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El sistema en busca de salidas

Fuentes: Punto Final

Los grandes empresarios estarán de duelo. La posibilidad de asegurar el control que mantienen durante casi medio siglo tuvo un pequeño traspié cuando se conocieron los resultados de las elecciones del comité central del Partido Socialista, que designó al periodista Alejandro Guillier como su candidato presidencial. Acostumbrados a tomar decisiones estratégicas, los poderosos del país […]

Los grandes empresarios estarán de duelo. La posibilidad de asegurar el control que mantienen durante casi medio siglo tuvo un pequeño traspié cuando se conocieron los resultados de las elecciones del comité central del Partido Socialista, que designó al periodista Alejandro Guillier como su candidato presidencial.

Acostumbrados a tomar decisiones estratégicas, los poderosos del país estarán elucubrando escenarios, calculando precios y haciendo ejercicios teóricos para ver cómo van a usar su poder en el nuevo escenario. Y organizando una cena de gala para desagraviar a su candidato derrotado. Es que sin duda lo más dañado en la elección del Partido Socialista es el ego de Ricardo Lagos.

Y el golpe sufrido por el ex presidente lo hará reaccionar con un encono que costará maquillar de actitud democrática que respeta las decisiones y se somete a ellas. En algún momento pasará la cuenta sobre todo a aquellos que en público y en privado le aseguraban su apoyo, pero que en el secreto de la urna pudieron dar rienda suelta a su verdadera decisión. Es cierto que es un golpe duro a lo más rancio de la Concertación, pero con estos sujetos nunca se sabe si mueren o se quedan en estado de hibernación a la espera de una mejor posición.

Con todo, el sector derrotado sabe que Lagos sigue siendo el político favorito de los empresarios, como no lo es Piñera al que desprecian, ya que más bien estimula las glándulas salivales del sujeto aspiracional que ha criado esta posdictadura, bueno para ganar dinero fácil sin reparar en cuestiones de orden moral a la hora de calcular el rédito.

Que las cosas se están moviendo mucho más rápido de lo esperado lo demuestra la incómoda situación de la Democracia Cristiana, partido que deberá tomar una decisión relacionada con su carta propia, la senadora Carolina Goic, considerando, sobre todo, que la emergente periodista Beatriz Sánchez que el Frente Amplio levanta, la triplica en las encuestas. La bravata del camino propio se desbarata ante la posibilidad de perder de manera apabullante.

El sistema parece que entra en un derrotero que exige un reseteo.

La fuerte irrupción de las cartas de parte de la Izquierda, con todo y sus debilidades y falta de un perfil más preciso en términos de propuestas y principios, agrupada en el Frente Amplio, es un dato que no se puede dejar pasar.

En este escenario, la casi histórica decepción de los sectores de base de la Nueva Mayoría, corre el riesgo de generar un corrimiento al rojo y algunos pensarán que la figura de Alejandro Guillier es el mejor dique para contrarrestar la irrupción de una Izquierda que pone sus fichas en las siguientes elecciones. Sobre todo cuando se termina un fracasado gobierno de Michelle Bachelet, la que corre el riesgo de pasar por el histórico e inédito bochorno de entregar el mando de la nación de nuevo a Sebastián Piñera, que no podrá evitar una risa sardónica al momento de imaginarse en ese escenario.

Se hace necesario entonces, correr los riesgos asociados a momentos de gran incertidumbre. Y para este momento la suerte le ha puesto en el camino a un periodista que puede llegar a ser la red de seguridad que salve la caída. El hecho que haya ganado en el comité central socialista solo porque en las encuestas es el más competitivo enfrentando a Piñera, habla de su rol como salida de emergencia que no requiere de principios, de propuestas ni de anuncios reformistas.

Lo que se ve es la ingeniería necesaria para salvar este escollo.

De programas que atiendan el clamor de la población y de las infinitas deudas históricas que aún esperan por soluciones, ni hablar. De lo que se trata es de evitar el colapso de todo el sistema mediante la operación de elevar a la condición de candidato a una persona que por su trayectoria no se ve como un nítido continuador del statu quo , y que por sus declaraciones, tampoco es un rupturista que va a acabar con todo.

Estamos en presencia de una operación que se va configurando de a poco y que busca frenar la caída sin grandes traumas. Y que va a proponer en breve una serie de ofertas que intentarán, por una parte, dejar tranquilo a los grandes empresarios y por otra, anestesiar al pueblo que por la vía de grandes demostraciones hace saber su rabia y decepción, pero que aún no es capaz de encauzar debidamente esa fuerza hacia donde de verdad le duele al sistema.

Por ahora, los poderosos sobrellevan los momentos difíciles por la vía de bajar la presión con propuestas electorales que resultan un respiradero necesario para evitar un reventón mayor.

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 874, 14 de abril 2017.

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