«Tampoco hay que poner a Argentina como la panacea de la memoria histórica, hubo más de 20 años de impunidad; la lucha es larga y no se acaba nunca». Afincado en Barcelona, el fotógrafo argentino Gustavo Germano empezó a trabajar en 2006 en el proyecto «Ausencias». La exposición consiste en pares de fotografías contiguas: la […]
«Tampoco hay que poner a Argentina como la panacea de la memoria histórica, hubo más de 20 años de impunidad; la lucha es larga y no se acaba nunca». Afincado en Barcelona, el fotógrafo argentino Gustavo Germano empezó a trabajar en 2006 en el proyecto «Ausencias». La exposición consiste en pares de fotografías contiguas: la primera, con todos los miembros de una familia o grupo de amigos; la segunda refleja la misma realidad pasados los años, aunque haya desaparecido alguno de los personajes. De este modo el fotógrafo presenta los horrores de la dictadura cívico-militar argentina (1976-1983), que se saldó con 30.000 desaparecidos. En una de las fotografías, en blanco y negro, aparece el mismo autor con sus tres hermanos en 1969. En la que completa la serie, tomada a color en 2006, falta Eduardo Germano, secuestrado en diciembre de 1976 en la ciudad de Rosario y cuyos restos fueron identificados en 2014. El fotógrafo Gustavo Germano ha presentado su obra en el Fórum de Debats de la Universitat de València, dentro de las VII Jornades de Memòria Democràtica.
El vacío que deja la ausencia se muestra en una fotografía de la playa «La tortuga alegre» de Río Uruguay, provincia de Entre Ríos. Realizada en 2006, no queda rastro alguno de otra tomada en blanco y negro, en 1975, a Orlando René Méndez y Leticia Margarita Oliva, víctimas de la represión golpista. La exposición también da fe de lo ocurrido con la familia Amestoy, liquidada en noviembre de 1976 en la llamada «masacre de la calle Juan B. Justo», en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos (Buenos Aires). Fue en la casa familiar donde efectivos del ejército argentino y las fuerzas federal y bonaerense asesinaron a Omar Darío Amestoy, de 31 años; su pareja, María del Carmen Fettolini, de 29; y los dos hijos del matrimonio, de cinco y tres años. Otro secuestrado y desaparecido con 20 años de edad fue Mario Eduardo Menéndez. Ocurrió en Rosario, en 1977. Antes de la detención había sido dirigente regional de la Agrupación de Estudiantes Universitarios. El recuerdo de Mario Eduardo Menéndez aparece en una imagen de 1973 junto a su amigo Luis María Pirro, cuando se dirigían a una reunión del movimiento religioso Mallinista en la ciudad de Reconquista (Santa Fe).
Gustavo Germano confiesa en la Universitat de València que no le agradan las urgencias de la denominada fotografía de conflicto. «La realidad empuja demasiado y no permite observar las heridas a largo plazo». Es lo que le sucedió durante su experiencia en Colombia, en 2007, cuando retrató a las víctimas del conflicto armado. Germano ha expuesto su obra en un buen número de países: Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Alemania, Italia, España, Cuba, Estados Unidos, la sede de Naciones Unidas en Nueva York y Corea del Sur, entre otros. Considera la muestra «Ausencias» como una herramienta para concienciar a la población argentina, y una forma de acompañar el trabajo que en este país realizan familiares, abogados, periodistas, investigadores así como algunos jueces y fiscales. «Es mi manera de contribuir a la causa, no me veo de juez», comenta el fotógrafo.
De la fotografía de María Irma y Susana Ferreira del año 1970, ha desaparecido la primera de las hermanas en 2006. María Irma Ferreira, de 22 años, fue asesinada junto a su marido en Rosario, en enero de 1977. Militante de la juventud peronista, fue suspendida como estudiante universitaria por el decano normalizador militar de la Universidad de Entre Ríos, en abril de 1976. Tras el golpe militar, María Irma Ferreira y su marido, ambos montoneros, pasaron a la clandestinidad. El bombardeo de la casa de ambos perpetrado por fuerzas dependientes del Segundo Cuerpo del Ejército puso fin a sus vidas. De la escabechina sobrevivió su hijo, que tenía un mes y medio de vida, según informaciones recabadas para la exposición. A la ristra de ejemplos se suma Claudio Marcelo Fink, secuestrado en Paraná (Entre Ríos) en agosto de 1976 por un grupo de paramilitares, cuando tenía 23 años. Había iniciado su militancia política en la Universidad Tecnológica Nacional de Paraná, donde cursaba estudios. En enero de 1977 se publicó un informe del Consejo de Guerra del Gobierno militar: Claudio Marcelo Fink figuraba en el listado de terroristas prófugos. Su madre, Clara Atelman de Fink, aparece en la exposición junto a Claudio Marcelo en una fotografía de 1974. De la imagen contigua (2006), su hijo ha desaparecido.
