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El autor fue pionero de la autobiografía gráfica, que vive un excelente momento

El Salón del Cómic premia la obra de Carlos Giménez

Fuentes: El Períodico

Carlos Giménez (Madrid, 1941) recibió ayer por la noche en el Hotel Fira Palace el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, dotado con 6.000 euros. El galardón reconoce toda la carrera del «máximo exponente del tebeo autobiográfico», como define al dibujante y guionista la nota de la organización. Jimmy Corrigan. El chico […]

Carlos Giménez (Madrid, 1941) recibió ayer por la noche en el Hotel Fira Palace el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, dotado con 6.000 euros. El galardón reconoce toda la carrera del «máximo exponente del tebeo autobiográfico», como define al dibujante y guionista la nota de la organización. Jimmy Corrigan. El chico más listo del mundo, álbum que se nutre de las vivencias y de la historia familiar de Chris Ware, el autor, se alzó con el premio a la mejor obra extranjera publicada en España en el 2004. Los dos galardones certifican que la experiencia personal se ha convertido en los últimos tiempos en un filón narrativo para el cómic adulto.
Giménez explicó el lunes pasado en la presentación de la muestra antológica de su obra Una mirada cotidiana y social el giro radical que experimentó su trabajo a mediados de la década de 1970. «Decidí que ya estaba bien de dibujar cazadores luchando con osos, qué sabía yo de cazadores y osos, y que era el momento de empezar a contar mis vivencias», dijo.
El autor fue pionero en España de la autobiografía gráfica, a menudo cargada de crítica social y siempre con valor de documento de una época y un lugar, con series como Paracuellos, Barrio y Los profesionales. Antes de empezar a hacer cómic de autor, Giménez fue dibujante de agencia durante tres lustros. Igual tenía que dibujar una historieta romántica que una del oeste que una de aventuras siderales.

LA GRAN PERDEDORA
La gran perdedora en la categoría de mejor obra extranjera fue Blankets, de Craig Thompson, asimismo de carácter autobiográfico. Género al que también se acerca otro título aspirante al premio, Los combates cotidianos, de Manu Larcenet. El autor, presente en la feria con motivo de la edición del segundo tomo de Los combates cotidianos, resume así ambos álbumes: «Son ficciones hechas a partir de mi día a día».
Más allá de la cantidad de vida propia que los autores pongan en su trabajo, el cómic se ha revelado de un tiempo a esta parte como un excelente medio para contar la cotidianidad. Larcenet cree que la historieta funciona tan bien en este realismo cercano, difícil distancia corta, porque los autores «no caen ni en el elitismo ni en la ramplonería, como a menudo les sucede al cine y a la televisión cuando abordan la realidad más cercana».
Larcenet, un superventas en Francia, también acaba de editar La línea de fuego. Una aventura rocambolesca de Vincent van Gogh, pesadilla denunciatoria de la guerra emparentada con Viaje al fin de la noche, de Louis-Ferdinand Céline, y La guerra de las trincheras 1914-1918, de Jacques Tardi. «Céline era un fascista malnacido, pero esa novela es la que más me ha afectado en mi vida», dice Larcenet.
A la misma estirpe de cronistas de su realidad inmediata pertenece Ralf König, cuya última obra es Roy & Al. Claro que no siempre fue así. «En mis primeras historietas fantaseaba sobre lo que sería la vida gay, porque la verdad es que tenía 18 años y no tenía ninguna experiencia al respecto», cuenta. «Pero después algo aprendí».
Sus humorísticos retratos de las relaciones entre gays tienen como objetivo «hacer que los homosexuales se rían de ellos mismos, que siempre es saludable, y que los heterosexuales se rían con nosotros, no de nosotros».
König detesta especialmente el estereotipo según el cual todos los gays son «afeminados y divertidos y víctimas de la moda». «Ésa es una realidad, pero no toda la realidad, que es mucho más amplia. Ese cliché reduccionista me irrita y trato de combatirlo en mis historietas».
El autor cree que su trabajo no tiene nada de pornográfico. «Mis personajes tienen más grande la nariz que el pene, de manera que no creo que pueda hablarse de pornografía».