¿Qué factores condujeron al golpe de Estado de 1973 en Chile? La sublevación militar de Pinochet se saldó con 16 años de dictadura, más de 3.200 ejecutados y desaparecidos, cerca de 35.000 prisioneros y torturados y en torno a 200.000 exiliados, según las cifras oficiales. «Mientras la dirección de la Democracia Cristiana (DC) fue progresista […]
¿Qué factores condujeron al golpe de Estado de 1973 en Chile? La sublevación militar de Pinochet se saldó con 16 años de dictadura, más de 3.200 ejecutados y desaparecidos, cerca de 35.000 prisioneros y torturados y en torno a 200.000 exiliados, según las cifras oficiales. «Mientras la dirección de la Democracia Cristiana (DC) fue progresista no hubo problema alguno; pero cuando Eduardo Frei Montalva y Patricio Aylwin ‘sobrepasaron’ (por la derecha) las posiciones de Radomiro Tomic (candidato presidencial de la DC frente a Allende en 1970), la agresividad y unión con el Partido Nacional implicó un frente de sabotaje permanente». Es una de las razones del golpe fascista que aporta Óscar Soto Guzmán, médico de cabecera y amigo personal del presidente de Chile (1970-1973) por la Unidad Popular (UP), Salvador Allende, a quien acompañó hasta las últimas horas en el Palacio de la Moneda. El cardiólogo ha presentado su libro de 197 páginas «Allende en el recuerdo» (Sílex Ediciones, 2018), en el Forum de Debats de la Universitat de València.
El 10 de octubre de 1973 el periódico español ABC publicó una entrevista al líder democristiano Eduardo Frei, la primera que concedía a un corresponsal tras el golpe. «El mundo entero ha contribuido a la destrucción de este país, que hoy no tiene más salida salvadora que la gobernación de los militares (…); la guerra civil estaba perfectamente preparada por los marxistas», afirmó Frei Montalva, quien fue presidente de la República entre 1964 y 1970; el periodista le caracterizó como «la cabeza más ecuánime, realista y lógica del partido». Dos días después El Mercurio de Chile se hizo eco de la entrevista. El 13 de septiembre ABC encabezó la portada con el titular «A tiempo», y una explicación sobre el golpe de Estado «que ha frenado a tiempo el inevitable deslizamiento del país desde la anarquía y el caos a la dictadura marxista».
El doctor Soto Guzmán se exilió en 1973 y residió en México, Cuba y España. En 1998 publicó el libro «El último día de Salvador Allende» (El País/Aguilar), reeditado una década después por RBA. En el acto de la Universitat de Valencia destaca la «polarización» de la política chilena. Así, recuerda que la coalición CODE -que incluía entre otros al Partido Demócrata Cristiano y al Partido Nacional, que pugnaban por la hegemonía en la derecha- ganó las elecciones legislativas de marzo de 1973. Un suplemento de la revista Punto Final («Al pueblo no lo para nadie», 1973) destaca la lucha ideológica que venía librándose entre los dos sectores principales de la Unidad Popular, «reformistas» y «revolucionarios», y también el resultado de la UP en marzo de 1973: 1,5 millones de votos (43,3%), lo que implicó un incremento de cinco diputados y dos senadores (la CODE, pese a la victoria, perdió seis congresistas y dos senadores); «fue la respuesta popular al intento derechista de alcanzar los dos tercios para destituir a Allende», concluía el análisis.
Entonces «la derecha comenzó a planificar, si no lo hubiera hecho antes ya, un golpe militar», afirma Óscar Soto. En el artículo «La DC en el golpe» (revista Punto Final, septiembre 2017), el periodista Manuel Salazar Salvo subraya las declaraciones de Frei a la prensa italiana: «Chile se precipita a una dictadura Marxista»; asimismo los exministros y senadores Juan de dios Carmona y Juan Hamilton «empezaron a apelar a las Fuerzas Armadas». A ello se agregó el boicot interno y externo a la economía chilena. En una entrevista en TeleSur (enero 2015), el vicepresidente del Banco Central de Chile entre 1970 y 1973, Hugo Fazio, afirmó que la banca privada norteamericana, con pocas excepciones, cortó las líneas de financiación al sistema bancario chileno, lo que afectó al comercio exterior; atribuye asimismo el desabastecimiento de productos básicos a «grandes» procesos de especulación y acaparamiento; «inmediatamente después del golpe estos bienes sí existían», recuerda.
En cuanto a la inflación, «fue un hecho real que tuvo un origen en gran medida político», apuntó el economista a TeleSur. El periódico El Mercurio -al que Pinochet calificó de «trinchera contra el totalitarismo»- titulaba en sus portadas «Angustiosa escasez de pan» o el «dramático anuncio» (sic) de Allende, a cuatro columnas: «Hay harina sólo para tres o cuatro días». Fazio concluye que Agustín Edwards, propietario de El Mercurio, apoyó las medidas para «hacer crujir la economía» chilena; archivos desclasificados en Estados Unidos en noviembre de 2017, relacionados con la muerte de Kennedy, señalan que dos directivos de El Mercurio -además de un alto mando del ejército y al menos un dirigente de la Democracia Cristiana- trabajaron para la CIA. Un reportaje publicado por The New York Times en septiembre de 1974 ya apuntó la financiación de la CIA a este periódico. En junio de 2014 aparecieron más datos sobre la relación entre la Agencia y el diario. Otra cabecera de la familia Edwards -La Segunda- publicó en julio de 1975 la célebre portada «Exterminados como ratones. 59 Miristas chilenos caen en operativo militar en Argentina».