La muestra titulada «Ausencias» (2012) ofrece testimonio de los asesinatos y desapariciones durante la dictadura militar brasileña (1964-1985). Uno de los ejemplos de mayor impacto es el de Alex de Paula Xavier Pereira, joven militante de Açao Libertadora Nacional desaparecido en 1972 en Sao Paula. A la fotografía de este estudiante y activista en 1970, acompaña otra de una simple pared, blanca y desnuda, tomada en 2012. La exposición también permite recordar al sindicalista y guerrillero Virgilio Gomes da Silva, desaparecido en 1969. O a otros como Luiz Almeida Araújo, retratado en 1964 en la parte delantera de un automóvil junto a María do Amparo Almeida Araújo y María José Mendes de Almeida Araújo. Luiz ha desaparecido de la fotografía de 2012.
Guillermo Rivera Fuquene fue detenido, torturado y desaparecido en las inmediaciones de su casa el 22 de abril de 2008. Las organizaciones integradas en el Comité por la Vida y la Libertad de Guillermo Rivera denunciaron una ejecución «extrajudicial», de la que hicieron responsable a la policía colombiana; calificaron los hechos como «crimen de estado». Los restos del dirigente político y sindical fueron hallados en un despoblado de Ibagué (Tolima). En un comunicado hecho público en julio de 2008, las organizaciones denunciaron la política de «seguridad nacional» del presidente Uribe Vélez, a quien responsabilizaron del asesinato de más de 600 líderes sociales, sindicales y populares, principalmente entre 2002 y 2007. También subrayaron el «ocultamiento y desinformación de los medios de comunicación masivos». En una fotografía de 1968 Guillermo Rivera Fuquene se presenta con su hija en brazos; en 2015 Shaira se retrata, sola, siete años después de la desaparición de su padre. Hay espacio asimismo para la memoria de Eduardo Loffsner Torres, capturado y desaparecido en 1986. Además de sindicalista y miembro del M-19 (con cuya dirección después mantuvo diferencias), durante los últimos años de vida fue activista en el Frente Amplio del Magdalena Medio.
A los 500.000 exiliados españoles que siguieron al triunfo fascista de 1939, Gustavo Germano dedicó la serie «Distancias». Una fotografía de 1940 realizada en la República Dominicana tiene en el centro a la maestra y bibliotecaria catalana, Mercedes Gili Maluquer. Junto a ella, en un sillón, figura su marido, el abogado Alfredo Pereña Pàmies. Éste fue detenido, sometido a torturas y asesinado en Santo Domingo por la dictadura de Trujillo, quien gobernó el país entre 1930 y 1961. La exposición destaca en otra instantánea a Mercedes Gili, también retratada en 2008 en un sofá, pero en esta ocasión viuda y en el exilio de México DF. De ese mismo año es la segunda fotografía de Mario Constante, en Montpellier. En la primera el espectador puede verle en el campo de concentración de Mauthausen, con el uniforme a rayas de los presos. Este superviviente aragonés de los campos de exterminio publicó libros como «Los años rojos (españoles en los campos nazis)» y «Yo fui ordenanza de los SS», entre otros. Militante de las Juventudes Socialistas, Mario Constante combatió en la guerra española y llegó a oficial del ejército republicano. Después de la guerra, se exilió a Francia.
Otra víctima del exilio fue Rosa Laviña, fotografiada en 1937 en Palafrugell (Girona) y en 2009 en Toulouse. Militante de las Juventudes Libertarias, de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA) y de la CNT, atravesó la frontera de los Pirineos tras la derrota de la República. Durante un año permaneció en el campo de concentración de Argelès. Asimismo cruzó la frontera francesa Águeda Mata Torres. Lo hizo con su familia cuando el bando fascista entró en el municipio donde residía, Barbastro (Huesca). Águeda Mata terminó en el exilio mexicano, donde falleció con 99 años.
La serie «Búsquedas» (2015) pone el objetivo en los niños «robados» durante el franquismo y la democracia. Entre 1939 y 1952 la cifra de bebés y menores sustraídos puede cifrarse, según algunas fuentes, en 30.000. Después continuaron las desapariciones, con la implicación de clínicas, hospitales, casas de maternidad y casas cuna. Las adopciones irregulares fueron una práctica habitual durante los años 60 y 70 del siglo pasado en el estado español, y se prolongaron durante la década de los 90. El número de adopciones como consecuencia de los robos podría oscilar entre las 180.000 y las 300.000. Fotografías que ponen rostro al gran latrocinio son la de Ana María Ferrer Moncho, quien busca a su hermano nacido en Alcoy en 1978. O Margarita Herreros Pipaun, que sigue la pista de una hermana alumbrada en 1964 en Vitoria-Gasteiz. Otro ciudadano que no se rinde es Eusebio Caballero. Busca a un hijo que vio la luz en el hospital La Milagrosa de Madrid, en octubre de 1981.
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