Sobre las 15:30 de ayer dos jóvenes fueron salvajemente golpeados por los guardias de seguridad del FNAC de Madrid, en el interior del centro comercial y en las calles adyacentes, y ante la presencia de numerosas personas que no dejaron de recriminar a los agresores. Al parecer, los dos jóvenes habían sido acusados previamente de […]
Sobre las 15:30 de ayer dos jóvenes fueron salvajemente golpeados por los guardias de seguridad del FNAC de Madrid, en el interior del centro comercial y en las calles adyacentes, y ante la presencia de numerosas personas que no dejaron de recriminar a los agresores.
Al parecer, los dos jóvenes habían sido acusados previamente de haber sustraído algún objeto del establecimiento, pero tras ser registrados por el personal de seguridad quedó demostrado que no habían cometido ningún hurto, según comentaron testigos presenciales.
Cuando los vigilantes procedieron a expulsarlos de la tienda, comenzaron a insultarlos y a vejarlos con comentarios racistas, pues ambos jóvenes eran personas de color.
Ya en el vestíbulo, una de ellas, visiblemente nerviosa, se atrevió a reclamar «respeto» y acusó a los miembros de seguridad de «racistas». Esto provocó nuevos insultos y amenazas de sacar sus porras para golpearle, aseguraron las mismas fuentes.
Un gran grupo de gente comenzó entonces a congregarse en el lugar, y según comunicó uno de ellos a Rebelión, en ese momento uno de los retenidos fue empujado violentamente por los agentes de seguridad y expulsado del establecimiento.
Una vez en el exterior, el agredido lanzó una papelera contra el escaparate y salió corriendo. Al verlo, cuatro de los vigilantes salieron tras él, siendo alcanzado en la Plaza de Callao, y le propinaron una brutal paliza. Mientras dos le sujetaban, un tercero le daba puñetazos en el estómago y el otro se liaba a porrazos en piernas y espalda. Los numerosos presentes comenzaron a insultar a los agresores y a reclamar que parasen en su actuación.
Estando retenido llegó un quinto agresor, vestido de paisano, que sacó una porra de largas dimensiones y también comenzó a golpearle. Esta persona desapareció minutos después en el interior del establecimiento de la FNAC, en el momento en que apareció la policía.
Los agentes se dedicaron a dispersar de muy malos modos a los presentes, retener en el suelo al agredido y amenazar a cuantas personas habían grabado con sus móviles y sus cámaras de fotos la agresión. Posteriormente introdujeron al joven esposado en un furgón policial y se lo llevaron detenido.
Pero mientras estos hechos ocurrían, el otro joven recibió una brutal paliza en el hueco de uno de los ascensores de la FNAC, ya que varias personas así lo aseguraron a la policía cuando dos agentes lo sacaron del establecimiento visiblemente renqueante y contusionado.
Ante la insistencia de varios testigos que aseguraron que una persona sin uniforme también había participado en la agresión, los agentes se limitaron a comunicar que «ya estaba identificado y no podían decir quién era».
Algunas de estas personas ofrecieron sus datos personales a la policía para ofrecerse a testificar en el posible juicio. Todos ellos coincidieron en haber presenciado la totalidad de los hechos, aseguraron que los dos detenidos no habían sustraído ningún artículo y que a pesar de haber quedado demostrado ante la seguridad del establecimiento, estos habían comenzado a increparles, insultarles y amenazarles.