«El cinismo representa en la historia de la ética un momento épico y guerrero de la lucha contra la estupidez y el mal. Y si hay en cierto pesimismo en la inteligencia, no es nada comparado con el optimismo de la voluntad. El epicúreo se recluye en el jardín, apoyado en el amor de sus […]
«El cinismo representa en la historia de la ética un momento épico y guerrero de la lucha contra la estupidez y el mal. Y si hay en cierto pesimismo en la inteligencia, no es nada comparado con el optimismo de la voluntad. El epicúreo se recluye en el jardín, apoyado en el amor de sus amigos; el cínico sale a la plaza pública y en su ardor juvenil parece que solo el odio de sus enemigos basta ya para sostenerle».
Prólogo de «Los cínicos: Diogenes Laercio» Edición de Rafael Sartorio.
En mi época de adolescencia mi padre utilizaba la expresión castiza «¡Te van a cerrar la Puerta del Sol!», para subrayar con el colmo del absurdo su crítica cuando llegaba tarde a casa. Claro que, cuando aludía a tan improbable cierre, se refería a éste en sentido figurado; ni echándole imaginación podía suponer que un día dicho cierre fuera ejecutado en sentido literal.
La podredumbre del sistema debe ser muy notable para recurrir a una medida tal, que ni el propio General Franco, cuando entró en Madrid en 1939 con sus cohortes de mercenarios y delincuentes falangistas, tuvo necesidad de adoptar, a pesar de la simbología de dicha Plaza, escenario vivido de la desbordante alegría del pueblo con la proclamación de la República.
Antipática era al fascismo la Puerta del Sol como lo era también la Cibeles, diosa de sabiduría y, por ende, antítesis del llamado «espíritu del 18 de julio», por lo que hubo de proteger su estatua con sacos terreros, ante la obsesión de los bombarderos nazi-fascistas por volarla.
La Puerta del Sol es el ágora de Madrid, en el sentido que los griegos daban a ese espacio, como centro del comercio, de la cultura y la política de la ciudad. Por eso el dictador buscó un sito alejado; el monte del Pardo, para establecer su propia residencia, no sin antes fijar en dicha plaza el centro neurálgico de la represión y la tortura; la antigua Dirección General de Seguridad, hoy sede le la Comunidad de Madrid, como un innegable desafío a la tradición popular de la propia plaza. Por ello su heredero optó también por un entorno similar, la Zarzuela, alejado del bullicioso centro de la ciudad, en cuyas paredes el recuerdo del 14 de abril a buen seguro le traerá malos augurios.
Cerrar Sol durante más de tres días ha sido una medida adoptada de común acuerdo por PSOE Y PP, las dos caras del mismo poder, para intentar acallar las protestas que habían tomado, como no podía ser de otro modo, dicha plaza como centro neurálgico de sus demandas. Las fuerzas del poder han secuestrado literalmente una ciudad tomando como rehén su corazón, dando una muestra evidente de su debilidad; no tiene nada más que ofrecer que explotación, desahucios, represión, miseria creciente…
Como vulgares atracadores, nuestros Zapateros y Marianos retienen la plaza más emblemática de Madrid en un patético intento de vaciar el mar con un cubito ¡Pobres desgraciados! Tan solo les queda retroceder y abrir la plaza o incrementar la represión aumentando su ya notable desprestigio.
Las imágenes que se están produciendo evocan lo suficiente a las de la Plaza Tahrir en El Cairo, para no pensar en cierto paralelismo ¿Cuánto tiempo va a seguir este tira y afloja? El poder corre un serio riesgo de convertir lo que eran protestas más o menos heterogéneas en un movimiento que de un salto cualitativo para encarar que el problema es el sistema y la solución cambiarlo.
Fuente: http://iniciativacomunista.org/venceremos/spip.php?article933