Traducido para Rebelión por Ramon Bofarull
Después de saber los resultados, Patxi López ha reivindicado su legitimidad para dirigir el cambio. Asimismo, ha mostrado su intención de presentar su candidatura a lehendakari. Pero en política dos y dos no siempre suman cuatro. Para empezar, Patxi López tiene un problema grande de legitimidad: ha logrado la mayoría absoluta gracias a la ilegalización de la izquierda abertzale. Sin ella no habría logrado reunir los 38 escaños. Desde el punto de vista del Partido Socialista, eso no debería ser ningún problema, pero existe un problema de legitimidad porque la otra mitad del Parlamento vasco no aprueba la ilegalización. Siempre le podrán recordar el pecado original. Pero los problemas de legitimidad de Patxi López no se acaban ahí. La propia base del cambio está en cuestión: ¿cambio con el apoyo del PP y la UPD? ¿Tiene algún crédito un cambio formado con tales mimbres? Al cabo, el espacio entre lo que se quiere y lo que se puede hacer es demasiado grande como para hacer viable el proyecto.
Considerando la composición del Parlamento vasco, el PSE-EE tiene muy difícil gobernar en minoría, entre dos espacios contrapuestos, sin caminos intermedios. Si Ezker Batua hubiera obtenido mejores resultados, habría podido buscar un apoyo intermedio, pero un solo diputado no le sirve. Es imposible que Patxi López diga que quiere formar un «gobierno de todos» si manda a la oposición al partido que ha ganado las elecciones. Son intenciones incompatibles.
Según lo explicado antes y después de las elecciones por el propio Patxi López y otros dirigentes socialistas ─ayer, por ejemplo, José Blanco y José Antonio Pastor─, parece que mantienen el sueño de llegar a la Lehendakaritza. Pero saben que puede convertirse en misión imposible. Como el mito de Sísifo, subir la piedra montaña arriba para que caiga de nuevo y empezar otra vez de cero. El sueño, al cabo, puede convertirse en pesadilla. No sólo para el partido socialista. También para el PNV puede convertirse en pesadilla la nueva situación si finalmente, como Artur Mas y CiU, se queda fuera del gobierno. ¿Cómo puede intentar evitar esa situación? La segunda votación se jugará en los despachos, pero el PNV lo tiene difícil, porque el sueño del PSE es también obsesión.
Berria, 3 de marzo de 2009
http://www.berria.info/m1/testua_ikusi.php?id=4966&mota=analisia