En noviembre de 2010 Estados Unidos entregó más de 20.000 documentos desclasificados que confirmaban el apoyo norteamericano al golpe del 11 de septiembre y a la dictadura militar. La documentación, dirigida al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago, subraya como figura central al exconsejero de Seguridad Nacional y exsecretario de Estado, Henry Kissinger, y recoge conversaciones de éste con Pinochet. En el relato de hechos previos, el doctor Soto Guzmán hace referencia al asesinato en julio de 1973, por un francotirador, del comandante Arturo Araya Peeters, edecán naval del presidente Allende; el vespertino Las Noticias de Última Hora tituló: «Vil crimen para apurar nuevo golpe; fascistas prepararon todos los detalles; jefe policial culpa a Patria y Libertad».
Fundado a inicios de los años 70, el Frente Nacionalista Patria y Libertad (FNPL) advertía en sus boletines de una supuesta penetración soviética en las Fuerzas Armadas y adoptó como simbología una cadena rota («el rompimiento de las cadenas tiránicas del marxismo»); miembros de este movimiento político-paramilitar de extrema derecha participaron en octubre de 1970, con el apoyo de varios generales chilenos, Pinochet, Kissinger y la CIA, en el secuestro y asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, el constitucionalista René Schneider, dentro de un plan golpista para impedir que Allende accediera a la presidencia.
En agosto de 1973 el general constitucionalista Carlos Prats renunció a la Comandancia en Jefe del Ejército, cargo para el que le había nombrado Frei Montalva y confirmado Allende; durante la presidencia de la Unidad Popular, fue asimismo Ministro del Interior y de Defensa. Prats propuso a Allende la designación de Pinochet -un militar de su confianza- como jefe del ejército, y éste asumió el cargo. Pero no sólo se consumó la traición pinochetista, sino que en septiembre de 1974 Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert, fueron asesinados en Buenos Aires (ciudad donde residían en el exilio) por la DINA (policía secreta de Pinochet). Los explosivos adosados en el automóvil terminaron con la vida del matrimonio. En 2008 el general Manuel «mamo» Contreras, exjefe de la DINA, fue condenado a cadena perpetua por el crimen. La pena fue rebajada en 2010 por la Corte Suprema.
El libro de Óscar Soto resume la Batalla de la Moneda. El médico y escritor recuerda «a un presidente que ya no usa corbata, metralleta en mano y disparando desde las ventanas de la sede presidencial contra los golpistas; pero la disparidad de fuerzas era enorme». En una entrevista publicada en septiembre de 1980 en El País, el cardiólogo explicó que uno de los tanques rompió la puerta frontal de la Moneda y penetró en el interior; asimismo, «los aviones comenzaron a lanzar cohetes sobre el palacio y dentro se creó una situación infernal». El efecto de los proyectiles se concretó en quince bajas, sin heridos. La primera planta se llenó de soldados: «Nos detuvieron a todos y nos sacaron del Palacio, para apilarnos, no lejos de la puerta», añade en la entrevista; «escuchamos una densa refriega de tiros que procedía de la segunda planta; el palacio ardía por todas partes y de la ventana salía un humo compacto».
En el acto de la Universitat de Valencia, Soto Guzmán recuerda que en los últimos minutos Allende se retiró a un pequeño despacho, donde se suicidó accionando el fusil; «fue la última contribución a su pueblo, sabía qué le esperaba si le hacían prisionero», agrega. El suicidio en el Palacio de la Moneda es la explicación sostenida por la familia; también por el informe forense presentado por el Servicio Médico Legal de Chile, en julio de 2011, con las conclusiones del estudio de exhumación; así, dos balas del fusil AK-47 que le regaló Fidel Castro terminaron con la vida del político chileno. La Corte Suprema ratificó en 2014 la tesis del suicidio.
Asimismo, informó la Agencia Efe, el pasado cinco de mayo el juez especial de la Corte de Apelaciones de Santiago condenó a siete militares retirados a penas de cárcel por el secuestro y homicidio de 23 colaboradores de Allende, detenidos el 11 de septiembre en la Moneda. El brigadier Pedro Espinoza Bravo fue condenado a una pena de 20 años de prisión por homicidio. La agencia detalla que las tropas detuvieron a medio centenar de personas, incluidos asesores, miembros de la seguridad de Presidencia (GAP), médicos y funcionarios de la Policía de Investigaciones (PDI). Las ejecuciones se produjeron, previa tortura, en el recinto militar de Peldehue, a 30 kilómetros al norte de la capital.
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