiempo de crear algo nuevo.

Mi tercera impresión fue un olor a calle.

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Los delegados reunidos en Orcasitas hablaron con convicción y claridad.

Casi al mismo tiempo y a muy poca distancia, los órganos federales de Izquierda Unida se empeñaban en la búsqueda desesperada de dos discursos vacíos, con retóricas distintas pero exactamente iguales en su falta de contenido, que sirviesen para «radicalizar» las diferencias entre dos conjuntos de lugares comunes.

El meollo del asunto era el de dar otra vuelta de tuerca a la derrota política y a la esperanza electoral: crear la imagen de un debate de fondo, de un diálogo profundo, la promesa de una síntesis final entre partes renovadas, un producto nuevo que resuelva el problema de un fracaso unitario. Los dirigentes del desastre dirigen la renovación.

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Los delegados del encuentro decidieron que la corriente abandonaba Izquierda Unida.

Las palabras fueron defendidas con seriedad y se expresaron con dureza:

«El estrepitoso fracaso electoral de IU en marzo y el vergonzoso papel jugado por sus dirigentes a la hora de explicarlo no son más que la crónica de un desastre anunciado»

«pero la bancarrota electoral y las consecuencias… no son más que el último capítulo de la bancarrota política a la que las diferentes direcciones han llevado a IU».

«Los militantes de IU hemos tenido que vivir hechos bochornosos, tanto políticos como morales; desde la manifestación del 12 de marzo, manipulada por el entonces gobierno fascista del PP, con Llamazares compartiendo cabecera con los borbones…

«Hemos tenido que ver luchas fraticidas por mantener cuotas de poder entre grupos o facciones que tienen, al fin y al cabo, un mismo discurso claudicante».

«La dirección mayoritaria de IU -con sus diversos componentes- ha adoptado la decisión de renunciar a la construcción de una alternativa al sistema capitalista, identificándose claramente como subalterna a una de las dos fuerzas, en este caso el PSOE, cuyo objetivo es el uso del aparato del Estado -en su doble dimensión interna e internacional- para el servicio de los intereses del capitalismo neoliberal».

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El Encuentro del nacimiento, fue cerrado por Nines Maestro con una cita de Gramsci que es toda una llamada:

Instruyámonos, porque necesitamos de toda nuestra inteligencia,

Organicémonos, porque necesitamos de toda nuestra fuerza,

Movilicémonos, porque necesitamos de todo nuestro entusiasmo.

 

Apéndice: Una carta

Le he pedido a Nines Maestro una primera valoración a tres días de la salida de Corriente Roja de Izquierda Unida.

Me contestó enviándome este mensaje que había recibido:

Compañera:

me alegro de poder llamarla como tal. Su acción constante de critica interna en IU, y ante la imposibilidad de cambio, la valentia de abandonar para explotar otros caminos me parece admirable. Algo digno de reconocimiento.

Por mi parte, os muestro mi total apoyo y disposición para transmitir la información sobre vuestro proyecto a gentes que pudieran interesarle para la constitución a corto o largo plazo de un nucleo de CR. Si os interesa, mandarme información y le daré buen cauce.

Os hablo desde una posición ideológica distinta, desde un anarquismo (espero que no juvenil a pesar de los 18 años que tengo) por lo que espero entendáis que no quiera militar aunque no dude a la hora de ayudar.

A pesar de todo, aquí os escribo, porque lo merecéis con actos. Creo que en Cuenca deberías informar algo más, un día hablando con unos «compañeros» de las juventudes comunistas de Cuenca, les hable de Corriente Roja y me dijeron: «amarillos».

Yo lo achaco a un profundo desconocimiento, de ahí que os pida información para precisamente eso, informar… Sin mas, recibir un fuerte abrazo revolucionario.

¡Salud y Resistencia!

Fco. Ankue